Como otra noche más Anna estaba en su habitación, en su cama, las sabanas sobre su cabeza y la almohada sobre su cara, haciendo todo lo posible por no escuchar los ruidos de la habitación de al lado y sobretodo para que nadie escuchara sus sollozos. ¿Qué había en la otra habitación? Su hermana mayor, Elsa, ¿Cuales eran las sonidos que la molestaban? Los gemidos de otra mujer, ¿Porqué lloraba? Porque quería ser ella la que gozara entre los brazos de Elsa, si habéis leído bien, de Elsa, de su hermana mayor, ¿Porqué? Porque estaba locamente enamorada de ella, ¿Desde cuando? Ni la propia Anna lo sabe, lo único que sabe es que cada día su corazón se rompe un poco más, cada vez que tiene que escuchar a otra mujer gritar el nombre de su hermana.

Anna sabía que estaba mal enamorarse de su propia hermana, sabía que no era lo normal, que no es algo que suele pasar, pero ¿como no enamorarse de ella? Desde siempre Elsa había sido su mejor amiga, su protectora, su compañera de travesuras, quien la abrazó por las noches cuando tenía pesadillas, quien cuido de ella cuando sus padres murieron, quien trabajó día y noche por tal de ponerle un plato de comida en la mesa, Anna se lo debía todo a Elsa y antes de que pudiera darse cuanta sus sentimientos cambiaron, pasaron de lo fraternal a algo más. ¿Cómo se dio cuenta? Quizá fue porque no podía dejar de observarla, observar esa belleza que la dejaba sin respiración, esos ojos azules que le recordaban al hielo más puro, ese cabello rubio platino totalmente único, esa piel tan blanca como la nieve, suave, firme... perfecta, quizá fue porque lo único que deseaba cuando salía de la universidad era ver a Elsa, quizá porque muchas noches se quedaba despierta hasta altas horas de la madrugada esperando a que Elsa llegara, simplemente para darle las buenas noches, quizá fue... porque en esas noches en las que ella se quedaba despierta no tenía la ocasión de poder darle las buenas noches, porque su hermana llegaba con alguna mujer, besándose, tocándose, tan metidas en su momento de pasión que no podían verla a ella y esas noches Anna no podía evitar llorar, no podía evitar sentir como se le encogía el corazón. Pero aunque supiera que estaba mal, ella lo había aceptado, no podía negarse a si misma el hecho de que estaba totalmente enamorada de su hermana mayor, ahora, ¿qué debía hacer?, luchar por ese amor prácticamente imposible o intentar olvidara... cualquiera de las dos opciones era difícil, no se olvida fácilmente a tu primer amor, no se consigue fácilmente el amor de otra persona... En momentos como esa noche Anna sabía que tenía que hacer todo lo posible por olvidarse de lo que sentía por Elsa, tenía que ponerle fin, pues como su hermana iba a corresponderle cuando muchas noches su hermana vuelve a casa con una mujer... pero Anna también sabía que por la mañana iba a cambiar de opinión.

Elsa despertó con una de las mayores resacas que había tenido, intentó abrir los ojos pero la poca luz que entraba por la persiana le dolía, aunque no tanto como su cabeza.

-No vuelvo a beber -se dijo para si misma, aunque ni ella se lo creía.

A medida que se fue despertando notó que había algo extraño sobre ella, algo que no debía estar ahí y sin previo aviso la realidad la golpeo, "otra vez no..." pensó para si misma, poco a poco abrió los ojos y lo primero que pudo ver fue el cabello negro, corto hasta la altura de los hombros, después pudo ver su piel, blanca, aunque no tanto como la suya. " les tengo dicho que no quiero que pasen la noche conmigo..." pensó malhumorada, habían pocas cosas que a Elsa pudieran enfadarle, pero ver que una de las chicas que se traía a casa se había quedado dormida, era una de ellas, y sobretodo que estuviera abrazada a ella, solo las parejas duermen abrazados y esa chica no iba a ser su pareja ni de lejos, no porque no fuera hermosa, lo era, mucho además, y por lo que Elsa podía recordar era una chica divertida, inteligente y cariñosa, pero si corazón ya tenía dueña y no era la mujer que ahora estaba con ella en su cama, era otra, otra que no podía tener.

-Vamos despierta -dijo apartando a la mujer de su pecho, esta abrió los ojos despacio y miro a Elsa sonriendo tímidamente.

-Buenos días Elsa.

-Buenos días...- "¿mierda como se llamaba?"

-Nieve... mi nombre es nieve – dijo la otra chica al ver la cara de Elsa, no le molesto que no se acordara de su nombre, era lo más normal teniendo en cuenta la cantidad de alcohol que había consumido la noche anterior.

-Nieve... no te dije anoche que no quería que te quedaras a dormir -dijo Elsa levantándose de la cama y comenzando a vestirse.

-Lo sé... pero me quede dormida, lo siento, me dejaste agotada -dijo Nieve mordiéndose el labio inferior. A Elsa no le gusto nada ese gesto, sabía que esa chica buscaba o algo más o que lo que había pasado la noche anterior se repitiera y ninguna de las dos cosas iban a pasar.

-Me da igual que estuvieras cansada Nieve, te deje bien claro que en mi casa no podías quedarte a dormir -la chica abrió los ojos sorprendida, no podía creerse que la chica que tenia ahora mismo delante, fría y distante, fuera la misma de anoche, cálida y cariñosa.

-Lo...lo siento... no volverá a pasar.

-Y tanto que no volverá a pasar, porque esto no se va a repetir, ahora te agradecería mucho que te fueras de mi casa por favor -Nieve se levantó de la cama sin decir nada y rápidamente se puso su ropa, antes de irse probo suerte por última vez. Se acercó a Elsa y la abrazó desde atrás.

-Siento haberte hecho enfadar, pero se estaba muy a gusto entre tus brazos, te prometo que si me dejaras la próxima vez todo será como tu digas, si me dieras la oportunidad yo podría... -Nieve no pudo terminar la frase porque Elsa rompió el abrazo bruscamente y la encaro.

-Escúchame bien Nieve, porque no lo pienso repetir, lo de anoche solo fue sexo, sexo y nada más, simplemente eres una chica mona que vi en el bar y me la traje a casa, para echar un polvo, nada más, no vamos a ser pareja, no vamos a ser follamigos o como lo llames tú, no vamos a ser nada, ni siquera amigas, no nos vamos a volver a ver que te quede bien claro, ahora por favor sal de mi casa.

Nieve se quedó mirando a Elsa durante tres segundos exactos, procesando las duras palabras que le acababa de decir, cuando por fin las entendió su cuerpo actuó por si solo, con todas sus fuerzas la dio una bofetada a Elsa, una bofetada que Anna escucho desde su habitación, asustada salió para ver que pasaba.

-Eres una desgraciada -dijo Nieve sin poder aguantar las lagrimas.

Se fue de la habitación dando un portazo y corriendo hacía la salida, quería irse cuanto antes de esa casa, alegarse de esa mujer, fue tal su desesperación que no se dio cuenta de que casi tira al suelo a una chica pelirroja al salir de la habitación de Elsa. Anna se quedó mirando a Nieve y negó con la cabeza "otra más que se va llorando" pensó... no entendía porque Elsa trataba de ese modo a las chicas que se llevaba a casa, todas eran chicas hermosas y algunas las conocía de vista de la universidad y parecían buenas personas. Entró en la habitación de Elsa y se apoyo en el marco de la puerta con los brazos cruzados, Elsa la miro un segundo y luego volvió a lo que estaba haciendo. Anna se quedó mirando a su hermana y no se podía creer que el destino fuera tan cruel con ella tan temprano... ¿porqué Elsa tenía que verse tan condenadamente sexy vestida solo con unos vaqueros y un sujetador? Gracias a Dios que Elsa encontró la camiseta que estaba buscando y se la puso, sino Anna no podía haber reaccionada y probablemente hubiera acabado haciendo el ridículo. Elsa volvió a mirar a Anna que seguía en la puerta mirando sin decir nada.

-Anna ahórrate el discurso vale, tengo mucha resaca no quiero broncas ahora.

-Pues no te vas a librar Elsa... ¿Porqué tienes que tratar tan mal a todas las chicas que traes a casa?

-Les tengo dicho que no quiero que pasen la noche aquí.

-¿Porqué? Tan malo es que quieran dormir abrazadas a ti, tan malo es que alguien quiera darte cariño.

-No necesito el cariño de nadie, salvo el tuyo -dijo Elsa acercándose a Anna y acariciando su mejilla. Y ese era el momento en el que Anna decidía luchar por el amor de Elsa. Apartó la mirada avergonzada y se puso un mechón de cabello detrás de la oreja, gesto que hacía cuando los nervios podían con ella -vamos a desayunar princesa – y después de que la llamará así Anna se derretía completamente, porque cuando Elsa se lo decía se sentía una verdadera princesa.

Juntas fueron a la cocina y Anna se preparó un buen bol de cereales de chocolate, Elsa solo se preparó un café.

-¿Solo vas a desayunar eso? -preguntó Anna comenzando a devorar su desayuno.

-Sí, no tengo hambre.

-No deberías beber tanto Elsa – y Anna tenía razón, desde hacía unos meses Elsa había comenzado a beber demasiado, las copas le salían gratis ya que trabajaba en un bar nocturno, pero a Anna no le preocupaba el dinero sino la salud de su hermana.

-No bebo tanto Anna -dijo Elsa despreocupada.

-Sí Elsa, bebes mucho y lo sabes, no intentes negarlo -dijo Anna dejando de comer.

-No te preocupes que se lo que hago.

-Solo me preocupo por ti -dijo Anna bajando la mirada.

-Lo sé y créeme que te lo agradezco, pero tu solo debes preocuparte por tus estudios que yo puedo cuidarme sola. Así que dime, ¿Qué tal va la universidad? -dijo Elsa cambiando de tema.

-Bien, me gusta mucho ya lo sabes y te prometo que estoy haciendo mi mayor esfuerzo por aprobarlo todo con la mejor nota que pueda.

-Lo sé y dime ¿Como van las cosas con ese tal Kristopher? -dijo Elsa sería, muy sería.

-Es Kristoff y bien somos buenos amigos, la verdad es que cuando lo vi por primera vez jamás pensé que un chico como él pudiera tener tanta sensibilidad... es decir para estudiar historia del arte hay que tenerla ¿no? Para entender el mensaje que quiere transmitir el pintor y bueno siendo el un chico tan grandote y basto pues no me lo esperaba, pero la verdad es que se le da muy bien y me ayuda mucho con las obras que más me cuestan.

-Me alegro de que os llevéis bien y seáis buenos... amigos.

-Yo también -dijo Anna sonriendo, totalmente ajena a los sentimientos que escondía su hermana, pero Elsa tenía años de practica escondiendo lo que sentía.

-Pero dile que como intente algo extraño se las tendrá que ver conmigo.

-Venga Elsa tranquila es buen chico y no va a intentar nada, así que puedes esconder a la Elsa protectora que no hará falta -dijo Anna riendo.

-Cuando se trata de ti, siempre voy a ser protectora Anna, no voy a dejar que nadie te haga daño, nunca -dijo Elsa sería, haciendo que Anna dejara de sonreír, cuando Elsa le hablaba de esa forma, con esa pasión a ella se le rompían todos los esquemas, sabía que era normal que una hermana defendiera a la otra, ella misma se enfrentaría a quien fuera que le hiciera daño a Elsa, pero Elsa lo decía de una manera que parecía algo más, pero ese algo más siempre desaparecía cuando recordaba lo que pasaba cada noche.

-Gracias Elsa -es lo único que pudo decir Anna.

-De nada -dijo Elsa giñandole un ojo. Anna se quedó pensando durante unos minutos, lo que le había dicho Elsa antes en la habitación no paraba de correrle por la cabeza, ¿si le bastaba con su cariño porque traer a tantas chicas a su cama? Por mucho que pensara no encontraba una respuesta, así que preguntó.

-Oye Elsa, antes me has dicho que con mi cariño te basta... entonces... ¿Porqué todas las noches traes a una chica diferente a casa? -preguntó notando como el calor poco a poco subía a sus mejillas.

-No traigo a chicas todas las noches Anna -dijo Elsa evitando la verdadera pregunta.

-No estoy preguntando eso Elsa, vamos dime.

-Soy un ser humano con necesidades -dijo tranquilamente.

-Y para saciar tus necesidades tienes que hacer daño a otras personas, eso es muy egoísta Elsa.

-Antes de traerlas yo les dejo claro que lo único que quiero es un polvo nada más, si luego ellas se hacen ilusiones no es mi culpa... lo más normal es que al final choquen contra la realidad.

-Eso que dices es muy duro Elsa, no puedes tratarlas como un pañuelo.

-Yo lo dejo todo bien claro al principio, si aceptan pues luego ya no es mi culpa que ellas piensen que hay algo más.

-Algo tienes que hacer para hacerles pensar eso, ¿de verdad no sientes nada cuando salen llorando de tu habitación?

-Lo dices como si todas salieran así, solo las tontas lo hacen.

-Me sorprende que puedas ser tan fría Elsa -dijo Anna incrédula.

-Mira Anna tengo 21 años, haré con mi vida lo que me de la gana, meteré en mi habitación a quien me de la gana y las trataré como me de la gana. Tu no eres nadie para decirme que debo hacer y como debo hacerlo, ¿te ha quedado claro? - y de repente Anna no sabía como sentirse, Elsa había utilizado el mismo tono que usaba para decirle a sus liges que se marcharan de casa... de repente se preguntó como podía haberse enamorado de alguien tan fría, de alguien con un corazón tan duro.

-Me ha quedado clarisimo Elsa, discúlpame, voy a llegar tarde he quedado con Kristoff.

Y sin dejar decir nada a Elsa se fue de la cocina y salió de casa, no había quedado con Kristoff, pero no quería estar con Elsa en ese momento. Por su parte Elsa se quería golpear a ella misma, ¿porqué le había hablado de ese modo? Ni ella lo sabía, quizá estaba cansada de que la gente le preguntara porqué trataba de ese modo a todas las chicas que se interesaban por ella, quizá fue porque no podía contestar la verdad y era más sencillo zanjar el tema de la mejor forma que sabía, el desprecio. ¿Porqué no podía decir la verdad? Demasiado embarazosa, ¿Cual era la verdad? Lo hacía para sacar de su cabeza a la persona que realmente amaba, ¿Quien era? Anna, su hermana menor, ¿Desde cuando? Ni la propia Elsa lo sabía, solo sabía que ese sentimiento la estaba llevando muy lejos de la persona que realmente era. El sexo y el alcohol solo eran instrumentos para intentar olvidarse de ese amor incestuoso, ese amor incorrecto, ese amor que le hacía sentir el ser más despreciable de la tierra... pero esos dos instrumentos solo funcionaban durante la noche, cuando se despertaba y miraba esos ojos azules, ligeramente mas claros que los suyos, se volvía a enamorar, cuando miraba esas cerraduras de color cobre peinadas en trenzas gemelas, solo quería deshacer esas trenzas y acariciar esos mechones, cuando miraba toas las pecas que recorrían el puente de su nariz solo quería besarlas una a una. Pero ¿como no enamorarse de ella? Desde que murieron sus padres Anna había sido su salvavidas, siempre con esa sonrisa que le ayudaba a continuar, a seguir luchando, a no darse por vencida, fue Anna quien le daba masajes en la espalda cuando llegaba molida del trabajo, fue Anna quien limpiaba la casa y siempre se preocupaba por que cuando ella llegara de trabajar la comida estuviera hecha, fue Anna quien la cuidaba cuando se enfermaba, fue Anna quien la ayudo a creer en si misma, fue Anna quien la dejaba llorar en su hombro cuando la situación la superaba. Todos esos pequeños gestos la habían ido enamorando poco a poco hasta que se dio cuenta de que no podía dejar que esos sentimientos siguieran creciendo y perdería el control. Comenzó a beber para sacársela de la cabeza, comenzó a acostarse con la primera chica que le hacía gracia para intentar olvidara... pero lo único que conseguía era quererla más, ya que ninguna se podía comparar a Anna... y también conseguía odiarse un poco más a si misma.