Todo lo que puedan reconocer de aquí pertenece a la grandiosa J.K. Rowling.
Este fic pertenece a un Castigo del Foro de las Cuatro Casas.
"Diferente, raro, pero no malo."
He disfrutado de este castigo, no voy a negarlo ;)
Notas
Se despertó con un gran dolor de cabeza.
Y una nota pegada en la frente.
Jugar con tu varita ha sido de lo más interesante profesor.
Salí por la parte de atrás. ¡No te preocupes! Nadie me vio. Si ya sé, me dijiste que me quedara hasta que despertaras, pero si no acoso a Draco como de costumbre sospecharán.
~Besitos de tu Rebelde Favorita.
Pequeña niña atrevida.
Masajeo su frente en un intento de aliviar el dolor a sabiendas de que necesitaría una poción de todos modos. Mataría por saber que pasaba por su mente en el momento en que accedió a tener este tipo de relación con ella.
Suspiró resignado y se colocó su túnica antes de partir hacia el Gran Comedor. El desayuno le daría tiempo para organizar su cabeza y con suerte sus clases del día. Saludó con desgano a todo ser viviente y le quitó unos cuantos puntos a dos Ravenclaws cariñosos. Bufó. Él no era como ellos. Claro que si lo eres.
Perfecto, ahora estaba consigo mismo.
-¡Señorita Parkinson! ¡Señor Malfoy! ¡Están obstruyendo el pasillo! – gruñó por lo bajo. Tiró de la túnica de su ahijado alejándolo de la morena. Intento ignorar la risa victoriosa de la chica y siguió su camino.
Algo le decía que este iba a ser un largo día.
-¿Cansado profesor?
-No es posible, ahora hasta oigo su voz. Voy a necesitar una poción para sacarla de mi cabeza. – rezongó divertido sin levantar la vista de su libro.
-Ja, ja. – sintió los pasos de la chica acercarse a su sillón. – El cansancio ya te afectó mucho. – se lamentó ella acariciando sus sienes.
-Te estas saltando nuestras reglas. – le advirtió disfrutando el roce de sus manos. – Estaremos en muchos problemas si alguien te encuentra por aquí.
-Ahí es donde se equivoca profesor. – dejó de sentir los pequeños masajes y levantó la vista del libro. Pansy llevaba todavía su uniforme a pesar de ser muy tarde en la noche. – Si me hubiera prestado una mínima atención en nuestra clase de pociones, sabría que todos los Slytherins tendrían una fiesta hoy. Cuando me escabullí la mitad no sabía ni su propio nombre. – él le sonrió, divertido por el atrevimiento.
-Primero tú… - comenzó.
-Luego mis principios. – le completó ella. – Y no te haré decir lo mucho que amas que así sea.
-Lo diré si lo considero necesario. – decidió dejar el libro en su regazo y prestarle más atención.
-Ese es mi Sev. Tan metódico como siempre. – Y con esa frase fingió que no notó como su libro se deslizaba hacia el suelo.
Se despertó con un tremendo dolor de cuello.
Y una nota pegada en su cabello.
Vaya a la Sala de Castigos sin protestar, señorita Parkinson.
Se ha comportado usted de una manera deshonrosa para la casa de Slytherin.
¡Dormirse en clase de pociones nada menos! Tiene suerte de que sus compañeros hayan estado aún más distraídos por sus resacas.
No vuelvas a dormirte en mi clase Pequeña Rebelde.
Hombre sin remedio.
Masajeó su cuello en un intento de aliviar su dolor. Mataría por saber en qué estaba pensando cuando decidió que sería buena idea visitarlo entre semana.
Sonrió divertida. No era la primera vez que le pasaba, y estaba deseando que no fuera la última. Pero… ¡¿Sala de castigos?!
¡Que te den Severus Snape!
¡Estoy tan enamorada de ti!
