— Tengo hambre.

Marinette oyó eso de parte de Chat Noir y dejó de coser para mirarlo.

— ¿Ya te comiste todas las galletas? —Cuestionó, al ver que asintió. Formuló:"¿Y aun tienes hambre?"

— Sí —Asintiendo.

— Bien, te traeré algo más...

Levantándose de la silla, yendo directo a la trampilla.

— ¿Y qué quieres comer? ¿Unos Croi...

El gatito la interrumpió antes de que pueda terminar ya teniendo un pie en el primer escalón. Y cuando lo oyó...

Casi se resbala y cae por las escaleras.

"Tengo hambre de tus labios, quiero besarte como si no hubiera mañana"

— ¿Qué?

Ella no tuvo el valor de darse la vuelta y encararlo mientras sentía el corazón palpitante y su cara roja. ¿Escucho correctamente?

— Unas galletas de chips de chocolate, está bien.

— ¿Eh? Sí, claro —Y bajó las escaleras con tanta rapidez como si un maniático asesino la estaba persiguiendo ¿Pero que fue eso? ¿Se lo había imaginado?

Se preguntaba mientras iba hacia la cocina para traer las galletas que pidió con la cara hirviendo, pareciendo, que se había tirado agua caliente en su cara.

Por otra parte Chat Noir se lamentaba por como lo dijo. ¡Basta de palabras! ¡Tenía que demostrarlo!

Así que cuando volvió con una bandeja llena de las galletas, esa que mantenía con una sola mano, al segundo, Chat Noir unió sus labios con los suyos saboreando la dulzura de los mismos.

"¡Demasiado demostrativo!"

Gritó en su mente al ver como estaba completamente paralizada y había dejado caer la bandeja por el sorpresivo ataque, al menos, el felino pudo tomar una galleta que no llego a parar al suelo y le dio un mordisco.

— Ya estoy lleno, gracias.

Y se marchó como el cobarde que es.