Prologo.

La música campestre resonaba en aquella tasca que tanto frecuentaba, aunque bastante alegre para su oído siempre fue un sonido lúgubre, dio un sorbo profundo de aquel licor destilado en la parte trasera del comercio, de seguro le recordaba al tequila, pero algo más puro…por ende más fuerte.

Los gritos de los demás clientes al compás de la música le indicaban que ya no era el momento para seguir ahí, con señales llamo la atención del Bartender, le pago la cuenta más un trago más, que al momento de servirle, bebió de un solo jalón.

Agradeció la atención y con un andar tambaleando se dirigió a la puerta, las chicas de compañía se le acercaban con diversas intenciones, abrazandole y tocan su cuerpo, por experiencia sujeto fuertemente su billetera y sus llaves, que fueron rozadas varias veces en intentos de usurpar sus pertenencias, al verse descubiertas una a una iban alejándose tratando de no levantar sospechas, podría estar ebrio pero desde hace años que no perdía la cordura.

Al llegar a la puerta, no pudo evitar ver con intriga a una chica un poco menor que él, entrando con ojos rojos…seguramente de llorar, pensó...sin meditar bien sus acción, saco un pañuelo de sus bolsillos y se lo extendió con una sonrisa algo forzada a la chica, siempre había sido de esos chicos que ocultaban sus pesares para brindarle confort a los demás.

No espero mucho siquiera para ver la expresión de la chica ni detallar su rostro, solo sabría que era de tez blanca y hebras caoba azuladas, escucho una decaído gracias mientras que el solo hacia señales de despedida con la mano, sin siquiera voltear.

Ya fuera del local, noto que solo las luces artificiales alumbraban las desoladas calles, subió la mirada, solo para apreciar con desagano el domo cristalino, que no dejaba entrar los galones de agua sobre la ciudad.

Río, siempre le hacía gracia recordar como la humanidad había terminado por destruir el planeta y el agua había barrido con todo gramo de tierra en el mundo, la risa lo invadió nuevamente, seguramente por efectos del exceso de licor.

Sin más emprendió su marcha al sitio donde dormiría, con su por supuesto tambaleante andar, apreciando con ironía las desoladas veredas con algunos moradores de la noche, que realmente no quería tener el gusto de conocer, a pesar de haber destruido el planeta, el humano nunca había aprendido de sus errores.

Al llegar a su departamento le tomo unos minutos más de lo debido subir a su piso, ya que tuvo que usar las escaleras, en su estado el ascensor era el principal rival, al instante de siquiera rozar la perilla de la puerta, esta se abrió abruptamente seguido de un "inesperado" empujón debido al abrazo que le brindaba la persona que lo esperaba…

-¿Dónde estabas?- la voz poco delicada, pero bastante preocupada invadió sus oídos, fijo su mirada, en la chica frente a él, de cabello rojo y piel blanca, que mantenía su rostro contra su pecho.

Con una sonrisa, y su mano alborotándole su cabello rojo, le susurré-Hoy es el día…necesitaba estar a solas- la chica asintió sin retirar el rostro de su pecho –Vamos Tayuya…podemos hablar adentro- al no recibir señal, no tuve más opción que levantarme junto a ella, bastante difícil la hazaña al no poder estar de pie y erguido más de 2 minutos.

Ella sin soltarme camino con su rostro entre mi gabardina, cerré las puertas con bastante atoro, me fui desvistiendo hasta quedar solo en pantalón junto a mi cama, una bastante grande para una persona, con cuidado me acosté siendo seguido por la pelirroja mientras esta se sentaba sobre mí, era rutinario hacer esto cuando llegaba ebrio a casa.

-Ves ahora si podemos hablar tranquilos- le dije de nuevo sonriendo mientras jugaba con su sedoso cabello, al no recibir respuesta solo nos quedamos así, durante varios minutos, seguramente habría tenido un día difícil y yo solo pensaba en mí, bebiendo para saciar mis penas.

-Naruto…nunca te abandonaré…lo juro- un sentimiento amargo se hizo presente en mi garganta al escuchar aquello, jugué un poco más con su cabello, pensando en como responderle.

Suspire un poco al pensar una manera correcta de responder-No digas eso…al final te enamorarás e irás a vivir con ese hombre que pueda hacerte feliz…y un día morirás… no siempre estaremos juntos.- sabía que no habían sido las mejores palabras, pero no podía dejar que pensará en mi de tal manera.

-No me importa tener a otro hombre…- sin más la pelirroja recorto la distancia que había entre nosotros para estar cara a cara conmigo –Solo te amo a ti, hermano- nuevamente habían terminado así, dos hermanos cometiendo pecado, siendo uno en la cama, mientras la lujuria inundaba por completo la alcoba, siempre decía que no podría volver hacerlo…pero solamente sentía confort junto a Tayuya y nadie más, pero sabía que tarde o temprano eso acabaría y ella lo dejaría…como lo hicieron sus padres.

Al terminar el coito, y sentir la respiración delicada de la pelirroja en su pecho, supo que había quedado dormida, sonrío irónicamente al retrato de sus padres sobre la mesa, y con tristeza pensó en como se sentirían si los vieran así…faltando a las normas del dios que tanto amaban…y que hace tantos años que había perdido Fe, en él y en cualquier ente espiritual.

Sin más cerro los ojos, y se dejó caer en el sueño junto a su amado pecad, su hermana.

Fin Prologo.