Bueno… Primero que nada, las explicaciones estarán en el final, así que lean…
Abcdefg… Hablo yo
"Abcdefg…" Recuerdos de palabras fuertes.
"Abcdefg… Flashback
— "Abcdefg…" Pensamiento de un personaje"
— Abcdefg… Habla un personaje
Abcdefg… Narración
"Abcdefg…" Letra de una canción.
Capítulo 1: What Should I Do? (Que debería hacer)
Ya era normal. Los gritos de su hermana mayor, Fuuka y su madre peleándose. La joven de cabello castaño rojizo se revolvió los cabellos, harta de la situación. La mayoría de las veces Fuuka siempre tenía razón en cuanto a las discusiones. Se levantó y al estar en medio camino bajando las escaleras, la voz de su madre la frenó.
— ¡Todo esto es culpa de ese niño Hayama!— Gritó Keiko Kurata, hecha una furia.
Sana aguantó la respiración, para oír más.
— ¡No puedes culpar a un niño por la depresión de Sana, mamá!
— ¡Sé realista! ¡Desde que se enamoró de él, Sana bajó sus calificaciones, siendo que eran las mejores!
— ¡Sabes muy bien que bajó las notas cuando Mariko nació! Como todos le prestaron atención a la recién nacida, no miraron ni siquiera a Sana, quien apenas estaba creciendo. ¡Tenía 10 años, y ahora que tiene 14…! ¿Crees que esto puede repararse fácilmente? Hayama, desde que le prestamos atención a Mariko, fue el único junto con Aya y Tsuyoshi que la apoyaron.
— ¡Ellos son solo una mala influencia!
— Puede que sea así, pero Sana es feliz con ellos.
La joven, oculta, no quiso escuchar más. Volvió a su habitación y se dejó caer en su cama. Comenzó a llorar, algo ya muy común en ella.
— Te equivocas, Fuuka… Yo… Ya no puedo estar con Hayama…— Murmuró en medio del llanto.
"— Sana, ¿estás bien? Tienes los ojos rojos…— Preguntó el joven con sus característicos ojos similares al dorado, claramente preocupados.
— Estoy bien. — Apartó la vista de él.
— Pero…-
— ¡Te dije que estoy bien! ¿Por qué necesitaría tu ayuda? ¡Dime!— Le interrumpió molesta. El chico se vio dolido por sus palabras y se fue cabizbajo. — "Es lo mejor… Se preocupará más si le cuento…"
La joven se dio media vuelta y se fue…"
— ¿Cómo pude ser tan tonta?— Murmuró nuevamente con la voz quebrada.
" Las peleas entre Hayama y Sana comenzaron a ser frecuentes, con insultos y palabras hirientes.
— ¡Ya basta! No sigan peleando. — Interfirió la chica con los ojos llorosos a ver nuevamente a su madre abofetear a su hermana mayor.
— Sana, estoy bien… Vete…— Dijo con la voz cansada.
— Pero, hermana…
— ¡¿Quieres que te castigue, Sana?! ¡No te metas en esto! ¡No es de tu incumbencia!
Mariko, ya de 5 años, comenzó a llorar por los gritos. Sana, lo único que pudo hacer fue ir a la habitación de su hermanita y acunarla en sus brazos mientras comenzaba a llorar. La pequeña dejó de llorar y miró a su hermana.
— Shana-neechan… ¿Por qué lloras?
La chica de cabellos castaño rojizo hizo un esfuerzo sobrehumano para sonreír.
— No es nada, me entró basura en el ojo."
Sana se fue temprano a la escuela, no quería ver a su madre ni a su hermana. Detestaba cuando discutían por ella. Al llegar, como siempre, el puesto de Hayama estaba vacío.
— Hola, Sana-chan. — Apareció Aya, Hisae y Mami a su lado.
— Buenos días. — Forzó una sonrisa.
— Hola, Sana-chan. — Apareció un castaño con gafas, seguido de un ojiazul. Sana sonrió. — ¿Sucede algo malo?
La chica, en respuesta, agarró a Tsuyoshi, a Aya y a Naozumi, sus confidentes de confianza, al patio.
— Las peleas en casa continúan y continúan… No logro soportarlo. — Bajó la cabeza.
Naozumi solo la abrazó en gesto de apoyo, luego fue abrazada por Aya y Tsuyoshi. La joven sonrió agradecida. Oyeron la campana de la secundaria sonar y se adentraron a su salón. Comenzaron a pasar la lista. Sana estaba sentada con Naozumi y atrás, estaban Tsuyoshi y Aya. Estaban conversando hasta que un nombre de la lista los frenó.
— Hayama Akito.
Un gran e incómodo silencio se hizo presente en el salón. Sana bajó la cabeza, como si fuese condenada de muerte. Oyeron abrir la puerta y allí estaba él, con el uniforme mal arreglado y con una mirada espeluznante.
— Aquí. — Habló antes de dirigirse a su asiento. Le dirigió una corta mirada a cierta castaña rojiza, que miraba el suelo asustada y siguió su camino hacia su asiento de atrás, solo.
Sana ocultaba sus lágrimas. Las palabras que él le había dicho aquella última vez que hablaron, habían sido tan crueles que pareciera que habían quedado marcadas con fuego en su alma. A pesar de que había sido hace ya cuatro meses, seguía dolida.
" No lo soportaba más. ¡Necesitaba a Hayama! Lo extrañaba, sabía que lo preocuparía, pero eso no importaba, lo quería a su lado, que la abrazara, que le dijese que todo estaría bien.
Corría desesperadamente por los pasillos. Las clases del taller de karate habían terminado, Hayama pronto saldría. Al divisarlo con la mirada y que estaba solo, aceleró el paso.
— ¡Hayama!— Gritó.
El aludido, a espaldas de ella, se detuvo. Ella también. Escuchó un bufido de molestia por parte de él. La chica lo miró extrañada por esa acción. Finalmente se volteó y la encaró con una expresión irritada.
— ¿Qué quieres?
Sana abrió enormemente los ojos, sorprendida por ese tono de voz. Tan… resentido.
— P-Pues… yo…
— ¿Sucedió algo en clases?
— N-No… Yo solo quería hablar contigo… ¿Podemos?
Un silencio se hizo presente en los pasillos. El chico no cambió de expresión.
— No quiero. No hay nada de qué hablar.
Esa respuesta le cayó como un balde de agua fría.
— ¿C-Cómo?... Pero… ¿Qué sucede, Hayama? Somos amigos… ¿no?
Hayama soltó una cínica risa, dejando aún más desconcertada a la castaña rojiza.
— ¿Ahora dices que somos amigos, Kurata?
La joven tragó duramente saliva.
— Si de verdad lo fuéramos… No me hubieses insultado, herido ni mucho menos dejado de lado de cómo lo acabas de hacer. Tú, quien creí mi mejor amiga en una tonta discusión, donde yo no quería herirte sino ayudarte, me llamó "demonio".
Calcó la última palabra. La chica apretó los puños.
— Yo…
— Yo mismo de di cuenta, así que ahórrate la hipocresía. — La cortó, mirándola con una expresión que Sana nunca creyó que la miraría: odio. — Tú y yo, somos de mundos distintos. Tú tienes a tus amigas superficiales y yo a mi banda…-
— ¡No las metas a ellas en esto!— Le interrumpió molesta.
— Aun así, sé que no eres más que una hipócrita. Seré breve: Me REPUGNA tu presencia, tiras mierda por donde se te da la gana, sabes lo mucho que me heriste, ¿no? Pues no caeré por perras como tú, eso se acabó, te agradezco que me hayas abierto los ojos.
Sin mirar a la joven a los ojos, pasó al lado de ella, chocando bruscamente con su hombro y se fue de allí dejándola sola.
Sana, lentamente sin reaccionar por sus palabras, se dejó caer en el suelo de rodillas.
"No eres más que una hipócrita"
¿Será cierto?
"Me REPUGNA tu presencia"
Se miró sus manos con asco.
"Sabes lo mucho que me heriste, ¿no?
Se levantó nuevamente sin expresión alguna.
"No caeré en perras como tú"
Se encaminó al salón a buscar su mochila, pero se encontró con Tsuyoshi, Aya, Naozumi y la profesora Misako.
— Sana-chan, ¿qué pasó? Akito-kun vino aquí y se fue sin mirarnos. — El chico con gafas se colocó en frente de ella.
La joven lo ignoró y tomó su bolso.
— ¿Kurata-san? ¿Qué sucede?
La joven miró a su profesora favorita, con su característico peinado extraño y su mascota Maro-chan. Fingió una de las mejores sonrisas.
— Estoy bien, estoy cansada. — Se rió y se fue a toda velocidad.
Al salir, fue seguida por sus tres amigos, cuando llegaron a la azotea, donde no había absolutamente nadie, Aya se atrevió a preguntar.
— ¿Qué fue eso, Sana-chan? ¿De verdad estás bien?
— ¡Claro que sí! ¿Quién necesita a ese lobo solitario?— Se rió a carcajadas.
Esa sonora carcajada se fue convirtiendo lentamente en un fuerte y doloroso llanto. Aya con los ojos llorosos, se acercó a ella.
— ¿S-Sana-chan?
— Hehe… Hehehe…— Seguía tratando se reír mientras las lágrimas caían por sus ojos.
Naozumi y Tsuyoshi no sabían que hacer. El ojiazul se acercó rápidamente a ella y le sacudió los hombros.
— ¡Ya basta, Sana-chan! ¡¿Qué te hizo Hayama?!
"Hayama…"
La joven cesó la risa y miró al chico.
"Hayama."
Nuevas lágrimas cayeron de sus mejillas y soltó un sollozo.
— ¡HAYAMA!— Gritó con la voz quebrada mientras era abrazada por Naozumi. — Oh Dios, ¿qué he hecho? ¿Cómo pude ser tan tonta? Yo no quería… No quería hacerle daño…
No merecía nada, ni su lástima, tampoco la de sus amigos. Lo mejor sería desaparecer y ya. Abrió los ojos sorprendida por el pensamiento… ¿Desaparecer?
Se zafó del abrazo del ojiazul y miró con rabia el lugar, se acercó al borde, con intención de arrojarse del último piso, Naozumi la agarró desesperadamente.
— ¡Suéltame!
— ¡¿Qué haces, Sana-chan?! ¡ESTO NO SOLUCIONARÁ NADA!
— ¡SI LO HARÁ! ¡ÉL ME ODIA! ¡DETESTA MI PRESENCIA!— Forcejeó.
— ¡Tú no eres una cobarde, Sana-chan! ¡No enfrentas las cosas de esta manera!
La joven frenó en seco, él tenía razón. Miró el cielo, que comenzaba a anochecer.
— "¡¿Qué demonios importa eso?!"— Pensó cuando volvió a forcejear y nuevas lágrimas cayeron.
Sintió que sus tres amigos la comenzaron a acompañar en el llanto, todos desesperados, pero a ella ya no le importaba nada.
— ¡¿POR QUÉ ME LO QUITASTE?! ¡SI NO QUERÍAS QUE ESTUVIERA CON ÉL…! ¡¿POR QUÉ ME HICISTE ENAMORARME DE ÉL?!— Gritó furiosa al admitirlo por primera vez de forma abierta mirando el cielo.
Naozumi al escuchar esto, soltó otro sollozo. Él también sentía algo por ella, y sabía que era imposible, pero que ella sufriera por alguien que le había hecho tanto daño, sentía que también era el dolor de él.
— ¡DEVUÉLVEME ATRÁS! ¡QUIERO VOLVER ATRÁS! ¡QUIERO VOLVER A ESA ÉPOCA! ¡QUIERO VOLVER A SER SU MEJOR AMIGA!— Gritó por última vez y se dejó caer de rodillas. Temblaba con violencia. Esas palabras se habían enterrado crudamente en su corazón, que al parecer había dejado de latir. No quería seguir viviendo, después de esas frías y duras palabras…"
— ¿Estás bien, Sana-chan?— La aludida subió la vista, apartando el recuerdo de su mente y miró a Naozumi.
— Estoy bien…— Murmuró pesadamente. El ojiazul, posó su mano en su hombro y la atrajo hacia él, abrazándola protectoramente. La chica sonrió enternecida por su gesto.
" Hace dos años, cierta niña corría por los pasillos, no quería ver a nadie, pero sintió una mano agarrarla bruscamente de la muñeca.
— ¡Sana! ¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras?
— S-Suéltame, Hayama…
— ¿Fue otra discusión con tu hermana? ¿Fue tu madre?— La chica bajó la vista. — ¡Sana, contéstame!— La sacudió de los hombros.
— Mamá…— Murmuró y soltó un fuerte sollozo. — Ella no me quiere… Me dijo que solo fastidio en su vida… Si tan solo no hubiese nacido yo… No sé qué hacer… Aquí, en la escuela soy tan feliz… Estoy con ustedes… Que han estado siempre ahí para mí, pero cuando… Estoy en casa… ¡Me siento tan sola!— Gritó con la voz quebrada.
Hayama la envolvió en un cálido abrazo, mientras que la chica le correspondía desesperadamente, buscando ser protegida.
— No creo que tu madre lo haya dicho con intención… Quizá fue algo sin pensar… Además… Nunca vuelvas a decir que estás sola, Sana. — La joven cesó el llanto, sin mirarle. — No lo estás… Estás conmigo, ¿no lo ves? Yo… ¡Detesto verte así!— La estrechó con fuerza. — Tienes un corazón puro, eres la persona más bella que he conocido en mi vida… ¡Deja de llorar!
Sana estaba en shock por sus palabras, habían sonado demasiado sugerentes, pero ella las tomó por amistad, no quería hacerse ilusiones de su mejor amigo, él era así con ella. Sus palabras sonaron tan desesperadas y cálidas… Que todo el dolor había desaparecido…"
Cerró los ojos, concentrándose en ese momento. Pudiera haber aceptado el final de su amistad de no ser por las palabras tan contrarias con el paso de los años.
"Nunca vuelvas a decir que estás sola, Sana"
"No eres más que una hipócrita"
"Tienes un corazón puro"
"Tú y yo, somos de mundos distintos"
"Eres la persona más bella que he conocido en mi vida…"
"Me REPUGNA tu presencia, tiras mierda por donde se te da la gana"
Soltó un suspiro de angustia y Naozumi la estrechó con más fuerza. Había rumores de ambos, que ella había "cambiado" a Hayama por Naozumi, pero no era así. El ojiazul había sido quien más la había ayudado a soportar su dolor, la consolaba, la abrazaba, le decía cosas que ayudaban su autoestima, pero no lo suficiente.
La joven, estaba en un cuadro depresivo, shockeada por las palabras, así que todo estaba hecho pedazos en su mente. Por más que trató fingir, incluso los profesores se preocupaban o lloraban por ella, ya que había bajado rotundamente las calificaciones y pocas veces sonreía con sinceridad.
Cierta mañana, Sana bajaba las escaleras para ir a clases, pero escuchó un estruendo de la habitación de Fuuka.
— ¿Hermana?— Bajó a toda velocidad.
Al abrir la puerta, el shock la invadió. Su madre, Kurata Keiko, agarraba rudamente a su hermana del cuello de la camisa.
— ¿…Mamá?
— ¿Qué haces tú aquí? ¡Vete!— Logró decir su hermana mayor, llorando y que la sangre de su labio no dejaba de salir.
—… ¡N-No!— Se acercó desesperadamente y agarró a su hermana para alejarla de esa mujer, no sin antes ser jalada del cabello por ella y sentir un golpe en su rostro.
Ignoró la sangre, agarró a su hermana, que por suerte tenía el uniforme puesto y la mochila en la otra mano y salieron corriendo. Ambas temblaron por el frío de afuera, habían olvidado sus abrigos. Fuuka se liberó del agarre de su hermana menor y la miró con lágrimas en sus orbes.
— ¡Eres una tonta! ¡Te golpeó porque quisiste ayudarme!
— ¡¿Qué me dices de ti?!— Le gritó molesta viendo a su hermana mayor sangrando de su labio y de la nariz. Ahogó el llanto, no quería mostrarse débil.
Pronto, comenzaron a caminar en silencio a la escuela, Sana le tendió un pañuelo a Fuuka, quien lo aceptó, pero no abrió la boca.
Ambas se despidieron. Los salones de ambas estaban en diferentes pisos. Sana subió lentamente las escaleras, cuando estaba a punto de llegar, chocó con cierto individuo, un poco mayor de estatura que ella. Sana iba a caer, pero el chico la agarró firmemente de los brazos.
Sus miradas se encontraron, después de tanto tiempo. La joven sintió unos enormes deseos de llorar, de nuevo esos ojos, que la habían enamorado y partido el corazón. Ambos despedían sorpresa en sus orbes. Hayama, estaba sorprendido y enfadado al ver el rostro de su ex mejor amiga sucio y su labio sangraba. En cambio, Sana estaba asustada, nuevamente esas palabras se colaron en su mente, resonando con fiereza y crueldad.
Se separó de él, empujándolo con fuerza. Salió corriendo al patio trasero. Su corazón aceleró con más fuerza al oír que la comenzó a perseguir. ¿Por qué? ¡Él la odiaba! Incluso él mismo se preguntó por qué demonios la seguía, pero estaba desconcertado por la sangre de su rostro. La chica seguía corriendo.
"¿Crees que soy capaz… de estar bien sin ti?
¿Acaso tú estás bien sin mí?"
¿Por qué de repente esa canción vino a su cabeza? Simple, lo recordaba a él. Era exactamente como ella se sentía.
"El mundo sin ti es difícil
Que incluso me culpo a mí misma…
Por respirar tu mismo aire…"
Una mano la agarró de la cintura y la escondió de Hayama. Iba a protestar, pero cayó el ver que era Naozumi quien la había agarrado.
— Naozumi-kun…
— Vi que Hayama te estaba siguiendo, tomé un atajo y…— Se detuvo al ver el rostro de la joven. — ¿Sana…chan? ¿P-Por qué sangras?— A la chica se le llenaron los ojos de lágrimas nuevamente y comenzó a llorar.
— Yo… ¿Qué debería hacer?
"¿Qué debería hacer? Incluso ahora…
Vivo cada día dolorosamente por tus palabras… Dime…"
Hayama frenó en seco su corrida al oír los sollozos de Sana al otro lado del pasillo. Lloraba desesperada. Silenciosamente, fijó su vista para ver a la joven, abrazada por su enemigo.
"Mírame…
Dime si lo que hago está mal
¿Vives cada día dolorosamente como yo?
Dímelo…"
Naozumi notó la mirada de Hayama posada en ambos. El ojiazul le lanzó una mirada fría, resentido con él por lo que le había hecho a Sana. Hayama le devolvió la mirada, mucho más molesto.
— Naozumi-kun… Cada día… Es horrible sin él… Lo perdí… Perdí a Hayama…
El aludido abrió los ojos sorpresivamente por la confesión que logró oír. Naozumi la estrecho con más fuerza para que no se alejara de él y que no notara la presencia de cierto ojidorado a sus espaldas.
— Te equivocas, Sana-chan…— Miró con frialdad a Hayama. — Fue Hayama-kun quien te perdió… Y lo peor es que… Por más doloroso que suene, él no logrará recuperarte.
Sana lloró con más fuerza, ¿será verdad?
Hayama apretó los puños, dolido por las palabras del chico. Se mordió el labio y se fue de allí a paso lento, las clases habían comenzado hace más de diez minutos, pero ¿qué importaba eso?
Unas cuantas lágrimas escaparon de sus ojos, que permitió caer. Cerró los ojos con fuerza, furioso con Kamura y con él mismo. Había dudado de ella.
"¿Llegamos demasiado tarde?
Nuestra oportunidad, ¿murió?
Yo sigo pensando en ti, pero…
Tú no lo sabes…"
— Soy un demonio…— Murmuró dolido mirándose al espejo, no paraban de salir lágrimas de sus orbes. — ¿Qué he hecho?
Bajó la cabeza mirando el suelo… Ambos lloraban a distancia, por el otro…
Continuará…
Ok… Quiero que sepan que esto es muy similar a algo que me pasó a mí con mi mejor amigo… Jeje… Okay estoy segura que pensarán "Está mintiendo", pero no es mentira, en este Two-shot, lo narraré al estilo Kodocha y con un poco más de violencia, pero sinceramente, escribir eso de mi hermana me desahogó de verdad… Me demoraré en continuar, perdón… Reviews…
