Hay momentos en los cuales tienes que dejar a ir alguien, ya sea porque no tienes de otra o porque eso significa la felicidad del otro.

Eso fue lo que aprendió al dejarla ir.

La ama, nunca podría negarlo, se lo ha susurrado muchas veces al oído cuando ella, dormida, no podía escucharlo. Y es que no se le daba bien hablar de sus sentimientos cuando ella lo miraba con sus grandes ojos castaños. La verdad, eso fue la causa de su ruptura.

Esa fue la causa que ella se fuera con otro.

No la puede culpar, él nunca le demostraba su amor, mientras otro era capaz de bajarle la luna, el sol y las estrellas si ella se lo pedía. Con el otro tenía largas pláticas de cualquier tema que se les ocurriera, con otro ella era feliz.

Y a fin de cuentas eso era lo que debería importar, ¿no?

No.

Es egoísta, ella lo sabe, no la quiso soltar aún sabiendo que era infeliz a su lado, peleaba con ella todas las noches al punto de dejarla sentada llorando en una esquina y él pensó que estaba bien, siempre que ella estuviera en casa junto a él.

Todo cambió cuando una noche ella llamó al otro, ambos mandaban hechizos a diestra y siniestra mientras ella veía horrorizada el duelo. Es ahí cuando le dicen todo lo que tenían guardado.

Y en ese momento puede pensar con claridad.

Es gracioso, como un corazón roto puede hacerte ver las cosas con claridad o puede nublar tu mente. Pero esta vez, pudo usar su cerebro.

Y se arrepiente, duele más de lo que podría soportar, duele más de lo que alguna vez pensó que dolería.

Ve la mirada de dolor de ella y se siente la peor basura del mundo por lastimarla. Y es que ella no merecía todo esto.

Ella no lo merecía.

Se acerca, la abraza y le pide que por favor lo perdone, aunque no sea en ese momento, le dice que solo pensó en sí mismo, que no la merece. La suelta y mirando los ojos que tanto ama, dice que sea feliz, aún si no es con él.

Voltea a mirar a la otra persona que se encontraba en la habitación y le pide que la cuide, que le de todo lo que él no pudo.

Y los deja ir.

La deja ir.

Curioso, Draco Malfoy era capaz de hacer feliz a Hermione, siendo que él los molestó en toda su época colegial; y él que era su mejor amigo desde hacía mucho tiempo, solo le causó dolor.

Después de todo, tal vez fuera que no estaban destinados a estar juntos, o tal vez si, quién sabe. Solo una cosa es segura.

Ya no hay más Ron y Hermione.