"Máscaras"

Por Alisse.

Capítulo I. La carta.

Consideraba que los días nublados en pleno verano siempre presagiaban algo malo. Al menos eso fue lo que sintió cuando, al salir de su cuarto esa mañana e ir al patio, un viento frío le golpeó la cara. Sin pensarlo demasiado, decidió volver a su cuarto para abrigarse un poco. No deseaba resfriarse, y menos en pleno verano.

Recién cuando volvió a salir se dio cuenta que Kenshin ya se había levantado. Para variar, se encontraba lavando ropa, con una tranquilidad que hizo sonreír a Kaoru. La muchacha se sentía feliz, porque se podría decir que en esos momentos estaban viviendo relativamente tranquilos.

-Buenos días, Kaoru- Kenshin la había sentido a penas había salido al patio la primera vez, y le sonreía divertido por la actitud de la joven –si tienes hambre, el desayuno está listo en la cocina.

-Hola Kenshin, gracias- contrario a lo que esperaba, ella se sentó en el piso, observando lo que él estaba haciendo. El pelirrojo la quedó mirando y luego se sentó a su lado, secándose las manos.

No había que ser adivino para darse cuenta que a ella le estaba pasando algo. La miró unos momentos y luego se decidió a hablar.

-¿Pasa algo?- le preguntó.

-Nada…- contestó en un suspiro Kaoru, mirando al horizonte –sólo que los días nublados me deprimen a veces- agregó luego, y volvió su vista hacia su amigo -¿no te pasa lo mismo, Kenshin? Ayer el día estaba tan agradable, que el cambio brusco me hace pensar que algo malo va a pasar.

-¿Ah si?- Kenshin por momentos no supo qué decirle. En parte, le extrañaba que a Kaoru le afectara simplemente que no hubiera sol. Aunque debía admitir que no era la primera persona que conocía en esa situación… -Kaoru, si piensas así… ¿cómo es que puedes vivir tranquila en el invierno?

-¡Estúpido Kenshin!- la chica le pegó un coscorrón que lo dejó algo aturdido por algunos momentos -¡no eres capaz de pensar un poco, descerebrado!

El pelirrojo sonrió con diversión. Por supuesto que había entendido el punto de la chica, pero nunca pensó que ella iba a reaccionar de esa manera algo violenta ante esa inocente bromita. Aunque debería estar acostumbrado, pensó luego. Para animarla un poco, se acercó más a ella y pasó un brazo por sus hombros.

Kaoru se estremeció al sentir ese contacto tan simple, pero trató de disimularlo. Tal como Kenshin disimuló el leve temblor de ella y no hizo ningún comentario al respecto.

-No te pongas así, Kaoru- dijo, sonriéndole más todavía –ya verás que nada malo va a pasar. Ahora ve a desayunar, tienes que ir a hacer clases hoy, ¿lo recuerdas?, no es bueno que se te haga tarde.

-Claro.

Suspirando, la chica volvió a entrar. En parte se sintió un poco frustrada por su situación con el pelirrojo: tan cerca y tan lejos a la vez. Si continuaba de esa manera, estaba segura que iba a terminar volviéndose loca.

Por otra parte, Kenshin volvió al lavado, intentando no pensar en lo que acababa de hacer. Lamentablemente para él, al realizar ese simple acto de acercamiento, tampoco había pensado demasiado. Simplemente había hecho lo que deseaba en esos momentos: sentir la cercanía de la muchacha…

-¡Hola, Kenshin!

La alegre voz de Sanosuke rompió el silencio del lugar. Kenshin, en parte, agradeció la llegada de su amigo, ya que así podría evitar pensar en cierta chica que en ocasiones ponía su mundo de cabeza con una sonrisa…

-Hola, Sano, ¿tan temprano por acá?- le preguntó Kenshin.

-Vine a desayunar- contestó el muchacho, con toda la patudez el otro -¿qué hay?

-Ahm... ve a la cocina, Kaory debe estar desayunando también en estos momentos.

-¿No que tenía entrenamiento hoy?- preguntó el otro, extrañado.

-Sí, pero se levantó hace poco- contestó Kenshin –no se nota muy animada hoy.

-¡Ah!, ¿qué le hiciste ahora, tonto?- le gritó Sanosuke, pegándole un fuerte coscorrón. Kenshin quedó enterrado en el suelo.

-¿Qué le pasó a Kenshin?- Yahiko llegó con ellos en esos momentos, y miró con curiosidad al pelirrojo, que se estaba sentando, ya recuperado del golpe -¿le hiciste algo, Sano?

-¿Yo?...- Sanosuke miró levemente a Kenshin -¡Nada!- el muchacho pudo notar perfectamente la mirada molesta de su amigo -¿qué me miras así?, lo que te pasó se llama "justicia divina"

-¿Ah, si?, en ese caso, por "justicia divina" no vas a almorzar aquí hoy- replicó calmadamente el pelirrojo. Yahiko se largó a reír y Sanosuke lo miró sorprendido, buscando algo qué decirle y así hacerlo cambiar de opinión. Kenshin también se largó a reír al comprender que su amigo, por más que pensó, no supo cómo contestarle.

-¿Lo del almuerzo fue broma?- preguntó Sanosuke, después que los otros dos dejaran de reírse de él.

-Eso quisieras- contestó Yahiko, cruzándose de brazos.

Un hombre se asomó por la puerta y miró a los tres amigos, que continuaron conversando hasta que se dieron cuenta de su presencia. Lo vieron con curiosidad.

-¿Aquí vive Himura Kenshin?- preguntó el hombre amablemente.

Kenshin se puso tenso inmediatamente, cosa que Sanosuke notó muy bien, conocía a su amigo. El pelirrojo se puso de pie y comenzó a caminar con lentitud hacia el hombre, con el rostro serio. Sanosuke y Yahiko se miraron, y aunque en un primer momento tuvieron deseos de seguirlo, se quedaron en el lugar en que estaban, esperando.

-Yo soy Himura Kenshin- dijo él, llegando al frente del hombre, que le sonrió.

-Ah, por fin le encuentro- el hombre buscó en un morral algo que Kenshin en un primer momento no supo qué era –me ha costado un poco ubicarlo, señor Himura, pero me alegra que todo haya resultado bien. Sólo espero que no sea tarde.

Le pareció extraña la última frase del hombre, pero al ver lo que le iba a entregar, comenzó a tener una pequeña idea de lo que se podría tratar el asunto. Observó el sobre, de papel amarillento escrito con una elegante letra. Quedó convencido de lo que se trataba cuando vio el sello que mantenía cerrado el sobre.

-La señora Eleanor estará contenta al saber las noticias.

-¿Eleanor?- repitió Kenshin, sin saber la razón, sintió un escalofrío -... ¿le ocurre algo?

-Todo se lo explica en la carta, señor Himura. Yo ahora debo volver con ella... que esté muy bien, señor Himura.

Kenshin se inclinó levemente como despedida. El hombre comenzó a alejarse, y recién en esos momentos observó bien la carta. Recordó a Eleanor, a quién no veía hacía años... y también recordó la promesa que le había hecho.

Sanosuke y Yahiko se acercaron a Kenshin a penas notaron que éste se quedaba solo. Tenían curiosidad sobre el contenido de la carta. Pero para su desilusión, el pelirrojo guardó la carta en el interior de su gi.

-¿No vas a leerla?- le preguntó Sanosuke.

-Después- contestó Kenshin, sin mirarlos. Volvió a lo que estaba haciendo de lo más pensativo. Los otros dos notaron que ya no le sacarían ninguna frase más, ya que estaba demasiado metido en sus pensamientos.

Durante el resto de la tarde, el tiempo empeoró notablemente. Corría un viento frío y la tarde estaba oscura, algo extraño para el verano. Habían muchos que pensaban que se avecinaba una tormenta.

En el silencio de su cuarto, Kenshin se encontraba sentado apoyado en una pared, con su sobakatau a su lado y, al frente, el sobre que recibió durante la mañana. Sabía que era su deber abrirlo, pero muy en el fondo, no lo deseaba. Porque tenía muy claro lo que tendría que hacer, y no estaba seguro si iba a ser capaz de decírselo a ellos.

A sus amigos, que de seguro no lo entenderían.

A Kaoru... que quizás no lo perdonaría...

Suspiró. No podía huir, se lo había prometido a ella, que la ayudaría sin importar nada.

Y él no solía romper sus promesas.

La puerta sonó suavemente unos momentos, y luego se abrió con lentitud. Kaoru se asomó a través de ella.

-Ya volví- le dijo, suavemente –Megumi me dijo que vendría a hacer la cena y que se quedará con nosotros, para que no te preocupes por eso.

-Gracias, Kaoru.

Ella lo miró, extrañada. En ese momento él le estaba dando la espalda, por lo que ni siquiera podía ver el rostro del samurai. Yahiko le había contado acerca de la carta que Kenshin había recibido durante la mañana, y tenía un mal presentimiento respecto a eso. Sólo esperaba que no fueran más luchas para Kenhin, no después que todo estaba tan tranquilo con ellos.

-Kenshin- dijo Kaoru, suavemente -¿está todo bien?

-Claro, Kaoru- el pelirrojo se volteó a verla, sonriéndole, para tratar de quitarle esa preocupación que se notaba, estaba sintiendo por él –no hay problema.

A pesar de su sonrisa, ella sabía que su amigo le estaba ocultando algo. En lo normal, él no se encerraba en su cuarto, le gustaba compartir con los demás, sobre todo si estaban Ayame y Susume en el dojo. Además, estaba esa carta que le había llegado... Kaoru sabía que tenía mucho que ver con la rara manera de actuar de su... ¿amigo?, aunque él lo negara.

Pero no valía la pena seguir preguntándole. Él no se lo iba a contar, a menos que cambiara de opinión. Ni pensar el tratar de convencerlo. Kenshin podía ser terriblemente terco si se lo proponía.

Resignada, estaba dando media vuelta para dejarlo solo otra vez. Pero su voz la detuvo.

-Kaoru...

-¿Si?- le preguntó inmediatamente la chica, mirándolo.

-...- dejó pasar unos momentos, y luego suspiró –Nada...

Kaoru suspiró, entre resignada y desilusionada. Terminó de salir del cuarto del pelirrojo. Se sentía confundida. Deseaba ayudarlo, pero no sabía cómo.

Por otra parte, en el cuarto, Kenshin volvió a observar la carta que descansaba en frente de él. Pero en esos momentos se cansó. Sin querer pensar en lo que estaba haciendo, tomó la carta en sus manos y la abrió con rapidez. Reconoció la letra, a pesar del tiempo que no la veía. Reconoció también la firma al final del papel...

Sabía de lo que se trataba, suspiró, comenzando a leerla...

Querido Kenshin:

Te extrañarás que te escriba después del tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos, pero de verdad, estoy poco a poco cayendo en la desesperación... necesito tú ayuda...

Leyó la carta de una sola vez, dejándola nuevamente en el sobre una vez que terminó. Había tomado una decisión, por mucho que no quisiera hacerlo, era su deber. Se lo había prometido a ella, no podía huir.

Se puso de pie y volvió al lugar en que estaban los demás, conversando. Kaoru, al verlo, sonrió ampliamente, contenta al ver que el pelirrojo ya estaba mejor.

O al menos esa fue la primera impresión (equivocada, por supuesto), que le había dado. Durante la cena (en la que estuvieron presentes también Sanosuke y Megumi), Kenshin no participó de la conversación, a ratos miraba a sus amigos con aire ausente, pensativo, y hasta triste. A ratos los demás se miraban entre ellos, tratando de entender la extraña actitud del pelirrojo. No llegaron a ninguna respuesta.

Hubo un momento que Kaoru no aguantó más su mutismo.

-Kenshin, ¿te sientes bien?- le preguntó.

-¿Eh?- le preguntó él, distraído. Megumi puso una mano en su frente.

-Pareces enfermo- le dijo -¿te duele algo?

-No, Megumi, estoy bien- Kenshin se alejó de ella, evitando su mano –está todo bien, no se preocupen.

Trató de sonreír, para que sus amigos no siguieran sospechando. Pero por supuesto, ellos no creyeron palabra, lo conocían lo suficientemente bien como para saber que algo le pasaba. Aunque no quisiera admitirlo.

Antes de irse a sus casas, y aprovechando una oportunidad que tuvo, Megumi se acercó a Kenshin, que observaba a todos sus amigos atentamente. Daba la impresión de que trataba de memorizar a cada uno de ellos, cómo actuaban, qué decían... La única que se dio cuenta fue la doctora, ya que siempre había sido más observadora que los demás.

Se sentó a su lado, y por algunos minutos ninguno habló. Kaoru y Yahiko habían comenzado a discutir otra vez...

-Hace un tiempo- comenzó Megumi, de pronto –uno de mis pacientes me contó algo que en un comienzo no entendí del todo- la chica, con algo de nerviosismo, dejó uno de los mechones tras su oreja –me dijo que hacía años su hermano mayor se había escapado de su casa, porque no quería hacerle caso a su padre en algunos asuntos. Nadie se dio cuenta de lo que planeaba, pero mi paciente, sí...

Kenshin la escuchaba atento, con algo de curiosidad, no tenía idea a dónde quería ir la doctora.

-Según me dijo, la noche antes que se fuera, la última vez que habló con él... al separarse lo había mirado. En sus ojos mi paciente pudo darse cuenta que era una despedida, se veía nostalgia en su mirada, tristeza...- Megumi miró a Kenshin –no entendí a qué se refería, hasta ahora.

El pelirrojo la miró unos momentos, y luego sonrió con tristeza.

-¿Tan obvio soy?- le preguntó.

-No lo creo...- contestó ella –sólo... me di cuenta yo... ellos no saben nada.

Los dos miraron a sus amigos. Kaoru ahora discutía con Sanosuke y Yahiko se reía a un lado de ellos.

-¿Por qué no se los dices?- le preguntó Megumi –será mejor tanto para ti como para ellos... podrás dar al menos alguna explicación.

-Eso es lo que no quiero- contestó Kenshin –los conozco, y querrán acompañarme... y esta vez no pueden.

-Ya escuché eso una vez- dijo Megumi -¿lo recuerdas?, y más aún, el que te acompañaran a Kyoto te ayudó, Kenshin.

-Lo sé, pero esta vez es diferente- Kenshin había sonreído –de verdad que no debo dejar que me acompañen.

-Pero, ¿a dónde vas?, ¿por qué es tan repentino?

Esta vez él no contestó, dándole a entender a Megumi que no hablaría al respecto. La muchacha se rindió momentos después.

-Al menos podrías hablar con Kaoru- le pidió Megumi –ella será la que más sufra con tu ausencia, y sabes muy bien por qué.

Kenshin bajó la mirada. Él conocía los sentimientos de Kaoru hacia él, de hecho, el samurai sentía lo mismo que ella, pero... todo su pasado no lo dejaba vivir tranquilo, y ese era un peso que no deseaba compartir con otra persona, menos con ella...

-Lo sé- contestó –pero aunque no me perdone nunca, no quiero que lo sepa. Será mejor para ella.

-...- Megumi lo miró algo sorprendida -¿En qué estás metido, Kenshin?

-... Quizás algún día te lo cuente, Megumi.

-Entonces, ¿vas a volver?- en su voz se notó algo de esperanza, que se pinchó bruscamente al notar el rostro serio de Kenshin -¿no lo harás?

-No lo sé... no quiero asegurarte nada.

Megumi se dio cuenta que no iba a sacar nada tratando de convencerlo, así que para no comenzar a gritarle decidió que mejor se iría a su casa. Si continuaba hablando con él, las ganas de golpearlo no iba a poder controlarlo.

Se estaba poniendo de pie cuando Kenshin la detuvo afirmándola del brazo. Ella lo miró.

-Cuídalos, por favor- le pidió –no los dejes solos, ellos necesitan de alguien... maduro.

-Kenshin... si los cuido no va a ser por ti- le contestó Megumi, con cierta frialdad –lo haré porque no me gusta verlos sufrir.

-Gracias...- el pelirrojo la soltó.

Le dio la impresión que Megumi iba a sonreír también, pero que se aguantó. Lo miró por última vez y luego caminó hacia los otros tres.

-Sanosuke, vámonos- le dijo ella, con tono mandón –tienes que ir a dejarme a la casa.

-¿Qué?, ¿por qué yo?- gruñó el otro.

-Porque sí, ya vámonos.

Megumi a penas se despidió. Sanosuke casi tuvo que correr para alcanzarla y que no se fuera sola a su casa.

-¿Qué le habrá pasado a Megumi?- preguntó en voz alta Kaoru, Kenshin sólo la miró.

Durante la noche, Kenshin arregló todo. Dejó su habitación limpia y ordenada, y esperó. Tenía que asegurarse que ellos estuvieran dormidos para que no lo escucharan al salir.

Caminó por el pasillo tratando de hacer el menos ruido posible. Sólo se detuvo en un lugar: frente a la puerta del cuarto de Kaoru. Por momentos le dieron deseos de contarle todo, también sobre sus sentimientos.

Pero era mejor así, sobre todo para ella.

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Hola!!

He aquí el primer capítulo de mi fic. Estaré esperando sus comentarios respecto al capítulo :)

Eso, muchos saludos a todos!!