I
A los 5 años supo que era diferente, no nada más porque su madre le decía que él era especial, sino porque podía hacer cosas asombrosas con solo desearlo fuertemente. Podía hacer flotar objetos en la casa cuando estaba emocionado, podía hacer estallar ciertos objetos cuando se enojaba.
Hasta logro prender la chimenea-por accidente-cuando ayudaba a su madre a preparar todo para una acampada en la sala, y él le pedía hacer bombones asados. Claro que su madre en ese momento pensó que fue un chispazo de gas y cancelaron la acampada para llamar a los bomberos.
A los 8 años-y todavía ni él ni su madre, podían explicarlo- un ladrón se metió a su casa una noche mientras ellos dormían. El sujeto hizo caer un jarrón, madre e hijo se levantaron, encendieron la luz y su madre vio como el lápiz que tomo su hijo de la mesita se transformó en un bate de madera finamente pulido, y como este salió volando de su mano y golpeaba repetidamente al ladrón.
La policía estuvo escuchando las palabras del ladrón, pero lo desestimaron pues seguramente la mujer al querer proteger a su hijo agarro adrenalina y golpeo salvajemente al pobre hombre.
Al final lo declararon loco y madre e hijo colocaron más chapas de seguridad, y hasta adoptaron a un perro que término con el bautizo de "Jules", en honor al famoso dramaturgo francés Julio Verne.
Hoy en día, a sus próximamente 11 años el chico podía controlar ese don tan especial que tenía, descubrió podía controlar el fuego, su madre lo había felicitado y le dijo con una sonrisa macabra que si lo veía jugar con el fuego lo castigaría hasta el día que ella muriera y 5 años más para estar segura. Así que solo lo utilizaba con su supervisión y cuando la situación lo ameritaba.
Estaban a finales de mayo, la escuela ya había terminado para su alegría, ya que podría ayudar a su madre en el invernadero, le gustaba estar manchado de tierra y fertilizante, los olores de las plantas, el regarlas y cuidarlas, era algo que lo relajaba.
Annette Mercuri miro a su hijo mientras el terminaba de atender a unos clientes, su único hijo era una copia idéntica a su padre, solo sus ojos uno azul y el otro violeta (ya que padecía Heterocromía), lo hacía verse diferente. Más aun la sonrisa tan resplandeciente que siempre tenía aun su rostro. De no ser por esos dos detalles, si sus ojos fueran grises como el mercurio y si tuviera su cabello rubio platinado hasta la espalda, en vez de un corte clásico con la raya de al lado…solo entonces… sería igual que aquel hombre…
-ya termine, puedo ir con Jules al parque-pregunto el chico mientras se lavaba el rostro con la manguera.
-de acuerdo, pero no llegues tarde a la casa, y recuerda que no debes hacer nada "especial" enfrente de los demás-dijo con una sonrisa, beso su frente y lo vio alejarse con el pastor alemán
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No tardó mucho en llegar, se apresuró a tomar una rama del suelo y lanzarla haciendo que su cuadrúpedo acompañante corriera tras ella. No había muchos niños, el viento aminoraba el picor del sol, y hacia que su cabello bailara al son del mismo aire.
Poco a poco la gente se fue, dejando al joven y al perro. Jules se acostó a un lado de su amo, reposando su cabeza en las piernas del chico, quien dormitaba tranquilamente recostado en un árbol frondoso.
-Miua…-
Jules fue el primero en levantarse, ladeo su cabeza y vio a un gato atigrado con marcas redondeadas en los ojos.
-hola gatito, ¿te perdiste?-el rubio se acercó lentamente, no queriendo espantar al felino. Extrañamente este se dejó tomar en brazos, y permitió que el chico acariciara su cabeza.
El felino parecía escudriñarlo con la mirada, sus pequeños ojos amarillentos brillaban y analizaban, cosa rara en un gato pensaba el chico.
-Me llamo Lucius Mercuri, y él es Jules, fue perro policía hasta que perdió parte de la vista de su ojo derecho. -Como si fuese entendido, el pastor alemán ladro, Lucius se disculpó y acaricio la cabeza de su perro.- ¿no tienes a dónde ir? ¿Una casa?
Para sorpresa del chico, el gato asintió con la mirada. Salto de los brazos del chico, camino un par de metros y volteo nuevamente a ver al niño. Lucius podía jurar que el gato le decía "Hasta pronto", pestaño para estar seguro de lo que vio, pero al abrir los ojos el gato ya no estaba.
-…fue real ¿no?-pregunto mientas miraba a Jules el cual también parecía asombrado.
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El 31 de mayo llego, y con ello Lucius Mercuri ahora era un niño de 11 años que asistiría a la secundaria pública "Marllem High", ellos no eran muy adinerados como para poder pagar una escuela privada, pero eso al rubio jamás le ha importado. El dinero aunque si les da una vida cómoda, no era suficiente para pagar un lujo como aquel. A pesar de eso, el niño era feliz, no tenía amigos, o bueno si tenía uno, se llamaba Tobías Bonachera -su madre era española- un chico de piel algo tostada, y unos ojos negros como el carbón, con una nariz pequeña, ligeramente hacia arriba y en terminación redondeada.
Lastimosamente, Tobías le había dicho que se mudaría y asistiría a otra escuela, sus ojos parecían brillar pero alavés mostraban tristeza por dejar a su mejor amigo.
Lo bueno-según Lucius-es que podría verlo para su fiesta de cumpleaños antes de que se fuera. El chico estaba ayudando a terminar de adornar su pastel de cumpleaños. Sentada en la mesa estaba la abuela conchita, una viejecita con ya problemas en las rodillas pero con un carácter que hacia aterrar a todo aquel que quisiera contradecirla. Era pequeña y delgada, con su cabello ya canoso agarrado de una coleta algo floja.
Le gustaba relatarle a su nieto anécdotas de cuando ella fue a la guerra, de cómo conoció a su abuelo, de las pérdidas que tuvo enn las batallas pero que siempre recordaría con cariño. Lucius la escuchaba atentamente, su abuela siempre contaba cosas interesantes y le gustaba imaginarse a "conchita" con su vestimenta militar, aterrorizando a todos aquellos que lastimaban a los inocentes.
-y tu abuelo…ohhh tu abuelo era un maestro con su daga. ¿Te conté la ves que peleo con un… no dos… no tres osos?
-mamá deja de contarle esos cuentos a Lucius-dijo Annette dejando un paquete rojo en la mesa, el niño grito de alegría pero fue detenido por su abuela-por un golpe con el bastón- antes de poder acercarse al regalo.
-hasta que lleguen los invitados Lucí, y hablando de llegadas, ¿te conté….
-ve a cambiarte de ropa antes de que lleguen los invitados-interrumpió Annette, el chico se rio al ver la mueca que hizo su abuela y fue a hacer lo que le ordenaron.
Cuando llego a su habitación escucho como el timbre sonaba, miro el reloj que tenía en su escritorio, Tobías era puntual… pero no tanto. Escucho una voz femenina, y luego a su madre hablarle desde las escaleras. Se terminó de cambiar y bajo rápidamente solo para encontrarse con una extraña escena.
Una mujer-ya entrada en años por lo que veía, pero se guardaría ese pensamiento-con una extraña vestimenta verde botella, un sombrero en pico y unos lentes redondos cubriendo sus azules ojos.
Su madre estaba seria, miro a su hijo con una mezcla de tristeza y añoranza que hizo sentir a pequeño muy confundido.
-es un placer por fin conocerle en persona señor Mercuri, me presento soy la profesora Minerva McGonagall
-por favor tome asiento, Lucius trae un poco de té y galletas, las deje en la mesa de la cocina.-el niño obedeció y en poco minutos los tres estaban sentados en la sala.
-asumo que ya sabe la razón de mi visita, señora Mercuri-el tono serio de la mujer hizo temblar a Annette
-sí, aunque yo no poseo ese "Don", se dé un conocido quien me ayudo en el tiempo que descubrí que Lucius si lo mostraba. No sé todo, pero si lo suficiente
-¿mamá…?-
-Lucius… esa cosas especiales que haces… es magia, tu eres un mago. Y la profesora Minerva, es una bruja, también posee magia.
El niño miro a la mujer con una nueva luz, una sonrisa se empezó a formar en su rostro, los objetos de la habitación empezaron a flotar y bailar por todo el lugar.
-¡LUCIUS ANTONI LIONEL MERCURI! ¡DEJA TODO EN SU LUGAR A HORA!-grito su madre, el chico asintió y pronto todo regreso a su lugar, su sonrisa seguía impresa en su rostro.
-"un control así en su magia es asombrosa. No hay duda alguna que este niño será alguien muy poderoso."-pensaba la profesora
-¿significa que hay más como yo?
-así es señor Mercuri, una vez que se cumplen los 11 años les llega una carta donde se le informa que asistirán a un colegio de magia, donde se les educara y guiara para poder usarla de la manera correcta
-¡genial! ¿Y quién más puede controlar el fuego? ¿Se pueden cambiar objetos aparte de lápices a bates de beisbol?
-"¿¡acaso el…?!" ¿0podría mostrarme eso de cambiar? por favor-Lucius tomo un cenicero de la mesita, cerró los ojos y pronto esta se transformó en una escultura de vidrio en forma de delfín. La profesora se levantó y tomo la figurilla entre sus manos. El delfín tenia todos los rasgos bien marcados.
-¿profesora?
-en mi vida había visto a un joven mago realizar Transfiguración de manera rápida y sin errores
-¿Transfiguración?
-es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderá en Hogwarts. Señor Mercuri, me atrevo a decir que usted en un Transfigurado nato.
Después de que Lucius regresara la figura a lo que era, la profesora les explico acerca del colegio, acerca del fondo para niños en su misma situación y el cómo ingresar al mundo mágico. Les dijo en que día podían verse para poder acompañarles a comprar los útiles y prometió traer unos libros para que el chico supiera más de la rama de la transfiguración.
-una cosa más antes de ir, los alumnos tienen prohibido utilizar magia fuera del colegio, por lo tanto nada se "cosas especiales" hasta que ingrese al colegio.-el rubio se quiso quejar pero la mirada de su madre lo hizo desistir, agradeció a la profesora y vio como desaparecía por la puerta.
