Historia escrita en el 2003-2004, publicada en el 2012

O

En mis archivos viejitos encontré este fic. Lo habré comenzado a escribir en el 2003-2004.

Es la continuación oficial de mi fic "En Fuga…" y está ubicado cuatro años después de aquel escrito.

No es necesario leer el fic mencionado para comprender este escrito. Mi intención es enfocarme en los Elegidos, que ya son adultos jóvenes.

Bueno, los dejo con la lectura.


*La Guerra*


Siento en mis sueños,

Y cuando duermo entiendo,

que si te amo, existo.


Bajo un suspiro, hay pasión entre enamorados; y dentro de un grito satisfactorio, el amor siembra instintos y profundidades increíbles.

Cayó justo sobre ella y dieron algunas vueltas en la cama, de modo que se revolvieron entre las sábanas y se abrazaron mutuamente, algo exhaustos, pero muy conformes.

El pelirrojo se durmió casi instantáneamente, cuidando de rodear a su amante con el brazo para que ésta no se enfadara; estaba cansado, siempre estaba cansado y con pocos ánimos de salir de lo de siempre.

La castaña respingó un poco, quería seguir jugueteando, sin embargo, de nada le valió ser caprichosa. Respiró desganada y se dedicó a mirar a su pareja.

La verdad era que Mimi nunca pensó tener una relación tan intensa con Koushiro. Cada vez que veía ese rostro con rasgos tan particulares, se le enchinaba la piel. Era apuesto de una manera diferente y ella se fundía en esos encantos, que aunque le gustaban, la descontrolaban a cada momento. Posiblemente era la única que apreciaba más a Izumi cuando dormía, los ojos del chico le aterraban, más aún cuando estaban posados frente a la computadora y no frente a ella

.

Como estaba aburrida se permitió analizar cada milímetro de piel del chico. Desde la frente amplia y sudada, las cejas vivas y gruesas, quizá demasiado gruesas. La nariz recta era de tamaño mediano y la boca tenía unos labios delgados aunque delineados cuidadosamente.

Le acarició el pecho, jugueteando con los pocos vellos rojizos que nacían de él. Al tenerlo en su dominio en tacto y vista, notó lo quemada que tenía la piel, ya que los brazos estaban mucho más morenos que el abdomen níveo que él poseía.

Entre el silencio obligado del que Tachikawa era partícipe, sonó el desalmado celular de Koushiro. Una vez, otra, la que siguió y la última. Izumi contestó entre dormido y despierto, y junto con un bostezo, saludó al interlocutor.

La mujer frunció las cejas con ira, ¿qué no podían dejar al pobre de Koushirou libre ni en sus propias vacaciones?, ¿por qué lo atosigaban tanto?, ¿no podía el Departamento de Inteligencia Artificial sobrevivir unas horas sin él?, ¡era el colmo!; y si Koushirou estaba cansado de su vida, Mimi estaba más harta todavía de la vida de él.

-Te vas a ir, ¿o me equivoco? – dijo rabiando, cuando Izumi colgó - ¡Espera!, ¡no me digas!, ¿una emergencia?, sí, porque siempre es una emergencia... ¡todo tiene que ser una emergencia!

-Deja de decir emergencia ¿Quieres?

-¡NO!

-No es mi culpa, Mimi ¿Qué quieres?, ¿mi renuncia?

-Eso mismo, ¿no valgo más yo que tu estúpido trabajo?

-A eso se le llama chantaje. – dijo el pelirrojo, mientras se levantaba y recogía su ropa por toda la habitación – Créeme, en verdad sucedió algo grave, necesito ir.

-Y yo necesito a mi novio un par de horas más.

-Lo lamento, prometo llamarte luego.

-¿Para qué?, ¿para acostarnos y que te llamen segundos después?, ¡es lo único que hacemos!

-Estás muy exaltada...

Koushiro se introdujo en el baño e ignoró las quejas de la muchacha, sobra decir que Tachikawa soltó insultos como si los maquilara; detestaba más que nada que no le prestaran atención.

Con furia invadida, pateó la puerta y la abrió bruscamente. Fue directo a la regadera, donde oía la caída del agua; abrió la cortina, y jaló al joven hacia ella con mucha fuerza y poca ternura.

Se miraron frente a frente un tiempo que no pudo contar, los ojos negro azabache se rindieron ante los de color miel, que llenos de lágrimas, reclamaban atención.

-Dime...

-¿Qué sucede?

-¿No vas a cambiar por mí?

-Mimi, yo no te pido que cambies por mí... te prefiero así, me gusta como eres, a pesar de que no congeniemos en todo.

-¿Por qué ya no es como antes?

-Porque caímos en la trampa de la rutina.

-¿Y qué no podemos hacer algo para salir de ella?, ¡estoy harta!... la rutina no es pretexto, Koushiro, el problema es que No me amas lo suficiente.

Koushirou sonrió con tristeza, siempre terminaban discutiendo así, y la verdad era que prefería a Mimi callada más que a cualquier cosa...

La abrazó con fuerza, atrayéndola hacia su cuerpo. Ahora la mujer también se empapó, y delicadamente Izumi la despojó de la bata con la que vestía. Comenzó a explorarla, ¿cómo no iba amarla, si le daba tanto placer tocarla, sentirla y besarla?, entonces, ¿pues qué cosa era el amor?.

Le lamió el cuello y mordió la oreja, para luego abrir su boca y decir un secreto:

-No te das cuenta, pero estamos saliendo de la rutina ahora mismo.


-¡Date prisa, Patamon! – rogó un joven rubio de cabello despeinado. Tenía los ojos azul celeste y la sonrisa cálida, como si aún siguiera con los gestos de un niño- ¡La corbata!, ¡trae la maldita corbata!

Su pequeño digimon, con orejas de alas de murciélago y rostro de hamster, voló desde el armario hasta las manos de su compañero y le entregó dicha prenda del vestir.

-Aquí está, Takeru – respondió muy animado, bastante más tranquilo que el joven.

-Gracias. Ahora ayúdame, tengo que ponérmela – ordenó con carisma, intentando con torpeza, ponerse a su peor enemiga – Algún día Daisuke me dirá dónde pardiez compra las corbatas pre-hechas y derechas.

-¿Derechas?

-Olvídalo, Patamon – dijo, terminando de hacer un nudo bastante torpe – Se me hace tarde, por nada del mundo llegaré retrasado a mi cita con Hikari.

-Pero si es una cita, ¿por qué te vistes así?

-Es que no es cualquier cita, se trata de un aniversario de noviazgo, por eso tiene que ser elegante y en un lugar muy romántico... Ahhh, Patamon, tienes que empezar a informarte más, ¿no te encantaría ponerte de novio con Gatomon?

-Ella dijo una vez: "Los niños crecen, y nosotros seguimos igual".

-Ya veo, quizá sea su naturaleza no sentir lo que yo siento por una mujer... bueno, mejor no entrar en detalles: me voy.

-Que te vaya muy bien, yo iré unos días al Digimundo para visitar a mis amigos.

-De acuerdo, ¡deséame suerte!.


-Nos encontramos en vivo, desde la famosa Isla File, donde Taichi Yagami acaba de tomar posesión como el Primer Embajador de la Tierra y el Digimundo – la reportera, cuyo cabello era tinto y escandaloso, se acercó a la mencionada personalidad, que caminaba glorioso por los pasillos de la Embajada, que le pertenecían al Centro de Investigación Tierra Digimundo (CITD) - Y justamente les tenemos una exclusiva con Yagami-san, quien ha aceptado tener una entrevista privada para nuestra televisora.

Taichi saludó amablemente al público, posiblemente con demasiada sencillez dado al puesto que poseía, le sonrió a la reportera y cruzó los brazos, haciéndose el interesante de una manera curiosa.

-Díganos, Yagami-san, ¿cómo se siente usted con su nuevo nombramiento?, ¿cree que podrá con el cargo?, ¿qué piensa hacer para mejorar la relación que existe entre ambos mundos?.

El Embajador primero que nada asintió y arrebató con educación el micrófono de la reportera -a quién trataba como si la conociera de toda la vida-, y viendo fijamente a su Agumon, que siempre le hacía compañía, se dirigió al auditorio.

-Primero que nada le agradezco la oportunidad de saludar a nuestros ciudadanos tanto del Digimundo como de la Tierra, Motomiya-san. – comenzó, sin quitarle la vista a su digimon naranja – Creo que un nombramiento de esta índole es una gran responsabilidad, y no me refiero al cargo o las obligaciones que adquiriré al tomar posesión de mi puesto, sino a dar un ejemplo. La única manera de mejorar las cosas entre el Mundo Digital y el nuestro, es hacerle ver a los humanos y a los digimons que puede existir una convivencia armónica y una amistad pura entre compañeros. La tarea más difícil será demostrarle a todas las personas lo felices que podemos ser Agumon y yo, eso, por supuesto, no es muy complicado, ya que es mi compañero de toda la vida; lo único que tengo qué hacer es demostrar mi aprecio y hacerlo universal, para que no teman y encuentren a su compañero, y tengan este tipo de relación tan maravillosa.

Entonces devolvió el micrófono y miró a Motomiya, como buscando aprobación a lo que acababa de decir.

-Muy elocuentes palabras, Yagami-san. Sin embargo, la oposición piensa que su modo de proceder es ingenuo, necio, sencillo, por tanto, no creen que funcionará".

-Me temo que la ingenuidad es una virtud que muy pocos aprecian, y hay que saber ser ingenuos a veces. ¿Y quién ha dicho que lo sencillo siempre es necio y que no funciona?, eso habrá que verlo. Por otra parte, sugerí un plan práctico y provechoso, en el que puede participar toda la población; no vi necesario crear un laberinto de artículos de leyes que confundirán más a la población sobre las obligaciones que conllevan la paz entre humanos y digimons.

La reportera Motomiya volteó hacia la cámara y dijo:

-Esas han sido las palabras de nuestro nuevo embajador japonés, ¿desea agregar algo más, Yagami-san?.

-Sería conveniente – acotó Taichi, muy pensativo – aunque poco profesional, pero, ¿por qué no?

Parecía que hablaba consigo mismo, otra sonrisa, más amplia y brillante todavía, lo acogió.

-Le mando saludos a todas las personas que me están viendo y conozco, y les pido disculpas, porque se han enterado de mi nombramiento a través de los medios en vez de por mi boca– acomodó su maletín y tuvo intenciones de irse.

Motomiya terminó el reportaje notando el gesto de agobio por parte de Taichi, y se deshizo de todas las cámaras.

-Te ves muy bien de reportera, Jun – admitió el joven, en forma de ironía muy sana – Es un placer volverte a saludar después de largo tiempo ¿No crees?, ¡ah, la vida!, tan corta como un cierre de pantalón.

-¿Un cierre de pantalón, Tai?

-Agumon, tú no lo entenderías, ni siquiera usas pantalón – ayudó Jun Motomiya.

-Eso mismo iba a decir yo – explicó, moviendo sus manos – pero me has ganado. Bueno. Ya debo retirarme. Fue un placer volverte a ver, por favor no olvides darle mis saludos a tu hermano y a V-mon...

Jun no conocía lo suficiente a Taichi como para darse cuenta de que estaba muy deprimido, juzgó que sólo se encontraba un poco nervioso y atribuyó ese sentir a la presión que se estaba gestando en Yagami por su nuevo puesto. Era muy joven y acarrearía con una gran responsabilidad.

Se dio la vuelta, iba a salir del edificio principal de CITD. Endureció la cara hasta poner expresión fría, de reojo revisó que Agumon también se viera lo suficientemente firme.

Afuera habría millones de manifestantes en su contra mezclados con una manada de adeptos de dimensiones menores. Tendría que dar un discursito clásico, tendría mostrarse superior... y odiaba eso, ¿por qué en estos justos momentos recordaba a sus googles?, ¿qué acaso el liderazgo vivía en ese objeto que ya no era suyo?

Tragó saliva, más atrás Motomiya y su equipo habían vuelto al trabajo y lo seguían con las cámaras; ni siquiera podía flaquear en esos momentos.

También pensó en sus padres, en Hikari, en sus amigos. Todos tan cercanos a su corazón y tan lejanos en la realidad, estaban totalmente fuera de su alcance.

Al salir encontró lo que supuso, un tumulto de gente con pancartas de protesta, otros gritando su nombre como si fuera un héroe, estos últimos en su mayoría eran digimons.

Taichi admitía muy dentro de sí mismo que en varias ocasiones odiaba la política. Si estaba ahí, en ese palco, hablando en público, era por sus ganas de ayudar, jamás se quedaría con los brazos cruzados.

Comenzó el discurso con calma aparente, serenidad falsa, ansias escondidas. Aquí no se puso de humanista como en la entrevista con Jun, sabía que eso no era conveniente. Taichi podía ser rudo cuando se lo proponía.

Mientras hablaba, supo que no terminaría su primer discurso como embajador.

Decenas de Seadramons salieron de un lago cercano a las instalaciones y comenzaron a atacar a los civiles. Taichi se dio cuenta de que era una trampa de sus enemigos, quienes se proponían hacerlo quedar en ridículo. Todos comenzaron a rogar su ayuda.

¡A ver como puede resolver esto el "gran" embajador!

¿Y así quieren que nos convenzamos de que los digimons no son bestias irracionales?

Todo eso escuchaba Taichi, pero se le metía por un oído y le salía por el otro. Estaba furioso muy al fondo, pero se veía impávido, como si estuviera viendo juegos artificiales.

-¡Ja! – fue lo único que le oyeron decir, y quizá fue demasiado, era una actitud totalmente maleducada.

Yagami le hizo una seña a Agumon, éste asintió al entender la orden mandada. Comenzó la digievolución al máximo nivel, y apareció el mítico Wargreymon.

Los reporteros se hacían locos tomando fotos y filmando desesperados justo en el ángulo perfecto, a Jun casi se le cae el micrófono.

-Si creen que con esto pueden detenerme, están muy equivocados... muy raro, esperaba que me mandaran algo más que Seadramons salvajes, ¿ni si quiera un digimon mega?... eso sí que está mal, no deberían subestimarme.

El Yagami comenzó a mandar las acciones de Wargreymon, éste noqueó a los Seadramons con mucha facilidad y fueron evacuados por los guardias.

El público vociferaba entre halagos e insultos... era como un mal revoltijo de antagónicos.

-¡Esa es la prueba!, ¡¿cómo propone usted que exista armonía si estas bestias salvajes siempre atacan nuestras pacíficas manifestaciones? – gritó una señora, entre el público.

Taichi volvió a subir al palco. Esta vez iba solo, ya que Wargreymon estaba ayudando a los guardias sacando a los Seadramons.

-Con todo respeto, señora; – explicó Taichi – además de que hemos invadido su mundo para transformarla en nuestro territorio, estos Seadramons han actuado de acuerdo a órdenes. Hay muchísimas pruebas que demuestran la capacidad del digimon de convivir con humanos. Y para no citarle a los miles que conozco, me conformo con mencionarle al compañero digimon del Astronauta Yamato Ishida, ese digimon ha sido el primero en viajar al espacio, y en la expedición le salvó la vida a varias personas que estaban a punto de morir por un accidente en la Luna.

La mujer quedó callada ante tal respuesta.

-Pero esto no es un debate, si lo solicitan, con gusto accederé a participar en él. – siguió diciendo el joven, que no llegaba ni a los treinta – Seguiré dictando mis propuestas.

Otra vez no pudo proseguir, entre el público vio regresar a su Agumon. Se veía pálido, del color de los huesos, fue perdiendo su forma de "entrenamiento", y regresó a ser un Koromon sin que su compañero humano lo comprendiera.

Taichi salió de la especie de escenario de un salto, y haciéndose campo entre los digimon, hombres y mujeres; llegó hasta él.

-¡Koromon! – exclamó horrorizado, al notar dos piquetes rojizos en el cuerpo redondo de su camarada - ¿Qué te han hecho?

-Tai... me duele, Tai...

Se frenó las lágrimas, levantó a su amigo y se marchó sin decir más, dejando a todos con la boca abierta. Iba maquinando pensamientos "... después de todo sí caí en sus garras" .


"... Estos han sido los últimos acontecimientos ocurridos en la Isla File: El nuevo Embajador del CITD, Taichi Yagami, después de un embarazoso ridículo en el que dejó al auditorio con la palabra en la boca, se ha negado a declarar qué fue lo que en verdad sucedió. Se cree fue él quien ordenó a los Seadramons atacar para después darse aires de héroe; sin embargo la sorpresa fue que el famoso Wargreymon salió derrotado y en nivel "baby", por lo que..."

-¡Basura!, – gritó una muchacha con mucho enojo, después apagó la radio y le dio un golpe nada femenino – como sigan diciendo blasfemias los voy a...

Varias personas, con las que compartía oficina, la voltearon a ver, incrédulas y asustadas por el comportamiento de la superiora. Era una mujer cuya belleza era una afirmación indudable para sus varios admiradores, pero no era hermosa siendo frágil, más bien se veía fuerte y reconfortaba a cualquiera que convivía con ella.

El cabello rojo, hasta los hombros seguía con el mismo peinado que cuando niña. La piel morena era cubierta por un kimono moderno, con cenefas de flores orientales. Sus ojos brillaban al bronce vivo, y sus labios, impregnados de un color carmín, eran castigados por los dientes, que los mordían debido a la rabia.

-Takenouchi-san, ¿está usted bien?

Sora cayó en cuenta de que estaba en su trabajo y masculló una injuria apenas perceptible para ella misma. Luego miró a las demás con candidez escalofriante.

-Por supuesto que sí. Sigan trabajando. Los modelos deben salir esta misma tarde y yo necesito salir temprano. Vendré a supervisarlas en un rato. Si Piyomon viene, háganle saber que estoy en mi despacho.

Se metió en un minúsculo cuarto donde hacía sus diseños, y volvi a lanzar maldiciones y palabras sin sentido. A Sora le molestaba que hablaran mal de Taichi, ¿que se daba aires de héroe y era un tramposo al que le gustaba lucirse?, ¡NO!, en algún tiempo Tai fue algo atrevido y le gustaba hacerse el chistoso, pero siempre era consciente en cosas serias.

-Quizá deba hacerle una visita a Taichi... ha pasado mucho tiempo.


Ken Ichijouji dejó unos informes en la mesa, Miyako, que venía con la cena, renegó al ver el papeleo.

-¿Tanto hay que archivar?, deberían pagarme por traerme de secretaria. Tal vez me decida a trabajar contigo en la policía.

-Será la última vez, porque ya me cambiaron de departamento.

-¿Te ascendieron?

-Sí.

-¡Ah, Ken, esto hay que celebrarlo! – gritó la chica, lanzándose a los brazos de su enamorado.

-Eso mismo pensé yo – dijo Ken, enrojeciéndose.

-¿Te sonrojas?, ¡me encanta que lo hagas!, ¿qué te ha dado pena ahora? ¿nuestra celebración?.

-Pensaba en que ya casi tenemos seis meses desde que nos...

-Casamos – ayudó Miyako, mirando los ojos de Ken con ansias.

-Sí. Bueno, y en todo ese tiempo no hemos podido, pues...

-¡Genial! – captó la recién casada – Me llevarás de Luna de miel, ¿a que sí?

Ken asintió, justo como siempre, bajando la cabeza y sintiéndose intimidado, pero firme. Se levantaron, él la condujo a la habitación.

-Por mientras, celebremos.

-Wormmon, nos dejan solos ¿Otra vez nos cenaremos todo?- dijo Hawkmon con disgusto.

-Sí – respondió el gusano digital, mientras en su espalda deshuesada cargaba las bebidas. Hawkmon había salido del baño justo cuando los esposos se encerraban en la alcoba principal.


Salió de su turno de trabajo en horario vespertino, estaba sudando con ansias locas de besar a alguien. Sentía esa necesidad, no era un anhelo ¡era una necesidad!. Situación triste, porque a lo único que podía enlazar con sus labios era a los árboles, rocas y objetos cercanos que no sabían corresponder. Se dejó caer en la banca, tiró en el suelo sus pertenencias, y esperó a que el aire otoñal secara su sudor, que era respuesta clara de la presión de su profesión.

Estaba harto y sentía que todas sus luchas eran nada si estaba así de solitario en su vida romántica. Quería compartir sus triunfos, pero todas sus relaciones terminaban por estupideces.

-Jyou, te estaba esperando.

-Hola, Gomamon.

-Te ves desanimado... ¿ya has sabido?

-¿A qué te refieres?

-A lo de Taichi.

-No. ¿Qué con él?, ¡hace años que no tengo una plática de media hora con Tai!, cuando lo veo no nos alcanza el tiempo, siempre traemos prisa.

Gomamon bebía una deliciosa malteada de fresa, de un trago se la acabó y su blanca pancita creció al doble mientras con su lengua revisaba si había espuma rosada alrededor de su boca.

-Lo han nombrado Embajador del CITD, pero ha habido una revuelta en la que se vio involucrado, quizá lo destituyan.

-Pues en verdad sería una lástima, personas como Taichi no las hay en cualquier lugar, ¿cómo te has enterado de esto?.

-Jyou, será mejor que leas este artículo – pidió la simpática foca digital. Sacó de la nada un periódico, y lo ofreció al Doctor Kido.

-No hace falta que Jyou lea algo que yo le puedo explicar, Gomamon – dijo un joven de piel morena, que apareció repentinamente.


Tk Takaishi resplandecía entre la oscuridad de la noche que asaltaba Odaiba. Su cabello dorado brillaba como si fuera, entre el gentío, una luciérnaga enamorada. Takeru no era una luciérnaga, pero sí un enamorado muy obvio. La sonrisa lo tenía preso entre la felicidad momentánea que puede acarrear un beso imaginado. Pensaba en esos labios selectos y se estremecía. Cargaba en sus manos con una caja y un paraguas, silbaba una canción ininteligible y a cada momento observaba el reloj. Caminó un rato más, hasta quedar frente a un edificio moderno de aproximados veinte pisos; miró hacia arriba y suspiró, tenía que esperar.

El muchacho era un recién egresado de una licenciatura en Literatura, pero durante un tiempo había estado laborando en el Periódico Odaiba.

Sin embargo, lo único que realmente anhelaba el hermano de Yamato era plasmar historias en un computador y compartirlo con los demás. Quería hacer una digihistoria: su historia y la de sus amigos. Desde entonces su suerte lo había llevado a laborar en diversas áreas, finalmente estaba sentado en una Editorial y le iba bastante bien como editor, ya que en ocasiones tenía tiempo de publicar artículos, cuentos y de escribir su proyecto.

Tk era un hombre ocupado, a sus 24 años no tenía muchos respiros, por eso apreciaba más que nada el convivir con su novia, la joven Yagami. Kari era su sueño rosado, su diva resplandeciente en el espacio de su inspiración, hoy tenía una importante cita con ella, por eso esperaba con paciencia a que la chica saliera de las oficinas de la Secretaría de Educación.

-Espero mi Kari haya tenido suerte – dijo con voz baja, mirando las puertas del sitio.

Deambuló un rato, comenzó a preocuparse porque su novia no llegaba. Cuando estaba a punto de entrar por ella, Hikari salió corriendo del enorme edificio.

-¿Hikari?- se indagó Takeru, sorprendido - ¡Hey, Kari-chan! – gritó con fuerza.

La hermosa mujer de cabellos canela alzó su rojiza mirada, vio a Tk y cambió de rumbo hasta llegar hasta su novio.

-¿Qué sucedió?, Mi Kari ¿Qué tienes? – preguntó preocupado el portador de la Esperanza.

-¡Es horrible Takeru! ¡Se trata de Tai!

-¿De Tai? ¿Qué sucede con mi cuñado? – volvió a preguntar el rubio.

Hikari soltó el llanto y entre sollozos explicó la situación, Takeru la abrazó más fuerte, para infundirle el valor que tenía Tai y la esperanza que él mismo solía compartir con su sola presencia.

Besó sus cabellos lacios que caían de manera angelical a los hombros y le susurró.

-Yo llores ni temas, ¿has olvidado que tu hermano es un líder?... a Taichi nunca lo van a vencer. Te prometo que lo vamos a encontrar y veremos qué le sucedió a su Agumon.

-Ohh, lamento arruinar nuestra cita, ¡la había esperado con tantas ansias!, casi no tenemos tiempo de vernos… tú tienes la editorial, yo tengo a mis niños… hoy mismo me han dado la plaza de Educadora, era un día para celebrar…

-No te preocupes ¡Habrá miles de noches más para celebrar!, mejor maestra no pudieron adquirir los niños… me dan envidia, ellos te van a ver no sé cuantas horas al día. – Takeru besó a su novia, le tomó la mano para que empezaran a caminar. -. Llamaremos a Patamon y Gatomon, es muy posible que Tai esté escondido en el Digimundo, o tal vez le haya pedido ayuda...

-Takeru ¿Tú crees que le pase algo?, ¿qué lo arresten o lo maten?, ¡tengo tanto miedo por mi hermano!, Tai jamás debió meterse en ese ambiente… a veces quisiera que las cosas fueran igual de sencillas que cuando niños.

-Quizá algún día lo sean – animó Takeru, mientras escribía en su terminal D3.


Yamato Ishida caminaba entre la hierba. Iba muy callado. Cuando Gabumon preguntaba o trataba de sacarle alguna palabra a su humano, sólo recibía rezongos y asentimientos que no eran convincentes para el digimon de piel gruesa. Matt, ordinariamente, era un ser con temperamento frío. La seriedad y la ironía lo caracterizaban, pero sus facetas podían volverse tan alarmantes como las de su mejor amigo: cambios bruscos de comportamiento.

Parecía sumamente intrigado, molesto, no le ponía atención a su entorno, aún así tenía fijo su destino.

-¿Es por lo que vimos en la tele sobre Tai, verdad Matt? – indagó Gabumon, tocando con ocio su pelaje.

Su amigo Ishida no respondió.

-¿Venimos a buscarlo al Digimundo?, ¿es eso, Matt?... desde que lo vimos en las noticias internacionales te pusiste así, luego entramos al Digimundo; ya hace mucho que no veníamos.

El joven paró en seco al hallar un televisor, se tocó la barbilla, el sitio comenzó a llenarse de niebla.

-Gabumon, ¿esta televisión tendrá acceso a la puerta que hay en Tokio?

-No lo sé. – sinceró Gabumon, un tanto molesto porque su camarada no respondía a sus cuestiones – Palmon debe saberlo, ella y Mimi viajan mucho por aquí.

-Es verdad; aunque viajar por el Digimundo está prohibido, Mimi goza de privilegios como yo, claro que eso no lo saben las autoridades… no quisiera llamar a Mimi para esto.

-Matt ¿Por qué no me quieres responder las preguntas que hago? – renegó Gabumon, algo intimidado por su "rebeldía".

-Porque sabes las respuestas a todas las preguntas. Gabumon, tú sabes que me preocupa el escándalo de Tai, esa no es ninguna novedad, creía que sin palabras podríamos comunicarnos.

-Lo siento mucho.

-No te disculpes, en realidad en muchas ocasiones soy un sujeto pedante, no me gusta tomarme la molestia de responder. ¡Rayos!, ¿en dónde se habrá metido el imbécil de Tai?

-Agumon y Tai en muchas ocasiones han estado en dificultades y lo hemos sabido, ¿por qué ahora te preocupas tanto?

-Porque esta vez será diferente, no es un problema menor, Taichi está metido en un gran problema y necesitará de la ayuda de todos nosotros. Lo supe porque su rostro reflejó angustia mientras lo veía por el noticiero.

-No entiendo cómo puedes saber tanto.

-Los digimons tienen la suerte de no ser tan complicados como nosotros los humanos – dijo Matt, mientras miraba fijamente el televisor -. Los humanos somos cobardes, y no hay que olvidar que siempre es necesario contar con el apoyo de los demás. Por eso no tengo remordimientos de dejar la NASA, no tengo interés en encerrarme en la nave otra vez durante este año, recuerda que deseamos descansar porque se acerca la navidad… luego llegará otra misión espacial y no seremos libres; en todo caso es mejor ausentarme sin avisar por un tiempo. Si resulta obligatorio, firmaré la renuncia.

-Un descanso sí que nos hace falta, y ojalá a Tai y Agumon no les pase nada malo.

-Esta no es nuestra televisión. Según recuerdo, en la zona que protege Andromon hay un acceso. Es una suerte que sea en la isla File y no en otra parte, ¡andando!


Anexos: Hoy que hice una multiactualización no me quedé con las ganas de dar a conocer este fic, que era uno de los proyectos que más me interesaba cuando era una escritora más activa de fanfics. Lo leí con melancolía y decidí compartirlo.

También quiero advertir que será un fic mucho más fuerte que su precuela... habrá escenas más violentas, de sexo y posiblemente dramáticas (así que estense preparados). Ehhhh, por ahora eso es todo, ¿qué les pareció?. Es muy importante lo que le pasó a Koromon, es la base de muchas cosas

¡Ah!, y antes de que se me olvide: Esta historia está situada 4 años después de "En fuga..."

Las parejas bases son Takari, Sorato, Mishiro y Kenyako, pero algo hay sobre un Taiora amistoso-

Eso es todo, espero "La Guerra" les guste, así que háganme saber su opinión por medio de los Reviews.

Atte. CieloCriss

¡Hasta pronto!