TRAS EL SECRETO
Prólogo
Febrero 1999
Cuando Draco llegó Ron acababa de marcharse. El rubio estaba enfurecido, el pelo desordenado, la mirada desorbitada, los puños apretados y el gesto descompuesto. No podía ocurrir, no podía haber pasado.
-¿Cómo sabes que es mío? -preguntó él, agarrandola fuertemente de los hombros. Hermione tenía unos surcos profundos bajo los ojos y estaba muy pálida.
-Yo le quise tanto... -murmuraba. Draco volvió a agitarla. -Nunca tendría que haber pasado... O quizá...
-¡Estaba condenada al fracaso, maldita sea! Y yo fui el único que te advirtió. -Draco se arrodillo junto a ella, la chimenea por donde había aparecido, secretamente conectada de su Mansión a la casa que compartía con el pelirrojo, todavía chisporroteaba un fuego verdoso.
-Draco...
-Hermione, deja de lloriquear como una niña decepcionada -ordenó Draco, duramente. -Ya no estás en la escuela, ahora eres una universitaria a punto de terminar su carrera, y eres una mujer casada, lo quieras o no, porque asi lo decidiste.
-Nos dimos un tiempo de soledad, de libertad... -murmuró ella -dijimos que si conociamos a alguien que pudiera hacernos feliz... pero tú, Draco. -por unos instantes la mirada gris del rubio se posó languidamente en el flequillo castaño de ella, flequillo que la cubría los ojos cubiertos de lágrimas. Y entonces, y a pesar de la situación, no pudo evitarlo. Cogió su rostro entre las manos y la tumbo sobre la moqueta del salón. La limpió el rostro, como otras veces había hecho, con el puño de su camisa, y la consoló.
-Estaba con otra mujer. -la confesó -Se ha molestado mucho, cuando vi llegar a vuestra lechuza, salí disparado, a penas alcancé a leer la carta ya metido en la chimenea. No creo que me espere cuando vuelva. -Hermione sonrió, Draco se sentó detrás de ella, con las piernas cruzadas, y el cuerpo de ella entre los brazos.
-Sé que es tuyo, perdoname.
-Fue cosa de dos, aunque me parece increíble, teniendo en cuenta las precauciones que tomamos, y el hecho de que sólo ocurrió una vez.
-Formamos una inverosímil pareja -Draco la acarició el pelo, bajo el camisón de Hermione se dibujaba su vientre liso subiendo y bajando a cada respiración.
-No formamos ninguna pareja, y yo no puedo hacerte feliz. -Hermione le apretó la mano pálida con fuerza y sollozó.
-Se ha ido a contárselo a Harry, ha encontrado los resultados de la prueba, cree que el embarazo salvará nuestro matrimonio.
-Estúpido Weasley... ingenuo y estúpido Weasley. -Hermione apretó esta vez ambas manos del ex-Slytherin.
-Por favor, por favor Draco, no le insultes, todavía le quiero.
-¿Le quieres, o le quieres querer? Nunca ha tenido absolutamente nada que ver contigo. -Draco bajó su mano hasta el vientre de la joven, rozando su mejilla con la propia, rozandola el mentón con su respiración, el cuerpo de Hermione palpito ante la cercanía.
-No puedo matarle, no puedo quitarle la vida.
-Todavía no es más que un cúmulo de células madre y vasos sanguíneos. -dijo el rubio, acariciando el vientre con impresión.
-Es un proyecto de vida.
-No sufrirá, todavía no existe.
-Pero existirá -rebatió Hermione, esta vez con la terquedad que siempre la había caracterizado, sus ojos y los de Draco se encontraron, sus alientos se cruzaron, y sus labios se rozaban.
-Lo sabes, te quiero. -susurró el rubio. -Pero no puedo hacerte feliz.
-Por qué. -Draco se levantó súbitamente, Hermione lo siguió.
-Puedo ser tu pañuelo de lágrimas, tu confidente mordaz, tu cruel mensajero, tu amante más sincero y con menos escrúpulos.
-No digas eso... tu eres...eres bueno. -los ojos de Draco brillaron, se giró hacia la chimenea, dispuesto a irse, dispuesto sobretodo a olcultar sus iris grises e inhundados.
-Pero nunca podré ser el artifice de tu felicidad, porque nunca podré decirle a nadie más que a tí misma que te quiero. Porque no reconoceré a tu hijo, porque mi madre todavía sigue viva porque todo lo que tengo se vincula a un juramente, al juramento de mantener mi estirpe sin una sóla gota de sangre muggle. Si se supiera, yo no tendría nada, ¿y de no tenerlo, como podríamos vivir dignamente, como podría hacerte feliz? -Hermione caminó hacia el rubio, él la negó con la cabeza. Hermione se puso de puntilla para alcanzar sus labios, y entonces los rozó, respiro sobre ellos, sollozó sobre el anhelo de felicidad y compresión. Él la separo cautelosamente. -YO NO PUEDO HACERTE FELIZ. -y un pistoletazo se escuchó en el recibidor, y la voz de Ron se escuchó llamando a su esposa, y a la futura madre del que él creía su hijo. Draco desapareció por la chimenea, y Hermione enfrentaba la peor forma de soledad, aquella que se vive en compañía.
Continuará...
