"Mientras el Cielo Llora"
CAPÍTULO I: Un encuentro Accidentado
En aquella melancólica tarde, las gruesas nubes que arrastraba el colérico viento parecían anunciar tempestad, las calles en Konoha se pintaban de matices grisáceos mientras el escaso Sol se ocultaba cada vez más, haciendo un clima casi hostil.
La mayoría de los habitantes se hallaban ya en el refugio de sus hogares, y pocas eran las almas que aún rondaban por las calles.
Una de ellas, pertenecía a una pequeña y solitaria señorita, quién, al son del viento enfurecido, practicaba sus más recientes movimientos, que lejos de parecer marciales, lucían como un baile.
Poco le interesaba que la oscuridad se apoderara de todo; mucho menos aquellas persistentes gotitas que caían sobre su piel blanca cuál porcelana… Ella continuaría entrenando hasta que su cuerpo no le respondiera más.
Pero, esta vez era distinto, el cielo comenzó a tronar, gimiendo palabras amenazantes a los seres vivos, así que decidió salir de aquél bosque y se resguardó bajo la lona de una casa de té cerrada; casi podía oler el aroma sutil de las distintas hierbas que se habrían preparado aquél día…
El tiempo pasó, no se dio cuenta de cuanto. Su mirada parecía la de un felino, que reflejaba la Luna en sus ojos cristalinos en mitad de la oscuridad. Cuando despertó de aquél trance, la noche lucía todo su esplendor y la lluvia había recrudecido de manera impresionante sobre la aldea, de tal modo, que no parecía haber llovido en medio siglo.
Se levantó con cuidado, con un movimiento casi elegante. Miró desconcertada a su alrededor, sabía que la cruel lluvia probablemente iba a peor… No tenía opción, comenzó a correr, pisando inevitablemente algunos charcos helados, procurando no resbalar en el camino.
Mientras tanto, la lluvia continuaría cayendo a lo largo de la noche, empapando toda su ropa, ajustándola a su figura, mientras el viento soplaba histérico, erizando su piel delicada.
De pronto, algo inesperado sucedió: mientras corría por las calles empedradas, un montículo de tierra que no notó la hizo caer al piso, apenas alcanzó a colocar sus manos para no lastimarse aún más… No se dio cuenta que desafortunadamente el daño estaba hecho, su tobillo vislumbraba al menos un esguince a causa de aquél descuido.
Lamentándose por su falta de cuidado, no hizo más que sentarse y frotar su tobillo, en mitad de aquél diluvio… Algunas lágrimas que se fundieron con la lluvia recorrieron sus mejillas, lágrimas llenas de frustración.
"¿Por qué todo debe salir mal?"
Ajeno a ella, un chico de cabello oscuro y rasgos pronunciados caminaba por las calles de aquél pueblo, los mechones de cabello color ébano desordenados a causa de la lluvia; él emprendía una marcha tranquila, como si fuera medio día en mitad del verano… Las manos dentro de las bolsas de su pantaloncillo y la mirada fija hacia delante, sin saber siquiera que miraba, como en un sueño.
Al pasar por una calle aparentemente desierta, notó indiferente que alguien estaba sobre el piso… ¿Sollozando? Hizo una mueca de molestia y volteó por unos segundos la mirada… Segundos que no olvidaría jamás… Esos momentos en los que la luz y oscuridad se encontraron uno en otro por vez primera.
Ambos dejaron de sentir la lluvia sobre sus cuerpos, sólo un golpe sobre el pecho, algo más que jugaba en sus estómagos y una brisa tropical que invadió sus rostros…
"¿Podría ser… Algo más?"
Él detuvo su marcha. Ella dejó de lamentarse; los ojos penetrantes de muchacho miraron los ojos lastimosos de la chica y sin saber como o porque se acercó a ella…
-Hyuuga… ¿Estás bien? – Pronunció fríamente hincándose a su lado
-Uchiha-san… - Bajó la mirada –E-estaré bien… - Se apoyó sobre el piso e intentó incorporarse, sin éxito
-Está bien – él se puso fácilmente en pie – Si eso dices… - La miró desde arriba, mientras ella aún hacía un esfuerzo para ponerse en pie
-P-por supuesto, y-yo…- Dijo con dificultad
-Mírate, Aún así… - Le interrumpió, para luego detenerse en mitad de la oración, luciendo una sonrisa irónica.
Sin pensarlo dos veces, la tomó entre sus brazos, cargándola, sin mirarla… Tal vez porque no quería ceder a la magia de aquellos ojos perlados que contrastaban con la noche.
-¡Uchiha-san! – Exclamó con una cara anonadada - ¿P-por qué?... –
-No estás en condición de andar por ahí tu sola – Replicó fríamente
Sin cruzar más palabras, más que miradas confundidas, la llevó entre sus brazos hasta que llegaron a la mansión de los Hyuuga. Sasuke procedió a bajarla con cuidado, mientras ella parecía no poder mirarlo, un rubor casi invisible cubrió su rostro.
-Etto… Gracias… - Hizo una leve reverencia a manera de agradecimiento
-No importa. – La miró despreocupado – Hinata-san… - Dudó si continuar o no – No mencionemos nada de esto de ahora en adelante – Despegó su mirada, para fijarla en el cielo oscuro, ella se sorprendió y no dijo nada, sólo respondió afirmativamente con la cabeza
-B-buenas noches… Sasuke-san –
Ambos se distanciaron, aparentemente indiferentes, pero por dentro una misma sensación comenzaba a carcomerles, una misma pregunta…
"¿Por qué?"
¿Por qué lo hice?... ¿Por qué lo hizo? Pensaron casi al mismo tiempo, ninguno de ellos dormiría aquella noche, que parecía tan vacía… Sin saberlo, ya tenían algo en común y ¿quién sabe? Tal vez el próximo encuentro ya no sería tan casual, ni tan accidentado.
De esa manera, otro día se fue, un día nuevo estaba por llegar… ¿Quién tomaría la iniciativa? Solamente algo era seguro, la conversación pendiente no quedaría así.
Otra ocasión pronto nacería.
