Declaimer: Los personajes de Harry Potter le pertenecen a J.K Rowling.
primer capítulo
Había pasado ya un mes, desde que inició su quinto año en Hogwarts. Y su aburrimiento iba de mal en peor. No encontraba nada que lo distrajera, que lo divirtiera, aunque sea por unas horas, hasta llegó a pasar del trio de oro, por qué no le hacía ni una pizca de gracia que estos lo ignorasen.
Eso era sorprendente para él, que San Potter y la Comadreja no le importara para nada sus insultos, sobre todo del Weasley menor, ese que saltaba a atacarlo a la mínima provocación. Pero no, ahora ni siquiera le prestaba atención. Y estaba muy seguro que la culpable de aquello era la sangre sucia.
Apostaría todos sus galleones que aquella rata de biblioteca les había persuadido para que no pelearan con él.
Y eso lo jodía demasiado, ese par de idiotas eran lo único que le entretenían por unos minutos. Vivía prácticamente para joderle la existencia a ambos. Pero ahora, eso no tenia sentido, gracias a Granger.
La muy maldita lo pagaría caro, de eso estaba seguro.
Si no podía joder la vida de Potter y Weasley, le jodería la vida a Granger. Después de todo, eso le fascinaba más, porque sabía muy bien que era difícil crisparle los nervios a esa sangre sucia.
Sería todo un reto, que estaba dispuesto a ganar.
Sonrió de lado al ocurrirle una brillante idea para empezar a irritar a esa Gryffindor.
–Ya verás quien es Draco Malfoy, Granger. — pronunció con un tono que juraba caos.
(Una semana atrás)
–Hermione no se si podremos hacer lo que nos pides — dijo, Harry, inseguro de cumplir la petición de su mejor amiga.
–Sólo es ser constante. Si ustedes no responden a ninguna pulla de Malfoy, dejando pasar cada insulto de él por sólo unas semanas, luego se les hará mucho más fácil ignorarlo, por qué ustedes ya se habrán acostumbrado, ¿comprenden? — explicó con un súbito entusiasmo.
Ron miro repetidas veces a Harry, mientras Hermione hablaba. Buscando en su amigo una respuesta para aquella loca idea de su amiga.
Harry, sólo se encogió de hombros. Tampoco tenía una respuesta para eso.
Ron bufo exageradamente antes de dirigir su mirada a Hermione.
— Creo que debes sacar una cita con el picologo, o como se llame ese sanador muggle que ayuda a los locos. — le aconsejó Ron.
Hermione lo miro ofendida por la insinuación de que ella pudiera tener algún tipo de problema mental.
— Es psicólogo, Ronald. — le corrigió ella. — No entiendo porque se niegan a ser algo tan simple. — decidiendo por su bien ignorar el anterior comentario de su amigo.
— ¿Simple? Nos está casi obligando a que dejemos que Malfoy nos insulte como le venga en gana, que nos trate como si fuéramos basura, y nosotros no le podamos responder como se debe. ¿Eso es fácil, Hermione? — inquirió molesto por la insistencia de ella.
— No les estoy obligando a nada — respondió alzando la voz Hermione, perdiendo completamente los estribos.
— Sólo les estoy pidiendo amablemente que ignoren los insultos de los Slytherin, no solo los de Malfoy.
— ¿Por qué? — preguntó, Harry, después de analizar un poco la situación. Su amiga no era alguien que hacía o pedía algo sin tener una buena razón.
— ¿Por qué, que, Harry? — Hermione ya estaba un poco irritada en esos instantes.
— ¿Por qué quieres que no discutamos con los Slytherin?
— Fácil. Mayormente perdemos puntos cuando se pelean con ellos. Y este año todos los de la casa de Gryffindor queremos ganar la Copa. Pero eso no va a ser posible si ustedes se siguen metiendo en problemas con las serpientes.
— No somos los únicos — se defendió Ron, tornándose sus orejas de un color rojizo.
— Por supuesto que no, pero son los únicos que pierden mas puntos que los demás. Así que se los vuelvo a pedir, no se peleen más con los Slytherin.
— Está bien, Hermione, lo haremos — Weasley miro con los ojos abiertos a Harry Potter.
— Yo nunca dije tal cosa, Harry.
Hermione se contuvo de rodar los ojos por lo exasperante que resultaba ser Ron Weasley. Se largo de allí, que hicieran lo que quisieran, ella ya había cumplido su parte. Ahora iría a tratar de convencer a Seamus Finnigan para que elaborará más cuidadosamente sus pociones, así no las hiciera explotar. Aunque dudaba que eso fuera posible. Pero lo intentaría, después de todos con Seamus también perdían las mayoría de los puntos.
(Después de dos horas)
Hermione se dirigió con sus libros de encantamientos para hacer una redacción sobre el hechizo silencius, que debía entregar dentro de una semana. Pero para ella eso era poco tiempo, tenía que hacer el trabajo perfecto y las horas otorgadas por la profesora MacGonagall eran limitadas.
Allí, en la biblioteca, junto a un par de gran pilas de libros la encontró Malfoy. Sonrió con especulación y fascinación al verla sola, sin la compañía de los dos par idiotas, y lo mejor era que estaba demasiado concentrada, en lo que sea que este haciendo, así que no se había percatado de su presencia.
– Excelente – musitó por lo bajo. Se dirigió a un estante de libros, que estaba detrás, de dónde se encontraba la Gryffindor, para esconderse, justo allí, para empezar con su diversión.
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