Puertas y ventanas
Capítulo 1
Reencuentro
Aun le parecía extraño. Aún le costaba un poco asimilar el giro que había tomado su vida. Sus pensamientos volaron varios meses al pasado, encontrándose de nuevo en Sendai, con sus antiguos compañeros, sus conocidos de toda la vida, y aquel chico... ¿por qué lo recordaba ahora?. Fue despertada por la voz de Sango, su nueva, pero ya muy cercana amiga, ya eran casi como hermanas, a pesar de el poco tiempo que llevaban de conocerse.
- Y? ¿cómo regresas a tu casa hoy? - le preguntó Sango, a la salida del colegio.
- Umm... en autobús. Hoy es martes no?
- Sip.
- U.U - exhaló un suspiro de resignación - falta aún toda la semana.
- No te quejes. Por lo menos el Lunes ya pasó. Vamos, voy contigo.
Kagome suspiró otra vez, y se encaminaron ambas hacia el paradero de autobús. Ambas cursaban primer año de preparatoria, en un instituto un tanto apartado de donde vivían, pero con fama de ser uno de los mejores de Tokio.
Se conocían desde hacía seis meses, pero ambas coincidían en sentir que habían sido amigas de toda la vida. Se habían conocido en la escuela, y pronto descubrieron que vivían muy cerca. Así fue creciendo su amistad.
Para ese entonces Kagome ya estaba muy a gusto con su nueva vida, no podía quejarse. Se llevaba muy bien con sus compañeros, había hecho buenas amigas, y sus notas se hallaban bastante bien en relación al año anterior. Se había esforzado mucho por complacer a su madre en este aspecto, pues era su manera de retribuirle todo lo que hacía por ella. Kagome le estaba muy agradecida por todo, y lamentaba que hubiera tenido que apañárselas sola con dos niños, en una ciudad tan grande.
El padre de Kagome había muerto poco después del nacimiento de Souta, pero su madre recibía el apoyo incondicional del abuelo, y vivían todos juntos en un templo de Sendai. Pero hacía siete meses, el abuelo había muerto debido a su vejez. Así que habían tenido que mudarse a Tokio, donde vivía la familia de su madre, quien los ayudaba, rentándoles una casa a bajo precio, y otorgándole trabajo a su madre en la empresa financiera de la familia.
Kagome admiraba la fuerza y el temple de su madre para superar todas estas duras pruebas que le había impuesto la vida, con una sonrisa en el rostro y siempre preocupada por sus queridos hijos. Por eso Kagome se esforzaba en obtener buenas calificaciones y ayudarle a su madre, lo sentía como una manera de agradecerle por la vida que se había esforzado en darles.
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Tanto tiempo había pasado desde aquello...
Sacudió la cabeza, alejando aquellos recuerdos de su mente.
Sango la miró un tanto extrañada.
- No me hagas caso '... tonterías mías.
- No iba a preguntarte nada en todo caso - le sonrió - supongo que aún tienes muchas cosas en qué pensar.
- Bueno... si, pero prefiero no recordar nada de eso... me conformo con vivir el presente.
- Es cierto... si aquello te hizo daño es mejor no recordarlo... pero supongo que no puedes evitarlo para siempre, algún día tendrás que confrontarle.
- ¿Y por qué dices eso? eso quedó atrás, y bien atrás. En Sendai.
Sango era la única persona en Tokio que sabía la versión completa del pasado de Kagome en Sendai, era la única a quien se había atrevido a contarle. Era bastante duro, y evitaban hablar de ello, pero lapsos como aquel, solían ocurrirle. Momentos en que lo recordaba, momentos en que su rostro volvía a aparecer ante sus ojos. No eran muy frecuentes, pero sucedían.
- Ya - sonrió, no te preocupes, no pensaré más en ello. Tenemos que concentrarnos en los exámenes.
- U.U - créeme, lo tengo muy presente - suspiró Sango.
- Mira, ya llegamos.
Tocaron la campanilla y bajaron del autobús, aquella parada quedaba a mitad de camino entre las casas de ambas, allí cada una seguía en distintas direcciones.
- Bueno, nos vemos mañana... estudia mucho! - se despidió Kagome.
- Y tú más - respondió Sango con una mirada de reproche, y cada una siguió su ruta.
Kagome caminaba a paso ligero las pocas cuadras que le faltaban para llegar a su hogar, sin poder sacarse aquel recuerdo de la cabeza. No cesaba de preguntarse por qué le recordaba tanto aquel día. Qué tenía de especial aquel martes para insertarle su recuerdo en la mente, sin poder quitarlo de ahí.
Ya estaba por llegar, sólo le faltaba doblar la esquina. Se detuvo un momento en la tienda de Myoga a saludarle y comprar unas golosinas para ella y para Souta. Siguió su camino, con una paleta en la boca, la cual cayó al cemento de la calle al ver a la persona que tenía en frente.
Frente a su casa, parado en el medio de la calle peatonal, un joven alto, de cabello largo y plateado, observaba fijamente una ventana de cortinas púrpura, con su mirada ambarina.
Kagome se quedó de una pieza. No podía moverse, pero deseaba correr a esconderse de aquella persona que, cual ladrón, venía a quitarle la paz que le había tomado seis meses erigir.
Su corazón latía a mil, mientras intentaba decidir si debía correr a esconderse y esperar que se fuera, ignorarle; lo cual creía imposible debido al carácter del chico, o enfrentarlo y comenzar la guerra.
No tuvo tiempo de decidirse pues el chico ya había volteado, fijando sus ojos dorados en esta asustada e indecisa chica de cabello azabache.
Una sonrisa de alivio se dibujó en el rostro del chico. Lo que sorprendió aun más a Kagome. ¿Qué le pasaba? ¿se había vuelto loco? ¿Qué hacía en Tokio? frente a su casa.
- Bien, me alegro de no haberme equivocado... efectivamente era aquí - le dedicó una sonrisa que cualquier otra habría considerado irresistible. Y eso fue lo último que Kagome vio antes de acompañar a su paleta a yacer en el pavimento de la calle.
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- Lo siento... tengo que irme... es realmente urgente.
- No! por favor espera! me tomará un segundo, por favor escucha. Es una promesa, debo cumplirla.
- No puedo, por favor entiende. Tengo que irme.
Lágrimas brotaban de sus ojos... la rabia crecía en su interior. Sin decir nada más se volteó indignada, y fue aquella la última vez que le vio.
- TE ODIO!
Al gritar esto último volvió a la realidad, abriendo los ojos. Y se encontró mirando las nubes, de espaldas sobre algo plano y bastante duro. Giró su cabeza y se encontró con una cabellera plateada que caía sobre las rodillas del joven ojiámbar que había provocado su desvanecimiento. Un tanto turbada y confundida, trató de incorporarse, pero la detuvo, un dolor punzante un poco más arriba de su oreja izquierda.
- Ya sé que me odias... por eso he venido.
- Eh? Qué...? Tu!!
- Si - le sonrió él - yo.
- Imbécil - murmuró con odio.
- Inuyasha. Creo que recuerdas bien mi nombre.
- No te creas, no eres digno de que lo haga.
- Pero lo haces - sonrió con arrogancia.
- Y me odio por eso.
Soportando el dolor, logro incorporarse y sentarse apoyada en la muralla. Se llevó la mano a la cabeza y descubrió que estaba sangrando.
Inuyasha le tendió su pañuelo y Kagome lo tomó a regañadientes.
- Todo por tu culpa - dijo mientras secaba la sangre con el pañuelo.
- Suelo tener ese efecto en algunas mujeres.
Kagome gruñó y le tiró el pañuelo en la cara, dejándole la mejilla con una leve mancha de sangre.
- ¿Qué haces aquí? ¡No tienes ningún derecho de venir y provocar todo esto! ¡Mucho menos de hablarme de esa manera! ¡Eres despreciable!
- Lo sé - su mirada se ensombreció un poco con un sentimiento que Kagome no supo cómo interpretar - Por eso estoy aquí, quiero que dejes de pensar eso de mi.
- ¡Nunca...! Escúchame bien. Nunca podrás cambiar lo que ahora pienso de ti!
- Eso lo veremos.
- Uyyy! eres insoportable.
- Antes no pensabas eso.
- Pero ahora sí!
- Ah si?
- Si, ni por todos los dulces del mundo cambiaría mi opinión sobre alguien tan despreciable como tú.
- Ni siquiera... por más de éstos... - le dijo antes de plantar en sus labios rosados un imperioso y acalorado beso, al que Kagome no pudo menos que corresponder con timidez y turbación. !Dios! qué despreciable era! qué arrogante era! y Dios que buen besador era!
Se horrorizó ante este pensamiento y bruscamente separó sus labios de los de él, y antes de que pudiera pronunciar ninguna palabra Kagome le propinó tal bofetada que su mano quedó marcada al rojo en la mejilla de él, y su rostro miraba hacia el lado, aún sin recuperarse del golpe.
Qué ser tan despreciable era! Por cuánto tiempo Kagome había deseado con todo su corazón ese beso que le era concedido ahora que no quería saber nada más de él. ¡Qué cruel era el destino!
Había tratado durante meses de borrar el penoso recuerdo de su último encuentro con Inuyasha en Sendai. Y le había costado mucho tiempo resinarse a no verlo nunca más, y a nunca recibir una explicación por lo que le había hecho. ¿Con qué cara venía a besarla ahora? Sabiendo de sus sentimientos, había jugado con ellos hasta satisfacer su crueldad y lograr que ella lo dejara en paz. ¿O no había sido por eso que la abandonó en aquel momento tan decisivo por no querer confirmar sus sospechas? ¿Tanto le aborrecía que ella sintiera cosas por él? Era la única explicación que Kagome creía posible, pero con lo que acababa de suceder, las dudas volvían a surgir como tormentas dentro de su cabeza y ahora le odiaba más por volver a perturbar la paz que tanto le había costado conseguir.
Volvió a la realidad cuando vio que Inuyasha se ponía de pie, aún sin mirarla, y volteaba hacia la casa, sobándose la mejilla golpeada. De pronto Kagome se sintió un poco culpable pro haber reaccionado así. Quizás se le había pasado la mano. Pero si no la merecía por el beso, la merecía por lo del día de su despedida 'definitiva'. "Hasta ahora, había sido definitiva" pensó Kagome, recordando que seguía tirada en la calle a dos pasos de su casa, y con la cabeza sangrando. Se levantó un poco mareada y, pasando a Inuyasha sin dirigirle la mirada, llegó hasta la puerta y sacó sus llaves. Antes de abrir se volteó a Inuyasha y, sin haberlo pensado, de su boca salió una invitación a entrar. Había sido 'involuntaria' pero ya no podía retractarse. Se golpeó mentalmente por la estupidez que acababa de cometer y que, en cierto modo, lamentaría durante un largo tiempo.
Continuará...
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No, no están soñando... ¡volví! xD ejjeje
bueno primero que nada tengo que disculparme. Soy la peor persona del mundo.
Me desaparecí durante mucho tiempo sin decir nada y ya mucha gente me ha pedido que actualize.
Explico por qué:
1º. Mi compu está muriendo. Le quedan pocos días de su vida actual. Tengo que formatearlo por un maldito virus que no me deja conectarme a internet. Este cap lo estoy subiendo por el pc de mi padre, que gracias a dios está sanito.
2º. Se me acabaron las ideas xD! Mátenme! jejeje bueno, en el caso de "Bajo el mismo techo" estoy escribiendo otro cap pero me he demorado milenios porque se me apagó la llama de la imaginación. Además el colegio me tiene demasiado ocupad y en mi tiempo libre estoy dedicada a leer mangas, ver series en youtube y leer la colección de los Reyes Malditos. ¡Si, odienme! por eso digo que soy la peor persona del mundo. Además estoy dedicada un poco más al dibujo que a la escritura.
Soy así... me da por épocas. Mi don para el dibujo viene por épocas, y cuando se apaga se prende la llama de la literatura xD perdoon!
Bueno, para tratar de compensar un poco (aunque no es mucho lo que puedo hacer ante tamaña falta de mi parte) les traigo este fic que todavía no tengo idea de qué tratará xD se me acaba de ocurrir y lo escribí a medida que me iba iluminando un poco, así que no prometo nada de nada xD.
Espero que les guste :P
