Algo pesado cayó contra el piso, haciendo que molestos ruidos lo distrajeran de su lectura. Otra vez golpes en su techo, otra vez gritos provenientes de sus vecinos del segundo piso. Estaba harto, ya no le quedaba más paciencia; los haría echar de una vez.

No preguntes por qué

Un fic de Inuyasha

Por Yashi

Capítulo I: "Yes, I think you've seen me before"

La puerta de madera se cerró con fuerza inusual, despertando a la vieja chusma del 2B y exaltando del susto a una niña que miraba tranquila la televisión en su departamento.

Ella, en cambio, no se inmutó por el estrepitoso golpe que le había dado a la puerta de su casa, pero sí avanzó a paso apurado hacia las escaleras. Bajó los dos pisos corriendo y sorteando los escalones de cerámica en los que sus pies no caían en buena posición, poniéndola en peligro de tropezar.

Al llegar al fin de esa pequeña carrera de obstáculos, sus ojos rubíes buscaron con desesperación la puerta de cristal. Para su desgracia, acababa de entrar un hombre de traje y corbata, con maletín en mano, y que aún luchaba con las llaves para poder cerrar la puerta de entrada.

-Quítese, ya entró al edificio- gritó visiblemente irritada y sin ninguna intención de parar de correr.

El hombre pareció sorprenderse por el grito, pero en seguida dio la vuelta y la miró con impasible seriedad. Se corrió a duras penas para que ella pudiera seguir su carrera hacia ningún lado, viéndola bajar corriendo también las escalinatas de la salida.

Ella sólo sintió la mirada del hombre en su nuca, con insistente observación, pero no se detuvo siquiera a echarle una mirada como respuesta; sólo paró de correr al llegar a aquel parque.

Se sentó en una de las bancas de madera, sintiendo su respiración acelerada, un molesto sudor y repentino calor en su rostro. El reloj de muñeca marcó las 20.30, y pensar que apenas estaba anocheciendo. Los faroles y luces del parque aún no estaban prendidos en su totalidad, normalmente en verano terminaban de encenderse con los últimos rayos de sol, cerca de las 21. Humedad, aire denso y caluroso; no sería una noche fácil fuera de casa.

Al mirar a su alrededor no encontró familias ni personas felices, tan sólo gente normal, y se respondió que con eso bastaba. "Porque ¿cómo voy a ser feliz si ni siquiera soy normal?".

Cerró los ojos con dureza, la misma dureza que caracterizaba su mirada desde que tenía memoria. Ahora tan sólo debía esperar a que ese cretino que tenía por padre saliera tarde en la noche a "hacer sus negocios" para poder volver a su hogar, llevarse algunas cosas y despedirse de su hermana. Sabía que Kanna jamás abandonaría a "eso" que a ella le resultaba imposible llamar padre, jamás. Sería difícil despedirse de su hermana mayor, quizás no porque se fueran a extrañar y harían de la despedida un drama, sino porque ambas no eran de demostrar sus sentimientos y no sabrían con certeza qué decir ni cómo reaccionar.

Pasó los minutos caminando por el parque observando cómo de a poco comenzaba a ser abandonado por la gente, luego por calles conocidas pero que nunca antes había puesto atención a sus casas, árboles, senderos. Caminó ajena a su mente, sintiéndose libre como hacía tiempo no se sentía. Ahora comprendía que la claustrofobia dentro de aquel departamento, que la esclavitud que sentía era impuesta a ella por su padre, no era lo que producía esas ganas de llorar. No, era tan sólo su mente la que estaba encerrada tras barrotes, más allá de su cuerpo, porque si bien ahora su cuerpo se hallaba en libertad, caminando por donde quisiese caminar, también su mente volaba libre, sin pensamientos oscuros, sin recordar...

De a poco, fue acercándose a aquel edificio, su hogar hacía ya un tiempo. Las luces en la calle y la luna a medio cielo le indicaron que ya no había peligro de cruzarse con él. Se acercó con cautela a la lujosa entrada y buscó en su rasgado jean las llaves. Al elevar la vista para abrir la puerta, lo vio a él abriéndola primero con extrema seriedad, y quizás una mueca de desagrado al reconocerla, en esos fríos hielos miel que poseía como ojos.

-¿Ahora quién es el estorbo en la puerta?- dijo él con inexpresiva voz.

Ella no supo qué respuesta articular, sólo un fuego de ira se encendió en sus ya enardecidos ojos rojos.

-Déjeme pasar, por favor- repuso tragándose ese orgullo y enojo que despedía por los ojos.

-No me lo pediste así la última vez. Deberías aprender a no ser tan grosera- le recriminó él aún parado en la puerta del edificio, sin intenciones de moverse.

-Usted no es mi padre para decirme qué hacer y qué no- exclamó ella, comenzando a exasperarse.

-¿Debo suponer que a tu padre sí le haces caso?- dijo el hombre en burla, sonriendo internamente al ver cómo esa chica lo fulminaba ahora con la mirada.- Quizás debería hablar con él.

-¿Quién se cree que es?- terminó por explotar la joven.

-El administrador del edificio. Lo sabrías si alguna vez vinieras a las reuniones de consorcio- le explicó él con insolencia en su monótona voz.

Kagura hizo una mueca de ironía en su rostro, forzando una risa que escapó débil de sus labios.

-Échenos, me haría un gran favor- espetó fijando su mirada en la de él.

Por primera vez repuso en ese hombre, en la forma que estaba vestido. Parecía que iba a salir ese viernes a la noche, el elegante pantalón negro y la camisa blanca lo demostraban, como también el exquisito perfume que despedía. Kagura reparó también en la diferencia con sus ropas, jean gastado con el tiempo, zapatillas negras y un tanto sucias, al igual que se encontraba su camiseta negra con la inscripción de una banda de rock pesado.

Vio cómo el hombre se había quedado sin palabras y aprovechó el momento para pasar entre él y la puerta, lográndolo sin problemas ya que él no puso resistencia.

Había puesto sus pies en el primer peldaño de la escalera cuando la voz de él se hizo presente.

-Soy Sesshomaru, vivo en el 1º C.

Ella volteó, mirándolo con detenimiento, dejando de lado la rudeza en sus ojos al ver cómo también él había quebrado la barrera de hielo de los suyos.

-Mi... mi nombre es Kagura- tartamudeó- vivo en el segundo piso, justo arriba tuyo.

Él pareció sorprenderse y mirarla con más detenimiento, pues no creía haberla visto antes.

-Alguna vez creo haberlo encontrado antes, sólo que no nos prestamos atención- agregó ella al ver que de él no obtenía respuesta, como si adivinara los pensamientos de él. Igual no creo que volvamos a vernos pensó recordando a qué había vuelto al edificio- Adiós...

-Adiós- murmuró Sesshomaru cuestionándose seriamente sobre su labor como administrador. No tenía idea de quienes habitaban el departamento de arriba, aquél que tantos dolores de cabeza le traía algunas noches por esos ruidos molestos, gritos y peleas, también aquél llanto que semanas atrás lo había dejado despierto, con los ojos clavados en el techo de su habitación, hasta que cesó ya entrada la madrugada. Ahora se preguntaba si algunas de esas lágrimas habrían sido de ella, de Kagura.

"¿Dónde están aquellos que sufren, dónde están? Sumidos en el miedo que infunde el dolor, alejados de la mano de Dios"- "El Bastón del Diablo"- Tierra Santa.

Continuará...

Basada en"Luka", una canción de Suzzane Vega, y mi imaginación O.-

Dedicado a Alejandra y a Iyari.

A Juan

A Mandy por su próximo cumpleaños de 16

A Nathari, que deseo conocerla pronto cuando venga a Buenos Aires 0.-

A ustedes, por leerlo... junto a unas enormes disculpas por la desaparición.

Y a Roberto Pettinato por pasar esa canción a las seis de la mañana, que prendió en mí la idea de este fic xD

Reviews! (Si recibo bonitos reviews -ya no hablo de cantidad, porque eso me parece que tampoco es lo importante- prometo el 2do. cap. para el 28 de Diciembre)

Cuídense y pasenla lindo...

Yashi