Disclaimer: KHR no me pertenece, solo juego con el con mi loca imaginación.


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Sasagawa Ryohei nunca bebía tan temprano, menos cuando se suponía que debía estar presentándole sus informes a Tsuna respecto a la misión, pero supuso que como su jefe y uno de sus mejores amigos no lo esperaba sino hasta el día siguiente no importaba. El sol Vongola se encontraba en un tranquilo bar de una calle secundaria de la ciudad italiana en que ahora residían, ahogando sus penas nada menos que con Vodka, y la verdad nadie podría culparlo al saber sus razones: había descubierto que Hana, su novia desde hacía 8 años lo engañaba y peor aún: su hermana menor engañaba a Sawada! Pero para comprender bien tendremos que regresar a unas horas antes.

Eran las 8 de la mañana y un energético Ryohei descendía del jet Vongola luego de una exitosa misión, gracias a que con los años había madurado se podía decir que a sus 25 años era un hombre inteligente y más cauteloso, por eso mismo había podido volver un día antes de Francia y lo primero que quería hacer era ver a su prometida y a su hermana, quienes sabía estarían en el estudio de ballet al cual asistían prácticamente desde que se mudaran a Italia dos años atrás, pensando en eso se colgó su bolsa de viaje en el hombro y caminó silbando tranquilo… Pero el llegar al estudio lo que vio le dejó helado: Kyoko se besaba apasionadamente con un tipo alto, musculoso y de cabellos negros. El grito escapó de sus labios antes que pudiera evitarlo.

- ¡Kyoko! ¿Qué demonios haces? – acortó las distancias en un parpadeo, haciendo separar a su sorprendida hermana del tipo, este le miraba con el ceño fruncido.

- Onii-chan… - murmuró la peli naranja con el color subiéndole a las mejillas – Llegaste antes… - miró hacia los lados pensando en cómo salir del problema pero no se le ocurría nada, así que le dijo al tipo – Gustavo necesito hablar con mi hermano, por favor dile a Hana que nos alcance en la cafetería de la esquina – dicho esto se retiró tomando a su hermano por la muñeca, el peli blanco aún mudo de asombro se dejó llevar a una pequeña cafetería, en que su hermana pidió dos cafés.

- ¿Desde cuándo? – preguntó por fin saliendo de su trance. La chica le miró desconcertada, el apretó los dientes y prácticamente escupió las palabras – estoy preguntando desde cuándo engañas a Sawada, estoy preguntando desde cuándo te convertiste en una desvergonzada – la joven le miró como pidiéndole que no siguiera pero una furia incontrolable estaba apoderándose del chico, quien nunca pensó sentirse así respecto a su hermana – Llegamos desde Namimori hace dos años y las dejamos hacer lo que querían, ¿por qué hiciste esto?, ¿es que el amor de Sawada no te basta?... ¡por el amor de Dios Kyoko dime algo! – la muchacha seguía en silencio y ambos se giraron al ver entrar apresuradamente a Hana quien tomó asiento al lado de Kyoko (quien mantenía la cabeza gacha) frente a Ryohei.

- Ryohei ella puede explicarte… – dijo la castaña pero fue interrumpida por él quien al escucharla estaba más enojado aún.

- ¿Lo sabías? – preguntó incrédulo.

- Yo… si, yo lo sabía – contestó con voz intranquila, Kyoko levantó la cabeza y dijo.

- Debes decirle Hana, ya se ha descubierto todo.

- ¡Cállate Kyoko! – la Kurokawa le miraba sorprendida y como si le acusara de una traición, pero la peli naranja miró a su hermano y susurró.

- Hana también te engaña.

"Hana también te engaña" "Hana también te engaña"

"Hana también te engaña"… mientras sus pensamientos hacían eco de la frase de su hermana él observó a Hana, quien bajó la cabeza delatándose… era culpable… esa frase penetraba en su cerebro taladrándolo y haciendo que escuchara el sonido de su propio corazón al romperse… su amada novia le engañaba, la chica a la que le había comprado un jodido anillo de boda en Francia también le engañaba… Sin poder contenerse rompió entre sus dedos la taza de café que la camarera recién le había puesto. No lloró, pero la sensación de pérdida era fuerte así que solo atinó a mirarlas como la escoria que eran y decirles con voz gélida.

- Tienen hasta el final del día para abandonar la mansión Vongola y la ciudad, no quiero que hablen con Tsuna, yo seré el que de las explicaciones, márchense de la ciudad o no respondo de mi – lanzándoles una última mirada de desprecio se alejó del café luego de lanzar dinero a la mesa para pagar el café y la taza rota, al salir a las calles había vagado por diferentes lugares, llegando al puente en que él y su ahora ex novia habían mirado el atardecer de su primer día en Italia… las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras pensaba que incluso el dolor era extremo y lanzaba la caja con el anillo que con tanto amor había comprado, después de un rato había dirigido sus pasos al bar, aunque aún no era medio día, y había estado bebiendo intentando calmar su dolor.

Era medianoche y la hora de cerrar del bar, la chica de la barra miraba al peliblanco de la mesa del fondo, quien había llegado antes de que comenzara su turno y aún no se iba, se acercó a él para informarle que ya pronto sería hora de cerrar pero vio los rastros de las lágrimas en su cara dormida, reconociendo el dolor, así que se retiró a la pequeña cocina que tenían los empleados y preparó un café muy cargado, volviendo junto al hombre, le rozó el hombro y el despertó enseguida con los sentidos embotados por el alcohol pero alerta.

- Le traigo un café – musitó con voz queda – ya vamos a cerrar, bébalo y luego puedo acercarlo a su casa si no tiene en que irse – dijo ella mirándolo con compasión.

- Gracias – masculló el con voz ronca, que a ella le agradó. Se bebió el café en pocos sorbos y ella pensando en que él no podía irse por sus propios medios le dijo que esperara mientras terminaba de cerrar. Salieron luego de unos minutos y el aire de la noche les refrescó, la chica le señaló su moto y dijo que podía llevarle, el hombre asintió y se puso el casco que ella le tendía luego de indicarle su dirección. Subieron al vehículo, ella adelante y el acomodándose detrás, tomando delicadamente su cintura para sujetarse, y aunque el viaje fue corto se desorientó. La mujer no podía creer que el tipo viviera en esa mansión blanca que a la luz de la luna lucía imponente, pero los guardias de la entrada le habían agradecido por traer a Ryohei (como habían dicho que se llamaba luego de explicar lo del bar) y le habían cedido el paso a la casa principal, cuando ella detuvo la moto un hombre de cabellos negros salió a su encuentro, lucía un traje negro idéntico al del peliblanco con una sola diferencia, la camisa de éste era amarilla y la del otro chico azul.

- Buenas noches – saludó el hombre – mi nombre es Yamamoto Takeshi – le tendió la mano y ella se la estrechó – muchas gracias por traer a Ryohei a casa – mientras decía esto último estaba acomodando al hombre en su espalda para meterlo en la casa.

- No hay problema – dijo la chica con cortesía – normalmente no hago esto pero él lucía muy triste… supongo que me conmovió – un sonrojo acompañó esta frase.

- Ya veo – dijo el hombre observándola – de todos modos muchas gracias y me retiro – con esto se dio por finalizada la conversación. La chica montó su moto luego de cargar el casco que usara Ryohei y se preguntó vagamente que le pasaría al chico para sufrir así.

La mañana siguiente fue de mal en peor para el sol Vongola, despertó maldiciendo a su elemento pues sus despiadados rayos se metían en sus parpados despiadadamente dándole comienzo a un nuevo día, se dirigió al comedor luego de ducharse y vestirse y a su parecer todos estaban escandalosos esa mañana, pues sentía como si incluso Hibari gritara, y eso que él no había abierto la boca durante el desayuno. Luego llegó el minuto de hacer lo que venía temiendo desde un rato atrás: hablar con Tsuna. Se dirigió a su despacho y le entregó el informe escrito de la misión que había realizado en Francia… cuando tuvo que contar todo no pudo evitar llorar nuevamente, pues le dolían las traiciones y mucho más porque nunca esperó que las dos mujeres más importantes de su vida fueran a hacerle eso, aunque Sawada no lloró pudo apreciar cuanto le dolía… sus hombros se hundieron y sus ojos parecieron vaciarse, sin duda su jefe estaba tan desecho como él así que debía ser fuerte para apoyarlo en tan difícil momento, hablaron un rato más sobre las chicas explicándole el mayor como las había descubierto y que les había ordenado irse, cuando Tsuna le preguntó que qué habían hecho mal se sintió vacío… él tampoco lo sabía, dando por finalizado el encuentro se dirigió a su habitación y observó lo que no había visto en la mañana: una carta sobre su escritorio, la abrió y se encontró con la tan conocida caligrafía de Hana.

Ryohei:

Para cuando leas esto Kyoko y yo ya nos habremos ido pero quiero que sepas que nunca fue mi intención el hacerte daño… Llegar a un país extraño fue algo duro para nosotras, pero lo intentamos por ustedes… nunca pensamos que el hecho de no vernos o hablar poco fuera a minar así nuestras relaciones… sé que somos las culpables por no haber hablado con ustedes respecto a lo que sentíamos.. pero fuimos cobardes y optamos por la vía fácil… Espero y puedas perdonarnos algún día.

Con amor

Hana

Leerlo fue más duro de lo que creyó, pero decidió hacer lo que siempre hacía para relajarse: el deporte. Corrió durante dos horas por la ciudad y al llegar a la mansión se dirigió al gimnasio, donde luego de romper cinco sacos de arena sintió que sus emociones volvían a un ritmo normal, en el momento en que acomodaba el sexto saco entró Yamamoto.

- Yo sempai! – saludó el chico con una sonrisa.

- Buenos días al extremo – correspondió él, aunque su tono de voz no era el animado de siempre.

- Buena fiesta te echaste encima ayer, una chica tuvo que venir a dejarte a casa – dijo el guardián de la lluvia intentando animarlo.

- ¿Chica? – preguntó el mayor extrañado, pues no recordaba a ninguna chica.

- Parecías un muermo, la pobre te trajo en su moto y ni la recuerdas – Yamamoto pensó que quizás a su sempai no le haría daño saber de la chica – era bastante guapa, trabajaba en el bar en el que estuviste.

- Ya veo… pues no la recuerdo – dijo mirando en otra dirección.

- Quizás deberías ir y darle las gracias, si no fuera por ella quizás donde estarías hoy – definitivamente el peli negro quería que saliera.

- Bien – dijo algo fastidiado dirigiéndose a la salida. En su cuarto se duchó y cambió, poniéndose un short negro y una camiseta gris para luego salir por la puerta principal, decidió tomar uno de los autos para que los chicos no se preocuparan por él y unos veinte minutos después estacionaba frente al bar del día anterior, un lugar llamado "Bad days", apreciando la ironía entró y se sentó en la barra en vez de la mesa del día anterior, se acercó una bonita camarera de unos 22 o 23 años menuda, con una blusa azul oscuro holgada y arremangada hasta el codo, pantalones negros, de tez clara, cabello rojizo y ojos verdes quien al reconocerle le saludó de manera un poco menos formal.

- Buen día – dijo con voz dulce y tranquila – ¿se encuentra mejor hoy?

- aaahhh… si – dijo Ryohei un poco cortado, pues la chica era realmente guapa.

- Me alegro – una sonrisa sincera adornó el rostro de la muchacha – en ese caso, ¿qué desea tomar el día de hoy?

- Una cerveza – pidió él algo más tranquilo.

Pasó casi toda la tarde en el bar, aunque solo bebió esa cerveza se las arregló para conservar su puesto en la barra y observarla, la joven era más baja que él y aceptaba cumplidos, propuestas lascivas y críticas sin cambiar la expresión de su cara, pero se las arreglaba para sacar del bar a los clientes molestos sin ayuda, también estuvo un rato charlando con él, preguntándole cosas, hablando de trivialidades o riendo de los malos chistes del chico… quien se sorprendió al notar que había olvidado todo mientras estuvo ahí. Con una osadía nada propia de él la invitó a salir, pero ella se excusó diciendo que tenía una hermana de 20 años a su cargo y cenaban juntas, él se devanó los sesos y se le ocurrió una idea… pensó que quizás la estaría cagando y su jefe la mataría pero, ¿por qué no?... preguntó si con una cita doble estaría conforme y ella sonrojándose dijo que lo pensaría, el feliz le dejó su número de teléfono y se despidió cuando acabaron el turno, cuando conducía de vuelta a casa su teléfono sonó y vio que era de un número desconocido, el mensaje decía "No me preguntaste mi nombre pero te lo diré de todos modos, soy Bianca"… un mensaje era un comienzo, o así lo pensaba él ya que respondió el mensaje de manera casi inmediata "Yo soy Ryohei, un gusto Bianca. Tengo 25 años y realmente me gustaría tener una cita contigo", la joven rió al leer el mensaje y respondió "Lo pensaré Ryohei, pero no dejaré que mi hermanita salga con cualquier chico", él sonrió como un bobo y mientras bajaba del auto ya en la mansión escribió "La mayoría de mis amigos son japoneses como yo, y los japoneses somos perfectos caballeros, Sawada no es la excepción", ella observó indecisa su móvil… pero el chico la había conmovido por su tristeza y el día de hoy le había musitado un "Gracias" en una parte de la conversación, y ella había entendido claramente el por qué… "Bien… el viernes a las 6 puedes recogerme junto a tu amigo, mi hermana se llama Lucy, más tarde te enviaré la dirección", Ryohei hizo algo parecido al baile de la victoria mientras pensaba en como carajos haría en 3 días para que Tsuna aceptara su loca idea… realmente estaba loco pues recién había terminado con una chica y ya le interesaba otra… su mente era extraña. Sonriendo entró en la mansión.

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La verdad ni yo misma me entiendo, este fic nació de la nada hoy y ya se convirtió en un two shot (la segunda parte la subiré mañana), inicialmente sería solo un RyoheixOC pero luego Tsuna y su corazón roto me rogaron que les incluyera y no pude decir que no...

En fin, espero y les guste n.n