Arthur abrió sus ojos como cada día lo hacía exactamente a las seis de la mañana, siempre se despertaba con los primeros rayos de luz del nuevo amanecer, era casi un ritual para el despertase a esa hora, y ver surgir al astro rey en el horizonte como si con eso augurara un nuevo resurgir de su imperio por ahora legalmente disuelto.
Su habitación reflejaba su pulcridad y gusto por los detalles finos, la cama una pieza solida tallada de un solo árbol gigantesco de roble del Nepal, el colchón hecho con las más finas plumas de ganso Canadiense y las sabanas del más delicado lino Egipcio, todo en ese cuarto era en si una metáfora de su propia vida.
Observo nuevamente a la ventana cuando una delicada silueta hizo que cerrara rápidamente sus ojos obligado por una gigantesca luz proveniente de la citada forma, pasado algunos segundos los volvió abrir, para ver que ahora solo podía ver las siluetas mas no los colores de las cosas.
Cerro nuevamente sus ojos, quizás a un estaba algo desorientado, pensó el chico al momento de abrir sus ojos de nueva cuenta, para cerrarlos instantáneamente, y sin más empezar a tallarse sus cuencas oculares ¿Porque ya no podía ver nada? ¿Por qué tan repentinamente había perdido la visión?
Como pudo se levanto, quizás era solo que sus ojos seguían destellados, eso era solamente era un producto de la luz del sol que había dilatado sus pupilas más de lo usual lo que ocasionaba su ceguera temporal.
Casi arrastras había llegado al baño, fue una lucha completa para encontrar el lavamanos, y más a un la llave del agua caliente, la cual le quemo sus delicadas manos al salir echando vapor el agua que salía del grifo, mientras luchaba por abrir la del agua fría y así entibiar la misma.
Algunos angustiantes segundos después, un sonido sacudía el cuarto de baño, al momento que el espejo principal se rompía en mil pedazos, mientras el dueño de casa no podía si no simplemente soltar un grito de dolor al instante que su mano empezaba a llenarse de sangre producto de un golpe soltado por pura frustración.
Arthur Kirkland, mejor conocido como Inglaterra, había quedado completamente ciego.
