Y ya estaban acostumbrados a hacer eso. No tenía horario, eso dependía de los dos. Lo hacían desde pequeños, cuando Gario pensaba que Julchen era un niño con un nombre muy femenino. También cuando Julchen creció y se notaron sus dotes de mujer – aunque Gario duro una temporada en shock, e intentaba no lastimarla-. Cuando los dos estaban molestos y se dedicaban a irritarse entre sí, eso pasaba cuando ya no se soportaban.

A cualquiera que se le pregunte –alguien que frecuentara con ellos- diría que su relación es esa, que siempre estaban en lo mismo, que no pasaba un día sin que se golpearan. A veces eran golpizas en las que otra persona tenía que intervenir –un tipo musculoso como Ludwig-, porque no se soltaban, ni siquiera para poder recuperar fuerzas. Y aunque es una lucha entre personas de diferentes sexos, no importaba mucho, siempre variaba el ganador, si es que se pude llamar así, porque, siempre al final de la pelea, se tiraban al suelo uno al lado del otro y hablaban de cosas insignificantes hasta llegar a disculparse por los golpes, y recordar algunos memorables.

Pero, este día era diferente.

Gario y Julchen quedaron en diferentes secciones –cuando comenzaron su tercer curso en la secundaria- al principio del año, por lo que Julchen se quedó sola, y no había nadie que hiciera de mediador –generalmente Gario- entre ella y Maria Edelstein, por lo que sus peleas eran cada vez más frecuentes. Y cada vez más peores, ahora sus palabras eran más hirientes, humillantes y dolorosas.

La pelea de hoy había surgido por un tema un poco confuso, pero realmente no importaba, lo querían una excusa para ofenderse. La discusión cada vez estaba tomando una dirección peligrosa hacia los golpes, así que los chicos tuvieron que separarlas por la seguridad de todos.

Perra! Conoce tu lugar!Grito la austriaca, que justamente estaba siendo halada por un chico suizo, para que no golpeara a la albina.

JA, JA! ― Se rio histéricamente― No sabía que conocieses ese término, ¿Quién te lo enseño? ¿O es que acaso así es que llaman tus amos, digo, tus padres?Extrañamente su perfil cambio de una orgulloso a uno serio, además del tono de su voz― Tu sabes muy bien que no me gustan las personas que se creen mejores que los demás, verdad? Exactamente como tú, cada vez más me dan ganas de partirte la cara.

Trago con fuerza y dijo: ― A si? Tú y quien más? ―Chillo la pelinegra, nerviosa y temblando, sabia de que era capaz la prusa. ―Acaso llamaras a tu niño húngaro? O prefieres ir a darte besitos con él en el baño? ―Sabía que este tipo de temas ponían irrisible a Julchen, aunque tenerla así tan poco se podría decir que era muy favorecedor, porque también la ponían muy impulsiva. ― Pero, sabes qué, niñata? El húngaro es mío, esta rendido a mis pies. Y además, no creo que él quiera babosear a alguien como tú, alguien tan inexperta en esos temas…

A quien estaban dirigidas las palabras grito a todo pulmón, desconcertando a los tres chicos que la mantenían cautiva entre sus brazos. Y luego paso lo inesperado, Julchen alzo la pierna rápidamente y acto seguido, un zapato se estampo en toda la cara de Maria, y cuando se despegó de esta lentamente de su cara ya estaba rota y sangrante su nariz. La de los ojos carmín corrió rápidamente hacia su zapato, lo cogió, inmediatamente se escapó y esquivo a todas las personas que intentaban atraparla, para luego subirse a una mesa, guiñar un ojo, hacer una reverencia y saltar fuera de la puerta.

Corrió hacia donde sus pies la llevaban, y ese lugar resulto ser el salón donde Gario estaba viendo clases. Abrió la puerta de golpe e hiso que chocara contra la pared produciendo un estruendoso ruido, y como una reacción en cadena todos los alumnos y también el profesor se voltearon hacia el origen del estruendo. Al verla con los nudillos amoratados y una mejilla lastimada, Gario pudo imaginar algo de lo que paso y que realmente lo necesitaba, así que como buen caballero se paró de su pupitre y se dirigió hacia donde se encontraba Julchen.

Ella lo miro, con una fuerza que no cualquiera podría soportar, y él se la devolvió igual de intensa, era en estos momentos en que su lealtad y el cariño que sentían se notaba. El dirigió su mano a la de la albina y la apretó, sus mejillas se colorearon un poco, y luego asintió, se volteo y emprendió carrera con el castaño pisándole sus talones.


Holas! Bueno, espero que les haya gustado el primer capítulo. Realmente estoy muy nerviosa, no sé si está bien o mal.

Ahhh, si les gusta no estaría mal que dejen un review, y si no les gusta tambien!