Si, si. Se que al leer lo que se describe al inicio no tiene mucho sentido. Pero en verdad es un fic de Sonic. Bueno, es un Alternate Universe. Pero si lo es, solo que se me ocurrió un contexto, digamos: diferente. Es un inicio muy lento. Pero con el tiempo va ir tomando forma.

¿Los otros fics? No los eh olvidado. Ahí tengo los archivos. Pero no me eh dado el tiempo de retocarlos. A parte que volví a tener mi rutina de lectura. Por ende, espero actualizar las demás pendientes. Si no hubiera leído, no habría avanzado.

Sin mas, aquí esta el primer capitulo. Provecho.

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Bajó del transporte en cuanto llegó a la entrada de la ciudad. Tuvo doce horas de camino y lo primero que quería hacer era estirar las piernas después de andar al lado de una señora que no dejaba de roncar. Aun siendo medio dia, por Dios.

Revisó su celular y checó su GPS observando detenidamente la ciudad.

Era grande. Muy grande. Bueno, no era algo que no supiera manejar por su cuenta. Pero lo primero era encontrar el local donde le pidieron asistir para trabajar y hospedarse.

Sujetó bien su maleta y espero a encontrar un taxi. Afortunadamente al minuto se estacionó a su llamado subiéndose al segundo.

-Muy buenas, amigo. ¿Dónde lo llevo? – el taxista parecía buen tipo.

-Lléveme al centro de la ciudad, por favor. A la joyería Bijou Séduisant.

-Llegaremos en unos minutos. No hay problema, mi amigo. – se ajustó la gorra y empezó a andar.

Sus pensamientos empezaron a volar mientras el vehículo se adentraba mas y mas a la ciudad. Su barbilla recargada en su mano que a la vez su brazo se recargaba en la ventana de la puerta del carro.

A sus veinticuatro años, aun no sabía que hacer con su vida. Había dejado la preparatoria desde hace seis años y realmente no era algo que le interesase por el momento. La universidad no estaba en sus planes y lo único que quería era vivir una vida tranquila. No era tonto. Era listo y lo sabía. Pero por lo mismo, no podía encontrar una vocación que lo llenase. Es por eso mismo que decidió pedirle al profesor (su padre adoptivo) que necesitaba salir de su ciudad natal y cambiar de aire. Independizarse.

Gerald, no se negó. Conociéndolo, sabía que era necesario. María por otro lado no pudo evitar sentirse triste. Pero con un abrazo fuerte y una pequeña lagrima de cocodrilo, le dio un hasta luego y un beso en la mejilla.

Beso que aun siente en este momento.

Ella era una chica linda. Tanto en apariencia como en corazón. Fue un tipo de hermano y protector para ella. Mas por el hecho que tenia una enfermedad que le hacia tener bajas sus defensas. Por lo mismo, debía cuidarse.

-Llegamos, amigo.

Gaston salió de su viaje mental y observó que estaba justo al frente del local. Unas puertas de vidrio tan relucientes como hielo transparente y unos mostradores tan brillantes daban el lujo que se merecía ese lugar. Un letrero grande por encima de las puertas en una letra cursiva daban un toque elegante. Y el rojo de sus palabras con sus palabras en francés solo atinaban cada vez mas a que estaba en lo cierto.

Muy elegante.

Le pagó al taxista lo correspondiente y salió con su maleta como una exhalación. Escucho como solicitaban un taxi a unas cuantas cuadras de su posición y pues, tenia que ganarse el pan. No lo culpaba por intoxicarlo con el humo del carro en cuanto bajó.

Checó su celular. Este marcaba las nueve de la mañana. Había hecho veinte minutos. Era buena hora.

Entró al local y el aire acondicionado de adentro le acaricio el rostro. También escucho el tintinar de la campana en la puerta como un avisó de cliente nuevo.

Observó el lugar y se miraba medianamente grande. Tres estanterías de cristal en medio con collares, relojes y anillos de alto precio. Con relucientes gemas y uno que otra joya grande. A los alrededores también había vitrinas con mas variedades. Anillos, colguijes, pulseras, aretes; contando también con las vitrinas por la sección de la ventanas.

-Hola, ¿en qué puedo ayudarle? – una chica de cabello rojizo con traje elegante como de una camarera (así pensó él) se coloco al frente de él.

-Busco a Scarlett.

-Oh, usted debe de ser Gaston. – la chica se inclino levemente antes de continuar. – En este momento está en la oficina. Deje le aviso de su llegada.

El solo asintió y espero en medio del lugar.

Solo pasaron tres minutos aproximadamente y la encargada llegó. Su porte no solo era elegante. Denotaba autoridad, seducción; y ese cabello blanco con su tez bronceada la hacían ver exótica. Y solo vestía como una jefa de joyería (muy a lo secretaria). Ahora imaginar que fuera con un vestido elegante.

-¿Vas a dejar de babear por mí, guapo?

-Hmph. – cruzó sus brazos y desvió la mirada de manera seria eh indignante. Solo para después mirarla de reojo y sonreír cómplice. Ella hizo lo mismo.

-Ven. Tenemos cosas de que hablar. Lucy, te encargo. Ante cualquier cosa, llámanos.

-Sí, jefa. – volvió a hacer una reverencia antes de que ambos entraran por una puerta trasera.

Esta daba a unas escaleras arriba. Hacia un segundo piso. Ya al final de las escaleras, otra puerta se mantenía cerrada. Con una llave que Scarlett tenía guardada, la abrió.

Ya adentro, una sala de estar con una pequeña barra salió a relucir. El comedor estaba al lado de la misma y Gaston no pudo evitar levantar las cejas de la impresión.

-¿Te gusta? – recargó su cuerpo en la barra con su vista señalando a Gaston. – Lo conseguí junto con el local de abajo. Fue duro, pero valió la pena.

-Sí. – es lo que alcanzó a decir para dejar la maleta y sentarse frente a Scarlett en la barra. – Haz cambiado.

-Lo sé. Pasé de ser ayudante en un local nocturno a lo que me apasiona. – de su manga sacó una pequeña joya verde.

-¿Lo sigues viendo?

-Estamos comprometidos. – Gaston no pudo evitar sorprenderse.

-¿Y a penas me lo dices?

-Casi no te conectabas en las redes sociales. Y sabes que no me gusta llamar la atención. Esperaba el momento de decírtelo cuando te conectaras. Pero como verás, cuando iba a notificarte, me sales con la novedad que vienes a mudarte.

-Fue una decisión improvisada. Pero necesaria.

-Ya lo veo.

En eso, una estática de radio se escuchó en la muñeca de Scarlett.

-¿Señorita Scarlett?

-¿Qué pasó, Lucy?

-Un señor viene a verla. Dice que es por la "Magnus Rouge".

La aludida solo atina a inhalar y expulsar el aire de manera fuerte. Fastidiada. Gaston pudo leer ese respiro como una frase de su ciudad. "La diferencia de el bebedor y el alcoholico: es que el bebedor no anda como grano rectal".

-Dile que ya bajo. No lo confrontes, yo me encargo.

-Entendido, señorita. – y cortó la comunicación.

-¿Problemas en el paraíso? – no pudo evitar burlarse.

-Y esta Eva le reventara la manzana en donde no pega el sol.

-Muero por verlo.

-Ponte cómodo. Ya tengo tu habitación, solo deja que me encargue de este pendiente y vuelvo. – cerró la puerta y el silencio se hizo presente.

No es que no confiara en Scarlett. Ya se llevan conociendo desde hace mucho (por video-chat), y sinceramente pudo ganarle afecto con el pasar del tiempo. Aunque no lo demostrase. Y por lo mismo, tuvo un presentimiento. Uno malo. Así que simplemente dejó su maleta en el sillón más cercano y bajo a escondidas para ver qué pasaba.

Ya abajo, tres señores de mediana edad hablaban fúricos e intensos. Los tres rebasaban poco a la estatura de Scarlett, pero ella se mantenía firme con los brazos cruzados y mirada altiva. Lucy se encontraba atrás, ocultándose un poco por la llamarada de palabras venenosas que soltaban sus ancianos interlocutores. Y por la vestimenta de los señores, se notaba que eran de dinero.

Mucho dinero.

-¡Por el amor de Dios! – exclamó furioso un señor. Al parecer era el líder de los tres, pues estaba al frente de los dos de atrás. – Esa joya vale más de lo que esta pocilga podría vender toda junta.

-Ya les dije, señores. – señaló cortes y cortante. – Esa joya no está a la venta.

-Piénselo bien, Señorita Scarlett. – un señor un poco más alto y delgado dio un paso al frente. "Parece un Catrín" pensó Gaston. – Esta podría ser una gran oportunidad. Podría retirarse desde muy joven. Aproveche esa oportunidad para hacer lo que le apasiona.

-Yo ya hago lo que me apasiona, Sr. Lewit. – reiteró. – Mi respuesta sigue siendo no.

-No hay nada que la haga cambiar de opinión, ¿verdad? – el tercer señor hablo. Uno regordete y el mas chaparro de los tres.

-Lo siento. No la hay.

Si fuera un dibujo animado, el señor que los lideraba hubiera sacado humo de sus narices como los toros de las caricaturas. Y su rostro marcaba ira pura. Rojo. Tan rojo como un tomate.

Un tomate con bigote y monóculo.

-Bien, señores. No hay más que hacer. – una pose altiva y de nariz respingada se figuro en el rostro del líder de los tres. – Vámonos, caballeros. Al parecer la señorita Scarlett no acepta nuestras ofertas. – Los tres se dirigieron a la puerta. Pero de nuevo, el líder se detuvo. Volteo la vista hacia atrás y le dedico a ella una mirada gélida con una sonrisa malvada. – Pero recuerde, señorita. En esta ciudad tan grande, los accidentes pasan. Y cualquiera puede tener uno.

-Hmph. Vaya cliché. – espetó ella.

Y sin más, los tres salieron. Ya fuera de la vista, Scarlett, quien tenía una pose altiva y firme, dejo salir todo el aire contenido en sus pulmones y su cuerpo se quedó tan flácido como gelatina.

-¡Señorita! – Lucy la sostuvo por el brazo y la dejo recargar levemente en la vitrina. – Dios, como se atreven.

-Tranquila, Lucy. – secó un poco de sudor en su frente y su respiración se tranquilizó. – Mantenerse firme frente a esos tres vejestorios sí que es toda una experiencia. Toda la tensión se va contra una.

-Pero lo manejaste bien.

-¡Gaston!

El nombrado salió de las sombras de la puerta trasera. Su mirada mostraba seriedad y leve preocupación. Eso último lo mantenía oculto. Pero Scarlett lo conocía bien. Ante ella no podía ocultarle nada.

-No pasa nada, guapo. Son ancianos necios que solo buscan molestar por dinero.

-¿Quieren el tesoro de tu padre? ¿La Magnus Rouge?

-Tú sabes como son esos ancianos arcaicos. – se volvió a erguir mientras su mirada iba directo a un estante. Este colgaba en una pared y su apariencia era el de una jaula con un vidrio grueso. Dentro, un diamante escarlata relucía su brillante forma dentro de una luz que la iluminaba dentro del mismo. En su grabado bajo la joya, se lee: "En honor a quien forjó un futuro más allá del suyo mismo." – Ellos solo lo quieren por mera estética. Relucir sus ostentosas baratijas solo por simple egocentrismo y narcicismo. Gente que solo ve dinero en más gente. Y que piensan que pueden comprar a cualquiera solo por ello.

Guardaron silencio un momento ante las palabras de ella. Lucy se mantenía expectante. Mientras Gaston solo la miraba impasible. Solo para sonreír un poco soltar un tipo de risa. De esas que salen como un "Hmmm" haciendo que Scarlett lo mirara.

-En el noventa por ciento de lo que dijiste, te estabas describiendo. – Scarlett no pudo evitar reír levemente ante sus palabras.

-La diferencia es que yo soy hermosa. – y añadió guiñándole un ojo. – Y lo mejor, es que sin arrugas.

-Algún día.

-Dios no te oiga.

Y mientras ella reía, él solo sonreía en silencio.

Lucy solo pudo respirar aliviada. La llegada de chico nuevo cambiaría muchas cosas aquí en la joyería. Y le alegraba que ahora ya no estuvieran tan solas en el lugar. Pues aunque la señorita podía manejar casi cualquier cosa en su negocio, una mano amiga siempre era bien recibida.

Ya habiendo resuelto ese asunto y volver al piso de arriba, Gaston pudo darse el lujo de dejarse caer en el sillón de la sala con toda naturalidad.

-Aquí tienes, Gaston. – Scarlett le tendió una ropa doblada. – Este es el uniforme que usaras al estar aquí como guardia de seguridad. – señaló con el dedo pulgar hacia un pasillo con tres puertas. – La tuya es la que está al final del pasillo. La mía es la segunda y la tercera es el baño. Así que no tienes pierde.

-¿Me tomas por retardado?

-Te tomo por invitado. Así que… siéntate como en tu casa. – abrió de nuevo la puerta para bajar al negocio. – Debo realizar unas cuentas. Así que estaré ocupada un buen rato. Si quieres salir sin ir a la puerta de en frente, hay un pequeño pasillo al bajar que te guiara a la puerta trasera. Ya que sé que no te gusta llamar la atención. – él solo asintió. – Bueno, ya me retiro. Bye bye.

-Scarlett. – ella se detuvo antes de cerrar la puerta. – Gracias. Y felicidades.

Ella solo le guiñó el ojo y bajó.

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Bien, aquí termina el primer capitulo. Espero que hayan disfrutado la lectura y que les haya sacado una pequeña sonrisa. Y si aun llegaste hasta acá y lees lo que estoy dejando justo en este momento: créeme, te agradezco el doble o triple (extra grande). Sin mas que decir, nos vemos después.

See yaa.