(¯`'·.¸ Adonis Malévolo
¸.·'´¯)
Escrito por:
[ Alya Morrigan ]
El crepitar de la leña en la chimenea era el
único ruido que se escuchaba en la habitación. No había otra luz si no la
producida por el arder de las llamas, cuya proyección en las paredes lograban el
efecto de extrañas y misteriosas sombras. Algunos cuadros decoraban el lugar;
paisajes de zonas lejanas en las que la lluvia era la gran protagonista. Una
mesa de madera en forma rectangular se ubicaba al fondo del salón, y sobre ella
unas cuantas plumas y pergaminos estaban. Una lámpara mágica de hierro sin
encender se ubicaba en una esquina, solitaria. Y justo frente al fuego,
descansaba un sillón de cuero negro.
Daba la impresión de que el cuarto estuviese desocupado. Pero sentado en el
sillón, se encontraba el dueño de todo el lugar; a él pertenecía toda la
mansión, y sobretodo, esa habitación que representaba para él un sitio en donde
podía pensar tranquilamente, y en el que nadie podía entrar excepto él. Puesto
que una de sus tesoros más preciados estaba allí... un recuerdo tangible de
ella.
El sujeto en cuestión sostenía en una de sus manos una copa que contenía un
líquido rojizo, del que salían pequeñas nubecitas de vapor. La mano derecho, que
estaba libre, descansaba sobre sus piernas. Su extremada palidez le daba un
aspecto lúgubre, inclusive, fantasmal, a pesar de estar vivo... Su cabello,
rubio platinado, se encontraba desordenado por primera vez en mucho tiempo...
sólo en ésta fecha se permitía "liberarse" de alguna manera. El color grisáceo
que coloreaba sus ojos era una de las características físicas que más resaltaban
en él, ya que además de lo poco común de esa tonalidad, con ellos expresaba la
gelidez que lo embargaba, o quizá tenía que ser así para no mostrar
"debilidad", pero como quiera que fuese, sus ojos jamás habían mostrado algo más
que odio... ¿o no?. Sin duda, un hombre muy sensual. Una mezcla entre ser
tórrido y glacial. Lo que debe, y no debe hacerse -a su parecer-.
Lucius Malfoy: un adonis malévolo.
Hoy era el aniversario; habían pasado exactamente 14 años de no saber
absolutamente nada de ella. Parecía que la vida se hubiese encargado de
desaparecerla, o quizá era su destino el que sus caminos se separaran tan rápido
como se encontraron. Y eso le dolía, secretamente le dolía, aunque como era de
esperarse, no lo demostraba; pero en su soledad tenía que admitirlo, tenía que
aceptar que la extrañaba... Y la ironía acompañaba ese sentimiento... ¿Cómo
alguien que pasó contigo un minuto de tu vida puede significar tanto?. Y la
respuesta no llegaba... o quizá él ya la sabía, pero decirlo abiertamente le
provocaba sufrimiento, y alguna u otra lágrima que no salía a la superficie...
sólo se quedaba adentro, punzando de vez en cuando.
- Hace 14 años que te vi... por primera y última vez...
-murmuró el sujeto en un susurro apenas perceptible.
[Flashback]
Una docena de personas vestidas con túnicas negras, y encapuchadas, se
encontraban alineadas de tal forma que hacían un círculo, en cuyo centro uno de
ellos hablaba pausada, pero fuertemente, e incluso con un ligero tono de
agresividad.
- Ya es la hora... Si seguimos cuidadosamente el plan
trazado por el Señor Tenebroso todo saldrá a la perfección -dijo, malévolamente.
- Pero.. Lucius, ¿no crees que es un tanto apresurado?
-preguntó uno de los integrantes del círculo.
- Puede ser, pero hay que cumplir con las órdenes, así
que es mejor que nos pongamos en movimiento -ordenó tajante el alto hombre
situado al centro.
Todos empezaron a moverse. Al parecer, ya tenían muy claro qué era lo que iban a
hacer, y todo se valía para cumplir con el objetivo trazado: acabar con muggles.
Hoy se llevaría a cabo uno de los golpes más fuertes contra ellos; además,
atacando en esa zona despistarían al enemigo; y así, su Lord conseguiría
alcanzar la plenitud del poder. Nada podía fallar. Nada.
Con paso marcial salieron del bosque en el que se había suscitado la reunión
antes del ataque. Caminaron unos cuantos kilómetros al este, donde se establecía
el centro de la ciudad. Las luces de los postes alumbraban tenuemente las
calles, y el pito de algunos vehículos que pasaban con gran velocidad molestaba
sus oídos. Las ganas de matarlos crecía, pero había que esperar a posicionarse
en los lugares ya marcados, y entonces podrían disfrutar aniquilándolos.
Llegaron a una esquina. El líder se detuvo... ¿por qué?. Ni él mismo lo sabía;
tan sólo no quería avanzar más, no por temor, sino por algo que
inconscientemente lo empujaba en otra dirección.
- ¿Qué sucede? -quiso saber uno de mortífagos allí
presente.
¿Qué podría hacer?... ¿Estaba bien o mal dejar que ellos continuaran solos?. De
todas maneras, su presencia no era muy necesaria; su misión no era asesinar,
sólo supervisar que los pasos ya establecidos se hicieran... y, nada malo podría
ocurrir, así que...
- Sigan ustedes -ordenó el líder.
- ¿Qué pasa, Lucius?. ¿Te acobardaste? -siseó otro,
altanero.
- Por supuesto que no -escupió el sujeto de cabellos
rubios-. Además, yo tengo el mando aquí.
- Bueno -gruñó el segundo en hablar-. Entonces, ¿por
qué no seguimos?.
- Ya les dije: sigan ustedes. Yo... vigilaré ésta zona
-concluyó.
Algunas miradas se cruzaron; sin embargo, nadie dijo nada. Prosiguieron con la
marcha, salvo Malfoy, quien esperó unos minutos allí, hasta que los otros
llegaron al otro extremo de la cera, donde se vislumbraba un callejón, y se
perdieron en la oscuridad.
Lucius estaba confundido... ¿les había ordenado que siguieran sin él?. Quizá eso
más adelante le traería algunos problemas; pero, por única vez en su existencia
quería hacer algo que le dijera su instinto; y el impulso le decía que debía
estar solo, hacer una corta caminata, y pensar... ¿Pensar en qué?, sin contar el
hecho de que estaba en área muggle... algo, realmente asqueroso.
Sin percatarse del paso del tiempo, y del lugar donde lo habían conducido sus
piernas, el Slytherin de pronto se encontró en uno de los suburbios que rodeaban
al bosque. Los muros de las calles estaban rayados con groserías, algunos
corazones flechados, y dibujos inentendibles. En una de las esquinas había un
grupo de mujeres en ropas... "menores". Inmediatamente Lucius supo a qué se
dedicaban: eran prostitutas.
Siguió caminando otro poco. Se dio cuenta de que a unos metros de distancia, una
muchacha salía por la puerta de una especie de casa, pero por su vestimenta
entendió cuál era el trabajo de la chica...
Ella caminaba muy rápido; prácticamente estaba corriendo, a la vez que se cubría
el rostro con ambas manos, tratando de evitar que le viesen las lágrimas que
resbalaban por sus mejillas. Y por estar así, chocó contra alguien, a quien no
había visto...
- Lo... lo siento -balbuceó la chica; su voz ahogada a
causa del llanto; a la vez que levantaba la vista, para encontrarse con un par
de ¿inexpresivos ojos grises?.
El hombre la observó... Tenía el cabello levemente rizado, de color rojo
intenso, casi cobrizo, que le llegaba a la altura de los hombros. Su piel estaba
levemente tostada, quizá por los rayos del sol, o porque era su tonalidad
natural. Era de estatura normal, aunque parecía pequeña en comparación con
Lucius, quien medía 1.91 m. Era delgada, muy delgada, pero aún así tenía bien
formadas las curvas de su cuerpo, las cuales estaban a penas cubiertas con una
micro falda, un top, y unas botas negras que le llegaban a las rodillas. Pero lo
que más le llamó la atención al rubio, fueron los ojos de ella, los que eran
verdes claro, siendo el borde exterior del iris rojo. Y detallando sus facciones
se percató de algo importante... ¡era una niña!, es decir, era muy joven,
¿cuántos años podría tener?, ¿16?, ¿17?.
No tienes que encender la luz
roja
Aquellos días han pasado
No tienes que vender tu cuerpo a la noche
- No te
preocupes -murmuró él, quien se había sorprendido de su propio gesto, es decir,
¿él siendo amable con alguien?.
Lucius se dio cuenta de que la chica temblaba de arriba a abajo, ¡y no era para
menos!. Con esas cosas muggles, y el viento fuerte que soplaba, cualquiera
tendría tanto frío, así que sin pensarlo mucho, le ofreció su capa -la de
mortífago, que era la que llevaba puesta-, quedando sólo con su túnica de mago.
- Gracias -dijo ella, mientras se ponía la capa, la que
obviamente le quedaba bastante holgada.
- ¿Quieres... tomarte algo? -preguntó Lucius, sin tener
la más remota idea de dónde habría algún sitio para tomarse alguna bebida, y
menos a esa alta hora de la noche.
- No, no se moleste -susurró ella, un poco más
tranquila.
- No es molestia -afirmó él-. Y... ¿Necesitas algo?.
- No... Pero, ¿podríamos... em... caminar un rato?.
- Claro -aceptó el rubio. Sin duda, ésta sería uno de
esos momentos inolvidables... ¿por qué hacía todo aquello?, ¿lástima?.
Después de eso, ambos empezaron a caminar sin rumbo definido, aunque quizá ella
sabía a dónde iban... Se movían en un silencio levemente incómodo; como si
quisieran hablar, pero sin estar seguros de qué decir, o si las preguntas
podrían molestar al otro, o si simplemente prefería permanecer callado.
Finalmente, llegaron a un puente que conectaba la entrada del bosque con el de
la ciudad, y en el que el rubio había estado minutos atrás - y como era de
esperarse, no dijo nada-. Se detuvieron, y apoyaron en las barandas que evitaban
que alguien cayera al río que por debajo de la construcción corría.
- No eres de aquí... -afirmó ella, quedamente.
- No -corroboró Malfoy, ligeramente sorprendido-.
- Es difícil, ¿sabes? -confesó ella, más relajada, como
si estuviera dispuesta a hablar.
- ¿Qué cosa? -preguntó Lucius, dispuesto a escucharla.
- Hacer esto... Es asqueroso -y sus ojos se empañaron.
- No tienes que hablar -ofreció él, apenado.
- No, es que... necesito desahogarme. Pero si te
molesta...
- No, en absoluto. Continúa -pidió Malfoy. ¿Qué lo
hacía comportarse de esa manera?.
- Es la segunda vez que lo hago... Sentir sus manos en
mi cuerpo, recorriéndolo de una manera tan... vulgar. Sentir los labios de un
desconocido sobre mi piel, su saliva... y... y... Es asqueroso -finalizó la
chica, con leve temblor en su voz.
- Oh, lo lamento -se disculpó él, aunque no tenía por
qué hacerlo, es más, jamás lo hubiese hecho.
- Debes pensar lo peor de mí, ¿verdad? -afirmó ella.
- Claro que no -dijo sinceramente-. ¿Qué te hace pensar
eso?.
- Es sólo que... no pareciera que fueras de ese tipo de
personas, ya sabes -admitió la muchacha.
- No está en mí el juzgar -concluyó él; además, ¿qué
otra cosa podría decirle?, ¿que era un mago, mortífago, y que asesinaba a
muggles -y otros como él-?.
Ella alzó la mirada, y sus ojos se cruzaron con los de él; viéndose durante unos
segundos, hasta que ella regresó la vista al río.
No
tienes que ponerte ese vestido esta noche
Hacer las calles por dinero
No te importa si está mal o está bien
-
Generalmente la gente se aleja de mí... por esto... ¿Por qué tú no? -quiso saber
ella, un poco sonrojada.
- ¿Por qué habría de hacerlo? -dijo Lucius, a modo de
pregunta.
- Es lo común -comentó la chica.
- Yo no soy del montón -aseguró el rubio; sin asomo de
burla o ironía.
Jamás te humillaría
Tengo que contarte únicamente cómo me siento
- No quise
ofenderte -se disculpó ella-. Y dime... ¿cómo te llamas?.
- Lucius. Lucius Malfoy -anunció-. ¿Y tú?.
- Roxanne... -susurró-. Sólo Roxanne.
"Sólo Roxanne", pensó Lucius, quien a la vez se preguntaba mentalmente cuándo él
había dicho algo así, o mejor aún, ¿cuándo podría ser simplemente Lucius?. No el
mago, ni el mortífago, ni el odioso o maldito hombre. Tan sólo ser él mismo;
poder descubrir sentimientos distintos al odio, a la maldad. Sin pensar en las
apariencias, en el qué dirán, en interpretar un papel dentro de una sociedad o
grupo. Pero es que no podía... ¿o no quería?... ¿o sí quería pero era un
cobarde?.
- Roxanne -llamó él-. ¿Cuántos años tienes?.
- 17... casi 18 -una ligera sonrisa se dibujó en su
rostro.
- Yo tengo 24 -comentó-. Te llevo unos cuantos años.
- Podrías ser mi abuelo -dijo ella divertida, y
obviamente bromeando.
Lucius se permitió reír un poco. Hacía mucho tiempo que no reía así,
transparente, por algo gracioso que le decían. Sus risas en más de una década
sólo eran de sorna, burla, asco. Pero ésta vez era diferente, y seguía sin saber
el por qué.
- Posiblemente -afirmó, siguiéndole el juego.
Instintivamente, el rubio sacó del bolsillo de su túnica un pañuelo de seda
negro. Se acercó un poco más a la muchacha, y empezó a limpiarle el rostro, como
si quisiera borrar con ese gesto el rastro de dolor que reflejan las lágrimas
que por las mejillas de ella rodaron.
Así que quítate tu maquillaje
Te dije que no te lo repetiría otra vez
Es un mal camino
- Las
estrellas tienen magia, ¿no crees? -comentó ella, proponiendo otro tema de
conversación... ¿o era el mismo?, ¿o así era ella?.
- Así es -reiteró él, sonriendo internamente por el
hecho de la mención a la palabra "magia"... Si ella supiera...
- Quisiera ser una de ellas -confesó Roxanne, casi en
un susurro.
- ¿Por qué? -quiso saber el rubio platinado.
- Porque son libres, Lucius. Yo quiero ser libre.
Libertad... ¿alguien podría vivir en libertad plena?. Tal vez. Pero es un
término difícil de aplicar en la vida.
Libertad para pensar.
Libertad para soñar.
Libertad para hablar.
Libertad para llorar.
Libertad para reír.
Libertad para sentir.
Libertad para amar.
- Yo también quisiera serlo -confesó él.
Roxanne no preguntó nada más. A lo mejor podía entender a lo que se refería él.
A lo mejor pudo prever de alguna manera que él llevaba una prisión interna. Que
estaba encadenado con esposas de maldad y de miedo. Que tenía ganas de volar,
pero que no se atrevía a hacerlo, porque el temor de dejar tierra firme era
mucho mayor que el de surcar el cielo.
Lucius también calló. Quería decirle tantas cosas a Roxanne. Quería abrazarla y
entre susurros confesarle que él la acompañaría, que él estaba dispuesto a
luchar junto a ella, a dejarlo todo; que no importaba lo que ellos hacían, sino
lo que eran. Que en un segundo ella había logrado despertar en él sueños que
había reprimido con el transcurso de los años. Que su mundo habría cobrado un
nuevo sentido. Que no necesitaba una varita cuando la magia surgía cuando estaba
en su compañía. Que su mirada, su sonrisa, y sus ganas de vivir, habían logrado
que su corazón renaciera de las cenizas.
Pero no dijo nada. Y cuando sus labios empezaron a gesticular algunas palabras,
escucharon ruidos que provenían de la ciudad, y que se aproximaban rápidamente.
Lucius supo de inmediato lo que sucedía: ¡eran ellos!. Ya regresaban... ¡y la
matarían!, ¡y él no podría hacer nada! ¡Nada!. Podría interponerse, y entonces
acabarían con él también, pero eso ya no le importaba, le tenía sin cuidado lo
que pasaría con él; pero por primera vez tenía a alguien que había logrado
penetrar en su interior, que compartía el mismo sueño que él; y el sacrificio de
su vida tampoco serviría de mucho, porque entonces sin duda acabarían con ella.
Y ella no merecía morir, ¡no lo merecía!. Ella podía alcanzar su sueño, ella
podía ser libre. Ella era inocente, ingenua; es cierto, se había prostituido, ¿y
eso qué?, las marcas en su cuerpo no equivalían a marcas en su alma. Y su
espíritu estaba bien; ella estaba bien, sin dejarse amedentrar.
¡Qué difícil! ¡Qué difícil decisión!. ¿Qué hacer?. Y entonces la contempló una
vez más: su rostro mostraba la incertidumbre del no saber qué eran aquellos
ruidos y risas siniestras, ajena de la verdad… Y no pudo contenerse… la estrechó
contra sí mismo es un intento desesperado de no escuchar ni vivir otro momento
que no fuese ese abrazo. Y pudo percibir el aroma que ella tenía; eran jazmines;
dulce y refrescante.
Sus ojos se empañaron, pero no derramó ni una lágrima… Y tras pensarlo, tomó una
decisión.
- ¡Corre! ¡Rápido! -ordenó, aunque no con voz fuerte-.
¡¡Corre!!.
Lucius se giró un segundo hacia la dirección de la que provenían las risas
sádicas, y cuando se volvió, ella ya no estaba. ¿Cómo desapareció tan rápido?.
Quizá conocía el bosque, pero... ¿En tan poco tiempo?. Bajó su mirada, confuso,
y en el piso encontró una extraña, pero bella rosa azul... y ella... no estaba.
Yo no te compartiré con otro
hombre
Sé que estoy decidido
No tienes que encender la luz roja
Te amo desde que te conozco
[Fin del Flashback]
Toc, toc, toc. El llamado a la puerta de su despacho sacó a Lucius de sus
pensamientos.
- ¿Sí? -dijo lo suficientemente alto como para que
pudieran escuchar al otro lado de la puerta.
- La cena está servida, señor -anunció alguien, cuya
voz sin duda era la de un elfo doméstico.
Lucius no respondió, como era su costumbre. Se puso en pie, y dio unos cuantos
pasos hasta llegar a su escritorio. Colocó la copa - con el líquido
prácticamente intacto - en la superficie de la mesa, y abrió uno de los
cajones... y de él, sacó una caja de cristal; levantó la tapa, y cogió con su
mano izquierda la flor que allí dormía: una rosa azul... la misma que había
encontrado hacía 14 años... y que por alguna desconocida razón, no había
marchitado.
- ¿Dónde estarás?. ¿Qué habrá sido de ti?. ¿Serás
libre? -soltó al aire, sin esperar recibir una respuesta a cambio.
Besó la flor genuinamente, y murmuró con mezcla de nostalgia desgarradora...
Roxanne...
[Notas de la Autora]
Quiero agradecer a NaT, quien leyó este fic primero que nadie, por darme
su opinión sincera, por estar ahí cada vez que la necesito, y por ser una amiga
maravillosa ^^ Le dedico este fic por cumplir más de 3 años que nos conocemos..
sí eran 3, ¿verdad? ^^;; bueno, de todas maneras, lo importante no es la
cantidad de tiempo, sino la intensidad. Muchas gracias ^_^
Em… para ser sincera, este fic me gusta, es decir, me satisface. No sé por qué,
pero se me ocurrió la idea de que tal vez Lucius (que me encanta!!) en
algún momento de su vida pudo plantearse eso: ser libre, o luchar por ser libre.
Además, está el hecho de que quise dar a entender que una persona puede
significar mucho para ti, aunque sólo compartió contigo una mínima parte de la
vida.
Por cierto, la canción que sale en el fic se llama "Roxanne", y es del
grupo The Police ^^ sólo que está traducida ^^UUU y realmente es
preciosa! Adoro esa canción!! ;_; e idolatro a STING!!! Lo amo, lo amo,
lo amo!!!!! Es lo máximo!!!!!
Em… ^^;; Si desean dejar algún comentario y/o crítica constructiva, pues será
bien recibida ^^
En fin… nos estamos viendo!! ^.^
(¯`'·.¸(¯`'·.¸(¯`'·.¸ 㣥ã
Mø®riGãN¸.·'´¯)¸.·'´¯)¸.·'´¯)
soledad y perversidad son las compañías que señala mi constelación guía
