Anochecía.

Y en una mansión años atrás deshabitada volvía a haber alguien.

Desde su cama, Kaname contemplaba el exterior. El sol se ocultaba lentamente por la colina, para dar paso a otra noche de otoño.

-Es verdad…es hoy-murmuró para sí.

Inmediatamente bajó. Abajo Seiren esperaba al vampiro con una gran bandeja.

-Seiren, me lo llevo arriba. Hoy quiero desayunar con ella. A partir de hoy todos los días-dijo para tomar la bandeja y subir las escaleras.

Se dirigió a un cuarto donde su amada hermana Yuuki reposaba tranquilamente en la cama, con expresión inocente. El vampiro comenzó a acariciar el rostro de la joven suavemente hasta que esta abrió los ojos.

-Hermano…

-Buenos días, Yuuki. He traído el desayuno para los dos. Di aah-bromeó Kaname mientras con los palillos tomaba un poco de arroz y lo dirigía hacia la boca de Yuuki.

-Aah- obedeció la vampiresa, permitiendo que Kaname le diera aquel arroz como si de una niña pequeña se tratase.

El desayuno pasó entre risas y bromas. Hacía años que ninguno de los dos se sentía así de bien.

Cuando terminaron Kaname fue a retirar la bandeja.

-Iré a bañarme, onii-sama.

- Te espero abajo-contestó Kaname mientras comenzaba a descender por las escaleras.

La joven se dirigió al armario. De su interior sacó una camisa de manga larga de color ocre, una minifalda marrón, unas medias ocres y unos zapatos marrones.

Entró al baño. Se desvistió lentamente y entró en la bañera llena con agua caliente.

Mientras disfrutaba de un relajante baño los pensamientos inundaban su mente.

No cesaba de pensar en la noche anterior, en la que le besó con toda su alma. Pero ya sabía lo que sentía por Kaname. Deseaba algo más.

Salió. Se cubrió con una toalla y se secó suavemente para luego vestirse. Cepilló sus largos cabellos y los secó con cuidado.

Se miró al espejo y bajó las escaleras.

-Buenos días, Seiren-saludó.

-Buenos días, Yuuki-sama-contestó la aludida mientras limpiaba.

En el salón se hallaba Kaname, sentado en el sillón más cercano a la chimenea ardiente.

Yuuki se fue a sentar en el sofá de al lado pero Kaname le indicó con gestos que se sentara con él.

Solamente había espacio para una persona.

-Kaname…-comenzó a decir tímidamente. Pero el vampiro fue más rápido que ella. Cogió su cintura, la elevó un poco y la sentó en sus piernas.

-¿Te incomoda?-preguntó.

-No-contestó ella. A pesar de todo, su cara se sonrojaba al tener tan cerca a Kaname.

Cuando se encontraba más calmada, el chico cogió suavemente su rostro y puso la cabeza de la joven en su pecho.

Los dos querían alargar ese instante al máximo.

Y así habría sido.

-¡Ejem!-carraspeó una voz tras ellos.

La pareja se giró.

-Lo lamento. No pensaba interrumpir…

-Señor Aido…-murmuró Yuuki avergonzada.

-Ya te dije que no era buena idea, padre-replicó el hijo del señor Aido.

-No se preocupen-suspiró Kaname.

Yuuki se levantó de las piernas de su futuro esposo y se sentó en el sofá. Kaname se incorporó del sillón y tomó asiento junto a Yuuki.

El señor Aido se sentó en el sillón y Hanabusa al lado de Kaname.

-¿Y bien?-preguntó Kaname.

-Kaname-sama, es mi deber informarle de que la asociación de cazadores quiere tener una charla con su hermana y usted. Según dicen, quieren asociarse con ustedes.

-¿Asociarse?

-Bien cierto podría ser una trampa pero sería mejor comprobar. No hay nada que perder, Kaname-sama.

-Se equivoca. Sí tengo algo que perder. A Yuuki. Si le pasara algo me volvería loco.

-Kaname…-murmuró la joven aludida- Hemos de ir. No hay opción.

-Iremos con una condición. Si intentan hacer daño a Yuuki se las verán conmigo.

Y así, los cuatro subieron al carruaje, que comenzó a marchar rumbo a la ciudad.