Disclaimers: Los personajes de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling y a los que han comprado parte de los derechos de autor, lo cual NO es mi caso, y sólo los utilizo sin intención de lucro alguno, la trama me pertenece, salvo algunos de los personajes, como ya se ha mencionado anteriormente.
Hola, estoy aquí de nuevo, dejando otra participación parte del mes del Drinny, así que bueno, ojalá les guste. :)
Este One-Shot es parte del Drinny-Con 2018, organizado este año por la página de Facebook "Drinny All The Way".
Caminar bajo esa hermosa lluvia de estrellas sin duda que mejoraba mucho su estado de ánimo, no tenía cabeza para seguir peleada con todos, pero la mayoría del tiempo no se comprendía a sí misma ¿qué era lo que estaba ocurriendo consigo misma?
Avanzó adentrándose cada vez más en el bosque, no le preocupaba perderse, por el contrario, si lograba hacerlo sería magnífico, pero dudaba que pudiera si quiera lograr desviarse un centímetro de la dirección correcta.
Una de las estrella fugaces pasó muy cerca de ella, pudo sentir el calor que emanaba, observó la ruta que tomó y sonriendo llena de curiosidad, decidió correr para ver de cerca aquél fenómeno maravilloso antes de que vinieran a estudiarlo y no se le permitiera acercarse ni veinte metros.
Hizo las ramas a un lado para que no lastimara su piel, se quedó callada cuando la roca quedó ante sus ojos, sonrió fascinada y la curiosidad quemó más que el fuego en ella, se acercó decidida por el cráter que aquél impacto había dejado, la roca gris estaba inerte, no parecía caliente y el humo que salía parecía no tan importante, así que colocó su mano en la superficie irregular, para después comenzar a rodearla, sorprendida de que estuviese fría al tacto a pesar de todo el humo.
Retrocedió asustada cuando el objeto se sacudió violentamente ¿era normal que hicieran eso? No estaba muy segura, observó a su alrededor, aún no se escuchaban pasos, suponía que los demás estarían tomando todas las precauciones que ella no para poder salir y registrarlo todo.
Un momento después, la enorme roca se había desmoronado frente a sus ojos, observó al varón que estaba de pie frente a ella, piel pálida, un poco gris, al igual que sus ojos, el cabello era blanco, o rubio platinado, ambas podían ser opciones, según ella.
Se observaron un momento, la mujer intentó no bajar su vista ya que por los hombros que alcanzaba a ver por su vista periférica sabía que estaba desnudo.
—Hola –saludó, podía estar desorientado.
—Planeta Tierra –murmuró el hombre y giró en su mismo eje.
—Sí es…
—Tercer planeta más cercano al sol, atmosfera a base de oxígeno.
—Claro –sonrió ella incómoda –no soy invisible e ignorarme sólo es grosero.
El rubio se giró hasta ella, en un segundo después, una tela blanca cubría su cuerpo, ella suspiró agradecida de que por lo menos se vistiera.
—Ginevra –murmuró, sorprendiéndola.
—Cómo… ¿cómo sabes mi nombre?
—Fuiste quien me dio la información necesaria, lo sé todo de ti.
—Eso es incómodo –murmuró.
—No tendrías por qué estarlo.
—Bueno, eso lo dices porque no eres el que está al descubierto.
El hombre se giró en un instante sin decir nada, en cuanto lo hizo, un par de hombres llegaron hasta ellos, se observaron entre sí, ya que esperaban ver alguna roca recién caída, pero sólo había una pareja.
—Ah ¿alguien me puede decir que ocurre aquí? –inquirió un hombre mayor de barbas largas.
—Nada –soltó la mujer rápidamente –nosotros –señaló al rubio y después a ella –veníamos a ver que ocurrió, pero… no hay nada, absolutamente nada.
—Ya veo –murmuró el anciano en un tono tranquilo –regresemos al complejo ¿quieren? Aquí es peligroso.
El joven de ojos grises observó a la pelirroja que estaba junto a él, en un momento lo había sujetado de la muñeca, como si con eso le quisiera pedir que no interviniera para nada.
Avanzó detrás de los demás, ella negó cuando intentó hablar, y por alguna extraña razón, no lo hizo, no quería que hablara por él, tenía una misión que cumplir, no podía darse el lujo de desperdiciar el tiempo con esos terrícolas.
—M—
El rubio observó a su alrededor cuando lo dejaron solo en una habitación, observó la ropa limpia y no supo que rayos hacer, así que fue hasta la puerta y se decidió a marcharse.
—Ah –sonrió la pelirroja –aquí estás, suponía que estarías tomando una ducha.
—Una ducha –repitió, frunciendo el ceño.
—Sí, ya sabes –lo sujetó del brazo y entró al lugar –quería explicarte un poco todo esto y…
—Temes que el anciano me haga algo extraño cuando se entere que la estrella fugaz soy yo.
—Básicamente, sí –aceptó –no te ofendas pero…
—No, lo comprendo, quieres protegerme de algo malo, según tú, pero tengo una misión, no caí en la tierra por casualidad –informó en un tono enfadado.
—Supongo que tu roca no se quedó sin combustible fósil ¿o sí?
—Eres lo que ellos llamarían…
—Amable –completó –sí –sonrió –deberías tomar una ducha, y esperar unos días, después yo te sacaré de aquí para que cumplas con tu misión ¿te agrada la idea?
—Unos días son una pérdida de tiempo, y no tenemos tiempo…
—Créeme, no querrás llamar su atención.
El rubio sujetó las mejillas de la mujer y la observó atentamente, sus ojos se pusieron completamente negros, sujetó sus manos para que la soltara, pero no pudo lograr moverlo, así que decidió hacer lo mismo, sujetó el rostro del varón y una vaga visión de un montón de estrellas viajando rápidamente, la visión de la tierra desde el espacio la dejó completamente sorprendida.
—Espero que disfrutaras la vista –murmuró él, haciendo que la joven regresara a la realidad –pelirrojo –musitó sosteniendo un mechón de cabello de la mujer –es un raro color de cabello.
—Claro que no –soltó frunciendo el ceño.
—Desde luego que lo es, en mi planeta no hay nadie con ese cabello.
—Adivino ¿sólo rubias? –sonrió.
—Sí.
—Lo supuse –se encogió de hombros.
Ginny se sentó sobre la cama una vez que le explicó cómo usar la ducha, le había dicho al profesor Dumbledore que el chico era su amigo, así que tenía que estar pendiente de lo que hacía o como estaba, se recostó sobre la cama, observando el techo.
El joven salió después de una larga ducha, se sentía más cómodo con él mismo y con su apariencia, se detuvo cuando regresó a la habitación, quedándose en el umbral observando a la joven pelirroja, lo que le había dicho hacía unos minutos atrás, su color de cabello era realmente escaso en casi todas las galaxias a las que él había ido, su piel era pálida y hacían que sus ojos castaños sobresaltaran un poco más con esas pequeñas pecas.
—Se ve muy cómoda –informó, haciendo que se incorporara.
—Bastante –sonrió.
—Lo supongo.
Fue hasta la ropa, se vistió sin ninguna inhibición frente a la joven que prefirió observar a otro lado.
—M—
La joven pelirroja se detuvo en el pasillo, sujetó el brazo del rubio y le sonrió, esperó a que los demás que pasaban por ahí desaparecieran para poder hacer la pregunta que quiso hacer desde que se conocieron.
—Ya ¿vas a decirme cuál es tu nombre? –sonrió.
—Draconis –respondió.
—Te diré Draco –sonrió y siguió avanzando.
El rubio no dijo nada, se limitó a observarla y después avanzó detrás de ella.
—En unos días estaremos libres de sospechas y podrás marcharte sin que te busquen después.
Él asintió, mientras la observaba, pero no estaba muy seguro de querer marcharse ahora.
