CAPÍTULO 1

.57 años atrás…..

Una ambulancia, una ambulancia, que alguien llame a una maldita ambulancia ahora!- gritos de desesperación ante lo que ellos llamaron como un atentado terrorista. Siendo las 8:34 pm una explosión cerca al centro comercial más grande y concurrido de Odaiba logró dispersar las multitudes para luego permitirles acercarse hacia donde creyeron fue el siniestro. Solo había fuego y vidrios rotos por los suelos, las autoridades lograron mantener un orden inmediato con destreza propia de un país del primer mundo, alarmaron a unidades especiales quienes no tardarían en llegar; mientras tanto, un grupo de policías con armas en mano se adentraron para buscar heridos; encontraron un grupo de adolescentes inconscientes; primero se percataron que no hubiera nadie amenazante apuntando con sus revólveres hacia posibles zonas donde pudieran esconderse los causantes de tal alboroto, luego pusieron a salvo rápidamente a esos muchachos cargándolos hasta las afueras del local, buscaron entre sus pertenencias identificaciones para alertar a sus familiares pero entre precipitaciones una quejumbrosa voz rompió el mutismo entre ellos.

-Ta…..Ta…Tai…S- una de las menores balbuceaba con debilidad ese nombre, inmediatamente se pusieron a buscar entre las identificaciones a dicho sujeto, pero no lo hallaron.

-Debe seguir adentro del centro comercial, llévenla a un hospital ahora y que un grupo se adentre para seguir buscan…..- muy tarde, a pesar de lo rápido que pudiesen haber actuado, aquel oficial de policía quien aparentemente lideraba tan solo pudo ver con terror como las columnas se desplomaron sobre lo que quedaba del centro comercial tras una segunda explosión despertando más fuego vivo, nada podían hacer ahora más que buscar cuerpos sin vida y si es que los encontrasen al día siguiente. Por su lado, las personas gritaban y huían creando un desorden impresionante.

-Maldita sea- parecía petrificado, una noche tan tranquila se había convertido en una tragedia.

-Órdenes jefe- otro guardia le sacó del trance, ya nada podía hacer y con una mirada nostálgica y llena de terror al mismo tiempo, colocó una mano sobre el hombro de su superior.

-Que esos niños sean llevados cuanto antes a un centro médico; controlen el fuego y busquen cuerpos-

-Entendido señor-

Tiempo actual…

Típica sala de clases a mediodía con destellos de luces solares ingresando a través de las gruesas cortinas como quien abriéndose caminos rectos; la exposición del docente encargado en la materia de literatura consistía en una proyección video gráfica sobre la historia sobre grandes narraciones y cuentos o fábulas narradas en tonos similares a rimas, todo eso gracias a un obsoleto pero aun conservado objeto de casi cincuenta años, era admirable saber cuánto tiempo podía durar algo como eso y mantenerse aun funcionante. Sentado justo en las filas finales me hallaba yo, mirando inquieto, o algo aburrido mejor dicho aquella enseñanza, honestamente me era muy difícil mantenerme atento sabiendo que en pocas horas jugaría un partido decisivo por la copa estudiantil de futbol organizado por la escuela principal de Odaiba; tal vez hubiera preferido inscribirme en cualquier otro deporte antes pero mi abuela siempre me insistió que era capaz de poseer cierto talento especial para dicha disciplina y es más durante muchos años ella misma pagaba academias de verano para que asistiera a escuelas de soccer durante las vacaciones aprovechando sus siempre comunes y cálidas visitas. Quien diría que la abuela tendría razón. Mi nombre es Koichi Takamoto Yukimura, tengo 13 años, es mi cuarto semestre en la secundaria; mis padres son ambos profesores universitarios o catedráticos como quieran llamarlo en la misma ciudad, nos mudamos hace 5 meses a inicios de este año y en vista de la cercana relación con la abuela pudimos quedarnos con ella las primeras semanas hasta establecernos y durante ese tiempo me pude hacer más cercano a ella; a pesar de sus 71 años sigue viéndose tan lúcida que da, hasta cierto punto de vista, envidia verla tan jovial, es una mujer realmente carismática aunque siento que me guarda muchas cosas pues en el ático de su vivienda me es prohibido ingresar no obstante siendo su nieto favorito, ya que mi hermana mayor con sus ahora 23 años, si bien al cabo fue una de sus consentidas, estudia en el extranjero ahora dedicando su vida al estudio de criaturas marinas en el pacífico así que eso me convierte en su predilecto.

La abuela se llama Hikari Yagami aunque prefiere ser llamada Kari pues así le llamaba mi abuelo quien falleció poco antes que yo naciera, ese es un plus más porque la abuela dice que de alguna manera u otra mi nacimiento fue una compensación por la penosa pérdida sufrida; por ello todos se dirigen a ella así, ya sea familiares, vecinos o amigos cercanos. Hoy ha prometido venir a verme jugar mi deporte favorito (gracias a ella lo es dicho sea de paso) cuando termine el receso en mi escuela.

Lenta pero afortunadamente culminaron las clases teóricas, ya era momento de salir a jugar futbol, de entre todos mis compañeros era uno de los menores del grupo aunque eso nunca logró amilanarme en lo absoluto; tan solo quería que sonase el pitido inicial para hacer lo que tanto disfruto, honestamente no tengo idea si algún día lograré ser un político respetado o un doctor reconocido o tal vez un gran ingeniero como mi padre, pero en cuanto a soccer seguramente podría aspirar a lejos. El camerino era un mar de nervios, nuestra primera final y nada más y nada menos que contra nuestro rival eterno, hay algunos maestros (los más veteranos) que narran acerca de cómo inició la rivalidad entre estas dos escuelas contando cosas tan absurdas pero divertidas como el mito de que nuestro primer director le robó la novia al primer director contrario y ello desató una "enemistad" que perdura hasta hoy.

-Bien muchachos, no quiero llorones esta tarde y mucho menos escuchar quejas si les entran con fuerza al balón; hoy quiero verles jugar como si fuera a castigarles si perdieran- nuestro entrenador tenía la apariencia de un luchador profesional más que un director técnico. Llevaba una vida entera por así decirlo siendo el profesor de educación física, pero a pesar de ser un hombre corpulento con voz ronca, siempre era muy descuidado y para esta fecha esas eran sus clásica palabras de aliento.

-Siempre nos amenaza así-

-y que lo digas- los jugadores ya se conocían de memoria el gran discurso recitado para cada encuentro deportivo así que no era novedad escuchar tales palabras

-¡Silencio!, van a demostrar de que están hechos justo ahora o de lo contrario….-

-No le van a dar el premio extra-

-Koichi, te escuché, cuando acabe el partido, harás cincuenta planchas de castigo y cien si no logran ganar…ahora sí adelante, salgan, salgan.-

Todo el lugar estaba colmado con miembros de ambas escuelas y familiares quienes estaban ansiosos por saber quién ganaría, lástima que a nuestro entrenador no se le pasó por la cabeza ponerse shorts antes de salir de los vestuarios cosa que produjo risas entre los asistentes y en nosotros; eso era bueno, calmó la tensión aunque para nuestros profesores era bastante vergonzoso. Lo primero que hice fue mirar de un lado a otro, en breve logré ubicarla; mis padres me dijeron que no podrían venir por estar calificando universitarios pero la abuela no iba a fallarme y menos cuando ella había sido una orgullosa estudiante del mismo colegio al cual asisto hace ya muchos años.

-Buena suerte Koichi, enséñales a esos engreídos cómo se juega-

Algo aterrador tal vez, pero aliento de todas formas; el partido daba inicio de esa manera.

….

-¿estás seguro?-

-Sin duda alguna, su presencia es abrumante-

-No me quieras ver la cara de tonto, yo mismo vi como…-

-Te digo la verdad amigo mío-

-Pero se supone que la entrada se cerró definitivamente. Además, mira, ¿lo ves?, sigue sin abrirse, me temo que estas equivocándote-

-¿Estarías más convencido si te muestro esto?- sujetando un pequeño objeto insignificante a la vista quizás, este sujeto le enseñaba algo tan familiar y a la vez aterrador pues le produjo impacto emocional al otro.

-Imposible-

-Nada es imposible, debemos ayudarle-

..

Parecía sin duda alguna una derrota para la prestigiosa escuela Odaiba a manos de su archirrival con un marcador simple pero necesario de 1-0, ahora que faltaban solo cinco minutos, el equipo contrario se disponía a tocar el balón y dar pases cortos pero seguros causando desesperación en los otros; por causas del destino, Koichi logró recuperar una pelota técnicamente perdida, evadir a un rival y marcar un empate parcial desatando algarabía entre sus compañeros y en especial su entrenador quien grito tan fuerte que uno que otro pájaro tuvo que salir huyendo; el júbilo no terminaría ahí, pues en una jugada dividida se cometió una falta contra este mismo adolecente la cual fue cobrada por penal y muy bien ejecutada por el capitán del equipo, un muchacho de cuarto año. Una fiesta total. Cabe señalar que el entrenador cargó el trofeo como si se tratase de un hijo recién nacido en sus fornidos brazos y enseñándole a su claro rival por dicha "hazaña".

-Muy bien jugado Koichi, me recuerdas mucho a alguien especial-

-Abuela- estaba completamente exhausto, ni bien sonó el pitazo final tuvo que recostarse sobre el suelo para reponer oxígeno y dejar a sus músculos descansar; Kari logró ponerle de pie y darle un fuerte abrazo mirándole llena de orgullo mientras hacía muecas a los padres de la otra escuela. –No es necesario eso-

-Claro que lo es, venga, levántese, festeja con tus amigos, en la noche te espera tu cena favorita- Cómo es costumbre en las abuelas de consentir así a sus nietos, nadie lo sabe, pero ella no era la excepción; y a pesar que Koichi tenía sus trece años lo iba a tratar siempre como su engreído, ese porte físico, aquellos ojos marrones café, la cabellera algo desliñada y una singular característica por ser inquieto le recordaban a la vieja Kari a su hermano mayor; por alguna razón eso ya no la ponía triste, en su mente, un poderoso secreto la mantenía feliz.

-Es hora Kari, cuéntaselo-…sintió una brisa acariciarle los cabellos, esa voz tan singularmente rebosante en paciencia, miró hacia muchas direcciones buscándolo, luego rio cual niña traviesa mirando al cielo con un temple de paz absoluta; una descarga nasal le hizo entender que pronto se resfriaría pero le dio igual pues para ella la edad no era un factor decisivo en cuanto a enfermedades si es que se trataba de su nieto. Aspiró con profundidad una fuerte bocanada y luego dio un gran suspiro, los años comenzaban a pesarle pero de todas formas iba a prepararle esos tallarines con salsa roja al buen Koichi. Nunca supo si fue una alucinación o no, pero entre risas buscó algo entre sus bolsillos de aquella chompa tejida por ella misma para sacar una especia de reloj celeste, algo maltrecho pero bastante significativo; era el digivice de su hermano. Lo curioso fue observar durante unas milésimas de segundo aquel resplandor naranja que al finalizar dejó a esa Kari totalmente estupefacta, pues quiera o no admitirlo, aquella luz se dirigió justo hacia donde su nieto se hubo encaminado.

-Jajajajaja, ¿quién lo diría?- aquella sonrisa de oreja a oreja abrió una gran esperanza dentro suyo, juraría haber visto a una versión del pequeño Tai corriendo con sus compañeros quienes festejaban una saludable victoria de futbol. Nuevamente estornudó, sacó un pañuelo para limpiarse y empezó a caminar con dirección a esa pequeña casa suya no muy lejos del centro pues podía llegar a pie en tan solo veinte minutos a paso parsimonioso; tras unos diez minutos logró llegar hacia donde se hallaba un gran cine anunciando una serie de funciones a distintas horas a disposición de todos los cineastas, ver aquella construcción le produjo una serie de recuerdos dándole transitorias pero fuertes jaquecas. Aquel cine fue construido luego de muchos años sobre los cimientos restantes del centro comercial más grande, el mismo el cual fue destruido hace muchos años atrás gracias a una soberbia explosión la cual por poco acaba con la vida de una adolecente Kari Yagami…ese siniestro fue catalogado como un atentado terrorista foráneo con objetivos claros en iniciar guerras armamentistas entre bandos miembros de uniones políticas pero por más que se buscó culpables estos nunca aparecieron; solo dentro de las memorias de la ahora abuela Kari existía una verdad absoluta sobre eso.

…...

Hola amigo(a) lector(a), en primer lugar muchas gracias por darte tiempo en leer este fic el cual espero sea de tu agrado. Me llamo Christian Bryan Orihuela Jesús tengo 22 años Peruano a mucha honra. El fic es contado de una forma diferente, quise copiar un estilo nuevo en donde las partes son explicadas por otro relator en otra época; sé que tal vez haya muchas cosas que no se logren entender bien, me gustaría que me las pudiesen comentar para poder dar lo mejor en esta nueva historia. Recalcando que este anime ha sido uno de mis favoritos desde la primera vez que lo vi, espero pueda salir bien.

Me encanta leer obras, te agradecería un montón si pudieras compartir libros conmigo, nombre de autores y también de otros fics del anime o serie que sean. Bueno creo q eso es todo, gracias nuevamente por la lectura…..