DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Skip Beat no me pertenece, ya quisiera yo.
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Dentro de la habitación de un hotel, Kyoko se pasea de un lado a otro, esperando que conecte la llamada que está realizando, deseando que conteste, temiendo que lo haga. Frunce el ceño nerviosa, al escuchar la añorada voz del otro lado de la línea. ¿Qué le deparará a ella esta vez con él? Últimamente lo había notado distinto, nervioso y hasta ¿posesivo?
—Muy buenos días, ¿cómo amaneciste? —decía una cálida voz desde el otro lado de la línea.
—Muy bien, gracias, ¿y usted, Tsuru...
—Ren, Kyoko, quedamos en que me ibas a tutear, después de tanto tiempo de conocernos... —interrumpió su interlocutor impacientemente.
—Lo siento, es la costumbre, aún me cuesta trabajo —respondió avergonzada, si él la hubiera podido ver, habría notado que estaba haciendo una de sus famosas reverencias.
—Y bueno, ¿ya me vas a decir por fin en qué película estás trabajando? ¿Hay alguna razón en específico por la cual en todo este tiempo no me lo hayas dicho? ¿O es que acaso no quieres que yo sepa?
—... —Kyoko simplemente no podía dejar de imaginar a Ren con la sonrisa que no le llegaba a los ojos. Como aquel día en que se vieron después del PV de Sho. No quería defraudarlo. Pero más aún no quería que supiera el por qué no había podido decirle, por qué no le había pedido ayuda con el ensayo. Si sus nervios la traicionaban, peor, sus deseos la traicionaban, no podría ocultar sus sentimientos y él lo sabría.
—Kyoko, ¿algo va mal?
—Es que... —titubeaba, mientras cerraba el puño, aún más nerviosa, sobre su blanca falda.
—¿Sí? —preguntaba entre ansioso y preocupado por la sospechosa actitud de la chica.
—Vas a burlarte de mí, por aceptar este tipo de películas...
—¿Ah? ¿Por qué crees que yo me burlaría de ti?
—Es una película de comedia romántica y..., musical.
—¿Y qué tiene eso de malo?
—... —¡si tan solo los dioses pudieran hacer que Ren no la conociera tanto! No estaría haciendo tantas preguntas que no sabe cómo responder.
—Kyoko... —suspiró Ren, cansadamente.
—Bueno, es que..., tuve que..., dar mi primer beso —dijo todo esto tan deprisa y bajito que Ren no pudo entender ni la primera letra.
—Kyoko, por favor, no entendí qué tuviste que hacer, repítelo nuevamente más despacio y alto.
Cerrando los ojos y tomando aire para llenar sus pulmones al mismo tiempo que se daba ánimos para confesar dijo:
—Tuve que dar mi primer beso y no fue nada fácil, dieron varios NG. Y solo podía pensar en ti —cuando dijo la frase el corazón de Ren dio un pequeño brinco fuera de su cuerpo. Tuvo que alcanzarlo a cinco cuadras de distancia. ¿Acaso estaría pensando en besarlo a él? Daría lo que fuera porque así hubiera sido.
—¿En mí? —preguntaba esperanzado de que por fin sus sentimientos fueran mutuos.
—Sí, pensaba en qué cara pondrías al saber que la escena no salía y la tuvimos que repetir—mordiéndose la lengua por haber cometido soberano error, respondió casi sin voz, por supuesto que sin aclararle que el hecho de haber pensado en él, no era por la razón que le había dado sino que había hecho la escena soñando que era Ren a quien besaba, pero como no podía ser sincera en ese aspecto, tuvo que dar la primera respuesta que se le vino a la mente. ¡Qué bueno que era de mente rápida! Había aprendido con el presidente a ser avispada desde que fueron los hermanos Heel.
—¿Fue a ti a quien le dieron los NG o a tu compañero? —preguntó ansioso de saber la respuesta, mientras que recogía los cachitos de su corazón, desperdigados por toda la habitación, al ver sus esperanzas destrozadas.
—En realidad, fue a él. Pero creo que fue debido a mi reacción... Aun así tuvimos que repetir tres veces la escena, y yo sé lo de la regla del corazón para la actuación, sin embargo, debo confesar que no me gustó nada su forma de besar, me sentí muy incómoda y tal vez eso se reflejó en mi actuación...
Ren, cuando Kyoko dijo que no le había gustado su forma de besar, se había imaginado a aquel canalla propasándose con su inocente Kyoko y que esta, debido a su inexperiencia había tenido que aceptar un beso no tan casto. Agradecía a todos los dioses que Kyoko no podía verlo porque acababa de romper un lápiz en dos, pensando que era el cuello del coprotagonista de su amada. Sabía que esto en algún momento llegaría pero tenía la esperanza de que, si no era posible de que fuera con él, al menos pudiera retrasar eso un tiempo, tal vez... unos cuantos años... O unas cuantas décadas, sí, eso estaría mucho mejor...
—...
—¿Ren? ¿Tsuruga-san?
—¿Tsuruga-san, Kyoko? —contestó al escuchar su apellido con honorífico agregado.
—Te quedaste callado y creí que la mejor forma de obtener un respuesta era llamándote así.
—¿Quieres que te enseñe a besar? —dijo de pronto, para no dar explicaciones a su silencio.
—Ren, ¡por favor! Deja de burlarte de mí, ¿sí? —comentó enojada de que su amigo tomara a broma su sentir. ¿Cómo iba ella a besarlo? ¿Y si se daba cuenta que ella no estaba ensayando sino que para ella sería su sueño hecho realidad? Y peor aún, si al enterarse de sus sentimientos, ¿él la rechazaba? No, no podía arriesgarse. Nunca, jamás permitiría que la convenciera.
—No me estoy burlando ni mucho menos, creí que ya me conocías como para saber que no haría nunca nada igual a eso, y menos con este tema —de alguna forma convencería a Kyoko de que él tenía que enseñarle a besar, él debía tener sus labios sí o sí. Borraría de su cabeza la repugnante sensación de que alguien más ya los había probado, y en cuanto a Kyoko, le quitaría ese recuerdo, haría que el suyo se imprimiera tan fuertemente que nunca pudiera olvidarlo. ¡Demonios! Primero el imbécil de Sho va y la besa, teniéndose que quedar él sin poder hacer nada y ahora el gilipollas de su coprotagonista, ¿tenía que ser él, el último en besarla? ¡De eso nada!
—Antes lo hiciste, cuando estabas descubriendo a tu Katsuki —respondió algo turbada.
—Estoy hablando en serio, ¿quieres que te enseñe a besar, para que nunca más tengas NG? ¿Sí o no? ¿Qué te enseñe a hacer responder a tu compañero?
—...
—Kyoko, ¿sigues ahí? ¿Kyoko? —ahora era él quien no obtenía respuesta alguna, para su desesperación.
—Sí..., sí —decía muy quedamente.
—Ah, vale, yo creí que me habías colgado.
—No, es decir sí. Obviamente no te he colgado y sí, quiero decir, sí acepto a que me enseñes a besar. No quiero tener que repetir más escenas y sé que si eres tú, serás un excelente maestro —decía nerviosa, mientras su rostro descubría para el mundo nuevas tonalidades de rojo carmesí. Nunca, sí, ajá, a ver quién le creía porque ella, por supuesto que no.
Ren pensaba recogerla y darle clases extracurriculares e intensivas de todas las formas posibles de dar un beso, no podía esperar y no quería que su ansiedad se notara en su voz, así que trató de tranquilizarse y con más calma de la que realmente sentía, preguntó:
—¿Cuándo regresas?
—Ahhhhh, sobre eso, no sé si te conté que Momose-san está conmigo rodando esta película, y bueno ayer estábamos promocionándola y los dueños del crucero donde se rodaron escenas, regalaron a la productora boletos para un viaje de cuatro días y Momose-san y yo nos ganamos dos de ellos. Así que demoraremos el regreso cinco días más.
—¡Muchas felicidades, Kyoko! Me encantaría poder compartir ese viaje contigo...—respondió sinceramente feliz por ella porque podría vivir una experiencia única pero, por otro lado, muy desolado porque su sesión de entrenamiento se postergaría por unos insufribles e interminables días. ¡Maldita sea su mala suerte! Por fin tenía el perfecto pretexto para besarla y ahora sabiéndolo tendría que aguantarse las ganas.
—Ren, si te sigues burlando de mí, colgaré —respondió con la cara roja, no porque él lo hubiera dicho, total, ya se había acostumbrado a sus bromas sino por todas las probabilidades que le estaban pasando por la mente si ese hecho solo fuera posible—. Estamos en Kobe, hoy por la noche iremos a escuchar el festival de jazz, es muy famoso y después de eso, regresaremos al hotel para relajarnos en las aguas termales. El crucero parte mañana por la mañana muy temprano, de aquí a Busán, en Corea, serán cuatro días de viaje y llegaremos desde Kobe al aeropuerto de Haneda por la noche —dijo dejando de lado sus añoranzas.
—Mándame tu itinerario y pasaré a recogerte al aeropuerto.
—Pero me dijiste que tenías la agenda llena.
—Solo hazlo, ¿sí? Iré por ti. Si te preocupa, envíame inmediatamente tu itinerario y yo le diré a Yashiro que reacomode mi agenda ¿está bien?
—Ren, gracias.
—Por ti, cualquier cosa... —y sin darle tiempo a recapacitar a Kyoko, sobre su última frase, colgó.
