¿Os sabéis dado cuenta de que siempre subo los fics cuando aquí es de noche? Espero que no se convierta en mala costumbre... En fin, supongo que será porque los edito mucho antes de subirlos x3

Al caso, ¡ya tengo otro fic! Esta vez no es especialmente NaruHina (¡milagro!), pero sí que tienen algún momento adorable esta pareja x3 He tratado de replicar la ceremonia Hokage de Tsunade para Naruto, pero no me acordaba mucho así que... Pues esto es lo que hay xD

Mi principal misión con este fic es recordar a esos personajes a los que estoy segura que Naruto visita cuando puede, agradeciéndoles todo lo que le dieron. Porque sin ellos, sabe que nunca hubiese sido Hokage.

¡Disfrutad del fic!


El ansiado día por fin había llegado para el rubio. Después de la guerra y años de preparación, iba a ser nombrado Hokage. Era una suerte que Kakashi estuviese tan dispuesto -y ansioso-, de cederle el puesto tan pronto.

En la casa de los Uzumaki la energía era palpable durante el desayuno. Naruto, con Himawari sentada sobre sus piernas, disfrutaba de un delicioso tazón de ramen preparado por su mujer. Boruto, en frente de él, engullía su desayuno mientras pintaba algo sobre un papel. Unos minutos después, Hinata les acompañó con una taza de café en las manos. Ese momento representaba toda la felicidad de el rubio necesitaba en su vida.

En cuanto terminaron el desayuno, la familia entera colaboró en la labor de recoger la mesa. A las once y media, todos estaban ya listos para la ceremonia que se celebraría en breve. Naruto, sin embargo, se disponía a salir de la casa con un ramo de flores en la mano.

-¿Seguro que no quieres que te acompañemos, Naruto-kun? -preguntó la matriarca Hyuuga antes de que se marchara.

El rubio se dio la vuelta y depositó un suave beso sobre la frente de su esposa. En el salón, sus dos hijos jugaban con unas piezas de construcción. Todos estaban vestidos con sus ropajes de ninjas y aguardarían allí hasta que quedasen quince minutos para la ceremonia.

-Ie, Hinata -respondió en un susurro-. Esta vez quiero hablar con mis padres a solas.

La chica asintió, sonriendo tímidamente y dando un rápido beso a su marido. Naruto sonrió y empezó su camino hacia el cementerio de la villa.

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Aquel lugar no era uno que el rubio acostumbrase a visitar a menudo. Muchas lápidas tenían nombres que podía reconocer como conocidos, vecinos, amigos, familiares... Acudir allí le hacía recordar el dolor de la pérdida de alguien importante. Un dolor que solo podía desaparecer cuando estaba con su familia. Esa vez, sin embargo, había sentido la necesidad de visitarlo.

Avanzó a través de las lápidas con lentitud, tratando de no fijarse demasiado en ellas. Sin embargo, al llegar a una determinada, se paró en seco. Apretó los puños unos segundos y luego sonrió. Lentamente, sacó dos lirios del ramo que llevaba y los depositó sobre la lápida. Los dos pequeños jarrones a cada lado ya estaban llenos de flores; Hinata y Himawari ya se habían encargado de ello.

-Gracias por todo, Neji -musitó poniéndose de nuevo en pie-. Me encargaré de que tu nombre nunca sea olvidado.

Unos segundos después, continuó su camino hacia la Piedra de los Héroes. Allí descansaban los nombres de sus padres entre otros muchos. Allí estaría escrito el suyo algún día. De regreso con sus progenitores.

Aunque estuviese lejos, podía ver la figura de otra persona frente al monumento. Un segundo después, desapareció con un destello plateado. Al parecer, él no era el único Hokage que había acudido al cementerio esa mañana.

Dejó el resto de lirios blancos a los pies de la piedra y suspiró rascándose la nuca.

-Ah... Por fin ha llegado el día, mamá, papá -dijo con una sonrisa nerviosa-. Siento no veniros a veros con más frecuencia, pero últimamente los preparativos de la ceremonia me han tenido ocupado y... -volvió a suspirar, cerró los ojos y los abrió nuevamente, mostrando esta vez su amplia y típica sonrisa. Su tono de voz cambió notablemente a uno más alegre-. Bueno, ¡hoy voy a convertirme en Hokage, dattebayo! Aunque tendré que esforzarme mucho para alcanzarte, papá. Y mamá, no tienes que preocuparte más por mí; Hinata se encarga de que me bañe todos los días, ¡y no me deja comer siempre ramen'ttebayo! Pero la quiero mucho igualmente, además, su comida está deliciosa. Boruto y Himawari están cada vez más grandes, ¡y ambos coinciden conmigo en que hubiera sido genial tener un pelo como el tuyo, mamá! -tomó aire y acarició con los dedos los nombres de Minato y Kushina -. Los cuatro os mandamos saludos. Prometo que trataré de venir más a menudo... Sayonara, otôsan, okaasan.

Se dio la vuelta, miró al cielo azul, con el sol brillando sin nubes y una bandada de pájaros sobrevolando el cementerio. Era hora de cumplir su sueño.

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En la azotea del edificio del Hokage los altos cargos de la villa estaban reunidos. Al fondo, apoyados sobre una rodilla, estaban los jonin de mayor confianza del Kage. Entre ellos los que antaño fueron alumnos. Hinata levantaba levemente la vista para ver el momento en el que su esposo cumplía el sueño de su vida. Sakura sonreía orgullosa de su amigo y Sasuke mantenía su cara de póker. Pese a su cercana amistad con el rubio, se negaba a admitir que había acudido a la villa para verlo convertirse en Hokage. El orgullo Uchiha era demasiado grande como para eso.

Con un elegante movimiento, Kakashi colocó la capa de Nanadaime Hokage sobre los hombros de su ex-alumno. Aun con la máscara puesta, era evidente que estaba sonriendo. Un segundo después, se quitó el gorro de Kage y se lo entregó al rubio. Este lo tomó con una inclinación. A continuación, sonrió.

-Estoy muy orgulloso de ti, Naruto.

-Arigato, Kakashi-sensei.

Se giró con el sombrero todavía en las manos, dispuesto a presentarse a la villa de la Hoja como el nuevo Hokage. Las dudas que tenían se disiparon cuando tres manos invisibles le empujaron a caminar.

"Arigato a vosotros también, Jiraiya-sensei, okaasan, otôsan."

Con una gran sonrisa, se aproximó al borde de la azotea. Abajo, todos los ciudadanos de Konoha gritaban su nombre. A pesar de la multitud, fue capaz de distinguir a sus hijos junto a Konohamaru, la menor agarrada a él de la mano.

-Voy a proteger la villa, la Paz y la Unión Shinobi, ¡yo soy vuestro nuevo Hokage, Uzumaki Naruto! -exclamó con un grito de júbilo, elevando su voz por encima de los vítores-. ¡Que empiece la fiesta, dattebayo!

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Después de las felicitaciones, las palmadas en los hombros y la típica charla del consejo sobre las responsabilidades de un Hokage, Naruto pudo abandonar el edificio donde se había celebrado la ceremonia. El resto de la villa ya estaba de celebración -consecuencias del no haber guerra: queda tiempo suficiente para celebrar-, y más de uno ya estaba bebiendo demasiado. ¿Esa de ahí era la quinta Hokage terminando la octava botella de shake...? Bueno, todo estaría bien mientras que Lee se mantuviese alejado del alcohol. Naruto no quería tener que reconstruir la aldea tan pronto.

Nada más poner un pie fuera del edificio del Hokage, dos críos se lanzaron sobre él. El primero directo a la cabeza y la segunda aferrándose a sus pantalones.

-¡Ya eres Hokage, papá! -exclamó el niño rubio en su oído-. ¡Ahora establece un día mundial del ramen, dattebasa!

El nanadaime se rió, adoptando una buena postura para cargar a su hijo mayor con un brazo y a la pequeña Himawari con el otro.

-Lo pondré en mi lista de mandatos inmediatos, Boruto.

-¡Genial'ttebasa!

Al menos, el hecho de que su padre se hubiera convertido en Hokage le iba a proporcionar beneficios. ¿Le harían descuentos en Ichiraku también por ello? Iría a preguntar más tarde. El niño rubio miró detrás de su padre un momento, distinguiendo a su madre entre los jonin que salían del edificio.

-¡Okaasan!, ¡okasan! -exclamó removiéndose en los brazos de su padre para que lo vieran-. ¡Papá me ha dicho que va a decretar un día internacional del ramen!, ¿no es genial, dattebasa?

La Hyuuga rió con suavidad y se acercó a su marido, aliviando su carga al tomar a Himawari entre sus brazos.

-Omedeto, Naruto-kun.

El rubio, siendo guiado por la hermosa sonrisa de su mujer, la atrajo hacia sí tomándola de la cintura y la besó con suavidad.

-Gracias a ti, Hinata -dijo juntando sus frentes-. Por estar conmigo todos estos años y brindarme tu apoyo.

Ella se sonrojó como tiempo atrás. Naruto se inclinó para besarla de nuevo, pero una mano se interpuso entre ambos labios.

-¡Buagh! -soltó Boruto apartando las cabezas de sus padres-. ¡Dejad las cursilerías para casa, dattebasa!

Himawari, sin embargo, observaba con un brillo en los ojos a sus padres; eran tan perfectos... ¡Ella quería casarse con un hombre tan apuesto como su papá y llegar a ser una ninja tan fuerte como su mamá!


¡Yo también quiero un marido como Naruto y ser igual de "guay" que Hinata! T.T Vale, siento la estupidez, chicos, pero es tarde y a mi se me rompe el kokoro cada vez que pienso en la adorable Himawari. Y mira que no me gustan los críos, pero a esta no me importaría adoptarla y mimarla 3

Bueno, se supone que esto iba a ser un one-shot, pero ha quedado más largo de lo que pensaba xD Además, mañana añadiré un extra a la historia (como capítulo 2), para que Naruto y Himawari tengan su momento padre-hija.

Eso es todo por hoy~ Tomatazos, reviews, follows, patitos de hule amarillos, pósters de Kakashi tamaño real... ¡Creo que no hace falta que os lo repita, amigos!

P.D: Creo que la verdadera razón por la que Boruto odia a su padre es porque al final no estableció el Día Internacional del Ramen -3-