Adictivo.

No es que le diese vergüenza, salir con Scorpius Malfoy (de todas formas, ¿a quién le daría…?), nada de eso, en lo absoluto, pero algo se lo impedía decírselo a Lily, su mejor amiga. Rose posó nerviosamente sus ojos, del mismo color azul de su padre, de un lugar a otro, sin encontrar, finalmente, un lugar definido por donde fijarlos. ¡Ah! ¿Por qué no podía haber pertenecido a Gryffindor, al igual que sus primos (exceptuando a Albus, claro), y ser tan valiente como ellos?

Y, realmente, lo peor de toda la situación, era que, ciertamente, Rose Weasley sabía el porqué, de ese algo

Había sucedido hace un verano, cuando ella tenía quince años, y Lily, su prima, catorce. Era un juego, o más que un juego, una práctica. Sólo eso. O al menos, Lily, que a veces parecía ser más astuta que el propio Albus, a pesar de ella estar en Gryffindor, le había convencido de ello.

-Venga, Rose, es sólo mientras ninguna tenga un novio…-Le había dicho Lily, cogiéndole la mano, y acercando levemente, su rostro al de su prima.

Y claro, como siempre, Rose le creyó, o tal vez, le quiso creer, a su prima.

Sólo una fracción de segundo más tarde, los labios de Lily estaban sobre los de Rose, convirtiéndose aquel beso, en el primero de muchos, que siguieron durante el siguiente año.

No importaba dónde, si era en alguna áspera pared, de un aula olvidada de Hogwarts, o entre la suavidad de las sábanas, de la cama de Rose, en las vacaciones de Navidad. Sólo importaba seguir con el juego, o como una vez la misma Lily se lo dijo, seguir con la práctica.

Más de alguna vez, Rose había pensado que aquello estaba mal, que aquello no era correcto, que con eso había que terminar… ¡pero, por Merlín, se sentía tan bien! Los labios de Lily siempre eran suaves, y con delicadeza, tocaban a los de ella. Pero había algo más, algo que aún Rose no podía identificar, o tal vez, se negaba a hacerlo. Algo que, hacía que su corazón brincase, que sus mejillas se ruborizasen, y que en su estómago se sintiese una muy extraña sensación…

Pero no, no tenía que pensar en eso… ahora, era tiempo, de ir y decirle a Lily, que todo había terminado. Que el juego, y la práctica, ya habían acabado…

-¡Rose!-Gritó felizmente Lily, tan pronto como observó a lo lejos, a su prima. Se dirigió corriendo hacía donde ella se encontraba, y sin reparo alguno, la besó, de manera casta, en los labios.

Rose nuevamente se sonrojó, su corazón saltó, y mariposas en el estómago sintió. Y en vez de detener el beso de Lily, decidió corresponderlo, mordiendo de manera leve, el labio inferior de su prima.

"Sólo un beso más, y le diré todo." Se dijo Rose a sí misma, a la vez que sin poder evitarlo, algo parecido a un gemido, escapase de su boca.

Lo que ella no sabía, es que semanas y meses pasarían, en los que aquel adictivo juego, nunca terminaría... aún cuando, Lily sabía, que Scorpius y Rose, juntos salían.


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