DISCLAIMER: Todo lo reconocible en este fic le pertenece a J.K. Rowling. El resto es mío y de la chica que propuso la posible trama.
N/A: Bueno, luego de unas largas semanas he decidido empezar a publicar este shortfic que es el resultado de una idea recibida en el concurso por un OS que realicé desde mi perfil en Facebook (en el que hubo muchísimas ideas magníficas que tal vez considere después porque créanme, tuve que pensarlo muy bien antes de elegir una) y cuya persona ganadora fue...
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Chan, chan, chan, chan… ¡LoveRosie17!
Su petición fue exactamente la siguiente: «Quisiera leer un fanfic AU sin magia en el que Draco y Hermione terminen casados porque ella necesita tener esposo para cobrar una herencia que le dejó un familiar, pero la idea es que sea una especie de contrato y que se casen sin que se conozcan y porque ella pone un aviso en el periódico buscando marido o algo así. Lo sé suena ilógico, pero quisiera que se enamoraran en el camino obviamente, lo que pasa es que llevo mucho tiempo leyendo sobre contratos y matrimonios forzados y nunca me canso de eso. La cosa es que tienes que ver cómo hacer que un hombre que lo tiene todo quiera hacerse pasar por otra persona para entrar en la aventura de casarse con una mujer de menor posición, pero sé que podrás hacerlo».
Bueno, y este es el resultado. Espero que le den una oportunidad.
Uno.
«Todo cambia, pero hay cosas que se resisten».
No se olvida – Franco de Vita.
—¿Pero qué rayos es esto?
Contemplé la maleta, pulcramente organizada, y no pude reconocer absolutamente nada de lo que había en su interior: camisas de seda en colores preferentemente oscuros y debidamente dobladas que despedían un agradable aroma a fina colonia masculina, pantalones de diseñador que combinaban a la perfección con sacos que le hacían pareja, varios pares de mancuernas en plata, corbatas, calcetines, pañuelos, ropa interior (que no toqué, por supuesto) y en el fondo de la misma, una caja de terciopelo azul que al abrirla reveló un hermoso collar de piedras preciosas que estaba convencida de que valía más dinero del que podría ver reunido en toda mi vida.
Estaba confundida.
No tenía idea de cómo aquel equipaje, que claramente le pertenecía a un hombre, había llegado a mis manos y traté de hacer memoria acerca de lo que había sucedido en el aeropuerto, en busca de cualquier cosa que me ayudara a comprender el error. Estaba convencida de que en ese mismo instante habría otra persona hurgando en mis pertenencias para descubrir, no sólo que no eran las suyas, sino también que el valiosísimo collar que llevaba entre su ropa había desaparecido sin dejar rastro.
Ese es el problema que trae consigo cargar una maleta demasiado elegante cuando en realidad nada de lo que pueda ir dentro vale demasiado. Nunca debí hacerle caso a Ginny cuando me sugirió que estrenara por fin el estúpido regalo del tío rico de la familia, pues quizás a esa hora ya me habrían denunciado por robo.
La suerte era que tardarían un poco en dar conmigo, pues esa es la ventaja de vivir alejada de la ciudad, y no es como que no pensara devolver la valiosa joya o el equipaje completo, pero ahora mismo tengo problemas más grandes que resolver como la hipoteca que pesa sobre la casa que me dejaron mis padres al morir, la cual está a punto de ser rematada por el banco.
—¿Qué carajos significa esto?
Empecé a sacar una a una las prendas femeninas que llenaban por completo la maleta de viaje que tenía sobre mi cama, logrando deducir tres cosas con el ejercicio. La primera: le pertenecían a una mujer que amaba el color rojo porque la mayoría de camisetas, blusas y uno que otro vestido, eran una variación del mismo color, a excepción por supuesto de los jeans que también llevaba, porque eso habría sido muy raro. La segunda: posiblemente todavía era virgen porque su ropa interior de algodón, en aburridos colores básicos, gritaba que quizás no había tenido acción jamás en su vida (o que si la había tenido, había sido muy poca). Y la tercera: de seguro tenía el cabello castaño rizado porque el cepillo, con el que quizás se peinaba muy seguido, estaba lleno de cabellos que no habían sido retirados. Aunque ahora me planteo la posibilidad de que haya quedado calva, pues hay demasiado pelo atorado en él.
No estaba preocupado porque los trajes que traía en la maleta se hubieran perdido, pues tengo bastante ropa para reemplazar a la extraviada, pero algo que no puedo pasar por alto es el hecho de que en el equipaje también se encontraba el costoso collar que mi madre me obligó a comprar como regalo de cumpleaños para la mujer con la que me casaré en algunos meses.
El maldito collar que Astoria Greengrass no podrá conocer a menos que haga algo para encontrar a la persona que se lo llevó y de la que no tengo ni media idea, porque como yo, no acostumbra a llevar papeles de identificación en su maleta.
—¿Dónde dijiste que encontrarse esto? —preguntó Ginny mirándome a través del espejo en el que se contemplaba con la caja del collar en sus manos.
Ninguna de las dos había visto algo igual en todos los años que llevábamos de ser amigas —y quizás de vida— y estábamos convencidas de que jamás habría otra oportunidad de presenciar un espectáculo similar. Era hermoso, sin duda, pero sabía que no podía hacer planes con algo que no me pertenecía, menos porque era seguro que pronto estarían buscándome como a una delincuente.
—En mi equipaje, bueno, en la maleta que traje a casa por error y de la que no deberías haber sacado nada —respondí arrebatándole la joya para volver a ponerla en su lugar.
—Por lo que veo, el hombre que la compró tiene mucho dinero —dijo contemplando la ropa en la maleta antes de olerla descaradamente—, y mucha clase.
—Ahora mismo no es algo que me importe.
—Hermione, ¿sabes cuánto cuesta un collar como este? Si lo vendieras, podrías pagar la hipoteca de la casa y te quedaría dinero para vivir bien por unos cuantos años.
—¿Sabes cuánto tiempo pasaría en prisión si el dueño decidiera denunciarme por quedarme con algo que no me pertenece? Además, una joya así no debe ser fácil de vender.
—En eso tienes razón —me concedió Ginny—. Además, sería mucho mejor poder lucirlo —dijo acariciando la caja de terciopelo y tomándola de mis manos—. ¿Te imaginas lo que diría Lavender Brown si te viera con una joya como esta? Se moriría de envidia.
Tomé nuevamente la caja del collar, esta vez introduciéndola en la maleta y cerrándola al instante. —Será mejor que no te hagas ilusiones. Mientras descubra qué hacer, esto permanecerá en su lugar —contesté dando por zanjado el tema.
—Bien, como quieras, pero que sepas que no estoy de acuerdo —me dijo volviendo a ponerse de pie frente al espejo—. Oye, Hermione, y hablando de otra cosa, ¿ya pensaste lo que vas a hacer para cobrar la herencia de Remus? Casi se cumple el plazo que te dio y tú sigues soltera y sin un prospecto de marido.
—No creas que no le he dado vueltas al asunto.
—¿Y ya decidiste lo que vas a hacer? Y no me digas que has pensado en Ron como tu mejor opción porque prefiero ver que te conviertas en una novicia a que te cases con el holgazán de mi hermano.
—No lo había pensado, pero, si llegada la hora no tengo otra solución, no me quedará más remedio que pedirle el favor a Ron de que se case conmigo.
—¡Claro que no! —alegó Ginny—, eso sería deprimente y para eso me tienes a mí.
—¿Vas a casarte conmigo? —ironicé—. Te recuerdo que mi tío estipuló en su testamento que mi matrimonio tenía que ser una unión marital heterosexual.
—Ya quisieras que yo fuera tu esposa, pero no, tengo una idea mucho mejor.
—Ilumíname —dije, escéptica. Nada bueno podía salir de esa cabeza loca.
—¡Un aviso en el periódico! —propuso Ginny como si fuera la mejor y más obvia idea del mundo.
—¿Qué? —contesté confundida.
—Sí, un aviso en el periódico en el que ofrezcas un empleo del que no darás demasiados detalles. Si alguien se presenta, que sé que así será, le cuentas lo que es, le ofreces un pago que le darás cuando cobres la herencia de tu tío rico, y una vez acabe el plazo estipulado para mantener el matrimonio, lo disuelven y ya.
No pude evitar poner los ojos en blanco.
—¡Wow, eres un genio! ¡Eso suena tan sencillo y maravilloso! —exclamé con sarcasmo—. Porque por supuesto, me encanta la idea de casarme con un desconocido que puede ser un asesino serial. ¿Cómo se te ocurre siquiera pensar que yo sería capaz de hacer algo como eso? Pensé que en serio tenías algo que valiera la pena explorar.
—Por favor, Hermione, ¿tienes una idea mejor?
—Pues no, pero tu plan, además de desquiciado, es ridículo y me rehúso siquiera a pensar en considerarlo.
—¡Pero si ni siquiera me has dejado explicarte! —replicó—. Harás una convocatoria para que tú misma elijas al candidato más apto para el puesto y así comprobarás que no sea un asesino serial. —Ahora fue ella quien puso los ojos en blanco—. Sé que eres muy intuitiva y lograrás elegir al correcto después de hablar con él.
—Claro que no.
—Claro que sí. No tienes nada que perder.
—¿Estás hablando en serio? —la miré, suspicaz—. Ah, estás hablando en serio —aseveré. No podía estar pensando que yo cedería ante semejante locura—. Hay que ver que eres increíble…
—Increíblemente inteligente, lo sé.
—Pero…
—Pero nada, es una gran idea y punto.
—Claro que no lo es y ahora mismo trato de pensar en algo serio. Deberías ayudarme con eso en vez de perder el tiempo con cosas que de seguro viste en una telenovela.
Ginny permaneció pensativa como si de verdad quisiera encontrar una solución más viable al asunto.
—¿Y si le pagas a un actor para que se haga pasar por tu esposo? —sugirió.
—¿Qué?
—¿Lo ves?, eso sí es descabellado y por eso considero que el aviso en el periódico es lo mejor que tenemos. Además, ¿qué es lo peor que puede pasar?
Suspiré cansada. —No quiero imaginármelo.
—Mira, ahí está —dijo Blaise, mi abogado y mejor amigo, señalando a la chica de cabello castaño que podía verse claramente en el video del aeropuerto al que había tenido acceso gracias a sus innumerables contactos—. Esa es la mujer que tomó tu maleta.
—Eso parece —contesté contemplando el rostro de la chica de rizos castaños —como había predicho— que distraídamente tomaba de la cinta transbordadora una maleta que lucía igual a la mía.
—Parece que no lo hizo a propósito, pues las maletas son iguales por fuera —agregó Blaise—. Sin embargo, si quieres poner una denuncia por el robo del collar, iniciaré los trámites.
—Espera un poco.
Me quedé un momento contemplando a la mujer de la pantalla: una mata de rizos luchando por escaparse un moño improvisado sobre su cabeza, un atuendo casual conformado por jeans, camiseta roja y sencillas sandalias para clima cálido, pero lo que más llamó mi atención fueron sus profundos y expresivos ojos de color marrón.
Parecía cualquier cosa menos una ladrona.
Sonreí.
—¿Qué es lo que te hace gracia? —quiso saber Blaise.
—No negarás que es bonita —respondí, sin borrar la expresión de mi rostro. No mentía, la chica era muy agradable a la vista—. Con un mejor atuendo podría ser la compañía perfecta para cualquier hombre.
—No estarás considerando…
—No, por supuesto que no, sigue siendo una desconocida.
—Si, además esos rizos no significan más que problemas. Amigo, créeme, las mujeres de cabello rizado son muy mandonas. —Blaise me miró y estuvo convencido de que entendía su punto, aunque no contesté y continué contemplando a la chica que se perdía de vista de la cámara.
»¿Qué es lo que vas a hacer entonces? —insistió Blaise.
—Por lo pronto necesito que averigües todo lo que puedas sobre ella —le pedí.
—¿Para qué? —preguntó, pero elegí no contestar porque no le debía explicaciones y en cambio, regresé el video para poder volver a detallar una vez más a la chica de cabello castaño que tenía mis cosas en su poder.
Blaise puso los ojos en blanco.
—¿Para cuando tienes los datos? —indagué, ignorando completamente sus dudas, incluyendo las que no había formulado y que sabía que tenía.
Blaise resopló. Sabía que odiaba no conocer los detalles de mis movimientos, pero yo era el jefe y podía hacer lo que me viniera en gana, además tenía que saber que no iba a darle mayor explicación y que lo mejor para él sería no hacer preguntas estúpidas.
—Déjame hacer un par de llamadas.
—¡Maldición! Tengo que estar loca para haberte hecho caso —renegué contemplando el aviso clasificado que Ginny había mandado a publicar en El Profeta. No ocupaba ni una octava parte de la página, pero era suficiente para que me sintiera sumamente avergonzada por tomar semejantes medidas para solucionar mi problema económico.
Una persona normal tendría un noviazgo normal que terminaría tarde o temprano en el altar, pero yo era cualquier cosa menos normal, y, por consiguiente, mi vida y mis asuntos siempre terminaban complicándose a tal punto de tener que recurrir —como ahora— a un absurdo plan que estaba convencida de que me traería más problemas que soluciones.
Para ella todo era diferente. Era la chica guapa del dúo, a la que le pedían las citas, la que se veía bien con cualquier cosa que se pusiera y la que ahora mismo lucía increíblemente sexy aún vestida con una ridícula pijama de ositos fluorescentes que le habían regalado cuando tenía 15. Yo en cambio era la chica a la que le hablaban en los bares solo para averiguar si ella estaba disponible, la que siempre cargaba con el estigma de la amiga aburrida y la comelibros que seguramente terminaría soltera y confinada a una enorme casa con diez gatos. No sabía qué estaba mal conmigo, no lo lograba comprenderlo, pero tampoco me había importado jamás, hasta ahora.
Hasta ahora que Remus Lupin, el hermano de mi madre, había decidido que tenía que casarme para reclamar el dinero que me había heredado al morir porque nunca tuvo hijos propios.
—Anda, Hermione, no seas pesimista, te prometo que pronto habrá una fila de hombres queriendo casarse contigo.
—Una fila de desconocidos entre los que deberé elegir a uno al que tendré que albergar en mi casa por seis meses. ¿Sabes lo que eso significa?
—¿Qué te tomarás unas merecidas vacaciones para irte de luna de miel? —bromeó.
La fulminé con la mirada. —Esto es un error del que sé que me voy a arrepentir tarde o temprano y tú vas a ser la principal culpable —dije señalándola tratando de lucir intimidante, pero a ella no pareció importarle.
—Vamos, Hermione, tómalo con calma y prepárate para la avalancha de hombres que vas a tener que entrevistar.
Lejos de bromear, Ginny estaba convencida de que esa era la mejor solución a mi problema. Hasta el momento había sido incapaz de mantener una relación estable por más de dos meses en los que había perdido la virginidad más por presión social que por deseo propio (porque, aunque odie aceptarlo, todavía era influenciable en ese momento) y actualmente no había alguien medianamente decente que además se mostrara interesado en mí como para pensar que eso pudiera cambiar.
Por supuesto, Ron sí había tenido intenciones de intentar algo conmigo durante mucho tiempo, pero según ella, él es demasiado inmaduro como para poder brindarme lo que necesito de verdad —lo que sea que eso fuere— y que antes que verme fracasar de nuevo, prefiere utilizar otros métodos para que conozca un poco más el mundo del que, según ella, me estoy privando.
Con todo y lo desquiciada que sea su idea.
—Hermione Jean Granger. Nacida el 19 de septiembre de 1979. Tiene una propiedad en más allá de Edale, la cual heredó de sus padres, pero que será rematada en los próximos meses por una deuda hipotecaria que tiene con Bradford & Bingley —leyó Blaise directamente del expediente que Theodore Nott le había enviado esa misma mañana. No podía negar que la información era bastante detallada para mi deleite—. Es soltera y no tiene familia cercana, pues su último tío vivo por línea materna, quien residía en Estados Unidos, falleció hace poco.
—Muy interesante —dije, observando distraídamente el líquido ámbar que me había servido en una copa mientras Blaise revelaba la información que había conseguido acerca de la presunta ladrona del collar.
—Describe «interesante» —agregó con escepticismo—. Cabe la posibilidad de que esa mujer haya planeado el robo del collar para pagar la hipoteca de su casa. Por lo que me cuentas, la joya vale más dinero del que ella le debe al banco.
—Sí, pero para eso tendría que haber orquestado un plan bastante elaborado y te recuerdo que tú mismo dijiste que se notaba que había tomado la maleta por error.
—Pues ahora no estoy tan seguro de eso.
—Además, no hay manera de que supiera que llevaba la joya en mi maleta, ni siquiera la hay de que supiera que compré algo como eso.
—Ay, amigo, ¡no pensé que fueras así de ingenuo! —Se burló Blaise—. Todo el mundo en este país te conoce y sabe acerca de cada uno de los pasos que da el gran Draco Malfoy, ¿de verdad crees que fue coincidencia que esta chica tomara tu maleta? Estoy convencido de que en cuanto compraste el maldito collar, el dueño de la joyería lo publicó en internet.
—Creo que exageras, tampoco soy tan popular.
—¿Quieres apostar? —me retó.
—Entonces tendré que esconderme porque a esta hora Astoria ya lo sabrá y no tardará en aparecer para hacer que se lo regale antes de su cumpleaños.
—Mala suerte para ti, amigo, aunque creo que te la mereces. No entiendo cómo es que decidiste comprometerte con esa mujer.
—Yo no lo decidí —contesté tomando un sorbo de whiskey.
—¿No estás un poco grandecito para que tus padres lleven las riendas de tu vida? —volvió a burlarse aunque yo lo ignoré totalmente. No me afectaban sus pullas porque el asunto del matrimonio era más un negocio que otra cosa para mí.
—Astoria es una mujer hermosa, y de buena familia —contesté sin más—. Ahora mismo no estoy interesado en ponerme a buscar una esposa por mis propios medios.
—¡Oh, vamos! estás hablando de tu vida amorosa por el resto de los años que te quedan.
—No hagas tanto drama de esto —dije restando importancia al asunto—. Además, eres mi abogado, ¿no? Siempre existe la posibilidad de un divorcio en el que yo salga ganando.
Blaise puso los ojos en blanco sin insistir en la conversación; según su forma de verlo, yo podía ser demasiado testarudo y no tenía ganas de lidiar conmigo. En cambio, decidió revelar la última parte de la información que le había pedido conseguir para mí.
—Hay algo más en el asunto de Hermione Granger —agregó tendiéndome un ejemplar de El Profeta en el que había señalado un clasificado en la parte posterior de la página.
Se solicita un hombre entre 28 y 35 años, con buena salud física y emocional, agradable presentación personal y disposición para desempeñar trabajo durante seis meses en una hacienda ubicada en el kilómetro 20 por la vía que conduce a Edale, por cuyo desempeño recibirá una excelente remuneración. Los interesados deben llamar previamente al 0-77-0117945325 para agendar una cita y poder presentarse posteriormente en la propiedad con su curriculum para entrevista con la señorita Hermione Granger.
Si no cumplen con todas las especificaciones, por favor abstenerse de participar en la convocatoria.
Leí e inevitablemente una sonrisa maliciosa se formó en mi rostro.
N/A: Bueno, ¿qué les pareció? Espero haber plasmado al máximo lo que decía la petición (que tuvo que convertirse en un shorfic porque en un OS no cabía todo) y por supuesto que esto les haya generado el interés suficiente para dejarme un review y para seguir conmigo hasta que terminemos. De este fic diré dos cosas: uno, decidí escribirlo desde la perspectiva de ambos para que podamos conocer lo que sienten y piensan los dos, y cómo sus sentimientos se transforman con el paso de los días; por eso verán los cambios durante la lectura que espero no se vean abruptos. Dos, tendrá seis capítulos, que van a diferir en extensión, y que publicaré por semana (a menos que haya una complicación, que nunca faltan) para que se mantengan junto a mí.
Por ultimo quiero enviar un agradecimiento enorme a: Sophiemene, Lirio-Shikatema, CygnusDorado, LoveRosie17, MrsDarfoy, AliciaBlackM, BereLestrange, Bella Malfoy Mellark, vizucv, Sol Malfoy, gaby_601, Lyrou, Fer22F y a Yulz VG por enviarme sus maravillosas ideas (a veces más de una, por eso recibí 23). No podía elegirlas a todas porque ya saben que tengo fics como arroz por actualizar, pero tal vez si no las desarrollan ustedes, puede que las use en algún momento si me lo permiten todavía.
¡Un abrazo!
Gizz/Lyra.
