Amor imposible (Capítulo 1: Nadie te quiere… excepto yo)

(Una preciosa nueva historia de la cual estoy bastante orgulloso xD. Espero que os guste ^_^)

(Durante toda la historia yo soy el narrador. Por si en el primer capítulo no queda claro, mejor explico que esta historia se basa al final de la serie, después de derrotar a XANA, y Aelita y Jeremie son novios ;P)

Aelita volvió a hundir la cara en la almohada. No podía dejar de llorar. ¿Por qué Jeremie era tan insensible? Recordó otra vez lo que acababa de suceder:

-Jeremie, ¿tú crees que hay alguna forma de recuperar a mi padre? –le preguntó Aelita con la cara brillante de felicidad, casi rebotando en la cama de Jeremie. Se quedó mirando a Jeremie, el cual estaba sentado en la silla de su escritorio mirando a su ordenador, esperando una respuesta.

-Imposible, se sacrificó para destruir a XANA. –respondió Jeremie tajantemente.

-Ya, pero… -Aelita intentó decir buscando cualquier fallo en las teorías de Jeremie; de repente se le borró la sonrisa de la cara.

-No hay forma. –volvió a decir Jeremie dando énfasis a cada palabra.

-Ya, pero que pasaría si hubiera… -Aelita se negaba a creer que su padre estaba muerto. No podía ser. Un par de lágrimas empezaron a aparecer en sus ojos.

-¡Que no hay forma! –estalló Jeremie.

-¡No me grites!

-Como quieras, pero déjame en paz. El trabajo es para mañana. –Jeremie dejó de mirar a Aelita y volvió a darse la vuelta a su mesa.

-¡Idiota! –Aelita de repente se enfadó con Jeremie. Si podía hacer todo lo que había hecho por ella, estaba segura de que podría traer a su padre. Sólo necesitaba motivación y tiempo.

-¿Cómo que idiota? –volvió a darse la vuelta mirando a Aelita.

-Sí eres capaz de traer a mi padre aquí, sólo necesitas tiempo.

-Podría, sólo si me das una razón de por qué lo quieres tanto. –Jeremie levantó una ceja mientras la miraba.

-Porque es mi padre y le quiero. –Aelita no podía creer lo que Jeremie le acababa de decir. ¿En qué clase de monstruo se había convertido Jeremie? Ya no era el chico dulce del que creía estar enamorada, era… distinto.

-¿Acaso tú te crees que soy tu criado o algo por el estilo? Yo no estoy aquí para hacer todos tus caprichos, además ni siquiera sabemos cómo es tu padre. Podría ser un ser malvado y despiadado. ¿Qué pasa si te odia?

-Él no me odia, él me quiere. –Aelita estaba empezando a enfadarse. No; debía conservar la calma si quería que Jeremie le hiciera caso.

-Pues no, ¿sabes? Nadie te quiere. Y ahora déjame en paz. -volvió a darse la vuelta mirando su trabajo.

-¿Y tú qué sabes? –Aelita volvió a empezar a llorar. De repente se levantó de la cama y salió corriendo sin darle tiempo a Jeremie a reaccionar. -¡Te odio! –le gritó saliendo de la habitación, antes de dar un portazo.

-¿Se puede? –de repente, Aelita escuchó una voz al otro lado de la puerta que no alcanzó a identificar. Se secó las lágrimas y dijo alto y claro, aunque con un tono lloroso:

-No. Márchate. –Aelita volvió a hundir la cabeza en la almohada.

-Oh, vamos princesa. –volvió a oírse al otro lado de la puerta. Por fin alcanzó a averiguar de quién era la voz. Era Odd. De repente la puerta se abrió y le vio entrar. Rápidamente hundió la cabeza en la almohada otra vez y se hizo un ovillo encima de su cama. –Princesa…

-¿Qué quieres? –se secó las lágrimas otra vez y le miró disimulando lo mal que estaba.

-¿Tú qué crees? Si nuestra princesa está en estas condiciones, necesita de los servicios de Odd el Magnífico. –le dedicó una sonrisa a Aelita, la cual se la devolvió lentamente.

-Odd, me… gustaría estar sola. –Odd volvió a negar con la cabeza.

-No, sola no te quedas. No pienso irme de aquí hasta que me digas qué ha hecho esta vez ese novio tuyo de pacotilla. –Aelita le miró sorprendida. En cierto modo se esperaba ese tipo de respuesta, ya que, no sabía por qué, Odd había estado raro desde que Jeremie por fin se declaró a Aelita. Comía menos, dormía poco, y siempre trataba mal a Jeremie. Incluso parecía más serio.

-Ya sabes lo insensible que es Jeremie. Supongo que es parte de su personalidad, pero… no es lo que me conviene. Creo. –le dedicó una sonrisa dulce a Odd, el cual se sonrojó e intentó mirar a otro lado de la habitación para disimular. Cogió un pañuelo, se sentó en la cama al lado de Aelita y le tendió el pañuelo.

Aelita se sonó la nariz, se incorporó y se sentó en condiciones al lado de Odd; siguió hablando. –Sin embargo, estoy perdidamente enamorada de él, y eso no puedo cambiarlo. Creo que él también me quiere, pero hay veces en las que no lo parece. –volvió a sollozar un poco, entonces Odd se acercó y la abrazó.

-Odd, ¿qué estás…? –preguntó sorprendida. Odd le chistó y le susurró:

-Tranquila, confía en mí. Llora todo lo que necesites. Yo estoy aquí. –Aelita se sorprendió más todavía de esa respuesta. Verdad que Odd era tonto y espontáneo, pero también había situaciones en las que mostraba incluso más madurez que Yumi.

Aelita hizo caso y apoyó su cabeza en el hombro de Odd. Y entonces Aelita empezó otra vez a llorar. Odd tampoco se esperaba que Aelita de verdad fuese a hacerle caso, pensó. Pero no podía quejarse. No estando tan cerca de su princesa. Así Aelita estuvo llorando, pasando el tiempo, ignorándolo todo… hasta que se dio cuenta de qué estaba haciendo y de repente se alejó de Odd.

-Odd, lo siento. De repente se me olvidó que estábamos… -no terminó la frase. La dejó sin terminar. Porque se dio cuenta de lo bueno que era Odd con ella. De lo buen amigo que era. De cómo siempre que necesitaba a alguien él siempre estaba allí. Entonces algo dentro de ella que no alcanzó a comprender hizo que se sonrojase.

-Tranquila, princesa. No ha sido nada. –Odd también se sonrojó. –Cada vez que ese saco de harina te haga llorar, llámame. -le dedicó una sonrisa.

Y se quedaron mirando los dos, sin saber qué más decir. De repente un impulso hizo que Aelita se fuese acercando a Odd. Vio como Odd también se acercaba lentamente. Cerraron los ojos y dejaron que la magia ocurriese

Pero en ese preciso momento en el que estaban a unos pocos milímetros, un teléfono sonó de repente. Aelita abrió los ojos y se alejó rápidamente. No podía creer lo que estaba a punto de hacer, era… impensable. Vio que el teléfono era el de Odd, que rápidamente lo cogió y se salió al pasillo para hablar con quienquiera que le hubiese llamado.

Aelita apenas alcanzó a oír nada de lo que estaban hablando, estaba muy confusa. De repente lo vio todo claro. Odd no era sólo su amigo. Era algo más para ella. Bastante menos que Jeremie, pero aun así, Odd le gustaba. Debería de haberse dado cuenta antes, como cuando se preocupaba tanto por Odd cuando era atacado en Lyoko, o cada vez que él caía encima suya sin querer y ella se quedaba de piedra.

Aelita volvió de sus pensamientos cuando Odd le dijo que quien había llamado era Sam, una de sus novias, y que había llamado para decirle que iba a apuntarse a Kadic.

-¿Qué tiene de especial esa Sam? –le preguntó Aelita bastante confundida.

-Pues, que ella es el amor de mi vida. –Odd no pudo evitar sonreír al decir eso. Salió al pasillo otra vez y cerró la puerta. La puerta se volvió a abrir de repente. –Aelita, de verdad… pasa de Jeremie. No te merece. –dijo Odd guiñándole un ojo antes de cerrar la puerta.

¿Qué acababa de pasar?, fue lo único que le pasó a Aelita por la cabeza en ese preciso momento.

¡Y con esto acaba el primer capítulo! Sinceramente, espero que os haya gustado, porque yo personalmente estoy muy orgulloso de esta historia xD. ¡No os olvidéis de dejar comentarios!