Un día, siendo una niña, decidí crear una libreta de sueños. Desde que tengo memoria los libros me enamoran: historias de fantasmas, fantasía, viajes espaciales, amor... Miles de aventuras, miles de personajes que se quedaban en algún rincón de mi corazón. Junto a mi libreta, decidí crear mi propia historia. El libro de mi vida.
De alguna forma tenía que empezar. Quería que fuese un libro interesante, algo que le gustase a la gente. Un libro que realmente consiguiese enganchar a quien lo leyera, que otros pudiesen ser partícipes de mi vida en primera persona. Así que mi primer sueño fue tener una aventura.
No se cumplió cuando mi madre decidió apuntarme a gimnasia rítmica intentando que me alejase de los libros y tratase de cuidar un poco mi cuerpo y mi salud, dejando atrás mi infancia e intercambiándola por horas de entrenamiento.
A partir de ahí decidí olvidarlo. Mis sueños seguían escribiéndose en aquella libreta y luego tachándose cuando se completaban, uno tras otro, mientras el primero siempre se mantenía intacto.
- Te lo digo en serio María - comenta Lily de mala gana, bebiendo de su zumo - Si no quieres seguir con el rollo de la gimnasia... ¡No sigas! - da un golpe con él en la mesa, reforzando su postura - Tu madre ya ni siquiera puede obligarte - pone la palma abierta frente a mí y ruedo los ojos con disconformidad - No me mires así, ya sabes lo que viene.
- Ni idea - ironizo, sonriendo de medio lado - ¿Quieres que te choque?
- Esa personalidad petulante tuya te traerá más problemas que alegrías - prosigue - ¡Pero no me distraigas! Volvamos a posar nuestra atención en mi preciosa mano. Es esta que tienes delante tuya - la mueve un poco aún con la palma abierta. Esto es surrealista - Por si no lo habías notado.
- El sarcasmo no te va.
- Tienes veinte años - baja un dedo - con lo que creo que ya eres mayorcita. Si puedes mirar al profesor Laufeyson como lo miras y hacer con él lo que haces...creo que también puedes decidir sobre lo que quieres hacer en tu vida.
- Yo no he hecho nada con el profesor Laufeyson - gruño por lo bajo, enfadada - Y estoy harta de que todo el mundo lo comente.
- Sí bueno, todos sabemos que sueñas con hacer algo con él. Pero ese no es el tema que nos ocupa - vuelve a mover la mano frente a mí y ruedo los ojos - Segundo - hace una pausa dramática mientras coge el tenedor con la mano libre para comerse los macarrones del menú de hoy - Te escapaste de casa hace... ¿Cuánto hace?
- Cuando conseguí la beca para estudiar aquí, no hace mucho - me cruzo de brazos y respondo bajito, no es algo de lo que me sienta orgullosa.
- ¡Hace años! - exagera ella haciendo danzar un macarrón pinchado en su tenedor. Se lo come. Adoro los macarrones - Hace mucho. - repite al notar mi cara de exasperación - Y todavía tienes que aguantar los correos de tu madre mandándote mierdas varias sobre concursos de gimnasia artística o como se llame eso.
- Simplemente los ignoro, no es para tanto - bebo un trago de agua - Y se les llama competiciones.
- ¿¡Por eso tengo que estar en ayunas de fiestas con mi mejor amiga!? - exclama poniéndose en pie y dando un golpe a la mesa. Salto un poco en la silla por la sorpresa y vuelvo a serenarme rápidamente. Sonrío al notar todas las miradas nosotras. Algo en mi interior me empuja a saludar a todo el mundo y mandarlos al infierno, pero creo que tengo que ser amable. ¿Tengo que ser amable? - NO María. Esto es algo serio. - vaya, ha pensado que me río de ella - Sigues yendo a esas estúpidas clases en las que te tiras HORAS abriéndote de piernas mientras nosotros, tus amigos, estamos llenando nuestro organismo de la bendita sustancia que es el alcohol. ¿Qué vas a conseguir así en la vida?
- Tener un cuerpo sano - miro hacia mi plato, jugando a hacer dibujitos de tomate con la punta del tenedor mientras Lily se decide a menos hablar y más comer. Prefiero no pensar en que me ha acusado de abrirme de piernas.
- Tinir in cierpo sini - se burla con voz aguda.
- Ni siquiera lo has hecho bien, se te han escapado vocales - apunto, alejando la bandeja de mí con una sonrisa lobuna - Además, me empieza a gustar eso de dar volteretas hacia atrás y tal.
- Dimito - eleva las manos, rindiéndose - Si no sales de fiesta jamás te olvidarás del profesor Laufeyson. Destruye tu vida como quieras.
- Quizá me sirva algún día ¿sabes? - elevo las cejas, ignorando la referencia al profesor.
- Ajá.
En ese momento estaba estudiando química en una de las múltiples universidades de Estados Unidos, aunque no se podría decir múltiple. Es una de las pocas universidades de ciudad pequeña. Cuando mi madre me dijo que me había apuntado a una escuela superior de gimnasia para participar en las Olimpiadas, no pude evitar tener una pelea con ella, que no sirvió de nada. Al final, tuve que hacer un examen de ingreso por mi cuenta, evitando decírselo, y conseguí una beca con casi todo pagado. Por las mañanas asisto a mis clases, por la tarde trabajo en un café cercano a la universidad para pagar el alquiler del piso que comparto con Lily y los fines de semana doy clases de gimnasia. Realmente no entiendo por qué continúo, es algo que me he planteado muchas veces, pero creo que simplemente no sabría vivir sin eso: es algo con lo que he crecido a lo largo de mi vida.
- Anda, vamos a casa - bufa Lily recogiendo su bandeja. Yo la sigo - Hoy nos hemos librado de fregar los platos comiendo aquí pero creo que los ahorros no nos dan para tanto...y más si queremos irnos de vacaciones.
- No seas tan negativa - dejo mi bandeja saliendo junto a ella del recinto. - No nos viene mal permitirnos un lujo. Ninguna sabemos cocinar, y eso es un asco.
- Si te pusieses a leer las recetas en vez de tus libros de friki quizá nos saldrían las cosas.
- ¿Quieres que te responda al comentario? - pregunto entornando los ojos, amenazándola con la mirada.
- No, Jesús. Cada vez que me respondes me apuñalas el corazón.
Nos sentamos en la parada del autobús, levemente entretenidas con la charla.
- ¿Sabes? Necesito ese nuevo rímel que han sacado al mercado, ya sabes, ese verde - elevo las cejas y la miro como si fuese idiota.
- ¿Verde? Lily, tienes los ojos verdes... ¿No crees que sería un tanto...verde? ¿Dónde está el contraste?
- Adoro mis ojos verdes - comenta con ensoñación - Pero eh, no me juzgues, tú tienes el pelo cobrizo...¿Cobrizo? - tras unos segundos de duda sobre el color exacto, prosigue sin darle importancia - y los ojos grises y te pones rímel negro...Cuando te la la real gana de maquillarte un poco.
- Eso que acabas de decir no tiene ni pizca de sentido - rueda los ojos frente a mí, cruzándose de brazos.
- Es lo mismo que has dicho tú, salvo que no has podido añadir mi pelo a la ecuación porque es rojo y tus colores son más...parecidos. Por lo tanto tú has dicho dos cosas y yo tres. Te he vencido en este duelo de sarcasmos, mi adorada amiga.
Prefiero no decir nada, girando la cabeza hacia la ventanilla. En ocasiones, muchas ocasiones, mi vida me cansa demasiado. Su rumbo, más bien. En el mundo hay demasiadas personas inútiles. Aunque adoro a Lily con todo mi corazón, a veces simplemente no soy capaz de soportar sus comentarios...¿incoherentes? Es una soledad especial en el alma. A veces simplemente me siento como...como si nadie me comprendiese. Voy a pasarme la vida sola.
Ni siquiera debería estar pensando esto.
Llegamos al piso casi de noche, después de haber perdido la tarde comprando el bendito rímel de color verde.
- Voy a hacer palomitas para cenar y nos ponemos una peli - propone y yo asiento, dejándome caer en el sofá, encendiendo la tele y eligiendo el canal de las noticias. No puedo creer lo que veo.
¿Estoy soñando?
¿Esto es una película? No, estoy en el canal de las noticias ¿El día de los inocentes tal vez?
- ¡Lily!
Mi amiga llega corriendo con una bolsa de patatas.
- Es la primera vez que... - abre mucho los ojos, clavándolos en la televisión - me gritas...
"... Se cree que es una enfermedad similar a la rabia en los animales - prosigue la presentadora rubia, pasando varios papeles frente a ella con velocidad - Tenemos nuevas noticias relacionadas con este suceso. Les dejamos con Luc Montagnier, virólogo y activista anti-vacunas..."
Miro a Lily de reojo y prácticamente salto del sofá, dirigiéndome a mi mesita de noche mientras la voz de Luc Montagnier resuena en la televisión.
" No tenemos claro el origen del virus - comienza, pasándose la mano por la frente, llena de sudor - Pero el ejército lo está controlando y no hay necesidad de entrar en pánico. Los sujetos presentan signos de mordeduras, así que podemos suponer que la infección se pasa a través de heridas producidas por personas infectadas"
Abro el cajón de la mesita, sacando un fajo de billetes que habíamos estado ahorrando para ir de vacaciones y me lo echo al bolsillo.
- ¿María? - pregunta Lily con miedo, observando las personas infectadas morder a otras en la televión. Una de ellas incluso se lanza hacia el cámara y se pierde la señal.
" Volveremos en breve informándoles del suceso. Hemos tenido un problema con la señal..."
- Quédate aquí y que no se te ocurra abrir la puerta a nadie - cojo el manojo de llaves, posando mi mano en el pomo de la puerta con indecisión.
- ¿Dónde narices vas? - Lily se levanta del sofá teniendo siempre un ojo puesto en la televisión. - Acaba de salir el presidente pidiendo que nos quedemos en nuestras casas mientras preparan la cuarentena.
- Soy estudiante de química y esa mierda - señalo a la televisión - No es ni mucho menos normal. Eso no es una enfermedad normal. Más vale prevenir que curar. - dicho eso abro el cajón del mueble junto a la puerta de salida y saco una pistola, metiéndomela en la parte de atrás de los pantalones.
- ¿Estás diciéndome que nos acercamos a una apocalipsis zombie? - se ríe, ignorando que acabo de coger el arma- María, posiblemente sea una noticia del día de los inocentes o algún rarito liándola. No te dejes llevar por tus sueños extraños. - se pasa la mano por el pelo - La verdad es que molaría un montón que fuese una apocalipsis ¿eh? Sería una de las únicas mujeres vivas, súper sexy y asesina de zombies.
Abro la puerta y la cierro tras de mí, cogiendo aire. Quizá...quizá estoy haciendo el idiota. Quizá Lily y yo nos quedamos sin vacaciones por mis tontos sueños.
Niego levemente, sacando mi libreta negra del bolsillo de mi abrigo. Siempre la llevo encima junto con un boli. Siempre.
Sin mucho que pensar tacho la primera frase.
- Verdad o mentira... hacer esta estupidez se puede considerar una aventura.
