Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, solo hago esto por mera diversión.


PROLOGO

El festival de verano había trascurrido…

Las luces que en un principio bordearon al bosque de alegría y regocijo, yacían pálidas y deslustradas. El festival había finalizado de la peor manera posible: con la baja del más joven de sus miembros, Gin.

En el centro del escenario, donde aún quedaban las cenizas de la gran ofrenda a Midori fukai (Dios de la montaña) se reunían el "gran zorro", invadido por perlas saladas que brotaban sin cesar de sus hermosos faroles café; el "viejo árbol", quien se arrastraba en la pena de haber perdido a su único "discípulo ". Un centenar de espíritus que convivieron en el día a día con el joven de la cabellera plateada se les sumó. Todos, partícipes de la misma desdicha.

Gin, siempre fue considerado como un hijo, cuidado y protegido por cada miembro en el bosque. Su pronta desaparición no solo habría la grieta al dolor, dejaba al descubierto el desasosiego insoportable de su paradero. Esa interrogante que todos ansiaban manifestar pero que nadie podía responder:

¿A dónde fue Gin?

No fue más que la sabiduría del "viejo árbol" quien tomó la fortaleza para romper con el silencio de ese paradigma – y ahora… ya puedes responder a nuestra pregunta – suplicó, dolido. – Dirigiendo una de sus torcidas ramas al cielo nocturno.

Su imploro no tardó en dar respuesta. Un embravecido viento bajó por las montañas del norte, otro más por las del sur, ráfagas del este y oeste invadieron el centro de reunión. Al cabo de unos segundos las tenues luces que aún quedaban titilando fueron apagadas. El bosque se vio perpetrado por la negrura absoluta.

Los espíritus se aglomeraron ante la furtiva sorpresa. Buscando impacientemente una señal de luz; un rayo de luna o el destellar de una estrella. Nada tuvo resultado. La oscuridad se había apoderado del bosque entero.

El "viejo árbol" era el único inmutable. Seguía de pie, con la rama apuntando al cielo: Esperanzado. La partida de Gin habría tocado fibras que ni él sabía que estaban allí, por lo que desistir de quien traería la respuesta, era incuestionable – ¡muéstrate! Dios de la montaña – proclamó.

Una pequeña esfera de luz brotó de la nada, seguida por otra y otra más.

Al paso de unos segundos miles de pequeñas esferas que asemejaban a las luciérnagas aluzaban el bosque. Una a una fueron uniéndose al centro de aquella reunión, acomodándose tras de sí, dándole forma a aquel ser mítico.

El resultado fue totalmente inesperado. Ante ellos estaba la presencia de un… ser humano.


Hola, muchas gracias por llegar hasta aquí. Espero que les guste el comienzo de esta pequeña historia.

Nos vemos en el próximo capitulo