Bajo la Acacia de Occidente
by Kaiba Kisara
Prólogo
El gran Seto Kaiba esperaba a su equipo para ser transportado al Antiguo Egipto, cuatro mil años atrás, en el reinado de Atem, Señor de las Dos Tierras; Kisara mordía sus labios tratando de calmar sus nervios, sus manos juntas sobre el pecho, imitando una plegaria, a su lado, Mokuba supervisaba que todo siguiera su curso; sus azulados ojos no estaban fijos en un punto, fue la suave voz del Kaiba menor lo que la trajo a la realidad.
"¿Le has dicho?".
Unos ojos curiosos, y llenos de esperanza, se posaron sobre aquella chica de cabellos largos y azulados, Kisara volteó hacia aquel joven pelinegro, brindándole una sonrisa.
"Aún no…".
"Pero Kisara, él-"
"Descuida" de sus labios salió una juguetona risa, "él va a volver".
"No me refiero a eso, es-"
El fuerte ruido de la máquina indicaba que la fase uno había sido exitosa, ahora faltaba que Kaiba iniciara la secuencia desde su lugar en el espacio.
"Fase uno completa, iniciando el conteo de despegue" uno de los ingenieros anunció, rompiendo la conversación entre Kisara y Mokuba./p
"Hermano, ¿puedes escucharme?"
"Claro y fuerte, Mokuba".
Kisara tomó un paso hacia atrás, cerrando los ojos y tratando de no soltar el llanto que tenía amarrado en la garganta. A su alrededor el tiempo se movía con lentitud.
"Vuelve sano y salvo…" fue lo único que salió de sus labios, como palabras en un confesionario.
El despegue fue todo un éxito, la frecuencia de Seto Kaiba había desaparecido de Domino City, o cualquier otro lugar del mundo; Mokuba aún permanecía observando las pantallas, en busca de cualquier detalle. Tras unos minutos de comprobar que todo había salido a la perfección, el joven Kaiba suspiró, retirándose de su puesto, posando los ojos nuevamente sobre aquella mujer de cabellos azules.
"Todo está en orden".
"Sí…".
Sí, a ambos les dolía la ausencia del CEO, pero también sabían lo importante que era para él dicha expedición.
"Andando, vice presidenta".
"¿Uh?" Kisara batió sus pestañas frente a él.
Mokuba rió, era por eso que la mujer se había quedado en ese puesto: No era ambiciosa pero sí muy inteligente, seguía las órdenes de Kaiba a la perfección pero no temía hablar si había un error o una falta en ellas. Su hermano confiaba ciegamente en ella, tanto como para encargarle la compañía, como para confiarle a Mokuba.
"Entonces, ¿vendrás o no?".
"Adelántate…".
Kisara sonrió, aún contemplando las pantallas que mostraban el logo de Kaiba Corp. y el status de su "retirado" presidente, Mokuba asintió, dejando a la mujer para que asimilara la situación pues el Kaiba menor estaba tan acostumbrado a las ideas de Seto por lo que, aquella acción de su hermano, no le parecía extraño en lo absoluto, peligrosa, sí, pero era algo que se veía venir desde la partida del faraón tras el duelo de éste y su otra parte, Yugi Moto, en la antigua tumba.
Cuando los pasos de Mokuba dejaron de escucharse, la mujer pudo concentrarse en aquellos pensamientos que iban y venían de su mente: Extrañaría a esas profundas lagunas azules, esas palabras de hierro, a esa voz de navaja, la suavidad de sus caricias, la calidez de sus manos, de cómo su cuerpo se acomodaba perfectamente con el de él… Fue ahí, entonces, que se quebró, y rápidamente las lágrimas enjugaron sus mejillas.
"Vuelve pronto a casa… Seto…"
Por fin pudo pronunciar su nombre, en silencio, en soledad.
Para decírtelo, decirte que yo…
Sus pensamientos se nublaron, el aire no llegaba a su pecho, y todo se volvió oscuro y frío.
