Disclaimer: La saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer, yo solamente me divierto con sus personajes, ya que me enamoré de ellos. Esta historia es una idea mía y ahora la comparto con ustedes.
Resumen: Edward la dejó, Bella siguió con su vida, se dedicó al estudio y luego al trabajo, pero ya no es la misma chica. Después de cuatro años, Edward vuelve a irrumpir en su vida, él siempre la amó y sólo desea una oportunidad para explicarle los errores del pasado, ¿será que Bella le dará una nueva oportunidad? ¿Qué piensas tú? ¡Entra y descúbrelo!(Todos humanos)
Hay días
Hay días en los que ni yo misma me entiendo, hay días que estoy feliz, hay días que estoy triste; hay días que me gustaría olvidarme de todo, hay días que sé todo, hay días que no sé nada; hay días en que te deseo y espero, hay días que me desespero porque pienso que jamás vas a llegar; hay días en que soñar ya no es suficiente y son en estos días en que más te anhelo.
(Jane Bells)
Capítulo 1 — Encuentro con el pasado
Cuatro malditos años ya habían pasado y yo seguía aquí viviendo de mis recuerdos, apuesto que él ya ni siquiera se acuerda de mi existencia, mientras yo sigo aquí, como la idiota que soy, viviendo de estos recuerdos. No tengo vida social, voy de casa al trabajo y del trabajo a mi casa, soy un espectro de aquello que fui un día; la chica alegre, sonriente y dulce dio paso a la chica triste, impasible y dura, ésta ahora soy yo, por lo menos es el cariz que presento delante de todos, porque en mis adentros sé que sigo siendo la misma chica, pero ésa solamente sale a flote cuando estoy totalmente sola, o cuando trato con mis pacientes, la otra es un disfraz que funciona perfectamente, ya que nadie se me acerca. No es que trate mal a las personas, pero mantengo las distancias, no me aproximo más allá de lo necesario y no dejo que nadie se me acerque, no quiero entablar una nueva relación, sea de amistad o amorosa, no quiero decepcionarme nuevamente, entonces me quedo en la seguridad que me transmite mis amistades más antiguas.
— Bella, encontré a la doctora Denali en el pasillo y me pidió que te dijera que desea hablarte, te quiere en su sala en 15 minutos — dijo mi mejor amiga, sacándome de mis recuerdos, ella es una de las pocas personas en que confió y que sabe de mi historia.
— Gracias, Alice, voy para allá entonces, ehh… ¿Tienes idea de lo qué quiere hablarme?
— No, amiga, pero no creo que sea algo malo, estaba muy tranquila aparentemente.
— Vale.
Alice y yo somos amigas desde la enseñanza básica, es tanta nuestra afinidad que terminamos escogiendo la misma carrera, enfermería, yo me especialicé en pediatría y ella en urgencias, fuimos juntas a la universidad y debo admitir que ella fue mi mayor apoyo, en una época donde para mí no existía más razón para seguir adelante, ella me recordó el motivo por el cual había escogido hacer enfermería: "siempre quisiste ayudar a los más necesitados, ayudarlos en su proceso de cura o apoyarlos en el caso contrario, no te olvides de eso", me había dicho en aquel entonces. Y fue lo que yo hice, no me olvidé de mi objetivo y me dediqué en cuerpo y alma a mi carrera, viviendo prácticamente para mis estudios y luego que los terminé para el trabajo que conseguí en el hospital universitario de Seattle gracias a mis buenas calificaciones. A pesar de que trabajamos en áreas distintas siempre nos encontramos en los pasillos o si tenemos tiempo durante nuestra guardia escapamos hacia el área de la otra, también siempre almorzamos juntas.
Llegué a la puerta de la doctora Carmen Denali, la directora del hospital, la pegué dos veces antes de escuchar un adelante desde dentro de la sala.
— Buenas, doctora Denali, ¿quería hablarme? — Pregunté adentrándome en la amplia sala llena de diplomas por todas las paredes. Ella era una mujer entre los 45 y 50 años, alta y delgada, dueña de unos lindos ojos azules que transmitían a la primera impresión tranquilidad, sin embargo, ella estaba muy lejos de ser la persona tranquila que aparentaba, todos los funcionarios del hospital la temían desde los mejores médicos hasta el personal de la limpieza, sin embargo, a causa de eso el hospital funcionaba de maravilla.
— Tome asiento, enfermera Swan.
Me senté empezando a sentir los efectos de estar delante de ella, no tenía ni la más mínima idea de por qué ella quería hablarme, solo estuve delante de ella dos veces, en la primera fue para la entrevista para conseguir el cargo de enfermera y la segunda fue hacía seis meses cuando fui promovida a enfermera jefe de la ala de pediatría.
— Bueno, enfermera Swan, dentro de una semana será la cirugía del niño Morgan, infelizmente acabo de ser informada que el doctor Whitlock sufrió un accidente practicando surf — dijo con un tono de voz irónico — y se ha roto la mano derecha quedando así imposibilitado de hacer cirugías por un mes, por lo menos ya nos informó que un amigo le viene a sustituir por ese periodo, usted debe estar preguntándose dónde entra en esta historia, ¿no, enfermera Swan?
Asentí tímidamente.
— Pues bien, este amigo es uno de los mejores cirujanos pediátricos de la actualidad, y hacía tiempo que yo intentaba traerlo de forma definitiva a nuestro hospital, y además de amigo del doctor Whitlock él también es mi sobrino, lo que quiero de usted señorita es que se encargue personalmente de todos los detalles referentes a la cirugía del niño Morgan, quiero que todo salga perfecto, tenemos que causar una excelente impresión al doctor, pues realmente quiero convencerlo a quedarse con nosotros, ¿comprende, enfermera Swan? — Terminó en un tono amenazante.
— Perfectamente, doctora.
— El doctor Cullen — sentí que palidecía al escuchar este apellido — se integra a nuestro equipo el lunes por la mañana, así que, tendrá los mismos días de guardia que usted, por eso esté atenta a todo lo que él necesite.
— Sí, doctora.
— Esto es todo, enfermera Swan, ya puede volver a su trabajo.
Mientras volvía para la pediatría repetía como se tratara de un mantra: es solo un apellido, existen miles de Cullen por ahí. A pesar de que existía días que anhelaba aquella persona con todas mis fuerzas esto no significaba que estaba preparada para volver a encontrarla, bueno, no anhelaba aquella persona, sino su ilusión, porque de la verdadera persona todo lo que más deseaba de ella era distancia, pero su ilusión me llevaba a una época feliz, una época que por más que yo intente olvidar se encuentra arraigada en mi interior, como las profundas raíces de un árbol a la tierra. Cómo podía seguir teniendo esos recuerdos sabiendo que todo no fue más que una vil mentira, pues, no sabía cómo explicarlo.
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En este fin de semana tenía dos días de descanso consecutivos, mis guardias eran de 12 horas y luego tenía un descanso de 36 horas y dos veces al mes me eran concedidos dos días de descanso consecutivos que era lo que me tocaba ahora. A pesar de tener dos días libres no conseguí relajar en ningún momento, durante el fin de semana no conseguí olvidarme del hecho que un tal doctor Cullen ingresaría en el hospital y que yo tendría que lidiar directamente con él. Alice me llamó algunas veces para saber cómo estaba, pues, según ella había vuelto medio rara de la conversación con la doctora Denali, le dije que solo estaba preocupada para que todo saliera bien con el nuevo médico, no le dije su apellido, no quería afligirla también; el lunes llegaría y yo confirmaría que el tal doctor sería solamente un Cullen más entre muchos, no el mío.
Por fin llegó el lunes, a las siete menos veinte entré en el hospital, cambié mi ropa por una blusa de algodón blanco y unos jeans también blancos y calcé los zapatos típicos de enfermeras, puse la bata blanca por encima, la mía era llena de dibujos de mariposas coloridas para alegrar a los niños, y luego fui hablar con la enfermera del turno de la noche para sustituirla. Después de revisar los datos de la noche y dar instrucciones a los técnicos me fui hacer la revisión de los pacientes. Una hora después sólo me faltaba el niño Morgan, que iba ser operado el miércoles por el nuevo doctor, me deshice de este pensamiento no me iba a llevar por un buen camino.
— Buenos días, Gabriel — lo saludé adentrando en la habitación.
— Hola, Bella — contestó con una gran sonrisa.
— Señora Morgan, buenos días.
— Buenos días, enfermera Swan.
— ¿Y cómo estas hoy, Gabriel?
— Muy… bien… Mi mamá me ha dicho que hoy viene a verme el doctor que va a operarme — me contó feliz.
— Sí, es verdad, pronto podrás ir a casa.
— Síp, es lo que más quiero — dijo con los ojos azules llenos de ilusión.
Gabriel tenía seis años, era un niño adorable, muy cariñoso y alegre a pesar de su enfermedad. Tenía un problema en una válvula coronaria, lo que le impedía de ser un niño normal para su edad, pues necesitaba tener algunos cuidados especiales, no podía correr o jugar juegos que exigían algún tipo de actividad física, pero después de que le hicieran la intervención este problema sería revertido.
— Bueno, tengo que irme, más tarde paso a verte, pero dame mi beso de buenos días que todavía no me los has dado — dije en un tono de enfado.
Él se rió y se bajó de la cama para abrazarme y besarme, me puse de cuclillas frente a él, y cuando lo estaba abrazando escuché que alguien me llamaba desde la puerta.
— Enfermera Swan.
— ¿Sí? — Gabriel me soltó, entonces di la vuelta para ver mi pesadilla hecha realidad. En la puerta estaba la doctora Denali y junto a ella el doctor Cullen, el Cullen mío.
Sentí mi rostro palidecer de inmediato, mientras que sus ojos verdes recorrían mi cuerpo hasta detenerse en mi face, me miró fijamente no sé precisar por cuanto tiempo; a través de su mirada percibí que él estaba sorprendido y al mismo tiempo ¿feliz? Él no había cambiado mucho, seguía con el mismo pelo desordenado, con su mirada verde misteriosa, tal vez hubiese ganado algo de peso, pero en el buen sentido, ahora también tenía un aura de madurez que antes no la tenía.
Nuestra burbuja fue interrumpida por la voz de la doctora Denali.
— Señorita Swan, le presento al doctor Cullen, doctor Cullen, ésta es la enfermera Swan responsable por el sector de enfermería de la pediatría.
— Doctor Cullen — lo cumplimenté apáticamente.
— Enfermera Swan.
De pronto sentí un tirón en mi mano derecha, mire hacia abajo.
— ¿Es este mi doctor, Bella? — Quiso saber Gabriel.
— Sí, cariño.
Los próximos minutos fueron dedicados a hablar sobre la intervención de Gabriel, la señora Morgan se quedó contentísima con los esclarecimientos dados por él, al principio ella estaba recelosa con el cambio de médico, pero luego de una buena conversación entre la doctora Denali, el doctor Cullen y ella, todos sus miedos se disiparon, él era un buen médico, siempre supe que lo sería, transmitía seguridad y confianza y eso se percibía a lo lejos.
— Doctora Denali, permiso, pero necesito volver al puesto de enfermería — necesitaba huir de allí lo más rápido posible, El doctor Cullen, mientras hablaba con la señora Morgan, me daba miradas furtivas que solamente yo percibí.
— Sí, Swan, luego nos vemos allá, todavía tengo algunas cosas que hablar con usted — asentí y salí lo más rápido que pude.
Empecé a andar sin rumbo pos los pasillos del hospital, me sentía totalmente abrumada, no me lo podía creer en la mala pasada que el destino me estaba jugado, mientras caminaba una profusión de recuerdos invadieron me mente.
"— Cásate conmigo, Bella — me había pedido Edward después de que hiciéramos el amor.
Me separé de sus brazos y lo miré intensamente.
— ¿Hablas en serio?
— Nunca he hablado tan en serio, pero si necesitas de una prueba concreta para creer en mis palabras…— se sentó en su cama y buscó algo en el cajón de la mesita de noche, volvió hacia mí con una cajita cubierta de terciopelo azul oscuro en la mano, abrió delante de mí, dentro de ella había un delicado anillo de oro con una piedra transparente en el medio.
— Señorita Swan, ¿me harías el gran honor de ser mi esposa?
— Sí — contesté con un susurro, conteniendo las lágrimas que querían asomar en mis ojos.
Me tomó la mano derecha y puso el anillo en mi dedo medio, luego beso el anillo y me miró a los ojos.
— Gracias — dijo emocionado."
Todo mentira, sus caricias, sus promesas de amor, absolutamente todo mentira. Caminaba tan abstraída en mis pensamientos que terminé por chocar con alguien, cuando levanté mis ojos para disculparme vi la única persona que me entendería en este momento.
— Alice — suspiré.
— ¿Qué te pasa, Bella? — Indagó preocupada.
— Vamos a otro sitio, necesito contarte algo.
Nos dirigimos hacia el descanso de los enfermeros, era temprano todavía y probablemente no encontraríamos a nadie echando una siesta, así que podríamos hablar con más privacidad.
— Dime, ¿qué te pasa? — Inquirió ella así que cerramos la puerta.
— Edward está aquí.
— ¿Qué? ¡No es posible!
— Sí, es tan posible que acabo de verlo, no sé qué hacer amiga, me siento como a cuatro años, no sé si podré salir adelante esta vez — empecé a llorar sin darme cuenta.
— Shhh… no estás sola amiga, Edward no te va a joder la vida una vez más — me consoló Alice mientras yo me deshacía en llanto en sus brazos.
— Todo iba tan bien, Alice, por qué, por qué ahora que yo empezaba a vivir nuevamente volvemos a encontrarnos.
— No lo sé, Bella, no lo sé.
Me quedé unos 15 minutos más llorando mientras ella me consolaba.
— Mira, tienes que arreglarte un poco, luego van a estar buscándote y a mí también, tenemos que ir para nuestras áreas.
— Ok. Déjame lavar el rostro y volvemos.
— ¿Te sientes mejor? — Me preguntó Alice mientras caminábamos hacia nuestras respectivas áreas.
— Un poco, después que termine mi guardia voy a casa pensar en lo que voy hacer de aquí en adelante, aprovecharé que mañana es mi día de descanso y pondré las ideas en su lugar.
— ¿Quieres que duerma en tu casa?
— No, Alice, necesito estar sola para pensar, después te llamo y hablamos, ¿vale?
— Claro, amiga, no te olvides que estoy contigo.
— Lo sé, Alice. Gracias.
Mientras volvía para el puesto de enfermería escuché mi nombre ser llamado en los altavoces del hospital, estaba siendo requerida en pediatría. Apresé mis pasos y al llegar fui informada de que debería sondar a una niña de 1 año de edad, que se encontraba muy débil para comer por su propia cuenta, ya que había sido víctima de un severo virus estomacal que la dejó muy deshidratada. Llavé mis manos y me dispuse a preparar todo el material necesario para el procedimiento, con todo listo me dirigí a la habitación de la niña; su madre velaba su sueño con una expresión de extrema preocupación y de amor absoluto, sobretodo amor. Siempre que me deparaba con una escena como ésta me preguntaba si algún día yo experimentaría sentir un amor así, si algún día mi vientre y mis brazos acunarían a un niño o una niña que yo pudiera llamar de mío, me deshice de este pensamiento, ya sabía muy bien la respuesta a esta pregunta, no, no voy a poder acunar a un niño y llamarle hijo mío, porque jamás volveré a entregarme a un hombre, jamás volveré a sentirme usada, engañada, mancillada por nadie más, aunque para esto tenga que renunciar a algo que siempre había soñado, ser madre.
Realicé el procedimiento tranquilamente ya que la niña ya había sido previamente sedada por una de las técnicas en enfermería, cuando terminé la madre me dio las gracias, le dije que probablemente dentro de pocos días la niña estaría recuperada, ya que ahora ya estaba casi libre del virus y solo le faltaba recuperar las fuerzas para salir adelante.
Volví al puesto de enfermería y dije a una de las técnicas que se encargara de ir a alimentar a la niña que yo había sondado. Me quedé sola en aquel sitio ya que el resto de mi equipo estaba realizando algún procedimiento. Mientras descartaba el material utilizado en el procedimiento sentí la presencia de alguien a mis espaldas, lavé mis manos y me giré para ver de quien se trataba.
— Bella — dijo Edward mirándome directamente a los ojos.
Tragué en seco.
— Doctor Cullen, ¿necesita algo?
— Sí, precisamos hablar, Bella.
— ¿Sobre?
— Nosotros.
— Yo no tengo nada que hablar con usted, a no ser que sea algo relacionado a nuestro trabajo, si no es acerca de esto, entonces pierde su tiempo — aclaré tajantemente.
— Bella, por favor, necesitas escucharme — dijo de forma suplicante mientras avanzaba algunos pasos en mi dirección.
— No se me acerque — retrocedí un paso, pero me topé con la encimera del lavamanos.
— Enfermera Swan — ¡oh! Gracias al cielo, era la técnica Stanley que regresaba de alimentar a la niña.
— Sí, Stanley.
— Oh, disculpa si interrumpo — dijo al percatarse de la presencia de Edward en la habitación.
— No se preocupe, no hablábamos nada importante — contesté.
Edward rodó los ojos.
— Doctor Cullen — lo saludó, él solamente asintió con la cabeza. — Ya alimenté a la niña, enfermera Swan, y mientras regresaba encontré a la doctora Kate, ella pidió que fuera a la maternidad — habló mirando nerviosamente entre Edward y yo.
La doctora Kate era llamada por su nombre y no por su apellido para distinguirse de su madre, ya que es ella hija de la doctora Denali, y por consecuencia prima de Edward, ¡Ohhh, Dios! Kate era una de las pocas amistades que hice después de ingresar en el hospital, bueno para que mentir, era la única, ya que Alice no cuenta. Kate es una mujer hermosa dueña de una linda cabellera pelirroja y unos preciosos ojos azules, alta y un poco rellena de cuerpo, seis años mayor que Alice y yo, nos conocemos cuando en el hospital estuvo interna una madre que iba a tener quíntuplos, el parto, una cesaría, reunió un gran equipo para que todo ocurrirá bien, yo fui una de las enfermeras seleccionadas para presenciar tal hecho, desde entonces desarrollamos una amistad, estuvimos muy próximas durante todo el preparatorio para la cirurgía, ella consiguió de alguna manera ultrapasar la pared de aislamiento que llevó puesta a casi todo momento, luego también le presenté a Alice y las dos se cayeron muy bien.
— Gracias, Stanley, voy para allá — dije mientras pasaba por Edward para llegar hasta la puerta, momento cual él aprovechó para susurrar en mi oído:
— No podrás huir siempre — un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar su constatación. No obstante, durante el resto de este día logré escaparme de él.
Hablé con Kate en la maternidad, ella y la enfermera de su área querían consultarme acerca de una nueva forma de tratar a los niños prematuros, yo había hecho una especialización a poco tiempo en este aspecto y ellas querían aclarar algunos puntos, ya que la maternidad iba a poner en práctica este nuevo método dentro de pocos días. Cuando volvía de la maternidad me encontré con la doctora Denali en el pasillo y una vez más reiteró su interés en agradar a Edward.
— Le dije al doctor Cullen que cualquier duda o auxilio en la pediatría debería buscarla a usted, enfermera Swan — ¡qué maravilla! —. Espero que usted lo ayude en lo que él necesite.
— Cuente con ello, doctora.
Este día cuando llegué a mi apartamento eran pasadas las ocho de la noche; entré y me derrumbé en el sofá, cerré los ojos y lo que vi fue un par de ojos verdes cristalinos mirándome, los abrí de golpe para mirar el techo blanco de mi sala.
— ¿Qué hago? — Indagué en voz alta.
Cómo podría lograr sobrevivir teniendo que trabajar a su lado, reviviendo así nuestro pasado, los momentos felices y lo peor, el engaño. ¡Ah, Dios, qué hago! ¡Ayúdame! Ya no basta todo lo que tuve que suportar, todo lo que cambié, el maldito disfraz que uso día tras día para que nadie se me acerque y me haga daño nuevamente. Por qué ahora que me estoy readaptando a vivir él vuelve para poner mi mundo patas arriba, sé que a pesar de todo todavía pienso en él, al fin y al cabo él fue mi primer amor, y mucho contra mi voluntad, también sé que era y seguirá siendo mi único amor, pero tenerlo cerca me sobrepasa, consigo vivir con los recuerdos pero no con él junto a mí, haciéndome anhelar lo que ya no puedo y no quiero tener, por lo menos eso es lo que dice mi lado razonable.
Pero no puedo huir, aquí tengo mi trabajo, que es lo único que me queda, no puedo desistir de algo por lo que tanto luché para conquistar, entonces, ¿qué hago? Bueno, un mes es el tiempo que el doctor Whitlock iba a estar de baja, un mes de huidas y de solo hablar lo necesario, lo puedo suportar, ¿no? Mejor que dejar todo a un lado y salir huyendo, haciéndole saber lo cuanto que su presencia me turba.
Decisión tomada, ahora solamente ruego a Dios que mis nervios resistan a un mes de encuentros indeseables y que yo consiga huir de su charla "acerca de nosotros".
Continuará…
Adelanto del próximo capítulo:
"— Bella, necesitamos hablar — dijo Edward mientras salíamos del laboratorio, aprovechando que no había nadie cerca.
— Enfermera Swan, doctor Cullen — lo corregí. — Y no tengo nada de qué hablar con usted.
Le di la espalda y salí, pero no pude ir muy lejos ya que el agarre de una fuerte mano en mi brazo derecho me detuvo, haciéndome dar la vuelta y quedarme cara a cara con él".
¿Qué tal nenas? Alguien desea leer el segundo capítulo?
