Capitulo 1 : Ginebra Malfoy
- Ginebra!, levántate hija, hoy es tu primer día en Hogwarts! –
- ¡Mama! ¡Todavía no lo puedo creer! Estoy tan ansiosa! – comentaba Ginebra muy entusiasmada.
- Yo también, aunque estoy un poquito triste…te voy a extrañar Ginebra. –
- Mama…no llores. – la niña rubia abrazo a su madre.
-Lo siento. – lo cierto era que las cosas con Lucius no iban del todo bien pero no podría decírselo a su hija, era muy pequeña aún. – vamos alístate, no creo que quieras llegar tarde y se te vaya el tren ¿no?
- Madre… ¿recuerdas como fue tu primer día en el colegio?
- Oh… hace tanto tiempo de eso, realmente se me dificulta acordarme. Pero supongo que estaba nerviosa y a la vez ansiosa como lo estas tu ahora. Creo que todos sentimos eso.
- Gracias madre…por ser como eres. Eres la madre más bonita de todas.
Ginebra Malfoy termino de alistarse, guardo todas sus cosas en un baúl que le habían comprado hace pocos días. Al principio temía que no entrara nada en el, lo veía tan insulso que le pareció que con todas las cosas que le metería no lograría cerrarlo. Pero tuvo que tragarse sus pensamientos, el baúl cerro a la perfección. Adentro llevaba pilas de ropa (sabia que tendría que usar un uniforme pero cuando no tuviera que usarlo, por las dudas llevaba su propia ropa), plumas, pergaminos, libros. Todo había sido comprado a último momento, ella quería hacer las compras junto con su madre, y a esta, últimamente, muy difícilmente se la encontraba en casa. No entendía los problemas de los grandes pero sabía que algo andaba mal con su padre.
Su padre, una persona que realmente creía que no conocía, no era como con su madre que mantenía una estrecha relación. Con su padre era todo tan raro. Cuando estaba junto a el se obligaba a portarse con total discreción, a no pasarse de la raya. No debía quedar mal frente a su padre y no quería que este le llamara la atención. Ella era una Malfoy como su padre Pero realmente sentía que el no se portaba como tal, es decir, como su padre.
- Ginebra… ¿estas lista? – pregunto Lucius, con un tono ligeramente desinteresado.
- Si padre…tengo todo lo necesario, estoy lista.
- Espero que tengas un buen año, no podré acompañarte. Cosas de negocios.
- Pero… - se acordó, estaba frente a su padre, no debía haber vacilación en sus palabras. – no me molesta, espero que te vaya realmente bien en tus negocios padre. – Lucius solo asintió en forma de agradecimiento. Padre e hija se dieron un ligero abrazo, fue como si se hubieran saludado dos personas que se encuentran en un café después de no haberse visto durante un largo tiempo.
La niña se dirigió a su habitación, realmente necesitaba un momento a solas. Había estado esperando ese momento, ir al colegio, durante tanto tiempo que ahora se sentía con miedo. Tenía miedo a quienes tendría como amigos, "si es que los tendría". En realidad conocía a algunos hijos de personas amigas de su familia, esperaba que estuvieran allí (aunque algunos no se los aguantara). Tenia miedo de los profesores, si serian buenos con ella o no. Estaba claro que era una niña inteligente, profesoras particulares habían visitado la mansión solo para enseñarle a ella. Si, no había duda, con respecto a las notas no tendría problema. Aunque le costaban las pociones, eso le avergonzaba un poco, ya que tenía a su padrino Severus Snape. Su padrino no era muy agraciado que digamos, pero ella lo quería. Por eso también tenía miedo, fallar en alguna de ellas frente a él. Solo esperaba poder hacer las cosas bien y aprender más. Deseaba llegar a ser la mejor.
Y allí estaba, despidiéndose de su cuarto hasta las vacaciones. Su cuarto era en tonos verdes, daba a los jardines de la Mansion Malfoy. Tenía un gran balcón, cortinas de seda verde. A la izquierda de la habitación se encontraba un tocador infantil, sobre el había fotos, gomas para el cabello, maquillaje para niña entre otras cosas. Le encantaba jugar a ser su madre. Linda y refinada como Narcisa. Recordó que a su padre no le agradaba la idea de tener un tocador infantil, eso le había valido a su madre que tuvieran una discusión, aunque ella no entendía porque le molestaba si el nunca se pasaba por allí. Raras veces Lucius la arropaba y le deseaba las buenas noches, pero ella valoraba que lo hiciera. Su cama con dosel se encontraba en la pared que daba hacia el balcón, y frente a ella había un gran espejo de pie que a sus costados tenia las puertas que daban al balcón. A Ginebra le gustaban los espejos, verse en ellos. No era "narcisista" pero le gustaba verse reflejada en ellos e interpretar lo que veía. Aunque todavía era pequeña esperaba llegar a ser una mujer bonita. A la derecha se encontraba su armario, aun repleto de ropa y eso que se había guardado demasiada en el baúl.
- Ginebra! Baja… ya tenemos que irnos. – gritaba su madre.
- Ahí voy mama… - le echo una última mirada a su cuarto y con una sonrisa se dispuso a abandonar el cuarto.
Ginebra y su madre se dirigían a la estación King's Cross en automóvil. La pequeña rubia sacaba la cabeza por la ventana, el viento le daba de lleno en la cara y volaba sus cabellos dorados. Narcisa le decía que no hiciera eso, pero ella decía que no le pasaría nada, que le gustaba sentir el viento en su cara. A parte, quería disfrutar bien del paisaje de Londres. A cada rato le recordaba a su madre que no vería esas calles atestadas de "muggles", así le habían enseñado a llamarlos, por mucho tiempo y quería disfrutar de ello. A Narcisa no le quedaba otra que aceptar lo que su hija hacia, la quería demasiado como para negarle algo. Eso si, a veces se ponía en papel de madre estricta ya que tampoco la quería malcriar.
- Señora, llegamos a la estación. – comentó el chofer.
- Mama! Llegamos! Que nervios! – gritaba Ginebra.
- Félix, puedes llevar el baúl de Ginebra. –
- Si señora, ahora mismo. –
Madre e hija bajaron del auto. Ginebra miro la estación con expresión de asombro, nunca había estado allí. Igual su madre le había dicho que tenían que atravesar una pared. Atravesar una pared se preguntaba Ginebra, ¿Cómo? ¿Y si se estampaba contra ella y era el hazmerreír de todo el mundo? Pero confiaba en su madre, si su madre había dicho que tenían que hacer eso, ella lo haría. Como que se llamaba Ginebra Malfoy. Pudo divisar a lo lejos niños con sus padres y madres que llevaban jaulas y baúles. Parecía que iban tan contentos junto a ellos, hubiera deseado que su padre estuviera allí despidiéndola pero… un momento ¿Jaulas? ¿Como es que ella no tenía una?. Llevaban lechuzas, había oído algo con respecto a ellas. Como pudieron olvidarlo! La lechuza!
- La lechuza mama! El animal que puedes llevar! Félix! – gritó.
- Que… oh! Como lo olvidamos.
- Félix, llévame al callejón Diagon ahora! – pidió la niña desesperada, no iba a quedarse sin su lechuza y tampoco usaría las que se encontraban en el castillo. Ella quería que su propia lechuza les mandara las cartas a su madre y a su padre.
- Señora que… -
- Félix! Tienes que llevarme sino no tendré y …
- Ginebra tranquila…puedes llevarla, yo los esperare ahí adentro con el baúl. – se agacho y busco la mirada de la niña que era de desesperación. – aun tienes un poco de tiempo, ve y elije la que mas te guste hija. – Ginny corrió al auto, cerro la puerta, el auto ya estaba avanzando. Saco la cabeza por la ventanilla y le grito a su madre.
- Gracias mama! Eres la mejor, ahora vuelvooo.
Bien, solo esperaba no llegar tarde. El tren se iría sin ella. No, no podía ser tan desorganizada. ¿Que diría su padre si la viera ahora en ese estado de desesperación?. ¿Como se le pudo olvidar? Haría lo más rápido que pueda, elegiría la más linda y se marcharía. Podía divisar el Caldero Chorreante, ya estaban cerca. Se bajaron del auto ella y el chofer, entraron. El chofer hizo algo en una pared y ya tenían frente a ellos el Callejon Diagon. Entro a correr en busca de la lechuza por lo que perdió de vista a Félix. Y allí vio El Emporio de las Lechuzas. Si! Lo había encontrado. Entro a la tienda, no había casi nadie salvo un niño con el cabello rubio rojizo.
- Por favor señor! Tiene que curarla, tengo mucha prisa. Mis padres me mataran si me demoro mas tiempo – el muchacho tenia en sus manos una lechuza grisácea y al parecer por lo que Ginebra pudo ver, bastante vieja ya. Al parecer la lechuza del niño tenía el ala herida
- Esta bien, esta bien niño. Solo tomara unos minutos ya que esta lechuza es de edad avanzada – el hombre se fue al parte de atrás del local, dejando a los niños solos allí. El niño todavía no se había percatado de la presencia de la rubia.
- Lo se, pero sigue siendo igual de eficiente – dijo el niño mas para si mismo que para el hombre que se había ido. Ginny se dispuso a mirar las lechuzas que se encontraban en el lugar. Allí vio una que le encanto, era de color pardo, muy bonita.
- Si, tú vendrás conmigo. – dijo Ginebra. Esto hizo que el chico que estaba frente al mostrador se diera vuelta y la mirara de forma extraña. – yo…em… - odiaba esos momentos en que no sabia que decir, en realidad, como iba a odiarlos si nunca los había tenido.
- Listo niño, tu lechuza no esta como nueva pero…le arregle ese problema que tenia en el ala. Vuelve cuado quieras. – el hombre despidió al niño - ¿Qué se te ofrece jovencita? – se había quedado mirando al niño de ojos grises que se iba con su lechuza por lo que no escucho al hombre. – Jovencita…
- Ginebra con que aquí estas – Félix había entrado al local. – vas a llevar esa lechuza? – esa pregunta la saco del trance en el que estaba.
- Si Félix, llevare esta – ya había despejado su mente al acordarse de que ya tenia lechuza.
- Bonita elección jovencita.
Ya tenia lechuza, gracias a Merlín todavía el tren no había partido. Su madre la recibió apurada, "son los nervios" pensó Ginny. Atravesaron la pared, fue una sensación extraña pero le había gustado, hubiera deseado volver a hacerlo pero no quería quedar como una tonta.
- Bueno hija, te extrañaremos mucho. Escríbenos y cuéntanos como te va si?
- Si mama no te preocupes, les escribiré todos los días.
- Bueno tampoco es necesario, estarás muy ocupada. Pero mientras no te olvides de nosotros…
- Pero mama! Como dices eso… A propósito sabes como le puse a mi lechuza, por que quise ponerle un nombre… se llamara Eragon.
- Que bonito, bueno tienes que subir al tren.
- Dile a mi padre, que…lo echare de menos.
- Se lo diré.
- Adiós mama, adiós Félix – el chofer que estaba unos pasos mas atrás saludo con la mano a Ginebra.
"Bueno, es hora de buscar un lugar para sentarme" comenzó a caminar por los pasillos. Todos los compartimientos estaban repletos de niños y chicos no tan niños, que Ginny supuso que serian los mayores. Se imagino ella así de grande, diciéndoles a los más pequeños que debían hacer. Río ante tal pensamiento. De pronto en uno de esos compartimientos diviso al niño del negocio de las lechuzas. Estaba con otros niños y una niña de cabellos enmarañados. Pero siguió su camino sin importarle nada. Encontró uno vacío al fin. Acomodo sus cosas y se sentó. Pero la paz y ganas de estar sola se le fueron al instante. La puerta había sido abierta por dos jóvenes. Una niña de cabello corto y rubio llamada Daphne Greengrass, que era un año mayor que ella pero aun así se conocían por las cenas familiares que frecuentaban sus padres. El otro muchacho era Theodore Nott, también lo conocía de esas cenas al igual que Daphne.
- Ginebra, primer año en Hogwarts…
- Daphne, si…
- Bueno solo pasaba para decirte que mi hermana te desea suerte – la hermana de Daphne era Astoria, un año menor que ella. Entraría en Hogwarts el año próximo. Al menos con ella se llevaba bien. Seguro sus padres le habían indicado que saludara a la niña Malfoy, era pequeña pero no tonta.
- Se te ofrece algo mas? – definitivamente se llevaba bien con Astoria pero no con su hermana. –
- Nos vemos luego – Ginny se dio cuenta de que su contestación había fastidiado a la muchacha.
- Nott, que haces por aquí y no estas leyendo alguno de tus libros.
- Malfoy, estoy aquí por ti, que acaso no estás nerviosa.
- Nerviosa yo Nott? Por favor…soy niña pero tampoco es para tanto.
Ginebra Malfoy siguió conversando con Theodore durante el trayecto al colegio. Se llevaba bien con ese muchacho. Era tranquilo, no parecía de armar escándalos. Pero sentía lastima por el, el no tenia el privilegio de tener una madre. Eso se lo había dicho su madre, le dijo que la madre de el se había ido a otro lugar muy lejano donde nosotros no podemos llegar. Eran buenos amigos, aunque cada uno con su respectivo carácter. Junto a su madre Ginebra era un amor de persona, pero cuando ya se enfrentaba con otras personas tendía a ser como su padre. Fría, a la defensiva y de expresión un poco arrogante, por así decirlo.
Bueeeno, he aqui yo... con una historia nueva... la idea salio en una noche de desvelo, es decir, anoche :| y hoy mientras escuchaba el tema Why Cant I de Liz Phair (que se los recomiendo para leer el cap) me puse a escribir. Espero que sea de su agrado el capitulo y que se yo, si les gusta lo continuo :)
Adiooss.!
~ VANSLY6 ~
