Hola, mis queridos lectores. Esta vez vengo con una nueva historia que tenía hace mucho tiempo plasmada en los más recóndito de mis documentos Google, pero que no había tenido tiempo de publicar hasta ayer que me decidí a intentarlo. La dinámica de los capítulos será lo siguiente:

– Narración en tiempo presente

Narración del pasado

– "Pensamientos"

Espero que puedan ayudarme dándole like a mi página de Facebook EAUchiha Fanfics (en mi perfil está el enlace directo a la página) desde allí estaré pendiente de ustedes y publicaré sobre mis próximas actualizaciones. Sin más que decirles, espero que disfruten de este nuevo proyecto que he traído para ustedes.

Los Personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto


Photograph

Capítulo 1.

Por más que intentará aceptarlo, no quería. Aún era muy joven para ello. Ella tiene metas y ambiciones que llevar a cabo antes de siquiera pensar en sentar cabeza, sólo tiene unos miserables 18 años recién cumplidos. Quiere divertirse, continuar con su carrera de patinadora sobre hielo, conocer personas distintas, viajar por todo el mundo con una simple mochila si es posible. Pero el destino había sido cruel con ella y ese futuro que anhelaba se arruinó hace 9 meses cuando se enteró que estaba embarazada. Su brillante carrera como patinadora se fue por el caño por culpa de un calentón. La causa de sus males era sostenida por su novio, él insistía en que la viera, pero ella simplemente no quería hacerlo. No quiere ser madre, esa niña a pesar de que estuvo todo esos meses en su interior, no significa nada para ella. Ni siquiera se había molestado en darle un nombre o siquiera preguntar si tenía uno.

– ¿Qué te pasa, Sakura?– preguntó él enojado– no has querido sostener a nuestra hija desde que nació ayer– le reprochó. En ese momento ellos esperaban que el médico encargado de ella, le autorizará la salida del hospital.

– No quiero– respondió llamando la atención de él– no quiero ser madre.

– Ya lo eres– refutó él.

– Pero no interesa serlo– dijo ella con desprecio– yo quería deshacerme de ella y tú insististe en que tenerla era la mejor opción.

– Algún día te arrepentirás de esas palabras– argumentó duramente.

– No quiero detenerme a pensar en eso...– la puerta fue abierta por una enfermera.

– Ya se pueden retirar, el médico le ha dado de alta– informó, para luego dejarlos a solas de nuevo.

– ¿Eso es lo que quieres?– cuestionó el azabache ocultando su desdicha. Esa no era la muchacha de la que se había enamorado. La imagen de la mujer perfecta que tenía de ella había sido destruida, por ella misma.

– Si, eso es lo que quiero– contestó poniéndose en pie. Caminó hacia la puerta, sin molestarse en mirarlo a él y a la hija que acaba de repudiar.

– Bien– habló él a sus espaldas– si eso es lo que quieres, por mi está bien– aceptó– pero quiero que entiendas una cosa, desde el momento en que atravieses esa puerta estarás muerta para nosotros ¿está claro?.

– Estoy dispuesta a correr ese riesgo– sentenció para luego desaparecer de sus vidas.

Desde entonces para Sasuke, Haruno Sakura está muerta y enterrada. El tiempo transcurrió sin darle tiempo de odiarla como ella se lo merecía, su preciosa hija acaparaba todo su tiempo.

Salió del hospital con el alma hecha pedazos, no le importaba lo que pasará con él. Pero que su hija fuera rechazada por su propia madre no se lo perdonaría nunca, ni aunque se arrastre por su perdón, lo hará. Puso a la bebé con cuidado en la silla que le instaló en el asiento trasero de su deportivo y condujo hacia su casa. Todo el mundo en su hogar debía estar ansioso por conocer el nuevo miembro de la familia. Miró por el retrovisor el rostro de la luz de su vida, sus enormes ojos negros le robaron el corazón desde el momento en que sus miradas se cruzaron.

– No importa lo que pase, siempre estaremos juntos tú y yo, Sarada– le dijo a pesar de que ella no es capaz de entenderlo.

Estacionó su auto frente a su enorme residencia, allí fue donde él creció y donde su hija crecerá a partir de ahora. Tomó a la niña en brazos, el bolso con las cosas de ella y llegó a su puerta.

– ¡Bienvenidos a casa!– exclamó su madre emocionada al verlo llegar. Ella y su familia adornaron la sala para darles la bienvenida, incluso su mejor amigo y su novia estaban presentes. Todos se acercaron para conocer a la pequeña, pero nadie pareció notar la ausencia de la madre de la criatura, excepto por una persona.

– ¿Y Sakura?– preguntó su hermano en voz baja, aprovechando que los demás estaban distraídos viendo a la bebé en brazos de la madre de ambos. Sasuke se encogió de hombros dando a entender que no lo sabía, por fortuna para él, Itachi captó la señal y le ahorró la molestia de tener que explicar la ausencia de su ahora ex novia.

Con la ayuda de su familia y su buena posición económica terminó la escuela y se fue a la terminar su carrera como fotógrafo. Mientras él daba todo de sí mismo para seguir siendo el mejor estudiante de todos, su madre se encargaba de cuidar a su hija.

Él debía estarse preparando para sus exámenes finales, pero en lugar de ello, prefirió pasar un tiempo de calidad con su pequeña hija de 10 meses de nacida. Estaba acostado en su cama con los brazos extendidos sosteniendo a la infante, está se carcajeaba cuando su padre la lanzaba en el aire y la capturaba antes de que llegara a chocar con él.

– Sasuke– llamó su madre desde la puerta– deberías estar estudiando– le reprochó.

– Lo haré más tarde– respondió sin molestarse en devolverle la mirada a su madre. Ella bufó y se acercó a él, con los brazos en jarra y el entrecejo fruncido.

– Me llevaré a Sarada-chan para que puedas estudiar– quiso llevarse a la niña, pero él no lo permitió. Se sentó en la cama mirando a su madre con enfado.

– Esperaré hasta que se duerma– le comunicó. La pequeña comenzó a removerse inquieta entre los brazos de su progenitor, no le agradaba que el juego hubiera terminado y finalmente comenzó a gimotear inconforme.

– Pa... pa-pá– balbuceó mirando a su padre con ojos llorosos. El corazón del Uchiha se detuvo y luego comenzó a latir desaforado en su pecho, la primera palabra de Sarada había sido papá. Mikoto sonrió enternecida al ver la ilusión que le había hecho esa palabra a su hijo menor, aunque esté tratara de ocultarlo. Prefirió dejarlos tranquilo un rato más, Sasuke siempre estaba ocupado con la escuela, así que casi no compartía con la niña. No debía preocuparse tanto, después de todo él era un joven sobresaliente, seguramente le iría bien en los exámenes.

– Recuerda que ella no debe cenar muy tarde– comentó saliendo de la habitación.

– Hmp– emitió él como respuesta, volviendo a su labor anterior.

En un principio tuvo muchos problemas, pero con el pasar de los meses, la idea de un bebé en casa los volvió loco a todos. Aunque sus padres y los de Sakura habían quedado en que ellos se casarían en cuanto salieran de la preparatoria, cosa que obviamente no sucedió porque ella desapareció. Días posteriores al nacimiento de Sarada, sólo por curiosidad, fue a la casa de la pelirrosa. Por supuesto que esa casa ya era habitada por otras personas, a su parecer ella y su familia estuvieron de acuerdo para irse y librarse de la carga. Aunque ellos también cambiaron de domicilio poco después de su graduación, dejaron atrás su hogar y se fueron a otra ciudad.

El jardín de la nueva casa de los Uchiha estaba hermosamente decorado para celebrar el cumpleaños número tres de la más pequeña de la familia, la primavera acaba de llegar y los pétalos de los cerezos regados por el césped hacen que la decoración de la fiesta sea aún más hermosa. A sus 20 años su vida había cambiado mucho, estaba trabajando arduamente para cumplir su sueño de ser fotógrafo profesional. En abril ella comenzaría en el jardín de niños y ambos se irían a vivir solos, muy a pesar de sus padres, quienes se han encargado de consentirla demasiado para su gusto. Aunque no por eso no deja de ponerle carácter, lo último que quiere que ella sea una niña caprichosa sin educación, aunque eso signifique ser el ogro de la historia.

– ¡Teme!– saludó con efusividad su rubio amigo– ¿Dónde está Sarada-chan?.

– Está jugando en el carrusel– informó señalando en dirección al dicho aparato. En el momento que vio que armaban esa cosa en el jardín, le pareció demasiado. Pero Fugaku quería complacer a su nieta y accedió a las exigencias de la fiesta que Mikoto quiso hacer, por supuesto que ninguno le importó su opinión a pesar de que él es el padre de la pequeña. Sarada le suplicó que subiera con ella, pero por más que amará a su hija, las palabras carrusel y su nombre no combinan en una misma oración. Así que su hermano mayor accedió amablemente a cumplir con el capricho de la niña.

– ¡Papá!– exclamó emocionada la pelinegra corriendo hacia él, sacándole una sonrisa. Cuando ella estuvo a unos pasos de donde él se encontraba hablando con Naruto, la tomó en sus brazos y la sentó en sus hombros. Sasuke pensó que se veía preciosa con el vestido rosa que traía puesto y el moño que adornaba su hermoso cabello negro, ella era preciosa, pero ese día se veía más que nunca. Le cuesta admitirlo, pero siendo padre de una niña tuvo que aprender muchas cosas, por ejemplo saber hacerle peinados, comprarle ropa y combinarla a la hora de vestirla.

– ¿Te gusta tu fiesta, princesa?– preguntó mirando con devoción a su pequeña, cualquiera que lo viera no daría crédito a sus ojos al ver un hombre tan frío y orgulloso como él, derretido ante los encantos de una infante. Ella asintió efusiva y como agradecimiento le dio un beso en mejilla al Uchiha. Él se encargó de hacer que la ausencia de su madre no fuera tan mala, sin embargo ella aún no ha comenzado a hacer preguntas sobre su madre. Aunque él ya tiene claro que esa pregunta no debe tardar en brotar de los labios de la pequeña Uchiha.

– Feliz cumpleaños, Sarada-chan– deseó el Uzumaki, quien sacó la muñeca de trapo igual a la pequeña que tenía escondida en su espalda y se la entregó.

– Muchas gracias, tío Naruto– agradeció educadamente y tomó la muñeca. Su padre le había enseñado a ser amable y agradecida con las personas.

– Iré a ayudar a Hinata con las cosas– anunció dejándolos a solas. Ambos pudieron observar como Naruto llegaba corriendo hacia donde estaba su esposa cargando con algunas bolsas y su hijo de tres meses de nacido. Cuando se dio a conocer la noticia de que ambos esperaban un bebé, los padres de ambos pegaron el grito al cielo, sobretodo la familia de la chica. Algunas personas, malintencionadamente, habían comentado que ellos habían sido influenciados por el "mal ejemplo" del Uchiha, cosa que a él ni le importó. Las personas pueden hablar todo los que les dé la gana, pero nadie conseguiría hacerlo sentir mal a él. Sin embargo, cuando quisieron atacar a su hija con sus habladurías, esa era otra historia.

– Papá– pronunció Sarada sacándolo de sus pensamientos. Alzó la vista levemente para darle su atención. Ella tenía sus enormes ojos negros clavados en la escena que se desarrollaba frente a ellos. Naruto cargaba todas las bolsas, mientras Hinata arrullaba al bebé que había comenzado a llorar– ¿Dónde está mi mamá?– entonces, esa pregunta que él tanto temía, había surgido. Se quedó unos cuantos minutos en silencio, lo último que quería era arruinar la fiesta de la niña. Miró el carrusel unas cuantas veces antes de considerar esa posibilidad que cruzó por su mente.

– ¿Quieres subir al carrusel con papá?– ofreció con la esperanza de que ella aceptará y olvidará el tema.

– ¡Si!– aceptó emocionada, era inusual que su padre le hiciera esa clase de ofertas. Sasuke suspiró profundamente aliviado, quizás su orgullo sufriría mucho al verse a sí mismo montando esa cosa, pero todo sea por salvar a su hija de una dolorosa respuesta.

Sarada crecía con el correr de los días y él era feliz de estar presente en cada momento, por muy insignificante que fuera, de la vida de su hija. Por supuesto que los problemas no faltaron, aunque él siempre sabía cómo salir de ellos airoso.

Los hombres de la mudanza lo llamaron para avisarle que el departamento ya estaba listo, que él y su hija ya podían habitarlo. Agradeció la gentileza de los hombres y comenzó a llevar las últimas maletas a su auto.

– Te extrañaremos mucho, Sarada-chan– gimoteaba su madre mientras abrazaba a la niña con fuerza.

– No nos iremos al otro lado del mundo, mamá– dijo con fastidio– exageras, sabes que puedes ir a ver a Sarada cuando quieras y nosotros vendremos a visitarte– cerró el maletero del auto y se giró hacia su familia.

– Despídete de todos, Sarada– ordenó y él hizo lo mismo. Le costaría trabajo cuidar a la niña él solo, pero no podía depender de su familia toda la vida.

El lugar donde ellos vivirían en un edificio de clase alta que estaba cerca del estudio fotográfico donde trabajaba como aprendiz, por supuesto que también procuro que el jardín de niños no estuviera muy lejos. Si llegase a presentarse una emergencia con ella, podría llegar en pocos minutos. Su departamento era uno de los más grandes del edificio, así que estaba en el último piso, para su desgracia. Tomó a la niña en brazos, saludó a la persona a cargo de la recepción y entró al ascensor. Marcó el piso 20, en unos 5 minutos ya estaban en su piso. Dejó a Sarada en el suelo y comenzó a rebuscar las llaves en su bolsillo.

– Hola– saludó cordialmente una mujer a sus espaldas– han de ser ustedes los nuevos inquilinos.

– Si, hola– respondió girándose hacia donde provenía la voz. Una mujer de cabello negro y ojos rojos de unos 30 años les sonreía cálidamente.

– Mi nombre es Kurenai Sarutobi– se presentó tendiéndole la mano a él– y ella es mi hija Mirai– señaló a la niña de unos 5 años identifica a su progenitora.

– Mucho gusto, Uchiha Sasuke– saludó de regreso estrechando la mano que la mujer le ofrecía– y ella es Sarada– la pequeña pelinegra estaba aferrada a la pierna de su padre, mirando con timidez a las nuevas personas.

– ¿Cuántos años tienes, Sarada-chan?– preguntó la mujer con dulzura, poniéndose a su altura.

– Tengo tres– respondió mostrándole dos dedos, pero rápidamente se dio cuenta de su error y lo arregló. El sonrojo de sus mejillas le causó ternura a la mujer que se dirigía a ella.

– ¿En serio? Yo tengo cinco– contó emocionada la pequeña Sarutobi– ¿Quieres ser mi amiga?– preguntó sin perder su entusiasmo.

– S-sí– respondió tímidamente Sarada.

– Parece que vendremos a visitarlos seguido, claro si no es mucha molestia– comentó la mujer enderezándose para hablar con el joven.

– Por mi no habrá problemas, de hecho creía que aquí no habría niños con los que ella pudiera jugar– confesó el Uchiha.

– De hecho no hay muchos, sólo está Mirai y otra niña de la edad de Sarada en el piso de abajo. Ellas dos suelen ir a jugar al parque que está abajo– relató ella– no es por querer ser imprudente, pero ¿sólo son ustedes dos?– preguntó.

– Si, su madre murió– respondió indiferente, evitando que las niñas lo escucharan. Ella no quiso objetar nada más al respecto. Creyó que el joven escondía el dolor de la muerte de la madre de su hija con una máscara de indiferencia.

Los días pasaron, esa tarde del sábado ambos se quedaron en casa porque Sasuke tenía una exposición de fotografías importante el lunes a primera hora. Sarada sabía que cuando su padre tenía que trabajar, ella debía tratar de portarse bien y hacer el menor ruido posible. Mientras ella jugaba con su nueva muñeca en el piso de la sala, el timbre sonó un par de veces.

– Ve a ver de quién se trata– ordenó él sin despegar la mirada de su ordenador portátil. Ella obedeció y corrió a abrir, se llevó una gran sorpresa al encontrarse con su nueva amiga en compañía de su madre.

– Hola, Sarada-chan ¿Quieres ir a jugar en el parque?– preguntó Mirai.

– Si, iré a pedirle permiso a mi papá– respondió corriendo hasta donde él estaba.

Sasuke solo escucho los pequeños pies corretear de regreso hacia él. Sarada cerró la laptop para que él le pusiera atención.

– ¿Puedo bajar a jugar con Mirai-chan?– preguntó ansiosa. Él consideró las posibilidades, causando que ella comenzará a desesperarse.

– ¿Irán ustedes solas?– interrogó.

– No, la mamá de Mirai-chan estará con nosotras– respondió.

– Está bien– le concedió. La pequeña brinco de alegría y le dio un beso en la mejilla a su padre para luego irse. Escuchó la puerta del apartamento cerrarse, recalcando el hecho de que estaba solo.

Perdió la noción del tiempo en cuanto se sumergió de nuevo en su trabajo, se asomó por la ventana y vio a las niñas balancearse en los columpios mientras eran empujadas por la Sarutobi. Por un momento se imaginó cómo serían las cosas si ella estuviera con ellos, la pelirrosa estaría ayudando a la mujer a empujar a la niñas y no tendría que hacerlo ella sola. "Estamos mejor así" se auto convenció, para luego volver a su labor. El sonido del timbre lo hizo volver a la realidad, dejó su cámara sobre la mesa y se quitó sus gafas de lectura. Se encontró con una escena nada alentadora. Tanto que sus hombros decayeron resignados, ya que no podría volver a trabajar.

– Lo siento mucho, Sasuke-san– dijo apenada Kurenai. Las niñas estaban cubiertas de lodo de los pies a la cabeza. Miró severamente a su hija, quien le rehuía la mirada– me distraje un momento hablando con Karui-san– hasta el momento en que la mencionó, no se había percatado de la presencia de la Morena. Quien sostenía de la manos a su hija Chōchō, que estaba en las mismas condiciones que las otras dos.

– No se preocupe– dijo encogiéndose de hombros. Ambas mujeres se despidieron de ellos, tomaron a sus pequeñas en brazos y se fueron a sus apartamentos.

Sarada se quedó mirando como sus amigas eran mimadas por sus mamás, Sasuke se dio cuenta de lo que pasaba por la cabeza de su hija. La tomó en brazos, cerró la puerta y fue al baño. Mientras puso a llenar la bañera, le quitaba la ropa sucia, que iría a la basura porque ya no servía para nada.

– ¿Por qué estas tan callada?– preguntó él lavándole el cabello. Ella siempre disfrutaba de los baños que su padre le daba, pero ahora estaba distraída. Incluso tenía abandonado los juguetes que suelen hacerle compañía en la bañera.

– ¿Dónde está mi mamá?– cuestionó la pequeña mirando severamente a su padre. Él se quedó sin habla, la primera vez que ella le hizo esa pregunta él le contestó con una evasiva. Pero ahora no había nada que pudiera hacer para distraerla.

– Ella se fue lejos– contestó evasivo.

– ¿Dónde?– insistió ella. Sasuke frunció el ceño, detesta que ella haya heredado lo insistente de su madre.

– Escúchame, Sarada– comenzó aparentando tranquilidad– tu madre murió el día que naciste– esa gran mentira salió de sus labios sin titubear. Aunque le dolía ver el rostro lleno de lágrimas de su hija, era peor decirle que ella la había rechazado cuando nació. No le importó mojarse cuando la abrazo para que ella llorará en su hombro– no llores, papá siempre estará contigo.

Después de eso, el baño término como siempre. Hizo una cena sencilla para ambos, vieron juntos el programa favorito de ella y esa noche se quedaron dormidos en el sofá. Al día siguiente buscaría la forma de terminar de editar las fotos, por fortuna no eran muchas las que le faltaban.

...

En la actualidad, ellos viven en ese mismo departamento. Sasuke ha deseado mudarse muchas veces, pero Sarada, quien ahora cuenta con 10 años recién cumplidos, insisten en que quiere quedarse. Ella está apegada a sus amigas, sus clases de ballet, su escuela, todo en su entorno. Aunque es consciente de que el estudio de fotografía de su padre queda un poco lejos y que él tiene que salir muy temprano para que el tráfico no lo atrape y poder llegar a tiempo para trabajar.

La primavera ha comenzado, y con ella un nuevo ciclo escolar. Entrará al quinto grado, está sumamente emocionada por eso. Lo único malo es que su amiga Mirai ya no estará con ella, puesto que ella ya entró a la secundaria, pero al menos Chōchō seguirá con ella.

Esa mañana entre ella y su padre preparaban el desayuno, se le había hecho tarde por culpa de una pequeña pelinegra que había usado sus encantos para persuadir a su padre y quedarse hasta tarde viendo un anime de patinaje artístico masculino que la trae de cabeza. Su padre insiste en que deje de ver esas cosas, que esos tipos son demasiado maricones. Pero ella piensa que el problema no es lo que hagan los protagonistas de la serie, sino el deporte como tal. Parece tener algo en contra de los patinadores en general, como si eso le trajera un mal recuerdo. Incluso se sorprendió por lo mucho que conoce del tema. Para ella, algunos detalles sobre el pasado de su padre, siguen siendo un enigma sin resolver.

– Date prisa, busca tus cosas y en dos minutos nos vemos en la puerta– anunció el pelinegro llevando los platos al fregadero. Sarada obedeció y corrió a buscar sus cosas en su habitación, por fortuna no tardó más de un minuto, puesto que se había acostumbrado a sí misma a preparar su mochila la noche anterior. Cogió la maleta con sus cosas del ballet y salió a esperar que su padre terminara de recoger sus cosas para poder irse.

– Veo que tienes ballet esta tarde– comentó Sasuke mirando la maleta.

– Kurenai-san quiere prepararnos bien para el próximo recital– respondió. Sarada había entrado a las clases de ballet a los tres años, Kurenai fue una bailarina profesional y decidió abrir en estudio de baile en el barrio. Por supuesto que ella invitó a Sarada a participar y a él no le quedó más remedio que darle su permiso.

– Vendré a buscarte después de la escuela– habló Sasuke cuando estuvo estacionado frente a al edificio académico.

– Está bien, papá ¿te quedas conmigo en mi ensayo?– preguntó emocionada. Él se quedó pensativo, considerando la posibilidad de ir o no– ¿es una promesa?– le tendió el meñique para sellar la promesa.

– Es una promesa– afirmó entrelazando su meñique con el de ella.

– Te quiero, nos vemos en la tarde– le dio un beso en la mejilla y se bajó corriendo del auto.

– Y yo a ti– dijo, pero ella no alcanzó a escucharlo. Se quedó allí parado hasta que ella se le perdió de vista. Por alguna extraña razón, quiere hacerle una llamada y pedirle que se regresé. Que ella falte a su primer día de escuela y adelantar los jueves de Padre e hija. Quizás se trate de paranoias de un padre que no quiere que su nena siga creciendo o quizás se trate de algo grande que amenaza con cambiar la vida tranquila que ellos han llevado hasta ahora.


Hasta aquí el primer capítulo, espero que haya sido de su agrado.

Espero que se tomen la molestia de dejarme sus opiniones en un Rewiers, me encanta leerlos.

Nos leemos en el próximo capítulo, Hasta la próxima.

EAUchiha