Este fic es una de esas tantas locuras que a veces me dan en las noches. No sé por qué escogí esta pareja pero me parecía que eran quienes mejor se amoldaban a ella, pero espero que a quienes les guste me dejen un comentario o algún aliento para ver si saco una segunda parte o continuación.

Disclaimer: Digimon y sus personajes son propiedad de Akiyoshi Hongo.

Writer´s Call

Bloqueo de Escritor

El humo ascendía en círculos hasta el techo, dejando una estela de olor a alquitrán y a tabaco que se propagaba por toda la habitación. Lo miré mientras dirigía lentamente la mirada hacia el techo, cogía el cigarrillo de mi mano izquierda y daba una fuerte pitada. Con lentitud y de manera ceremonial, esperaba que el humo ingresara en mis pulmones para volver a exhalarlo y sentir la ya conocida sensación de inquietud que daba la nicotina. Me fijé ahora en donde provenía el humo, y no tardé en darme cuenta que provenía de mi propio escritorio, y el cenicero parecía una colección de rocas humeantes que se alzaban como una corona y brindaban al cielo el humo de sus restos.

¿Cuánto tiempo llevaba así? Creo que empecé a fumar desde hacía dos horas. Miré hacia la ventana y descubrí con algo de sorpresa que la luz de la iluminación artificial de la calle se adentraba por entre las viejas persianas que adornaban las ventanas de mi habitación. Volví a observar hacia el frente y ahí estaba la razón de mi estado. Un ordenador con una página en blanco en el frente. Y con aquella maldita barrita que no dejaba de aparecer y desaparecer. Simplemente yo ya no sabía seguir.

¿Hace cuánto que tenía este bloqueo? Ya había perdido la cuenta de las horas que llevaba así. La maldita página en blanco seguía delante de mí y no podía forzarme a continuar el relato. No sabía que diálogos escribir, no sabía qué escenario conseguir… Mire hacia el lado derecho y encontré una pila de cd´s, entre ellos, Enigma, Saint Chorus, Enya, Two Steps From Hell, y tantos de otras bandas de música que siempre me inspiraban, pero que en esta ocasión no habían sido capaces de borrar ese bloqueo.

Con desgano, me levanté de la silla, dispuesto a hacerme un café, ya que sería una larga noche. El profesor de la universidad ya quería un avance de nuestras novelas y yo no podía simplemente solo presentar el primer episodio cuando debería estar en la mitad.

Yo mismo me regañaba por haber aceptado el proyecto. Incluso pensé que podría utilizar aquellas viejas vivencias de cuando tuve 8 y 11 años… Pero ni siquiera los recuerdos eran capaces de lograr inspiración, porque de alguna manera siempre volvía hacia ella, mi mejor amiga, la de aquellos ojos y cabellos color chocolate que me había enamorado con su sencillez y amabilidad.

Ya se había cumplido más de seis meses desde su partida. Una beca de estudios, lo que nos separó. Un "Te amaré por siempre", su despedida, y la total y completa incredulidad acerca de un futuro para nosotros, como la mía. Durante la primera semana, llamadas, correos y mensajes, durante todos los días, poco a poco, más fríos, más distantes, y ahora, solo llegaban una vez cada dos semanas… y últimamente ya no había llegado ninguno. Es más, ya ni siquiera los esperaba. La distancia puede ser una poderosa aliada para el olvido. Sólo esperaba que ella guardara los recuerdos bonitos que había vivido conmigo.

Prendí la cafetera y sonreí cuando olí el seductor aroma de la cafeína en el aire. Cogí una de las bolsas de café que tenía en el aparador y estaba por verterlo en la máquina, cuando un sonido tintineante y estresante casi me hace tirar la bolsa.

Salí de la pequeña cocina, y encendí la luz del pasillo que daba hacia la puerta del apartamento que se había convertido en mi hogar durante estos últimos dos años. No estaba en una buena zona, dado que los estudiantes de Literatura no tenemos gran cantidad de dinero para poder invertir en el alquiler de mansiones o departamentos de lujo, pero el pequeño lugar había sido para mí un completo refugio, y en mi fantasía, lo veía como un pequeño palacio en donde podía vivir en paz. Excepto cuando llegaban estas inoportunas visitas. Abrí el contestador, y escuche una voz ya muy conocida por mí. Con una pequeña sonrisa, presioné el interruptor para dejarla pasar. Nuevamente la oveja venía a visitar al lobo.

Miré mi vestimenta, y opté por cambiar la polera verde que llevaba por otra del mismo color, pero más limpia. Observándome en el espejo, traté de disimular lo mejor posible las ojeras que tenía, producto de las malas noches continuadas.

Poco tiempo después, escuché los sonidos de sus tacos, y casi al instante el toqueteo en mi puerta para poder abrirla. Después de mojar mi cabello anduve hacia la puerta y la abrí.

Ahí estaba ella. Alta, de un sedoso, hermoso y largo cabello castaño, vestida con un vestido amarillo que se amoldaba perfectamente a su figura que la hacía irresistible para mí. Me sonrió al verme con un destello en sus ojos marrones.

- ¡Ahhh!- dijo ella, entrando como si fuese a su casa, estirándose y comenzando a sacarse las botitas blancas de tacos que llevaba. Se sentó en uno de los sillones tirándose sobre el.

Yo sólo reí ante su comportamiento infantil.

- ¿De qué te ríes?- dijo inflando sus cachetes, lo que la hacía ver más adorable para mí. Se levantó con las botas colgando de sus manos y se dirigió a mi habitación. Yo la seguí lentamente, mirándola en su andar despreocupado, tranquilo y feliz. Una vez dentro, se agachó para coger dos ballerinas que se encontraban debajo de mi cama, y se sentó sobre la cama para ponérselas. Yo la observé hacerlo desde la puerta.

- Parece que esta ya es tu casa- le dije, sonriendo. Ella me miró, y sonrió.

- Claro que es mi casa- contestó ella, poniéndose de pie, y comenzando a caminar hacia mí.- No puedo dejar a un niño como tú- dijo poniendo su dedo índice sobre mi pecho- Vivir completamente solo.

Ella sonrió de nuevo, esta vez casi seductoramente, y avanzó hacia la cocina, moviéndose esta vez, de tal manera que sus caderas tenían un bamboleo muy provocativo. Sonriendo, me dirigí hacia la salita de estar, donde nuevamente me senté ante el ordenador. Quizá ahora, con un poco de la cena que haría ella podría refrescar mi mente y escribir un poco antes de que llegara el día siguiente. A los 20 minutos, un delicioso olor empezó a salir de la cocina, y en él reconocí a mi platillo favorito. Sin embargo, mi rostro se ensombreció, pues eso significaba algo que, a pesar que me hacía feliz, no creí que lo hiciera con ella.

Decidí ir hacia la cocina, y la vi cerrar la llave del gas de la cocina, lo que indicaba que había terminado de preparar la cena. Y de repente me fije que llevaba puesto un lindo delantal rosado. Eso era tan de ella… Me acerqué lentamente por detrás, y coloqué uno de mis brazos alrededor de su cintura, para descansar mi barbilla sobre su hombro, mientras que mi otra mano iba directamente hacia uno de los sostenes del vestido y lo deslizaba suavemente hacia abajo.

- T.K.- me dijo, y yo reí, al escuchar eso, mientras besaba su cuello.- No es momento de…

- ¿No es momento para qué?- le dije, mordiendo suavemente su hombro, lo que hizo que ella diera un pequeño gemido, mientras que mi mano derecha, la que había bajado el sostén, se dirigía hacia su pecho y lo acariciaba de manera gentil.

Ella se dejó estar en mis brazos, levantando su mano derecha hacia mi cabeza, para que no dejara de hacer lo que estaba haciendo en esos momentos. Mimi se volteó lentamente y me miro con una mueca pícara…

- Se nos va a pasar el agua…- dijo sonriendo, y en ese momento, pegué mis labios contra los de ella, y casi de inmediato los abrí al sentir su insistencia por entrar.

- Puedo comprar otra tetera…- le dije, sonriendo y aun besándola.

Con movimientos algo torpes, y continuando con un duelo de besos en el que no era necesario que hubiera un ganador, llegamos hasta mi habitación, que curiosamente, compartía tanto mi olor como el de ella. A pesar de que en un principio era solamente mi habitación, Mimi era lo suficientemente descuidada para olvidar ciertas de sus cosas en ella, dándole toques femeninos a un lugar que debía ser exclusivamente masculino.

Delicadamente la apoyé sobre la cama mientras seguía besando su cuello y la iba desvistiendo lentamente, y ella hacía lo mismo, con gran delicadeza y cariño. La abrazé fuertemente, y luego, sin que ella lo esperase, entre en su intimidad de un solo golpe, lo que hizo que ella gimiera ante la intormisión, siendo acallada rápidamente cuando la besé nuevamente en los labios. Comencé a moverme, primero despacio, y luego cada vez más fuerte, sin dejar de besarla en todos los lugares que podía, y excitándome cada vez más al escuchar los pequeños gemidos de placer que ella exhalaba.

La tetera comenzó a pitar, lo que a ninguno de los dos le importó, y continuamos en nuestro ritual especial, hasta que de pronto, ella arqueó la espalda, lanzando un gran suspiro. Yo me moví un par de veces más, y dejé caer mi cuerpo sobre ella, ambos sonriendo como un par de bobos.

Entrelazando mi mano con la de ella, volví a besar su cuello, y la miré a los ojos, ambos sonriendo de manera muy sincera. Levantándose ella, se colocó la sábana como si fuera una túnica, dejándome admirarla en su perfección, como si se tratase de una diosa helénica en su máxima expresión. Luego de un minuto, en el que seguía acostado mirando al techo, la tetera dejó de pitar, y ella volvió hacia la habitación. Se desnudó nuevamente y se preparó para vestirse, sacando de uno de mis cajones ropa interior limpia, y colocándose una de mis camisas para cubrirle la parte superior de su cuerpo.

- ¿Sabes?- Dijo- Tu hermano quiere saber cuándo vas a ir a visitar a tu papa.

La miré seriamente.

- No tienes que colar a Matt ahora, ¿No te parece?

- No lo estoy colando- dijo algo apenada- Pero quería saber si irías a verlo.

-¿No creo que él sepa que vienes a verme, o sí?

- Me lo comentó hace días- respondió ella- El mismo día que se fue con Sora.

La miré con algo de pena ahora.

- ¿Por qué sigues con él, Mimí?- le pregunté.

- No los é- respondió ella sinceramente- Ni siquiera cuando me enteré que me engañaba con Sora… pensé en terminarle.

- Esto no es sano para ti- le dije sonriendo, aunque triste.

- ¿Y para ti lo es?

- No lo sé- respondí con sinceridad- Eres mi mejor amiga… No recuerdo como empezamos esto, pero si los dos estamos bien… Pues yo creo que, deberíamos hacer algo.

- ¿Algo como qué?

- ¿Quieres salir conmigo? Podríamos intentarlo…

Ella sonrió tristemente.

- Takeru- dijo ella- Esto no es lo que tú crees que es…

Yo conocía esa respuesta. Ya la había escuchado muchas veces.

-Esto... es solo eso, sexo, nada más.

- No debí decir nada- le dije, entendiendo su punto- Vayamos a comer.

Ambos comimos en silencio. Hasta hace poco que yo recién cuestionaba lo que sucedía entre ambos. Sin embargo, teníamos esta relación clandestina desde que Kari se había marchado. De pronto, el celular de ella sonó, y al escuchar la voz, supe que era mi hermano. Preguntándole donde estaba, con quién estaba, y otra serie de cosas. Mimí rápidamente le dijo la verdad, que estaba conmigo, y al parecer al escuchar eso se tranquilizó.

Luego de un rato, Mimí ya se había alistado para irse nuevamente. La acompañé hasta la puerta.

-¿Vendrás pronto?- le pregunté.

Ella por toda respuesta, se inclinó hacia mí besándome en los labios brevemente.

- Lo haré.

La observé subirse al taxi mientras me dedicaba una sonrisa. Le sonreí de nuevo, agitando la mano. Subí hacia mi apartamento. El ordenador aún seguía encendido y ya se notaba su falta en ese ambiente. Sin embargo, la pantalla ya no estaba en blanco.

Me dirigí pesadamente hacia el sillón del mueble de cómputo, y comencé a escribir.

Yo no sabía qué clase de relación tenía con Mimí. No sabía si lo que sentía hacia ella era amor. No sabía si era lástima. O un simple utilización de mi parte hacia ella. Dirigí mi mirada hacia mi celular, en donde observé el mensaje que le había mandado hacia unas horas.

"No puedo escribir. Necesito verte."

Y ahora, las palabras fluían como si se tratara de un río desde mi cabeza. Mimí se había vuelto algo así como una inspiración para mí. Se había convertido en parte de mi vida, y a pesar de que las cosas que ambos vivíamos eran sumamente raras y penosas, en nuestra fantasía quizás podríamos haber sido felices, así como yo veía un gran palacio en este sucio apartamento y ella veía en mí, al hombre que hubiera querido que mi hermano fuera.

Sin embargo, esa fantasía era la que me quitaba mi bloqueo de escritor.

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Karyatoz