Los personajes no son míos, son de la Genio que nos trajo el increíble mundo de Harry Potter JK Rowling, la trama si me pertenece.

Agradezco a Doristarazona la Beta más maravillosa que existe, gracias por tu ayuda y apoyo.

Esta es la primera historia que escribo y público y pues espero que les guste tanto como a mí escribirla, Por favor dejen sus reviews se aceptan críticas constructivas, estoy aprendiendo así que ayúdenme con eso, sin más preámbulos los dejo leer.

No olvido el instante en que tus ojos se entrelazaron con los míos porque fue en ese mismo instante que cambio el destino.

Cerró sus ojos, inhaló y exhaló, inhaló y exhaló, contó hasta diez y ya un poco más tranquila fue abriendo sus ojos, sentía sus manos temblar sujetadas fuertemente de la silla donde estaba sentada, pestañeó varias veces, mientras se adaptaba a la última luz del día que atravesaba la ventana

¿Qué la tenía en ese estado tan lamentable?, pues era algo sencillo, su vida, nada más que eso. Eran las cuatro de la tarde y esperaba que la última hora antes de terminar su turno de trabajo terminara más rápido que las horas pasadas, porque el método de inhalar y exhalar ya no era suficiente para calmar lo que sentía.

Se levantó y caminó a través de su oficina – o como solía llamarle, el cuarto de tortura que le permitía ganar dinero-, quien llegara a entrar podría pensar que nadie trabajaba ahí, por lo impersonal del lugar.

En el centro se encontraba un escritorio con unos cuantos pergaminos ordenados, sin ningún adorno, retrato o algo que identificara a quien pertenecía ese escritorio, en la esquina de la oficina se encontraba un librero alto de madera de pino ya roído por el paso del tiempo, lleno de muchos tomos distintos de magia y literatura muggle, al lado del librero, una chimenea de ladrillo blanco revestida con un color gris cenizo que le daba un aire frío a la habitación, atrás del escritorio había una ventana alta con unas cortinas oscuras que se notaba que no eran limpiadas hace tiempo, en el alféizar una pequeña planta era lo único que denotaba algún tipo de vida en esas cuatro paredes.

Tras observar su oficina sin ninguna emoción caminó hasta la puerta que se encontraba al lado derecho, al abrirla esta hizo un chirrido haciendo que cerrara los ojos por un momento, otra vez ese sonido que siempre decía que iba arreglar, pero era algo más en la lista de cosas que tenía que hacer y no hacía, rodó los ojos con hastío.

Al entrar se encontró con un baño pequeño y sencillo con un lavamanos y un espejo, se lavó la cara para quitar la marca de lágrimas que tenía y se miró en el reflejo, y lo que vio no le gustó, una chica de 21 años cabello castaño ya no tan enredado como antaño pero igual de difícil de domar, unos ojos cafés en donde si mirabas bien podías ver lo atormentado de su mirada, unas ojeras grandes y oscuras como de alguien que no duerme hace tiempo, sí, era cierto. En su rostro ya no se encontraban facciones de niña si no de una mujer, una nariz respingada adornada con unas cuantas pecas, unos labios rosados y carnosos en forma de corazón, su figura era sencilla, una piel acanelada, piernas largas, una cintura estrecha, un vientre plano pero no por hacer ejercicio sino por la mala alimentación que tenía, desayunar una taza de café, almorzar cualquier sándwich decente que hallara en la cafetería y cenar lo que sea que encontrara en el refrigerador de su apartamento -lo cual era nada prácticamente, odiaba salir a comprar-.

Tras unos minutos de inspección decidió que no podía hacer más por su aspecto. Ya resignada a que toda la monotonía reinara en su vida, dio la vuelta y volvió al escritorio y empezó a trabajar.

Mientras tanto en otra oficina del Ministerio, yacía un chico con mirada fría y gélida, sus ojos color plata brillaban con ira, unos mechones rubios caían en la frente del que a fuerza de dolor se convirtió en un hombre.

Inhaló y exhaló, tratando de retener las ganas que tenía de lanzar un avada al incompetente trabajador del ministerio que estaba enfrente de él, lo volvió a ver con hastío y con una mirada de tú eres lo más insignificante que existe en el planeta, le repitió la pregunta.

—¿Qué quiere decir con eso?

El funcionario carraspeó tratando de tomar valor para repetir lo que había dicho, estar frente a un ex mortífago y no cualquiera sino un Malfoy, hacía a cualquiera sentir nervios, y más al ser el encargado de decirle que decisión había tomado el ministro para completar su condena.

Todos sabían su papel en la guerra y que sólo por la declaración del trío de oro se salvó por poco de acabar en Azkaban, claro Lucius Malfoy no corrió con la suerte de su esposa e hijo, él fue condenado a recibir el beso del dementor, ya han pasado más de dos años de recibir dicha condena, y aquí estaba enfrente del que fue su hijo un joven de 20 años, ya no era un niño miedoso que se escondía detrás de su padre para obtener todo, ya era un hombre que tenía que hacer frente a todos los problemas por estar en el lado incorrecto de la guerra.

Se irguió tratando de reflejar una seguridad que no tenía. —Lo que escuchó señor Malfoy, el Ministerio ha decidido que tendrá que cumplir 800 horas sociales a favor de la sociedad mágica y muggle para terminar su condena.

Draco en ese momento estaba seguro que si no lo habían condenado a Azkaban estaban a punto de hacerlo, por asesinar al hombre al que le dieron la tarea de decirle que no solo bastaba con que casi hubieran vaciado la cuenta de Gringotts de su familia para cubrir los daños hechos a la sociedad, de que hubieran confiscado sus diversas propiedades incluyendo la Mansión Malfoy, de que estuviera confinado en Londres porque no tenía permiso de salir de la ciudad, ni tenía permitido ver a sus amigos que hubieran "servido a la causa", y no bastando con eso resulta que también su varita era controlada por el ministerio para evitar que "volviera a sus antiguos hábitos", palabras literales del encargado de su caso, también estaba el detalle de que ya no podía ingresar a sus cuentas con libertad, no, ahora recibía una mísera parte de SU dinero mensualmente, como dijeron lo suficiente para vivir, claro para vivir como la servidumbre, ellos qué iban a saber de vida si nunca habían tenido un lujo como los Malfoy.

Ah y casi olvidaba su declaración al profeta donde perdió todo su orgullo, una voz en su mente le recordó que hace mucho había perdido su orgullo, pero el tener que pedir disculpas a la sociedad mágica por sus malas decisiones y acciones, y el tener que agradecer públicamente al maldito niño que nunca muere, su amigo el pobretón y la rata de biblioteca Granger, por salvarlos a todos de un tipo narcisista que se creía dueño del mundo y que tenía un obsesión -muy rara a su parecer- con un adolescente rajado, fue la cereza del pastel, pero no felices con eso el señor Ministro tuvo la magnífica idea de hacerle trabajar horas sociales, ¡horas sociales! A él, a un Malfoy, un sangre pura, él que solía pertenecer a la élite del mundo mágico, que todos tenían que pisar el piso por donde caminaba, él que por el idiota de su padre de seguir los ideales de un imbécil con cara de serpiente lo condenó, si lo condenó a él y su hermosa madre, la única razón por la que se mantenía todavía cuerdo, esa mujer que a pesar de la fortaleza y valentía que tuvo al mentirle al señor tenebroso sobre que potty estaba muerto, el ministerio la había condenado a 10 años de arresto domiciliario en una de la propiedades que no se habían apoderado, sin derecho a usar su varita, eso para un mago era como cortarle un brazo.

Su pobre madre que nunca fue marcada por ese bastardo, pero aun así fue condenada, el ministerio le propiciaba raciones mensuales de lo que necesitara un persona para vivir, no podía acceder a un elfo domestico por lo que ella se tenía que hacer cargo de la casa, le arrebataron su estilo de vida. Narcissa fue siempre una dama de sociedad y degradarla a la forma en que vivía ahora era demasiado, demasiado para una persona que ya había perdido todo, su hogar a su esposo y a su hijo, Lucius era un maldito claro, pero amaba a su madre y ella a él, y a pesar de todo tuvieron un matrimonio con amor y eran felices a su manera. Pero lo que le dolía de verdad no era perder sus propiedades, no era que le controlaran su varita, ni su cuenta de Gringotts, o disculparse con el trío de tarados, era que ya eran dos años, ya casi tres, que no miraba a su madre, claro el estar confinada prohibía que su único hijo la fuera ver, la extrañaba.

Y esa era la única razón por la que había ido al ministerio porque al terminar su condena podría apelar al ministro de magia Kingsley Shacklebolt, le permitiera volver ver a su madre.

Dándose cuenta que había divagado mucho en sus desgracias, decidió volver a prestar atención al funcionario del ministerio y justo cuando empezó a escuchar lo que decía se dio cuenta que su vida ya no sería los mismo.

—Señor Malfoy, usted realizará 800 horas y tendrá un funcionario encargado de que realice sus actividades correctamente tanto en el mundo mágico como muggle. La funcionaria que se hará cargo de usted es del departamento de Cooperación Mágica ya que ellos son los encargados de desarrollar dicho proyecto "Rehabilitación de Ex Mortífagos". Se reunirá con ella el día de mañana a las 8:00 am y le recomiendo que sea puntual, no falte por que se le considerará una falta y tendrá un castigo correspondiente, bueno y más por el hecho de que es la directora del departamento de Cooperación Mágica y la creadora del proyecto, la señorita Granger, Hermione Granger.

Esas palabras hicieron eco en su mente, Granger, la sabelotodo, sangre sucia Granger la maldita culpable de que él hiciera horas sociales, la amiga del cara rajada y novia de la comadreja.

Repitió en un susurro que asustaría a cualquiera: —Granger— la mataría.