Capítulo 1

El verano de 1996 no había comenzado ni remotamente bien para nadie. Por supuesto, hablando del conjunto de personas y seres mágicos que habitaban Gran Bretaña. El ministerio había sido invadido por Voldemort, que de pronto había dejado de ser un nombre solo pronunciado por los valientes e imprudentes. Un recuerdo oscuro que todos estaban apurados de olvidar. A ser una muy física y real presencia que amenazaría el débil orden en que se tambaleaba el mundo mágico. Todos estaban asustados, la negación había terminado abruptamente y las únicas opciones eran luchar (para la luz o la oscuridad), dejándolo todo, o huir, dejándolo todo.

Ese era el dilema en que se encontraban las brujas y magos, que buscaban vivir pacíficamente, pero para los acólitos de Voldemort las cosas tampoco estaban bien. Se Señor era conocido por no aceptar el fracaso suavemente y todos sus esbirros habían hecho justamente eso, y terriblemente, en la búsqueda de la, oh tan preciada, profecía. Sin mencionar que muchas de ellos habían sido atrapados y posteriormente encarcelados en Azkaban. Allí Voldemort no los torturaría, pero los Dementores tampoco eran conocidos por ser la mejor compañía.

Y hablando más particularmente, Harry Potter tampoco tenía un buen verano. En realidad, nunca había tenido uno bueno para empezar, pero ser abandonado en la casa de sus tíos luego de la muerte de la única familia que le restaba, era algo más allá de malo o terrible. Sumando el aplastamiento de la culpa y la ignorancia de cualquier información importante que sus amigos parecían creer que tenían derecho a ocultar por su bien, la situación era poco menos que insostenible.

Las horas simplemente se condensaban en una mezcla viscosa de culpa, llanto, desesperación y desensibilización momentánea, en la podía pasar segundos que duraban horas en una misma posición. El reloj que colgaba en la pared estaba inutilizable luego de que le tirara un de sus libros cuando el incesante tic tac colmó sus nervios. Lo único que le daba un indicio de que las horas pasaban y los días iban hacia adelante era la comida que su tía siempre colaba por la rejilla de su puerta y el ululeo de Hedwig, cuando llegaba la noche y quería salir de caza. En ese momento Harry salía de cualquier de los estados en los que se encontraba y caminando con pasos pesados y se acercaba a la ventana para abrirla. Era bueno que su compañera solo buscara salir por la noche porque no estaba seguro de ser capaz de tolerar la luz de sol cuando lo único que quería era desaparecer y fundirse en las sombras de su cuarto.

Bajo esa rutina, una noche después de que Hedwig saliera de caza, mientras se distraía en con la vista de una de las mejores noches de julio (estrellada y con la Luna perfectamente esférica en lo alto), un búho capturo la vista de Harry. Llevaba un ostentoso collar de Gringotts alrededor del cuello y una carta anudada en la pata. El ave se posó regiamente a su lado y a Harry le tomó unos segundos reconocer el búho era uno que jamás había visto. Limpiándose el residuo de lágrimas secas que se incrustaban en sus ojos tomó la carta e inmediatamente el ave voló lejos perdiéndose rápidamente en la oscuridad.

Harry se alejó de la ventana y miró el sobre con una ligera curiosidad, que se desvaneció rápidamente cuando Hedwig volvió con un ratón muerto colgando de su pico. Dejó el sobre su escritorio, que era un desparramo sin forma de libros y hojas viejas, y le dio un suspiro exasperado a su familiar, esa era su forma de decir que debía comer algo.

Una semana más tarde, en su olvidado día de cumpleaños, cuando una pequeña horda de lechuzas y búhos llegaron con algunos paquetes y varias cartas, las cosas comenzaron a complicarse verdaderamente. Él aceptó todos ellos y despidió rápidamente las aves. Algunas se fueron sin problemas a su seña mientras que dos que conocía bien se habían sentado en la percha de Hedwig esperando una respuesta (para su disgusto y el de su familiar). No le extrañaba en realidad, hace días había dejado de contestar las misivas de sus amigos y si bien sabía que los estaba preocupando inútilmente no podía encontrar porque debía importarle.

Por supuesto sabía que ellos simplemente estaban tratando de protegerlo, y que su renuncia era solo un absurdo capricho en busca de una forma de protesta, pero estaba harto de que se le ocultaran cosas. Estaba cansado de ir a la deriva, tomarlo todo y soportarlo y salir parcialmente indemne gracias a la suerte.

Luego de entregarle una carta a cada búho y de que algo reticentes se hubieran marchado otro apareció en medio de la noche y casi considero simplemente cerrar la venta y hundirse nuevamente en la oscuridad. Pero no lo hizo, probablemente porque el búho aterrizo en el alfeizar antes de que tuviera oportunidad, y luego de entregar la carta éste se fue en su agraciado vuelo sin mayor ceremonia.

Esta vez no era una carta con el sello Gringotts, aunque reconoció el collar que llevaba en búho como la insignia del banco. Para su sorpresa el dorso del sobre tenía el blasón de la familia Black. Harry pasó varios minutos simplemente mirando la carta hasta que su cerebro volvió a un funcionamiento cerca de lo normal y cerro la venta antes de prender la luz de su cuarto. Era la primera vez que lo hacía desde que había llegado Private Drive.


Estimado Señor Black, se le informa que un delegado de la comitiva de Herencia y Sangre pasará a buscarlo de usted no presentarse para la ceremonia de sucesión que se realizará en la media noche de este día. Lamentamos las molestias, pero su presencia es obligatoria e indispensable.


Harry releyó varias veces la carta, miró el dorso del papel y también dentro del sobre por más información, pero ni siquiera tenía un destinatario o emisor en ella. Sabía que los duendes tenían formas extrañas, pero eso era excesivo. Dejó el papel a un lado y comenzó a lanzar libros y notas por los aires buscando el sobre que había llegado una semana antes y el cual ni siquiera había abierto. Lo encontró debajo del libro de criaturas mágicas del año anterior y abrió desesperadamente el sobre y desdobló la carta en un frenesí. Tenía un mal presentimiento creciendo en su pecho.


Señor Harry J. Potter
Heredero de la Antigua y Noble Casa Black

Estimado señor Potter:
Desde la Comitiva de Herencia y Sangre del banco de Gringotts ha llegado a mi conocimiento que usted será nombrado como el próximo Señor de la familia Black, título que lo hará responsable de las cuentas de la familia y sus asuntos internos y externos. Como su nuevo administrador mi deseo es informarle de sus próximas responsabilidades y nuevos derechos que aporta el título.
También sería prudente que usted viera el árbol genealógico de la familia.
Muy cordialmente.

Barhook G. Grocking
Secretario Administrativo


Harry pestañeó una vez y después se sentó en su cama, apretó su cara entre las manos y leyó nuevamente ambas cartas. De alguna forma que ni siquiera esperaba atisbar estaba a minutos de convertirse en el próximo Señor Black. Una risa histérica escapo de sus labios y no fue capaz de contenerla hasta que un estallido sonó en su cuarto. Allí en medio de su habitación estaba Kreacher, lívido y tenso, mirándolo con sus grandes ojos entrecerrados en una furia poco velada.

Harry ni siquiera tuvo tiempo de pararse y protestar cuando el elfo tronó los dedos y un segundo después yacía en medio del suelo lustroso y oscuro de Gringotts.

El lugar estaba vacío a excepción de Kreacher, que ahora lo miraba desde varios metros de distancia, un duende vestido con un elegante traje con botones dorados (sin duda oro) y él, que aún estaba en el suelo.

— Señor Potter, o futuro Señor Black. — dijo con una leve inclinación el duende mirándolo con una ligera diversión.

Harry se incorporó rápidamente y se sacudió los pantalones, que recién notaba eran lo pillamos viejos, muy viejos de Dudley, descoloridos y con patrón de cocodrilos. Tratando de recuperar algo de dignidad Harry hizo caso omiso de su inapropiada vestimenta miró al duende.

— ¿Usted es Barhook? — el duende asintió y le indicó seguirle por el despiertico pasillo hasta una cámara mucho más grande y oscura. Harry nunca había visto esa parte del banco y sólo estaba suponiendo que en realidad se encontraban en Gringotts.

— Es una lástima que no podemos hablar antes, señor Potter, ahora hay muchas cosas que hacer. — comenzó hablar rápidamente el duende, dando los pasos más largos que sus estrechas piernas le permitían.

— Lo siento, no tengo ninguna intención de convertirme en el Señor Black. — dijo Harry, mirando el lugar reticentemente y notando que Kreacher aun los seguías unos metros atrás.

— Entiendo, por su puesto. — dijo Barhook, girándose y asintiendo mientras miraba al mago.

— ¿En serio? — preguntó Harry, mientras que algo de tensión escapada de su cuerpo.

— Claro, lamentablemente no hay nada que ninguno de nosotros pueda hacer. — suspiró el duende.

Harry lo miró confundido e iba a comenzar una ronda de preguntas cuando un ruido ronco sonó a su espalda. El duende le dio una última mirada compasiva y cuando Harry se giró para enfrentar lo que sea que estaba allí ahogó un grito. Tenía en frente a una criatura, con cierta forma femenina mezclada con características bestiales. Su cabeza estaba cubierta por una maraña de pelo que caía hacia adelante y sus piernas eran las de un león (aunque solo tenía dos) mientras que sus manos eran largas garras oscuras y sinuosas.

Otro rugido y la criatura se abalanzó hacia él.

Él esquivó apenas el ataque de la bestia y palpó su bolsillo en busca de su varita. Por su puesto su pantalón ni siquiera tenía bolsillos y un instante después recordó que su varita estaba sobre la mesita junto a su cama. La bestia iba a embestirlo, avanzando sobre manos y piernas mientras que en medio del pelo oscuro y enredado podía ver dientes largos y colmillos aún más grandes. Harry no tenía idea de qué criatura era ésta, o por qué estaba ahí tratando de matarlo, pero debía hacer algo pronto.

Corrió por la cámara, la bestia siempre a pocos metros de él. Ni Barhook ni Kreacher estaban por ningún lado y tampoco había cualquier cosa que pudiera usar como un arma. Luego de unos pocos minutos los días de inanición estaban cobrándole la pasada a su energía y trastabilló en medio de la cámara cayendo pesadamente al suelo. La bestia saltó sobre él, apuntando directamente al cuello con sus fauces expuestas.

Harry rodó apenas escapando por unos metros y rápidamente golpeó a la fiera antes de que ésta pudiera atacarlo nuevamente. Era mucho más fuerte que él y no le costó más que unos minutos de forcejeo estampar contra el suelo al muchacho escuálido. Harry luchó y golpeo a la bestia con todas sus fuerzas en un frenesí de adrenalina, pero cada golpe que le asestaba la criatura era diez veces peor que el anterior.

Al final sos puños cayeron y aceptó los golpes, la furia se lavó y cerró los ojos mientras la bestia gruñía y rugía. Podía sentir nítidamente como las garras se clavaban en su pecho y simplemente tomó las muñecas de la bestia, sorprendentemente delicadas para la fuerza que mostraban, y abrió los ojos. Sus lentes se habían perdido mucho antes y solo era capaz de ver la silueta difusa de los dientes y sentir el caliente aliento de su respiración golpeándole el rosto.

Los esfuerzos de la criatura mitigaron y en algún momento que no podía distinguir se había apoyado contra se pecho mientras los rugidos se transformaban en un ligero ronroneo. Si hubiera sido capaz de algo más que sentir dolor estaría muy desconcertado.

Las garras se encerraron sobre su maltratada camisa y tiraron de ella en busca de atención y cuando Harry miró hacia abajo se encontró con dos de ojos de ninfa, increíblemente azules y grandes. Una parte de su cabeza se preguntó como una bestia capaz de una furia tan intensa podía poseer ojos tan puros y claros. Una o dos veces (tal vez más) le habían dicho que sus ojos no eran capaces de esconder nada, y si bien siempre despidió ese comentario como algo absurdo, aunque aparentemente posible, ésta era la primera vez que podía llegar a entender lo que significaba.

Ella había luchado para demostrarle de lo que era capaz. Su fuerza y su esencia. Era implacable, tenas y muy fuerte, pero también delicada y ágil. Caprichosa e inocente. Sádica y amorosa. Ella era la esencia de la casa Black, su guardián y la manifestación física de su poder y lo había aceptado como su Señor.

Los ojos azules se cerraron y una de sus garras se clavó insidiosamente en su pecho. Quiso detenerla, pero ella le gruñó por lo bajo y unos segundos después, de alguna forma, había atravesado su piel sin romperla (aunque eso no lo hacía menos doloroso) y Harry se arqueó hacia la criatura mientras ésta desaparecida desvaneciéndose en el aire, las volutas de humo oscuro y denso.

No supo cuánto tiempo había pasado cuando abrió nuevamente sus ojos. Barhook estaba a su lado y Kreacher le pasó rápidamente una copa con vino que se apresuró a ver. Sentía hambre y sed como no lo había tenido en semanas.

— Estamos muy felices que haya sobrevivido, Señor Black. — El duende le sonreía, de tal forma que hubiera sido benigna en cualquier otra persona salvo quizás Voldemort. — Supongo que usted estaría de acuerdo con que habláramos ahora.

Harry se sentó, recién notando que estaba sobre una cama, con doseles y sabanas de seda oscura.

— ¿Dónde estamos? — preguntó Harry sin vacilación. Barhook no contestó y se limitó a mirar a Kreacher.

— En las habitaciones propias del Señor Black, amo. — respondió Kreacher, sonando casi educado, casi.

— ¿En Grimmauld Place? — preguntó Harry, prácticamente saltando hacia el elfo. Lu hubiera hecho de no estar enredado entre sabanas.

— Por supuesto que no. — espetó Kreacher, mirándolo indignado y Harry se relajó un ápice. No estaba seguro de qué iba hacer si la Orden se enteró de que él estaba allí, que se había convertido en el Señor de la Casa Black y que además había un duende con él… se suponía que el lugar estaba bajo Fidelius por una razón: por ejemplo, para que no entraran extraños potencialmente peligrosos. — Es un sacrilegio que los traidores y los sangres sucias se paseen libremente en la Ancestral Casa Black. Jamás llevaría al amo allí. Ésta es otra de las propiedades que la familia posee en Inglaterra, Noson Canvas. — explicó Kreacher mientras Harry lo mirada, decidiendo si debía defender a sus amigos o agradecerle a Kreacher su consideración… aunque no por las razones correctas.

Al final se limitó a mirar nuevamente a Barhook, tenían mucho que hablar. Desconcierto era lo primera en la lista de sus emociones actuales, y necesitaba hacer algo con eso o iba a repetir el ataque de furia que tuvo en la oficina de Dumbledore ahí mismo.

— ¿Hay una forma de poder revertir esto? —preguntó Harry, esperando sonar firme y no desesperado.

— Es una situación muy compleja en la que se encuentra señor Black. — contestó el duende, sin vacilar al decir su nuevo título. — Debe entender que usted ya ha sido aceptado por la Casa como su Señor, eso es algo irreversible a menos que se gane su completa desaprobación.

— ¿Cómo es eso? — inquirió Harry, sentándose rectamente y escuchando con atención. Agarrándose de un clavo ardiente.

— Todas las antiguas Casas mágicas siguen alguna doctrina. La Ancestral Casa Black no es diferente, ella considera la obligación con la familia como la más importante. Yo no soy un experto, pero no le recomendaría desafiar su poder, ya ha visto lo que puede hacer. — Barhook le dio una larga mirada y continuó. — Estoy consciente de que usted no está cómodo en esta situación, Señor Black, pero lo mejor que puede hacer es trabajar proactivamente en aceptar la situación; si se resiste las consecuencias pueden ser muy graves.

Harry se mantuvo callado, mirando sus manos. No iba a quedarse de brazos cruzados y simplemente aceptar esta nueva imposición. Él no quería ser el señor de la casa Black ¡él no quería ser el Señor de nada! Pero evidentemente no tendría ayuda de parte de Barhook para hacer algo al respecto. Bueno, no es como si aguan vez tuvo ayuda importante del algún adulto. Se abstuvo de bufar y miró al duende cuando éste llamó su atención.

— Si usted está de acuerdo, una persona lo espera abajo para arreglar los últimos detalles de su herencia.

— ¿Qué quieres decir? — Harry no puedo evitar retroceder sobre la cama, la última vez tuvo que hacer algo respecto a esta extraña herencia casi lo habían matado (de nuevo).

— El Sr Leonard Wallace es un delegado de la familia Black, amo. Su familia ha trabajado para los Black desde hace doscientos años. — Explicó Kreacher, que en algún momento había salido y ahora aparecía llevando una serie de ropas para Harry.

— ¿Y por qué está aquí? — Barhook le dio una mirada aburrida y se levantó de la silla para salir.

— Me imagino que tal vez porque usted es el primer Lord oficialmente aceptado desde Orión Black en 1946 . — y después de eso el duende salió dejándolo con un, ansioso por prepararlo, Kreacher.

— El amo debe arreglarse, ya fue suficientemente malo presentarse frente a la Ancestral Casa en harapos. — Harry hubiera discutido, pero ni siquiera él podía defender lo viejos piyamas de Dudley, y además la perspectiva de un baño caliente no le molestaba tanto.

Así fue como veinte minutos después bajó a la planta baja, vistiendo un traje negro y el cabello casi domesticado por Kreacher. Enserio había tratado de escapar, pero el elfo podía ser tenaz cuando se lo proponía. Pero se olvidó rápidamente de su apariencia cuando salió al pasillo y notó que esta mansión (porque no había ninguna posibilidad de llamarla simplemente "casa") era muy diferente a Grimmauld Place, pero manteniendo cierta esencia. Era mucho más amplia y se veía considerablemente menos maltratada. La decoración seguía siendo lúgubre en el mejor de los casos, pero debió de haber estado expuestas a menos magia oscura porque no era incomoda… ¿o tal vez su percepción estaba cambiando?

Cuando bajó el último peldaño de la escalera se encontró con un hombre que tal vez sería de la generación de la profesora McGonagall. No era demasiado alto y su cabello ya se veía adelgazado en su frente y era completamente blanco. Levaba lentes cuadrados y un traje formal de verde muy oscuro. A simple vista no parecía un mal sujeto, o alguien relacionado de alguna forma con los Black. Parecía el tío bonachón de alguien en realidad.

Harry se quedó unos segundos esperando que el hombre dijese algo, pero al parecer no había conocido la identidad del heredero ya que sus ojos viajaron repetidamente desde su cara hasta directamente su cicatriz.

— ¡Vaya! Es un verdadero honor y toda una sorpresa conocerlo al fin, Señor Black. — dijo por fin el hombre, Wallace según lo llamó Barhook. Hizo una garbosa reverencia mientras Harry solo lo miraba incómodo.

— Usted debe ser Leonard Wallace. — el hombre asintió con una sonrisa amena y Harry permitió relajarse un poco, solo esperaba tener que seguir ninguna formalidad. — Podría llamarme Harry por favor, no estoy acostumbrado a todo esto todavía.

— Por supuesto Harry. Compresible. Y es mi trabajo ayudarlo a pasar lo esta transición lo más fácilmente posible. Si no le importa, podría acompañarme a salón principal. Hay algo que quiero mostrarle. — Harry asintió y por una serie de pasillos llegaron a una gran sala, con ventanales cubiertos de cortinas oscuras y candelabros llenos de telaraña. — Ha pasado tiempo desde que alguien ha pisado este lugar. — comentó Wallace, agitando su varita y deshaciéndose de la mayoría del polvo. Otro movimiento más y los candelabros se prendieron.

— Usted no entiende, estoy seguro que hay otra persona que puede hacerse cargo de este… título mejor que yo. Debe haber algún tipo de equivocación. — suspiró Harry mirando su entorno, el salón a su alrededor debió ser impresionantes décadas antes, pero en ese momento era solo espeluznante. Wallace se detuvo y volteó mirándolo seriamente.

— No hay ninguna equivocación, Harry. — y si hubo una pausa antes de su nombre Harry no lo notó. — La Casa jamás lo habría aceptado si alguien más apto existiera. Además, usted ya estaba entre los candidatos, siendo el heredero principal. — añadió lentamente, evaluando la reacción de Harry.

— No entiendo ¿A qué se refiere con candidatos?

— Bueno, existen tres de ellos. Draco Malfoy, hijo de Lucius y Narcisa Malfoy, quien lleva la sangre Black por parte de su madre. Luego estaba Nymphadora Tonks, hija de Ted y Andrómeda Tonks. Habiendo su madre sido repudiada había muy pocas posibilidades de que hubiera sido elegida. — comento casualmente Wallace.

— ¿Entonces porque no fue elegido Malfoy? Él parece una mejor opción. — protestó Harry, si tenía que hablar bien de Malfoy para deshacer ese lio era un pequeño precio a pagar.

— Bueno, naturalmente porque la Casa Malfoy también necesita un heredero y la Casa Black es demasiado posesiva para compartir. Aunque esa es una especulación, en lo personal creo que la casa lo eligió a usted sobre el joven señor Malfoy ya usted supera su poder.

— ¿Y todo esto porque soy ahijado de Sirius Black? — Harry se echó sobre un sofá cubierto con un manto blanco y lleno de polvo que se levantó cuando cayó en él, no me importaba realmente y Wallace se deshizo del polvo apenas con una oscilación de su varita.

— Es una de las razones, sí. — respondió parcamente Wallace y volvió su vista a la pared frente a Harry.

— ¿Y cuáles son las otras? — Harry se sentó rectamente y estudio al hombre, tal vez era su imaginación, pero ahora podía ver cierta tensión sobre sus hombros.

— El poder es importante para la Casa Black, pero más que nada se valora la sangre.

— No entiendo. Malfoy y Nymphadora Tonks llevan sangre Black, pero yo no, como puedo ser un mejor heredero si a la Casa le importa tanto. — espetó Harry, frustrado y cansado de no llegar a ninguna parte y menos aún, atisbar una salida de esta situación.

— Es cierto, es imposible que la Casa lo hubiera aceptado de no tener sangre Black en sus venas, Señor.

— Y yo no la tengo, mi padre era un Potter y mi madre una hija de muggles.

— ¿Realmente está seguro de eso?

— ¿Qué insinúa? — Wallace no respondió y solo miró la pared donde un gran cuadro permanecía oculto bajo un manto blanco.

— Su padrino era un hombre con muchas debilidades, las mujeres encabezaban la lista. — dijo sin mayor alteración y Harry no espero un segundo en saltar sobre él, deseando tener su varita en la mano. No importaba, usaría sus puños si era necesario.

— Nunca repitas algo así de nuevo. — susurró bajo y lívido, apenas a diez centímetros del rostro del otro mago.

— No estoy tratando de ofenderlo Señor, solo busco una explicación al igual que usted. — respondió tranquilamente el hombre, sin mover ningún músculo más que los de su boca.

— ¡Eso es ridículo así que ni siquiera lo insinué!

— Entiendo su malestar… Harry, pero hay una forma de disipar cualquier duda y usted está tan seguro no le importará comprobar. — Harry lo miró, sintiendo que iba directo a la trampa de un reptil, pero sin muchas opciones al respecto.

— ¿De qué se trata?

Wallace lo miró y luego caminó hasta el cuadro, tomó el extremo del manto y con un movimiento fluido lo quitó rápidamente. Detrás de él se escondía un tapiz muy similar al que Harry vio en Grimmauld Place, pero más grande y con muchas más conexiones. Este cuadro también tenía nombres tachados y quemados, pero mostraban los hijos que habían tenido los repudiados de la familia.

— Este árbol genealógico muestra a todos los Black hasta la anterior generación de sangre. Es un tapiz mucho más completo del que se encuentra en Grimmauld Place. — Harry no dijo que ya sabía eso y esperó a que Wallace le dijera de que se trataba la prueba. — Pero no fue actualizado desde la muerte de Orión Black en 1979, por lo tanto, el único candidato que aparece allí es Nymphadora Tonks. — y así era, estaba debajo del nombre quemado de su madre Andrómeda. — Usted podría actualizarlo y comprobar si aparece en el tapiz, es así de sencillo.

— ¿Y qué se necesita para eso? — pregunto reticente Harry, mientras se acercaba un paso.

— El lema de la familia y una gota de su sangre.

— Sabe, la última vez que le di mi sangre a alguien las cosas no salieron bien. — dijo Harry, cruzándose de brazos sin intenciones de cooperar. Él no iba a renunciar ni una gota de sangre luego de saber lo poderosa que era esa magia. Gracias a la sangre él estaba seguro en la casa de sus tíos, pero también gracias a su sangre había ayudado a revivir a Voldemort.

— Es compresible su reticencia señor, pero usted no debe temer ningún mal en esta casa. Desde el momento en que se convirtió en su Señor no permitirá que ningún mal le dañe. — Harry sólo lo miró poco convencido y Wallace suspiró. — Si a usted le satisface estoy de acuerdo a darle un juramente por mi magia que ni hay ningún motivo ulterior para el uso de su sangre.

Harry entrecerró los ojos y lo consideró. Si realmente por una gota de su sangre podía deshacerse de este lio estaba dispuesto hacerlo. Pero ¿si Wallace tenía razón? ¡No! Eso era imposible, Sirius consideraba a su padre un hermano y su madre sería aún más incapaz de algo así.

— Acepto. — dijo Harry y el hombre sostuvo con ceremonia su varita y recitó:

— Juro por mi magia que no hay motivo mayor o ulterior para el uso de la sangre de Harry James Potter, actual Señor de la Casa Black, más que el que le he informado. — su varita brilló pálidamente y la magia se asentó dejando una sensación de vacío a su alrededor. Luego de un instante Wallace invocó un estilete de plata y con una sonrisa tranquila se lo tendió a Harry.

La magia seguía funcionando por lo que Wallace debe haberle dicho la verdad. Harry aceptó el estilete reticentemente y se acercó un par de pasos al tapiz.

— ¿Usted conoce el lema de la familia?

— Sí, aunque mi francés no es muy bueno. — Wallace no dijo nada y Harry dudo un segundo hasta que después de una respiración profunda se pinchó el dedo con el estilete y cuando salió la primera gota de sangre tocó el tapiz. — Toujours Pur. — dijo esmerándose en la pronunciación y una chispa de energía paso a través de su brazo hasta el tapiz. Las ramas dibujadas en tinta volvieron a la vida de pronto y nuevos nombres comenzaron a aparecer.

Debajo de Narcisa y Lucius, justo en el medio estaba ahora el nombre de Draco Malfoy y debajo del nombre de Bellatrix Lestrange también se había formado una rama. Él ni siquiera lo miró, sentía nauseas de solo ver el nombre de esa mujer allí. Otra mirada rápida sobre el tapiz y su nombre no estaba por ningún lado. Soltó un suspiro de alivio y se volvió a mirar a Wallace.

— Lo ve, mi nombre no está y Sirius no tiene ningún hijo. — dijo Harry mientras Wallace estudiaba detenidamente el tapiz.

— En realidad, su cumpleaños es el 31 de Julio de 1980 ¿no es cierto, señor? — la pregunta lo tomó por sorpresa, pero Harry asintió después de un segundo. — Entonces me temo que no hay ningún error. —y antes de que Harry pudiera decir alguna cosa Wallace le señalo el nombre justo debajo de Bellatrix Lestrange.


Hydrus Pollux Black
1980 - —

— Es imposible. — espetó Harry, retrocediendo dos pasos de la impresión. — Ese ni siquiera es mi nombre. — las rodillas le temblaban como si el suelo fuera a desmoronarse bajo él.

— Debe aceptar que el hecho de que compartan la misma fecha de nacimiento es muy sospechoso. Y, además — siguió Wallace, más seguro que hace un instante. — Esta estrella sobre el nombre indica quien es el Señor Black.

— ¡Eso es imposible! ¡No hay ninguna maldita forma de que mi nombre sea Hydrus Pollux Black y menos aún que mi madre sea Bellatrix Lestrange! — gritó lívidamente Harry y un jarrón al otro lado de la habitación explotó. Para crédito de Wallace, el hombre ni siquiera pestañeó.

Ante la posibilidad de lanzarse al tapiz y hacerlo trizas y salir corriendo Harry eligió la segunda opción y dejó el salón antes de que su delegado pudiera moverse.