—¿Estás seguro de que estarás bien por tu cuenta? Mamá aún está preocupada—. Dijo el hombre rubio con cierto tono de preocupación reflejado en su voz.

—Estoy seguro de que así será. La academia aseguró que todos mis gastos estarían cubiertos, y… ¡no olvides que soy Dexter!— mencionó con énfasis el chico pelirrojo que ya contaba con catorce años de edad. Siempre vestía una bata blanca larga de laboratorio y un par de guantes morados, además de unos elegantes lentes modernos, pantalón negro y botas del mismo color.

Dexter había sido seleccionado para asistir a una de las conferencias impartidas por el ya famoso profesor Utonium. Él, a pesar de su corta edad, fue un perfecto candidato para asistir a dicha conferencia y quizás, ¿Por qué no? Contribuir con algún trabajo con el profesor. Una beca cubriría su estadía y necesidades durante dos semanas, tiempo en el que el joven prodigio debería permanecer en la ciudad de Saltadilla.

El camino había sido largo. Por un momento, el joven miró por la ventana hacia el bello paisaje que les precedía. Un leve suspiro escapó de entre sus labios mientras sus hombros parecían encogerse. El chico estaba emocionado, no solo por la maravillosa oportunidad que le había sido concedida, si no también de todo aquello que era nuevo para él en un lugar desconocido sin siquiera imaginarse el qué le estaría esperando en aquella gran ciudad. Estiró los brazos con energía para intentar alejar la pereza y el cansancio mientras su padre apagaba la radio del vehículo.

—Ya casi hemos llegado—. Mencionó el hombre mientras su cabello se agitaba por el viento que se colaba por la ventanilla, saliendo de aquel largo letargo que había producido el largo viaje en él.

Dexter había escuchado hablar del brillante profesor Utonium y sabía bastante sobre su trabajo, incluso tenía un montón de notas para mostrarlas al profesor y contribuir con sus ideas. De igual modo, había oído hablar de sus peculiares hijas. Aunque Dexter no tenía mucho interés en ellas, poseía cierta curiosidad de conocerlas también, después de todo, incluso ellas habían sido fruto del vasto trabajo del profesor.

—Por fin—. Musitó el chico al ver la punta de los rascacielos alzándose majestuosamente sobre el horizonte. —Aunque debo admitir que extrañaré a mamá, a mi fastidiosa hermana Dee Dee y claro, mi laboratorio, es muy emocionante conocer este lapso de independencia familiar— Aseveró para si mismo mientras se inclinaba hacia delante en su asiento para apreciar con más detalle la creciente urbe.

Dexter y su padre llegaron a Saltadilla y ahí, sorprendidos por su arquitectura, la vida que poseía cada calle, y la confusión que llego hacia sus mentes entre sus extensos recovecos; se sintieron abrumados ante la idea de que se encontraban extraviados, pero esto no sería problema alguno para el chico genio. Solo basto una pequeña y discreta orden en su reloj y el joven había encontrado el camino hacia la universidad. —Por ahí—. Señalo con premura mientras su padre, perplejo por su seguridad, dirigía el coche hacia la dirección que su hijo le indicaba. Padre e hijo llegaron hasta las puertas de la academia. Era ahí, en su gran auditorio donde serian otorgadas las conferencias mientras que el joven se hospedaría en los dormitorios de la facultad.

—¿Deseas que te acompañe para pedir indicaciones?— Preguntó su padre negándose a dejar de lado aquel sentimiento protector por su hijo.

—No, gracias. A partir de aquí lo haré solo—. Respondió con un deje de soberbia, intentando consolar la preocupación de su padre.

—Muy bien. Entonces, cuídate. Recuerda llamar o tu madre se molestará— El hombre sonrió a su querido hijo e hizo un ademán para despedirse, estaba orgulloso de él. De ver el hombre en el que a poco se estaba convirtiendo. Sin más, se alejo silbando una melodía, subió al vehículo y desapareció al girar en la esquina de la siguiente calle mientras intentaba recordad si a esa edad poseía la misma seguridad con la que contaba su joven hijo.

Antes de avanzar, el chico se detuvo ante el pulcro edificio que se erguía frente a él. Se tomo un tiempo para analizar su aspecto mientras sus expectativas seguían creciendo y arremolinándose en su cabeza. Pronto, se aferró de su maleta y caminó hacia la entrada del edificio. Al entrar, Dexter se maravillo por su tamaño y su ambiente de estudio, era todo lo que había imaginado, aquello que a él gustaba. Una vez dentro, se dirigió a la oficina del director, lugar al que debía dirigirse en primer lugar para avisar de su llegada. —Buenos días—. Saludo el joven a la bella dama posada tras un escritorio en medio de la sala. La joven mujer respondió en un tono amable y cálido, haciendo sentir bienvenido al chico. —Buen día. Supongo que eres el joven becado que viene de otra ciudad—. Añadió la elegante secretaria mientras dejaba momentáneamente las tareas que había estado elaborando. Luego de algunas palabras más, la señorita le indico el camino y le hizo pasar con el director de la facultad. —Buen día—. Se adelanto el apuesto hombre antes que el joven pudiera decir cualquier cosa. —Esas gafas, tu atuendo… Tú debes ser Dexter, el joven prodigioso—. Recalcó con una gran sonrisa mientras se levantaba de su silla y se acercaba al joven para estrechar su mano con fuerza. —Es un placer tenerte aquí— dijo el director del instituto en un tono solemne y satisfecho.

—Saludos, está en lo correcto—. Respondió él sorprendido por la amabilidad del hombre, correspondiendo a su sonrisa. —y es también para mí un gran placer visitar su ciudad y su academia— Añadió el muchacho, correspondiendo la cortesía del avejentado hombre.

Hemos escuchado mucho sobre ti, Dexter. Tienes un gran potencial a tu corta edad. Bueno, dejare de aburrirte, sé que a los genios como tú odian perder el tiempo. —El hombre se levanto de su lugar y se aproximo hacia uno de los estantes para tomar una llave—. Muy bien. —Añadió mientras daba media vuelta y volvía a acercarse al recién llegado—. Esta es la llave de tu dormitorio. Se encuentra en el edificio Este, en la planta baja, es un lugar tranquilo ya que solo se usa para estudiantes de visita. Espero que tu estadía sea placentera y puedas disfrutar de nuestra ciudad. —Añadió como comentario final al respecto—.

Así, sin más, el chico se dirigió al edificio, a la habitación mencionada sin dejar de notar cada detalle que le era revelado en su camino. Llego a la habitación e introdujo la llave en el picaporte. Giró la cerradura y abrió la puerta del dormitorio lentamente. —Satisfactorio— Susurró para si mismo mientras se detenía ante el umbral de la habitación. Era un pequeño cuarto con un escritorio, un ordenador y una cama. —Es todo, simplemente, lo que un genio necesita— pensó mientras sonreía e inspeccionaba a detalle aquel que sería su entorno durante su estadía en la ciudad. Rápidamente acomodó sus pertenencias en el cuarto ya que estaba entusiasmado por salir a conocer un poco la metrópolis, así que, en cuanto terminó de desempacar, salió de la academia y tomó un transporte, el cual, lo llevaría al centro de la ciudad.

El chofer daba indicaciones del lugar al que habían llegado, sitio en donde el joven debía bajar. El transporte se detuvo; abrió sus puertas mientras el chico pelirrojo bajaba con cuidado cada escalón. A cada paso, su mente curiosa se abría ante los sonidos y colores. Dexter caminó en una exaltación de sentidos por la ciudad, conociendo cada calle y avenida llena de gente y altos edificios, tráfico y algarabía, todo lo que un ambiente urbano puede ofrecer. De vez en cuando, se detenía en alguna tienda de historietas a hojear los últimos números, haciendo lo mismo en tiendas de electrónica para observar los modernos ordenadores, móviles y todo aquello que a él interesaba.

Algunas horas habían pasado, horas que se habían escurrido frente a el chico sin que este lo notara. Cuando salió de uno de los comercios, Dexter escucho ruidos muy fuertes, ensordecedores, cómo si algo se desplomara, seguido de gritos aterrorizados de personas que venían desde el otro lado de la esquina donde se encontraba. El alertado joven corrió rápidamente para tratar de averiguar qué es lo que estaba sucediendo.

Al doblar en la esquina, se topo con una gran masa de personas que intentaban huir llenos de temor, dejando algunas pertenencias atrás para salvar sus vidas y alejarse lo más antes posible del inminente peligro. Se posiciono tras un letrero para no ser aplastado por la aterrorizada multitud. Tenía algo de miedo ante esta inusual situación, pero aun así continuo avanzando para llegar al fondo de los acontecimientos. Decidido, corrió por la avenida hasta toparse con una gran nube de polvo que se levantaba de entre escombros del muro de un banco esparcidos por el suelo. Cuando la gran nube se hubo disipado, una enorme silueta emergió de los interiores de un gran edificio. El chico retrocedió un par de pasos cuando pudo notar que se trataba de un enorme robot que se movía con precisión oscilatoria sobre sus grandes pies de metal aplastando todo ante su paso.

—¿Pero qué? ¿Un robot enorme robando un banco? — Se dijo perplejo mientras intentaba reaccionar de una vez por todas. –—Definitivamente es una ciudad interesante—. Miró a su alrededor para asegurarse que todas las personas habían escapado y se ponían en un lugar seguro. —Tengo que hacer algo, menos mal que siempre voy equipado— Tan pronto como hubo terminado su frase, el ingenioso joven encendió el dispositivo anti-gravedad de sus botas y subió al techo del edificio que se encontraba frente al banco, lugar desde el cual comenzaba a trazar su plan. Desde las alturas, lanzó una esfera cromada, la cual, al hacer contacto con el robot, estalló en mil pedazos llamando la atención del mismo y obligándolo a retroceder sobre sus pasos.. El robot giro sobre su eje para saber que lo había atacado.

–—¿Quien ha sido el responsable de tal ataque? ¡Muéstrese!— Exclamó con superioridad una extraña, furiosa y aguardentosa voz.

—¿Que dem…? ¿¡Un mono conduciendo un robot!?— Replicó aun más sorprendido mientras su espalda se encorvaba para mirar más de cerca. —Debe ser una broma. ¡Hey tú! Aquí arriba. ¡Fui yo quien te ataco! — dijo Dexter al primate, cuya ira parecía crecer.

—¿Pero qué? Un mocoso cuatro ojos se atreve a atacarme de ese modo. Tú debes ser nuevo ya que si no lo fueras, sabrías quien soy yo, y si supieras quien soy yo, no me hubieras atacado, así que me presentaré. ¡Yo soy Mojo jojo! El genio malvado que habrá de destruir a las chicas Superpoderosas, las cuales deben de estar por llegar— Dijo mientras buscaba con la mirada la llegada de las mencionadas chicas.

—El simio sí que habla— Dijo con sarcasmo para sus adentros. —No me importa quién seas mono, pero no permitiré que robes ese banco, además, para que esperar a las chicas si yo llegue primero— Respondió con coraje el joven genio sin la intención de dejarse intimidar por las palabras del animal. El joven tomo el extremo de sus lentes mientras estos emitían algunos parpadeos en el interior de sus cristales. –—Bien. Lectura completa. Ese pedazo de metal no es la gran cosa— susurró para si mismo mientras se preparaba para cualquier cosa.

—Pequeño mocoso. Te enseñaré que no debes meterte en el trabajo de un superhéroe— Gruñó advirtiendo al chico mientras su ira era acrecentada. Mojo apuntó su cañón láser hacia su oponente y sin pensarlo dos veces, disparó hacia su objetivo mientras soltaba una malévola carcajada.

—Superhéroe ¿eh?—. Dexter sabía lo que debía hacer ahora. Ya todo estaba trazado. Reaccionó rápidamente y saltó del edificio para evitar el disparo.

—¡jaja! Eso fue muy fácil, ahora cae hacia tu ruina— Espetó Mojo acompañado de una irritante risa mientras estiraba sus puntiagudos dedos en signo de victoria.

El mono, regodeado en su propia soberbia, no se dio cuenta cuando las botas de Dexter se activaron y este, propulsado por algún mecanismo interno, comenzó a volar, al mismo tiempo que volvía a activar sus anteojos para analizar la composición del robot del mono. —Mi turno— dijo el pelirrojo lanzando otra esfera hacia el brazo del robot que sostenía el cañón láser. La esfera, al hacer contacto con el brazo, soltó una especie de masa que envolvió la estructura mecánica, obstruyendo la salida del cañón, dejando inutilizable el dispositivo del robot.

—¿Qué es esto!? — Preguntó el mono sorprendido y desesperado en un vano intento por liberar el brazo de su maquina y frenaba su risa. —Maldito mocoso, veo que te subestime. Tendré que prestarte más atención— Añadió mientras intentaba descifrar la naturaleza que envolvía el brazo de su robot, que sin dudas, no cualquiera podría crear tal fluido. Mojo activó los propulsores del robot y se dirigió hacia Dexter para intentar atacarlo de frente y golpearlo con el otro brazo del robot. —¡Ahora veras mocoso!— Exclamó con ira mientras apretaba con fuerza los mandos del mecanismo.

El chico, preparando su contraataque, tomó un pequeño cubo de su bolsillo y apretó un pequeño botón en él al mismo tiempo que los cristales de sus lentes se tornaban de un color oscuro.

—¿Qué es eso? — dijo Mojo confundido, sabiendo que podría esperar una nueva sorpresa desde aquel artefacto cúbico.

El pequeño cubo se desintegro y creó una gran luz blanca, tan segadora como los rayos matutinos del sol.

—¡Mis ojos, no puedo ver!— Aseguró confundido mientras, en un intento desesperado, movía los mandos hacia todas direcciones para intentar prevenirse de cualquier ataque ante su inminente descuido. El robot siguió aproximándose hacia Dexter, pero el muchacho solo tuvo que dar unos cuantos pasos para esquivar el ataque del robot, haciendo que este se estrellara en seco contra el muro del edificio, dejando adolorido y desorientado al mono.

—Esto termina ahora— Anunciaba el fin del combate mientras desenfundaba su siguiente movimiento. Por la espalda de la abatida maquina, colocaba un nano-robot el cual penetro en la estructura de la maquina llegando al mando principal y causando una gran descarga electromagnética, la cual ocasionó que el robot quedara inutilizable por completo. Por más que el mono luchaba por hacer responder a su compleja maquina, este no respondería más.

—¿Qué fue lo que hiciste? — Preguntó Mojo frustrado al notar que el robot no respondía ni a la más mínima orden. El mono bajó del robot de un salto con una pistola láser en la mano y apuntó hacia el inmutable chico. —Ahora acabare contigo. No esperaré a más sorpresas— Decía enojado sin notar que bajo sus pies había una esfera más.

—Demasiado tarde—. Dexter, con una tenue sonrisa dibujada en sus labios, chasqueo los dedos y a la acción activo el estallido de la esfera, soltando más de aquella peculiar masa, envolviendo al mono hasta el cuello, dejándolo fuera de combate por completo.

—No puede ser posible que yo, Mojo jojo, haya sido derrotado por un niño— Mencionó furioso mientras se retorció como una larva en aquella opresiva masa.

—Te dirigirás a mi solo como Dexter, niño genio— Se presentó bajando la mirada, disfrutando su victoria. —Y ahora te dejare ahí para que la policía haga su trabajo— Aseveró con seguridad y orgullo mientras acomodaba el par de sus anteojos, girando sobre sus pies y descansando sus manos sobre su espalda.

—¿Entonces tú fabricaste todos estos artilugios?— Masculló el mono sorprendido, confundido por tal hecho.

—Así es. Por cierto, tu robot es muy anticuado— Añadió el joven mirando por encima de su hombro. —Ya debo irme, quiero evitar el papeleo con la policía—. El joven activó sus botas y salió de la escena a toda velocidad, dejando solo los restos de la gran pelea que había tenido con ese extraño mono en su primer día en saltadilla.

Luego de algunos instantes, llego la policía quienes no tuvieron de otra que mirar la escena totalmente perplejos —¿Donde están las chicas Superpoderosas? — preguntó uno de ellos mientras se despojaba de su gorra de oficial y se rascaba la cabeza estupefacto. —¡Miren, ahí vienen!— exclamó otro de ellos apuntando hacia la estela de colores en el cielo que se acercaba a una velocidad vertiginosa.

Eran las heroínas de saltadilla: Bombón, Burbuja y Bellota que se acercaban volando y pronto aterrizarían en el lugar de los hechos.

—Disculpen la demora— Mencionó una de ellas preocupada por el evidente retrazo en su arribo. —Hemos estado ocupadas—. Pronto, su preocupación fue reemplazada por una grata sorpresa. —Vaya, pudieron detener a Mojo. Buen trabajo, señores oficiales— Mencionó felicitando a los hombres cuyos rostros no abandonaban aquel gesto de duda y confusión.

—Pero nosotros no hemos sido; pensamos que habían sido ustedes, aunque la forma en que atraparon al mono no es su estilo— Respondieron ellos, mirándose los unos a los otros, intentando encontrar una explicación lógica para tan peculiar escena. Sin aguardar más, los oficiales comenzaron a moverse para reunir pruebas y tomar al mono para llevarlo al vehículo que se encargaría de escoltarlo hasta la prisión. Mientras Mojo seguía refunfuñando y escupiendo palabras sin sentido, Las chicas se aproximaron a la escena para observar con más detalle lo sucedido.

—Tiene razón, el robot tiene un daño mínimo y Mojo tampoco parece haber sido agredido físicamente— Dijo bombón quien se llevo la mano al mentón y parecía sumergirse en sus propios pensamientos.

—Sí, creo que le falto una buena paliza para que aprenda la lección— Añadió Bellota quien, desinteresada en cómo había sido atrapado el mono, presionaba sus nudillos.

—Bueno, no importa quién lo haya hecho. Lo importante es que el día fue salvado y podemos volver a casa— Replicó Burbuja esbozando una enorme sonrisa, feliz de que no hubiera ningún herido y todos los valores robados se encontraran en el lugar, listos para ser regresados.

—Los testigos dicen que fue un chico pelirrojo vestido de científico o algo así— dijo uno de los uniformados quien se había estado interrogando a algunos lejanos testigos cuando todo comenzó.

–mmm… —Musitó bombón mientras buscaba en lo más recóndito de sus memorias—No me suena familiar —Aseguró— Pero debemos agradecerle. —Dijo sin más, aparentemente resignada a saber más sobre lo sucedido. Se levanto y sacudió sus ropas— Lo dejaremos en sus manos, oficiales. Buena suerte con todo.

Al terminar la frase, las tres chicas despegaron del suelo y sin más, se pusieron camino a casa, aunque la duda parecía no abandonar sus ideas.

—¿Quién crees que lo haya hecho Bombón?— preguntó la chica de cabellos negros, dejando de lado su continuo semblante de despreocupación.

En verdad no lo sé, pero esa masa que rodeaba a mojo…—Detuvo sus palabras por algunos instantes, intentando encontrar las palabras adecuadas del por qué ante su creciente curiosidad—. Bueno, solo digamos que una persona cualquiera no habría podido crear esa sustancia.

Al notar que de esa forma no llegaría a nada, una vez más resignada, suspiro e intento dejar de lado el tema. —Como sea, ahora podemos relajarnos—.

Dejando momentáneamente de lado el tema, las chicas continuaron su camino a casa mientras charlaban y reían seguidas por aquella estela de colores que dejaban a sus espaldas mientras, no muy lejos de ahí, Dexter se aproximaba a la academia para descansar. Satisfecho, a pesar de su visita a la ciudad arruinada por mono, sonrió al recordar su victoria y se dejo invadir por aquellas emociones que embargaban sus pensamientos por ver la llegada de un nuevo día.