"La chica del encaje negro"
Edward POV
Recordaba el día en que la familia Swan había llegado al pueblo, un hombre adinerado y viudo llamo la atención de la mayoría de las personas que vivían en Forks, no era muy común que alguien decidiera mudarse a ese lugar olvidado por el mundo, mucho menos alguien como ese hombre, no tenía una extravagante mansión con decenas de autos en su cochera, en realidad había elegido una vieja casa a las afueras del pueblo, escondida entre los grandes arboles que caracterizaban Forks y la habitual niebla que cubría el bosque.
No era precisamente de los que se interesaban en los nuevos residentes del pueblo, pero la llegada de aquellas personas era imposible de ignorar, incluso mi madre hablaba del tema, se refería a ellos como una familia, aun cuando el único miembro conocido hasta ahora era el señor Swan, mi padre decía que era uno de los empresarios más conocidos en el mundo de los negocios, Rosalie, mi prima que se había instalado en nuestra casa sin intenciones de irse, decía que había leído sobre él en una revista cuando su esposa había muerto, al parecer había una hija, pero hasta ese momento nadie la había visto, incluso escuche murmurar a las personas en el supermercado sobre la vida de esa familia.
Para cuando volvimos a clases ese otoño, sentía que sabía más de esa familia de lo que estaba dispuesto a admitir, entonces en medio del pasillo se formo un murmullo general, no era de los que participaba en esa clase de cotilleos, pero cuando el silencio reino en aquel sitió creí que debía ser algo importante, fue en ese momento que ella entro por primera vez a la preparatoria de Forks, cabello castaño, no muy alta, con unos jeans rotos de las rodillas, unos tenis negros, un suéter negro y una bolsa color vino colgando de su brazo.
No había nada de impresionante en aquella chica, sin embargo, todos se quitaban de su camino como si temieran tocarla, ella recorrió el pasillo con la mirada y observo todo el alboroto casi de mala gana, terminé de tomar mis cosas y aun con lo mucho que me hubiera gustado detener mi vida para observarla como el resto, tenía clase, así que comencé a caminar rumbo a mi salón.
Volví a verla en la clase de biología, llegó unos minutos tarde y el maestro conocido por no dejar entrar a nadie después de la hora le dedico una mirada de confusión, seguramente intentaba recordar su nombre o adivinar si había tenido a la chica antes como alumna, ella le miró fijamente, por su cuerpo podía decir que no estaba ni siquiera nerviosa, quizás no lo conocía y no sabía que estaba a punto de perder la primera clase del semestre de esa materia.
― ¿Quién es usted? ―preguntó finalmente el profesor con una mirada de resignación al no lograr recordarla.
―Isabella Swan, lamento llegar tarde, no encontraba el aula. ―respondió con voz firme, sosteniéndole la mirada, el apellido no tardo en llegar a los oídos de cada uno de los chicos del grupo, el maestro mostro sorpresa de igual manera y pude ver como el selecto grupo de las hermanas Denali y Rose, comenzaba a murmurar algo al respecto.
―Supongo que por ser su primer día la dejaré pasar, pero será la única excepción Señorita Swan, la próxima no podrá entrar al salón. Ahora busque un sitió. ―ella asintió y miró entonces al grupo entero, haciendo un largo escaneo para encontrar un sitió vacío, camino entre las bancas y se sentó a dos lugares de distancia del mío, justo detrás de Rosalie.
Fue la primera vez que perdí una clase entera observando a una chica, miraba la forma en que sus apuntes eran desordenados y confusos, la forma en que cruzaba su pierna derecha sobre la izquierda, como inclinaba la cabeza con sutileza, cuando menos lo esperaba la clase terminó y todo el mundo comenzó a guardar sus cosas.
―Traeré los grupos asignados para el proyecto final mañana y no habrá cambios de ningún tipo. ―murmuró el profesor antes de salir del salón delante. Guardé mis cosas y me dispuse a salir de ahí, algo frustrado con perderme la primera clase del semestre, suponía que también podía ser un entrometido como el resto.
Las siguientes clases no fueron sino informativas, nada realmente importante que requiriera de mi atención, a medio día pase a la cafetería por algo de comida y la vi de nuevo, sabía que debía dejar de observarla o terminaría notándolo, pero no podía hacerlo, era raro ver un nuevo rostro después de once años estudiando con las mismas personas.
Se sentó en la mesa más alejada con un café y una barra de chocolate, mientras yo la observaba desde mi sitió, no había una hora de almuerzo para todos, cada quien iba cuando tenía tiempo libre, así que el lugar estaba casi desierto, su suéter caía por uno de sus hombros y podía ver un tirante con encaje, tenía un cuello delicado y atractivo.
Baje la mirada por su hombro desnudo hasta donde llegaba el tirante, generalmente no me dejaba llevar por una tontería como ver la ropa interior de una chica, pero ahí estaba, perdiendo el tiempo una vez más porque una parte de mí, a la que me negaba a darle el control, quería saber hasta dónde podría resbalarse aquel pedazo de tela para que yo pudiera ver el resto de su nívea piel.
Levanté la mirada y me topé con sus intensos ojos azules mirándome fijamente, levanto una ceja antes de ponerse en pie y suspire pesadamente, era imposible que no hubiera notado la forma en que la estaba observando, ahora creería que era un acosador o algo parecido. Por un momento pensé que iría directamente a pedirme una explicación, pero ella solo siguió su camino hasta la puerta de vuelta a los pasillos.
El resto del día evite cruzarme de nuevo con ella, no quería que pensara que la estaba siguiendo también, al salir me detuve a esperar a Rosalie que siempre tardaba al menos veinte minutos en llegar al auto, sorprendentemente ella apareció de inmediato, claro que traía a su grupo con ella, así que supuse que pasarían la tarde en la casa, mientras ellas metían sus cosas en el auto, Isabella salió por la puerta y se gano la mirada de todo el mundo, se había quitado el suéter y en definitiva mi imaginación no le hacía justicia.
Lo único que llevaba era aquel brasier negro de encaje que podía pasar por un top perfectamente, me detuve al igual que el resto para ver su manera de andar que era simplemente hipnótica, no podía dejar de observarla aun con lo estúpido que me sentía, ella sonrió descaradamente desde el punto más alto de los escalones que daban al estacionamiento.
Ella acababa de dejar sin aliento a todo el mundo, por su sonrisa supuse que lo sabía, mientras bajaba los grandes escalones al estacionamiento la mitad de las personas la seguían con la mirada, ella se montó en un auto negro pequeño que tenía al menos a un par de chicos rodeándolo, lo encendió y una vieja canción lleno el lugar y acelero saliendo de ahí dejando todo fuera de lugar, no solo entre los chicos de los que toda la vida me había quejado por dejarse llevar por una cara bonita, sino también a mi mente a la que acababa de darle la imagen perfecta para seguir divagando en ella.
Un chico bastante alto y de cabello oscuro paso a mi lado para entrar a su auto y levantó la mano como si quisiera que la chocara con él, le miré confundido antes de levantar la mía.
―Voy a soñar con ese brasier negro, amigo. ―exclamó sonriendo antes de seguir su camino hasta su auto, sonreí a medias y asentí.
―Edward ¿nos vamos? ―preguntó Rosalie sorprendentemente de mal humor, suspiré y subí al auto, durante el camino ignore la molesta conversación de las Rose, Tanya, Kate y Charlotte, no me interesaba saber que pensaban sobre Isabella, seguramente no sería algo bueno de todas maneras.
Una vez en casa, Rose se encargo de contarle a mi madre sobre la chica nueva, con el resto de su grupo agregando detalles sobre la vida de Isabella, parecía que habían estado murmurando sobre ella todo el día y tenían historias bastante exageradas sobre la vida de los Swan.
Mi madre no era como ellas, así que no prestaría atención a todos los chismes que le estaban contando, seguramente terminaría llevando un pastel a la puerta del señor Swan de todas maneras, por un momento pensé en la posibilidad de llevarla yo mismo.
―La cena estará en una hora. ―exclamó Esme con una gran sonrisa cuando vio que me iba de la cocina en silencio, asentí y antes de poder irme de ahí sin tener que perder un minuto más en tonterías, la voz de Rosalie llegó a mis oídos.
―Edward, ya que estamos todos juntos en biología, pensamos que podríamos hablar con el profesor para que nos ponga en equipo, sería más fácil, no tendríamos que ir a ninguna parte y no tendrías que soportar a extraños aquí. ―fruncí el ceño confundido, si bien la última vez había terminado trabajando con Mike y su poca eficiencia, prefería volver a trabajar con él que tener que soportar a las cuatro chicas ahí presentes, seguramente harían todo para dejarme solo con Tanya, porque tenían la estúpida idea de que yo me sentía atraído por ella.
―Escuchaste lo que dijo, no habrá cambios en los equipos, Rose y dudo que sean grupos de cinco, así que no. ―murmuré antes de volver a caminar rumbo a mi habitación, recordé entonces que la castaña atrevida estaba con nosotros en esa clase, no sabía si sería buena o mala suerte tener que trabajar con ella todo el curso, hasta ahora no hacía más que distraerme, pero me sentía tentado a tener que pasar el día entero con ella.
No me gustaba la sensación, era una combinación de estrés y deseo que me llevaba a sentir pura ansiedad, terminé en mi habitación, recostado en la cama y después de una búsqueda rápida encontré la canción que ella llevaba en su auto, la puse en el celular, conecte los auriculares y cerré los ojos mientras la imagen de Isabella Swan en encaje negro llenaba mi imaginación.
Tuve que tomar una ducha fría después de eso y terminé perdiéndome la comida, no era que no hubiera tenido la charla con mi padre tiempo atrás, tampoco era la primera vez que tenía una erección, al menos ahora tenía una razón y no aparecían de la nada como cuando tenía catorce, pero debía admitir que me sentía avergonzado por dejarme llevar de esa manera.
Mientras mi madre preparaba el pastel favorito de mi padre, yo terminaba el plato que me había guardado al ver que no bajaba. Si mi madre supiera lo que había estado haciendo, haría que Carlisle volviera a darme esa charla y me comprara otra caja de condones, quizás era su culpa que todo el tema del sexo se hubiera puesto tan incomodo para mí.
― ¿Conociste a la hija del señor Swan? ―preguntó de pronto, la miré confundido y ella sonrió. ―Las chicas dicen que está en su clase. ―añadió como explicación, parpadeé intentando recobrar la postura y asentí.
―La vi un par de veces. ―respondí sin darle mayor importancia, no iba a decirle a mi madre que había estado observando el escote de Isabella y que ella me había atrapado haciéndolo.
― ¿Es bonita? ―fruncí el ceño y me reí un poco.
― ¿Vas a intentar hacer de casamentera de nuevo? ―pregunté divertido, la última vez ella prácticamente me había obligado a invitar a salir a Tanya, había sido la peor noche de mi vida, había creído que salir con ella sería una completa locura, que terminaría en un sitio exageradamente costo y usando un horrible traje, pero había sido peor, ella era simple aburrida, no tenía un solo tema de conversación, había pensado que era por los nervios de una primera cita, pero los siguientes días cuando comenzó su locura junto al resto de ellas, me di cuenta que esa era ella, era como si quisiera que yo hablara en todo momento, mientras ella solo asentía a todo lo que yo preguntaba.
―Decidí que no lo haré hasta que la chica anterior no pierda la esperanza de que la lleves a una segunda cita. ―exclamo con una sonrisa, supe por esa mirada que iba a pedirme que lo hiciera y negué de inmediato.
―No lo haré, no me gusta Tanya, no tenemos nada en común y no estoy buscando a una chica con la cual salir por los siguientes cinco meses antes de tener que irme a la Universidad. ―respondí con voz baja esperando que no nos escucharan.
―Pero es una linda chica, incluso está pensando en aplicar a un par de las mismas universidades que tú, deberías darle otra oportunidad.
―No dudo que piense hacerlo, Rosalie sabe a cuáles postule y estoy seguro de que todo su grupo está haciendo planes para ir a seguirme ahí también. ―respondí levantando una ceja, ella suspiró. ―Si papá me pide que busque un apartamento para cinco personas, pensaré en tomarme un año sabático.
Al día siguiente nos encontramos con un estacionamiento lleno, incluso aquellos sin auto estaban ahí parados charlando como si no hubiera clases, Rose corrió a reunirse con su grupo y yo me quedé ahí unos segundos, el chico de ayer me sonrió y levanto la mano haciendo una señal para que me acercara, solo mientras comenzaba a caminar para llegar a él y su grupo de amigos, me di cuenta que la mayoría de los ahí presentes eran hombres.
―Hola, Edward ¿cierto? ―asentí aun confundido por el tumulto de gente, él sonrió. ―Yo soy Emmett, estamos en la misma clase de psicología. ―añadió y volví a asentir.
― ¿Sabes que está pasando aquí? ―pregunté confundido, él asintió divertido.
―Se corrió el rumor de la chica nueva en encaje negro ayer y ahora todos quieren ver si la experiencia se repite, en lo personal creo que es algo que solo pasa una vez en la vida, pero lo último que debemos perder es la esperanza. ―respondió con esa sonrisa, por un instante me sentí molesto de estar igual que todos los demás el día anterior, pensando en ella y su encaje, no era como ellos, no me manejaban mis estúpidas hormonas, al menos eso me gustaba pensar, sin embargo, por más que me repetía que la única forma de probarlo era irme antes de que ella apareciera, terminé quedándome ahí charlando con Emmett de cualquier tontería hasta que el auto negro llegó de nuevo.
Los murmullos cesaron por unos segundos, podía sentir la tensión de las personas por esperar a que la hija del señor Swan bajara de su flamante auto y fue aun más sorprendente darme cuenta que no estaba muy lejos de su estado, ella estaciono al fondo del lugar, así que tendría que recorrer un largo camino hasta la entrada, cuando finalmente salió del auto, todos estaban atentos, dio un par de pasos con ese andar que comenzaba a volverme loco, era como si supiera que era demasiado atractiva para este diminuto pueblo y al mismo tiempo le importara un comino, su atuendo era una falda por encima de la rodilla, unos botines negros, una blusa negra y una chaqueta del mismo color, supongo que sí era algo de una vez en la vida.
Isabella no se detuvo ante las personas que obviamente la observaban, siguió su camino rumbo al edificio donde todos teníamos clases, Emmett soltó un bufido de resignación mientras el resto comenzaba a subir las escaleras para entrar.
Inevitablemente me vi ansioso por verla de nuevo en la única clase que compartíamos, así que cuando apareció unos minutos antes de la hora, no pude evitar observarla fijamente, no conocía a ninguna chica que tuviera el valor de hacer lo que ella hizo el día anterior, pudo ganarse una expulsión en el primer día y ahí estaba relajada sentada en su lugar con las piernas cruzadas otra vez.
Tenía lindas piernas también y lo malo era que solo estaba dándome partes de ella para seguir armando el maldito rompecabezas en mi mente, era la primera vez en mi vida en que desnudaba a una chica con la mirada, sabía que estaba siendo un idiota, pero no podía controlarlo aun con lo mucho que lo intentaba.
―Bien, tengo los grupos armados, pegare la lista en la pizarra y podrán revisarlos al irnos, ahora anoten lo que el proyecto debe contener. ―me obligue a concentrarme en anotar los lineamientos del trabajo final, mientras una voz interna me pedía un vistazo rápido a las piernas de Isabella.
Una vez la clase termino, todo el mundo se levantó a revisar los equipos asignados, guarde mis cosas con algo de lentitud para poder ver cuando la mayoría se hubiera ido, pude deducir que no estaba con ninguna de las amigas de Rose, porque de ser así ellas me lo habrían informado de inmediato, así que me acerque a revisar, mientras buscaba mi nombre un dulce aroma lleno mis sentimos, me gire al sentir a alguien a mi lado y me encontré con la delicada castaña que había vuelto mi día anterior un perfecto caos, ella veía la lista y cuando finalmente encontró su nombre giro su rostro encontrándose con mi mirada, era la segunda vez en menos de veinticuatro horas que me atrapaba observándola.
―Edward ¿cierto? ―fruncí el ceño y asentí, esperando su petición formal para que dejara de acecharla. ―Sera divertido trabajar juntos. ―murmuró antes de caminar fuera del aula, la observé mientras se iba y una vez estuvo lejos de mi perímetro leí la lista rápidamente, ahí estaban nuestros apellidos en un mismo equipo, eran equipos de tres personas y habíamos tenido la suerte de ser los dos sobrantes.
En la hora en que solía ir a la cafetería, me encontré de nuevo con Emmett, él parecía feliz de tener la misma hora libre, así podríamos ir juntos a comer, creía haberlo visto un par de veces antes, pero no entendía porque hasta ahora veníamos a hablar, aunque mi fuerte no era entablar grandes charlas con las personas, incluso si compartía la mayoría de las clases con ellas.
―Escuche que tuviste la suerte de ser el compañero de la chica del encaje y pensar que cambie mi hora de biología para no tener al maestro Bennet. ―murmuró sonriente mientras esperábamos su comida, yo había tomado una manzana y una botella de agua, mi madre odiaba que me llenara de comida en la escuela porque después no comía en casa, prefería darle el gusto de terminar sus platillos y esperar unas horas más para la comida.
―No sé si sea buena suerte, esa chica me distrae y tengo que tener una nota perfecta con Bennet para asegurar mi entrada a la Universidad. ―respondí sinceramente, Bennet era de esos pocos profesores que podían darte una carta de recomendación para cualquier universidad del país, tenía reconocimientos en todas partes y era un maestro difícil, todos sabían que él había dado clases en las mejores escuelas antes de terminar en Forks cuando decidió "retirarse", había optado por estudiar medicina y una de las cartas de recomendación de Bennett me pondría en la lista de una buena escuela.
―En lugar de quejarte, deberías disfrutarlo, cuando vayamos a la universidad las posibilidades de tener el tiempo para "distraerte" con una chica así de atractiva, serán mínimas. ―respondió tan malditamente relajado que por un segundo quise explicarle que yo no quería relajarme y disfrutarlo, quería mi promedio perfecto y mi carta de recomendación, hasta que la preciosa castaña apareció en el lugar, quitándome la poca concentración que me quedaba y una voz en mi cabeza me llamo hipócrita.
Tomamos una mesa al azar y ella se acerco a la fila para ordenar algo, estaba observándola otra vez, aunque la descarada revisión de Emmett me dejaba en segundo plano.
―Cuando termine la universidad tendré tiempo para distraerme con chicas como ella y toda esa clase de cosas. ―respondí intentando dejar de mirarla, resultaba más difícil de lo que creía.
―Claro, pero no quieres ser un hombre de treinta años virgen que dedico su vida a hacer cosas aburridas y que su única anécdota será aquella vez que una chica salió en sostén por el estacionamiento de la escuela. ―explicó comiendo papas fritas, había ordenado tantas cosas que parecía que no volvería a comer en toda la semana. ― "Pude acostarme con ella, pero necesitaba un promedio perfecto, desde entonces no tuve oportunidad de acostarme con nadie". ―exclamó dramáticamente como si fuera un anciano, sin poder evitarlo me reí, no quería terminar así, pero parecía demasiado que perder por una chica.
―De todas maneras, no tengo oportunidad de acostarme con ella, solo vamos a trabajar juntos y no creo que hablar sobre el proyecto de biología nos lleve a tener sexo. ―murmuré mientras la veía tomar una mesa algo alejada de la nuestra.
―Pueden hacer el proyecto de anatomía y recorrer el cuerpo humano. ―explicó haciendo que volviera sonreír.
―No creo que sea la clase de chica que se acuesta con cualquiera. ―respondí quitando la mirada antes de que ella volviera a atraparme.
― ¿Alguna vez has tratado con una de esas chicas? ―preguntó levantando una ceja, fruncí el ceño, yo no trataba con muchas chicas, solo tenía el presentimiento de que Isabella no era así. ―Tengo una pregunta mejor ¿has salido con alguna chica? ―puse los ojos en blanco y evité responder eso. ―Dime que no eres virgen, porque si lo eres tenemos que cambiar eso, no puedes llegar a la universidad así, van a golpearte o serás el tipo raro de las fiestas que tiene una erección porque una chica se mojó la camiseta.
― ¿Tenemos? ―pregunté aun más confundido con su interés.
―No tú y yo, puedo ser un gran amigo, pero no tan buen amigo. Estaba pensando en ella. ―señalo con la mirada a Isabella y yo lo miré incrédulo.
Hacía tan solo dos días ni siquiera me había planteado la posibilidad de acostarme con alguien del pueblo y ahora estaba ahí preguntándome si debería al menos intentar salir con esa chica, ni siquiera creía estar listo para dar el primer paso en la hipotética situación en que tuviera la oportunidad de acostarme con ella, ¿qué se suponía que dijera en ese momento? ¿había una frase o un movimiento para hacerlo bien?
Mientras divagaba en mis irracionales temores, mi celular vibro en mi bolsillo, lo revisé esperando ver un mensaje de mi madre sobre la comida o algún pedido que necesitara cuando regresara a casa, pero me encontré con un simple mensaje de mi compañera de equipo.
"Nos vemos en mi casa a las cinco para hablar sobre el proyecto"
"¿Es una pregunta o una orden?"
"Es una proposición, quizás te deje ver el conjunto completo y puedas dejar de observarme desde lejos."
"Lamento eso"
"Oh no deberías, no después de lo que hice para que pudieras verlo completo"
Apenas terminé de leer el último mensaje levanté la vista hasta toparme de nuevo con sus intensos ojos azules y su sonrisa que parecía ser de completa satisfacción, Emmett estaba mirándome confundido por mi repentino silencio, realmente creía que ella estaba por reclamarme por el acoso y ahora simplemente estaba sonriéndome desde su mesa.
"Entonces ¿a las cinco?"
Volví la vista al celular y sin pensarlo demasiado escribí la respuesta, no quería terminar como el tipo de treinta años virgen.
"Envía la dirección"
―Edward ¿estás escuchándome? ―levanté la vista de nuevo hacia Emmett y fruncí el ceño.
―Lo siento, mi madre quería saber a que hora llegaríamos a la casa. ―murmuré vagamente, la observé de nuevo y la vi tomar sus cosas para irse.
―La rubia que llegó contigo ¿es tu hermana?
―No, es mi prima, pero se queda con nosotros para terminar la preparatoria. ―expliqué a grandes rasgos. Él asintió, terminó su comida y fuimos a nuestra clase de psicología, recibí su mensaje con la dirección y su número para poder hablar por mensajes directos y no por Facebook que, según sus palabras, encontraba molesto.
Así fue terminé en la casa de la familia Swan, ella abrió la puerta en cuanto bajé del auto y me sonrió de nuevo, esa maldita sonrisa.
Espero les guste esta nueva historia :)
Tenía demasiado tiempo sin escribir un romance adolescente *-* podría resultar divertido.
Gracias por leer :3
