Enséñame A Amar

Solo la trama es mía.


Capítulo I : Volverte a ver

Querido Diario…

Comencé a escribir.

Hoy es un nuevo día. Hoy vuelvo a tener clases después de mis largas vacaciones en Phoenix con mi madre y Phil. Hoy, volveré a verlo otra vez…. Te confieso que lo eché mucho de menos. Es lo único que puedes saber. Y tal vez sea la última vez que te escriba. Tengo que dejar mucho espacio para el taller de literatura ya que, mi madre se negó a comprarme un Diario de verdad porque está prohibido en este internado. Y si me acabo este cuaderno, que acaba de comprarme antes de vacaciones, probablemente me gane un buen sermón. Ella odia que me la pase escribiendo todo lo que pasa a mí alrededor. Que hasta el más mínimo detalle tenga que quedar plasmado en mis cuadernos. ¿Por qué no entiende que eres al único a quién le puedo platicar de él?

Podría decírselo a Ángela; mi compañera de cuarto, pero sería demasiado arriesgado si ella se lo contara a alguien más. No que fuera una chismosa o algo por el estilo, pero más vale prevenir.

Tampoco podría decírselo a Alice. Sería poco prudente confesarle todo lo que sentía por su hermano.

Y si se enterara Jessica….

-¡Bella! –chilló una voz a mis espaldas y guardé el cuaderno debajo de la almohada.

Alice entró a mi cuarto con los brazos abiertos y me apretó con entusiasmo. Era mi mejor amiga desde que llegué a Seattle, hace un año. Mi madre me autorizaba salir los fines de semana para pasarla en su casa, que también era la de mi maestra de literatura; Esme Cullen.

Aún recuerdo el primer día que fui a su enorme mansión. Estaba tan cómoda entre todos ellos… hasta que lo vi; bajando las escaleras y con el ceño ligeramente fruncido mirando en mi dirección. Su pelo un poco largo, color cobre, brillaba al toparse con los halos de luz que dejaban pasar las persianas. La sudadera azul que vestía, marcaba perfectamente los músculos de su abdomen y brazos. No tanto como Emmet, su hermano mayor; pero de todas formas, perfecto. Sus ojos verdes me atraparon y aún estaba embobada cuándo Alice nos presentó. Tomó mi mano con suavidad y me mostró la más hermosa de las sonrisas que pude haber contemplado en mi vida. Mi pudor fue tal que no pude responder a su saludo.

-Un gusto, señorita Swan. –dijo con tono seductor.

Todo un caballero.

Un caballero extremadamente guapo y completamente fuera de mi alcance. Un caballero de veinticuatro años.

Después de eso, Alice casi me arrastró a su habitación para lograr salir de mi trance.

-¿Siempre es así de caballeroso? –pregunté después de un rato.

-Sí, siempre. Impresiona, ¿No? -me dio una mirada cómplice-. Lo heredó de mi papá. Emmet no es del todo caballeroso, pero es el alma de la familia.

-Lo noté. –dije, recordando su efusiva bienvenida.

,

Me abracé un poco más a Alice y ésta volvió a hablar.

-Oh, Bella. Te extrañé tanto.

-También yo, Al.

-Por dios, sigues igual de pálida. ¿Es que no te bronceaste siquiera un poco en Arizona?

-La verdad es que no. –reímos las dos.

-Tienes que platicarme t-o-d-o…

La campana sonó y ella rodó los ojos.

-Tan inoportuna cómo siempre. –reí de su expresión y tomé su mano.

-Apresúrate o nos castigarán por no estar a tiempo en asamblea.

Asintió y abandonamos la habitación. Reí mientras corríamos pero al doblar por un pasillo, choqué con alguien.

-Lo siento, Jessica. –me disculpé.

Y entonces vi lo que había provocado.

El labial que sostenía en su mano derecha había pintado torpemente sus labios y se extendía hasta una de sus mejillas. Evité reírme para no empeorar las cosas pero Alice no aguantó.

Entrecerró los ojos.

-¡Lo hiciste a propósito! –gritó, llamando la atención de la gente que pasaba cerca.

Muy propio de Jessica.

Alice se metió en medio de nosotras dos.

-Sólo fue un accidente, bruja. Deja de molestar. –jaló mi brazo y la dejó con la palabra en la boca.

-Tal vez si fue mi culpa.

-Por dios Bella, no pensarás meterte con ella ¿o sí?

-Sólo me estaba disculpando.

-Ella no acepta disculpas de nadie. Mejor que actúes igual de fría que ella. Confía en mí. –me guiñó un ojo.

En la asamblea, nos dieron la bienvenida y por consiguiente, los horarios. Noté que, mis horas de clases habían disminuido y me alegré de solo pensar que mis horas de taller podían aumentar en cambio. De solo pensar, que lo vería más tiempo.

Ni siquiera me molesté en buscarlo con la vista; sabía que él no estaba allí. Según a lo que Alice me platicaba, Edward estaría en su escuela de medicina.

Edward… mi profesor.

Había ocupado el lugar de Esme cuando ésta quedó embarazada de su cuarto hijo. La directora no dudó un solo instante en contratarlo, teniendo tan buenas referencias. Estudió un curso intensivo de Literatura y Poesía por un año y ahora, estudiaba medicina.

Un médico para que cure tus heridas y un poeta para que enamore tu corazón.

¿Podría ser más perfecto?

Y claro, ésta vez, la suerte estaba de mi lado. Porque yo era la única aburrida en este internado como para entrar al taller de Literatura. La maestra Esme era tan cariñosa, tan amable… podría jurar que me quería como a una hija. Me preocupé cuando platicó conmigo acerca de retirarse por cuidar a su bebé. Y aún más cuando supe que la reemplazaría Edward. Más de una quiso cambiarse a mi taller, pero la directora se negó. Obviamente el taller que escoges, es el que llevarás los tres años de preparatoria.

Para todos los demás, era sólo el guapo maestro de literatura; para mí, era la más hermosa de las poesías de amor personificada.

Mi maestro se mostraba tan extremadamente caballeroso como el primer día. Me derretía cuando abría la puerta y me hacía pasar. Cuando se disculpaba conmigo cuando tenía que salir o cuando debía responder una llamada.

Aunque por otro lado, me moría de ganas de que me tratara con confianza. Después de un año de conocernos, era prudente, ¿no?

Las clases pasaron demasiado rápido, sin ser dignas de mención. Los maestros seguían siendo los mismos aburridos de siempre. Sobre todo el de física.

Odiaba física.

Bueno, en realidad, amaba la física, pero desde que el maestro Green la impartía, se había convertido en mi tortura. Se la pasaba hablando toda la maldita clase de cosas que, sinceramente, no nos importaban.

En la media hora de receso, Alice se había encargado de contarme a detalle todo lo que había hecho en vacaciones.

Después de comer, tomé una larga ducha con agua fresca. A pesar de que Seattle no es un lugar muy caluroso, este día la temperatura había subido bastante.

Tenía un poco de tiempo, así que fui a la usualmente vacía biblioteca. Saludé a la directora Reed que platicaba con la bibliotecaria. Una señora mayor, muy amable. La veía muy seguido porque algunas clases las tomaba allí, con Edward.

Estaba escogiendo un libro cuándo alguien tapó mis ojos. Jadeé por el susto y escuché la risita tonta de Mike.

-Mike, eres tú.

Me soltó y apenas me giré hacia él, me abrazó.

-Que bueno verte otra vez, Bella. –sonrió efusivamente.

-Sí, lo mismo digo. ¿Qué tal estás Mike?

-Muy bien. Tú regresaste más linda, ¿sabes?

-Oh Mike…. –me sonrojé contra mi voluntad y tomé cualquier libro antes de alejarme.

Mike me siguió a la mesa donde me disponía sentarme a leer, con un libro en las manos.

-Michael Newton, ¿Leyendo? –bromeé.

-Es sólo para poder quedarme. Si no, la señora Reed me sacará de aquí.

Me reí, rodando los ojos.

"Fábulas" leí en la portada del libro que había tomado.

Estaba demasiada entretenida leyendo la fábula llamada "los tres hermanos" cuando escuché su voz.

-Buenas tardes. –saludó.

Su voz aterciopelada me hizo querer gritar y salir corriendo a abrazarlo. Dos meses sin verlo había sido una tortura y sólo hizo que mi amor por él creciera aún más.

Cerré el libro y de inmediato sentí el color subir a mis mejillas. Mi profesor se giró hacia mí, con esa sonrisa tan hermosa que me hacía querer mirarlo así toda la vida.

-Hola. –me saludó.

Sentí miles de mariposas en mi estómago cuando me habló. Había dejado de ser el maestro que yo conocía por un instante. Esta vez no dijo "Buenas tardes, Señorita Swan" esta vez, lo había hecho como si fuese mi amigo. Como yo había querido desde un principio.

No había notado que me encontraba plantada en el piso sin siquiera moverme hasta que él habló de nuevo.

-¿Nos vamos al salón, o está ocupada?

-No, no. Yo… vamos.

Edward tomó las llaves de su lugar y yo me despedí de Mike.

Pasé por un lado de él, e inspiré en el momento exacto para embriagarme de su aroma. Caminó a mi lado, sosteniendo su maletín nuevo e igualando mi paso.

-¿Cómo está profesor?

-Excelente.

Me mordí la lengua antes de decirle "se nota"

-¿Y cómo está usted?

Casi pongo los ojos en blanco al notar que volvía a hablarme de usted.

-¿Qué tal el primer día?

-Pues…. –me encogí de hombros.

Volteó a verme, riéndose por mi respuesta.

-Es bueno volver a verla, Señorita Swan.

¡Ah! Casi me derrito.

Mi sangre no tardó en subir a mi rostro y lo único que pude hacer fue bajar el rostro y seguir caminando.

Llegamos al aula, él abrió la puerta y me invitó a pasar. Estaba un poco sucio porque también era usado en las mañanas para clases de español. Me senté en una de las sillas de la primera fila. Ni tan cerca de él para no ser tan obvia, ni tan lejos como para parecer retrasada.

Él tomó su lugar en el escritorio. Sacó su portátil y otras cosas del maletín antes de suspirar y mirar todo el salón, como si tuviese más audiencia que yo.

-Bueno, la más cordial de la bienvenida a todos ustedes, queridos alumnos. Que disfruten su penúltimo semestre de literatura.

No pude evitar reírme de sus palabras.

-Es increíble que usted sea la única interesada en esto. ¿Nadie más se apuntó éste semestre?

¿Había algún problema conmigo?

-¿Es que no lo sabe?

-¿Saber qué?

-Otras alumnas quisieron cambiarse, claro. Pero la directora se negó. Desde el principio se nos dijo: no habrá cambios. Supongo que no cambió de opinión.

-Oh. –arrugo el entrecejo.

Lucía tan adorable cuando hacía eso….

-Bueno, supongo que seremos solo nosotros de nuevo. –sonrió.

Me estremecí ligeramente cuando dijo nosotros refiriéndose a él y a mí. Sonaba tan bien.

-¿Que estaba leyendo?

-Oh, yo… una fábula. Los tres hermanos.

-Ah, claro. Muy buena fábula. –asentí-. ¿Qué enseñanza te dejó?

-Pues que es imposible burlar a la muerte.

-Hay algo más. Esfuérzate un poco. –animó.

Y yo no quería hacerlo. Cada que me ponía a discutir de una lectura era imposible parar. Lo había hecho muchas veces con la maestra Esme, y era divertido por la confianza entre nosotras.

-Yo, um… no lo sé.

Se levantó de su silla y comenzó a caminar de un lado a otro.

-Se trata de hacernos ver que los humanos, somos muy arrogantes cuando se nos brinda una segunda oportunidad. De que optamos por nuestra propia satisfacción antes de pensar en las consecuencias. Pero lo mejor, es que nos hace entender que las cosas tienen que venir a su tiempo y que no hay por qué forzarlas.

Me mordí el labio al escuchar todo aquello.

-¿Entiendes eso?

-Sí. Yo, también pensé eso. Es decir, el hermano menor fue el único que pensó dos veces y al final fue el que vivió más.

Sonrió y volvió a su lugar.

El tiempo transcurría muy deprisa cuando estaba con él. Odiaba eso.

Después de haberme leído otra fábula, a la que ni siquiera tuve que prestarle mucha atención porque ya me la sabía, la clase terminó.

-Señorita Swan, ¿Tendrá algún escrito suyo entre sus cosas?

-No, ¿Por qué?

-Um, bueno. Queda de tarea, ¿Está bien? –contestó, ignorando mi pregunta.

-¿Acerca de qué?

-De lo que usted desee. De preferencia, que lo inspire alguien.

-De acuerdo.

-Puede retirarse, señorita. Que pase una excelente tarde.

-Hasta mañana, profesor.

Suspiré y salí del salón.

Mi corazón descansó un poco por volverlo a ver. Tal parecía que era indispensable para él latir como loco una hora diaria. La hora de literatura precisamente.

Me dirigí a mi habitación, tarareando una canción que se me había pegado en vacaciones y Ángela ya estaba allí.

Le di la bienvenida y nos pusimos a platicar de todo. Yo no tenía mucho que contar, la verdad. Pero ella sí, dado que ya tenía novio, y me detalló cada día que pasaron juntos.

-Angie, ¿Qué se siente tener novio?

Me miró con sorpresa y abrió la boca.

-¿Nunca has tenido novio?

Negué con la cabeza y mordí mi labio.

-Es, Wow. Sólo te puedo decir eso. Cuando dos personas se quieren, es difícil expresar con palabras como se siente. Sin duda es algo que tienes que vivirlo tú misma.

-Sí, supongo.

Sería difícil encontrar a alguien que pudiera querer más que a él.

Y Mike… no era una opción para mí.


~N/A: Hello Nenas! bueno, Aquí dejando el primer capítulo de la nueva historia(: espero que me vaya bien igual qe con las otras :DD

Pues, este cap es corto y no tan sustancioso. El siguiente es mucho mejor. Habrá más Bella&Edward & waa todo tierno

actualizaré lo más seguido que pueda n_n'

Review?*-*

Con amor

Aryy'Muse