That's what you get

That's what you get when you let your heart win.
Whoa.
That's what you get when you let your heart win.
Whoa.
I drowned out all my sense with,
The sound of it's beating.
That's what you get when you let your heart win.
Whoa.

–Maldita sea la hora en la que escuche esa canción–. Masculla un joven de unos 22 años alto y sinceramente intimidante, mientras camina por una concurrida avenida de su ciudad natal.

–De no haberla escuchado…– Y así sigue mascullando mientras camina hasta detenerse frente a una puerta. He incluso antes de que la toque, esta se abre y una peliazul se lanza a sus brazos. El chico la abraza de inmediato, que nadie ose decir que sus reflejos no son buenos. La chica entierra la cara en el pecho del joven e inhala el varonil aroma. El chico se sonroja, pero que nadie ose mencionarlo. La chica levanta la mirada, le da una de sus más hermosas sonrisas y exclama un tranquilo –Te extrañe–.

Maldita sea la hora en que Gazille Redfox escucho esa endemoniada canción, de no haberla escuchado no habría tenido que acompañar a la coneja y a su endemoniado novio al concierto y dejado a Levy sola el fin de semana.