The accidental Malfoy (Traducción)
Capítulo 1: La decisión
Antes de que comiencen la historia quiero hacer una aclaración. Creo que algunas de ustedes ya habrán leído esta traducción de esta historia hecha por pero me gustaría recalcar que los derechos de la traducción fueron traspasados a mí, así que a partir del capítulo 6 la traducción corre de mi parte. Los primeros 5 capítulos fueron hechos por la primera traductora y obvio todos el reconocimiento de ese trabajo va para ella. Espero disfruten la historia. Ahora si a leer el nuevo capítulo para las que ya hayan seguido esta historia, y para las que no, ¡Bienvenidas espero lo disfruten! Besos.
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Ginny puso el té y las galletas en la mesa. Harry había invitado a Hermione por un almuerzo temprano ese día en el Ministerio. De inmediato aceptó la propuesta, dado que la otra opción de comida que le quedaba era una pizza congelada que había comprado el fin de semana.
–No es que me esté quejando ni nada, ¿pero cuál fue la razón por la que insististe tanto con esta reunión? –preguntó Hermione.
–Tenemos una noticia que darte, y dado que no podrás ir el domingo al almuerzo con los Weasley, pensamos en decírtelo antes que todos. –dijo Harry.
– ¡Estoy embarazada! –dijo Ginny emocionada.
–Oh, Ginny, que fantástico. –dijo Hermione. – ¿Hace cuánto que lo sabes?
–Apenas tengo ocho semanas, pero ya nos conoces, siempre estamos demasiado emocionados como para guardar el secreto durante el primer trimestre.
Hermione atrapó a Ginny en un apretado abrazo y le dio un beso en la mejilla a Harry. En verdad estaba genuinamente emocionada por ellos, pero una parte de ella también se sintió desesperadamente triste de que Harry y Ginny tuvieran otro hijo. No era culpa de ellos que ella estuviera tan melancólica, pero no podía ver cómo evitarlo cuando continuaba viendo como sus amigos seguían añadiendo más bebés a su familia.
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Después de que pasó una cantidad de tiempo decente, Hermione se excusó para ir al baño. Estaba dando todo de sí para parecer feliz y alegre sobre las noticias, pero en todo lo que podía pensar era en que ese sería otro bebé que no sería suyo. Harry y Ginny ya tenían a James y Albus, así que este sería su tercer bebé.
Ginny y Harry formalizaron su relación apenas terminó la Guerra. Se comprometieron justo antes de que Ginny regresara a Hogwarts para su último año. Harry se hubiera casado con ella tan pronto terminara la escuela, pero Ginny no lo aceptó hasta que cumplió veintiún años. Ambos eran jóvenes, y Ginny no veía la razón para apresurarse. Hermione apoyó su decisión. James nació poco después de eso.
Hermione se lavó la cara y la secó con una toalla. Revisó si había señas de que había llorado un poco, pero sus ojos se veían bien: no estaban hinchados ni rojos. Mientras bajaba las escaleras, no pudo evitar escuchar la conversación entre Ginny y Harry.
–Ese nuevo Auror que tienes en la oficina, es muy guapo. –comentó Ginny.
Hermione se detuvo y miró por la puerta. No era correcto escuchar conversaciones ajenas, pero tenía el presentimiento que era sobre ella.
Harry miró a su esposa sospechosamente.
–No puedo decir que lo he notado, ¿pero por qué es importante?
– ¿No crees que sería perfecto para Hermione? Podríamos invitarlos a ambos a cenar y ver a donde los lleva eso. –sugirió Ginny.
Harry sacudió la cabeza.
– ¿Cuándo dejaran de molestar con esto a Hermione, Molly y tú? Ella encontrará a alguien a su tiempo; déjala ser.
Ginny suspiró.
–No se está volviendo más joven, Harry, y tal vez no lo admita, pero se siente sola. Pensé que iba a llorar cuando le dije que estaba embarazada de nuevo. No está haciendo ningún esfuerzo por salir con alguien.
–Estamos hablando de Hermione y ella es testaruda. Entre más la presiones para conocer a alguien, más se cerrará a la idea. Además, ella es diferente. La mayoría de los chicos no entienden eso. Sólo piensan que ella es mandona y una sabelotodo. Y muchos de ellos están intimidados por el rol prominente que ella jugó en la guerra. Ella necesita a alguien con confianza, que no tenga miedo de dejarla ser ella misma.
Hermione estaba de acuerdo con lo dicho por Harry; claro que no iba a responder a la constante presión sobre su vida amorosa. Harry en verdad la conocía muy bien, pero no pudo evitar sentirse más deprimida que antes de haberse ido al baño. También se sintió triste de no haber engañado a sus amigos. No estaba molesta con ellos por tener otro hijo. Ella estaba feliz de que estuvieran tan contentos, pero ella también quería estar en la misma posición.
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Hermione se detuvo afuera de la clínica De Braun en Suiza e intentó tranquilizar a las mariposas en su estómago. Tenía veinte minutos antes de su cita, pero estaba nerviosa. Una parte de ella le decía que corriera y que no tomara semejante decisión, pero la otra parte de ella, la que la había empujado a esta situación, le gritaba que entrara a la clínica y lo hiciera.
Esa era la razón por la cual Hermione Granger estaba parada afuera de la discreta entrada de la mejor clínica de fertilidad de Europa.
No había sentido a su reloj biológico sonar hasta que cumplió treinta. Había algo en ese número que le daba miedo. Recordaba pensar de niña que tener treinta era ser una anciana. Cuando tenía veinte, los treinta se veían muy lejanos. Siendo joven y sin preocupaciones, y poco después de haber salido de Hogwarts son excelentes calificaciones, hizo una lista sobre todo lo que haría cuando tuviera 30. Claro que su carrera tenía el puesto más alto en la lista. Había predicho que sería la Jefa del Departamento de Ley Mágica para cuando tuviera treinta. Eso aún no se cumplía del todo, pero era ampliamente conocido que Hermione era la primera opción una vez que se reemplaza al Jefe actual. Revisando mentalmente la lista, recordó que también había puesto "esposa" y "madre" ahí también. No estaban tan altos como "carrera", pero ahí estaban.
Hermione encontró la lista unas semanas después de haber cumplido 30, cuando se mudó a un lugar más grande. Y fue entonces que se dio cuenta de que quería tener un hijo sin importar si tenía una pareja estable o no, pero no quería salir con un completo extraño solo para quedar embarazada. Prefería que fuera hecho oficialmente en un laboratorio estéril donde no hubiera un padre que viniera a reclamarle derechos de visitas después. Hermione quería ser mamá, pero no estaba segura de querer ser una esposa.
Así que eso fue lo que la empujó a estar parada afuera de la clínica en Suiza, jugando con las manos y debatiéndose sobre si entrar o no. Había estado a punto de irse en varias ocasiones. No estaba segura de poder continuar con esto. Los nervios estaban dándole nauseas. Era una decisión tan grande, pero también sentía que era necesaria. Caminó hacia la entrada mientras continuaba debatiéndose consigo misma sobre si entrar o no. La parte sensible de ella le sugería que regresara a casa, se sentara y se tomara una taza de té. Esta no eres tú, la regaño. Su lado más temerario le recordó lo cansada que estaba de quedarse atrás. Tenía una carrera exitosa y un gran círculo de amigos, pero eso era todo. Ella era la única que no tenía pareja. Su lado temerario ganó.
Hermione tomó un gran respiro y abrió la puerta. El vestíbulo era exactamente como lo había imaginado. Los sofás color chocolate se veían caros y cómodos mientras que las paredes color crema tenían pinturas originales colgando en ellas. Había un pizarrón junto a la recepción con fotos de bebés y algunas cartas de agradecimiento. Eso le daba a la habitación un toque hogareño. Y de alguna forma eso le dio seguridad. Las fotos de los bebés sonriendo le provocaron una oleada llena de calidez. La hizo pensar en que estaba tomando la decisión correcta.
Hermione le hizo saber a la recepcionista que estaba ahí y se sentó a tomar la taza de té que le dieron. Ojeó algunos de los periódicos y revistas que estaban ahí e intentó no reír ante lo ordinario que era el proceso de espera. Era casi como si estuviera con el dentista en espera de una revisión para sus dientes en lugar de discutir el proceso de la inseminación artificial con un doctor.
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La llamaron a través de su consultante, el Dr. Nicola Hedges. La inseminación artificial se había desarrollado en el mundo muggle, pero con la magia se habían hecho algunos cambios al proceso. Los sanadores que se querían especializar en esta área tenían que obtener primero el título médico muggle. Hermione se limpió sus sudorosas manos en su falda antes de ofrecerla la mano al Dr. Hedges para saludarlo.
–Señorita Granger, es un placer conocerla. –dijo el Dr. Hedges antes de indicarle el otro asiento frente a su escritorio. Hermione lo saludó y se sentó.
–Ahora, mucho de lo que discutiremos hoy será técnico, pero quiero que revise las diferentes opciones médicas que están disponibles para usted. –comenzó el Dr. Hedges. –Hay diferentes maneras de lograr un embarazo artificial. El primero, y el procedimiento más utilizado, es la Inseminación Intracervical. Este método replica la forma natural en que el semen es eyaculado por el pene durante las relaciones y es el procedimiento que recomiendo para usted. –explicó el Dr. Hedges.
Hermione no podía evitarlo, pero quería reír, la ansiedad de todo el proceso le estaba ganando. Todo le estaba siendo explicado de una manera tan técnica y directa que no podía evitar pensar en la cara de Ron si estuviera aquí. Se aclaró la garganta y bajó la mirada hacia sus notas. Tenía una pregunta que la molestaba, una que había estado presente desde que leyó sobre el procedimiento.
–Lamento interrumpirlo, Dr. Hedges, pero había escuchado que la sincronización era algo importante con este procedimiento en particular. En uno de los libros que leí, decía que sólo había un margen de 12 horas para que yo quedara embarazada.
–Bueno, es algo más complicado que eso, pero si podemos tener el momento exacto de tu óptima fertilidad, entonces obviamente las posibilidades de quedar embarazada se incrementan.
– ¿Es algo que ustedes hacen? He visto algunos kits de ovulación para la casa.
–Sí, haremos unas pruebas para rastrear su ciclo menstrual.
Hermione asintió de nuevo y cambió la página de su cuaderno. El Dr. Hedges explicó otros tres métodos de inseminación artificial, pero dado que esos tenían estipulaciones más específicas y restricciones, Hermione decidió tomar la recomendación del Dr. Hedges.
Una vez que las tecnicidades salieron del camino, el Dr. Hedges guio a Hermione a través de una pequeña sala. Esto era lo que más ansias le daban. Hablar sobre el proceso estaba bien. Era clínico y algo desapegado a lo que en realidad pasaría, pero escoger a un donante de esperma sería algo difícil.
–Esta es la habitación en donde mantenemos toda la información de nuestros donadores de esperma. Como puede ver, intentamos hacer de esta experiencia lo más cómoda posible para usted. ¿Ha pensado sobre los criterios que busca en un donador de esperma?
–Sí, sé lo que estoy buscando. –respondió. Tenía una lista, y tenía la mente abierta. No buscaba las cosas superficiales como altura, color de ojos o de cabello. Ella estaba más interesada en el coeficiente intelectual y sobre las carreras. Quería lo mejor para su potencial hijo, y eso significaba buscar a alguien con un intelecto similar al suyo.
–Ofrecemos también una selección de donantes muggles. Ellos, por supuesto, también son exitosos en su propia manera.
–Oh, quiero un padre mago, de haber sido lo contrario hubiera ido a una clínica muggle. –Hermione informó al Dr. Hedges. Prefería que el padre biológico fuera otro mago. Era algo tonto, dado que eso no afectaría las habilidades mágicas del niño, pero no sabía por qué, pero se sentía más cómoda manteniendo el proceso en el Mundo Mágico.
–Okay. Bueno, entonces tome su tiempo en revisar las biografías. No presionamos a nadie durante este proceso. Puede llamar a la recepcionista en caso de que quiera café o agua, y cuando ya haya hecho su selección.
De nuevo, Hermione sintió unas inmensas ganas de reír. Era casi como si estuviera escogiendo un sofá o una cocina en lugar del padre de su hijo.
Al final, escogió a un Sanador. Pensó que complementaba bastante bien sus habilidades. Era de mediana estatura y con ojos y cabello castaño. Le agradaba ese hecho. Eso quería decir que lo más probable era que el bebé naciera con ojos y cabello castaño como ella, y, por alguna razón, eso importaba para ella. Probablemente porque pensaba en este bebé como solo de ella, incluso aunque eso fuera biológicamente imposible.
Con todo completado, Hermione estaba de vuelta en Londres. Agendó sus dos próximas citas para el siguiente mes y pasaría una semana en Suiza con el pretexto de que iría a esquiar. Eso le daría tiempo para respaldar la historia de un amorío para explicar su embarazo. No quería que nadie supiera que había recurrido a algo tan extremo como la inseminación artificial. Su familia y amigos serían bastante vocales en cuanto a su desaprobación se refiere, y después llegaría de nuevo la inevitable tarea de intentar conseguirle novio. No estaba dispuesta a pasar por todo el extenuante proceso de nuevo solo para que no hubiera bebé al final de ello.
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Seis semanas después, Hermione estaba de vuelta en Suiza. Era la hora y estaba nerviosa.
– ¿Está segura de que desea continuar con esto, Hermione? –preguntó el Dr. Hedges. –No es tarde para echarse para atrás.
–Estoy segura. –dijo firmemente, y lo estaba. De hecho, estaba un poco emocionada. Ahora sentía una enorme emoción cada que pensaba en el futuro. Había tomado una decisión que cambiaría todo para siempre, y estaba emocionada al respecto.
–Ahora, ¿si entiende que la inseminación artificial no garantiza que quede embarazada? –El Dr. Hedges preguntó. Hermione asintió. –Usamos métodos similares a los de los muggles, pero en lugar de usar medicinas muggles para aumentar las posibilidades de quedar embarazada, usamos una poción para la fertilidad, lo que es más efectivo. La poción no tendrá secuelas en el feto en caso de que conciba. Todo ha sido preparado para el procedimiento y la inseminación no tardará más de unos minutos. Sin embargo, le vamos a pedir que se quede recostada por al menos 30 minutos. Esto disminuirá los riesgos de escape del semen y aumentar las posibilidades de concebir. –le informó el Dr. Hedges.
Hermione arrugó la nariz ante esto. Estaba preparada para esto, pero escucharlo de esa manera era otra cosa. Obviamente sabía que necesitaba semen para poder quedar embarazada, pero era tan extraño. El semen sería de un extraño y sería insertado por medio de una aguja. Era todo lo opuesto a cómo se había imaginado quedar embarazada antes de tomar esta decisión.
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Hermione se recostó en la camilla del hospital intentando no pensar en lo que estaba pasando en ese momento en su útero. En verdad no quería ilusionarse sobre quedar embarazada a la primera. Sabía que la biología no era tan directa y que el tomaría varios intentos el poder quedar embarazada, pero no podía evitar la emoción que corría por sus venas. Si todo salía bien, entonces para este tiempo en el año siguiente, tendría un pequeño bebé en sus brazos. Ya no sería Hermione Granger, la mujer que vivía para el trabajo. Sería Hermione Granger, la mamá de la pequeña Iris Granger.
En verdad esperaba que fuera una niña, y había escogido el nombre de Iris dado que significaba "esperanza" en el lenguaje de las flores. Iris también era una diosa griega, una mensajera quien ligaba a los dioses con la humanidad. A Hermione le gustaba eso. Ella había dado mucho para que la humanidad pudiera florecer, además de que su nombre procedía también de la mitología griega.
Se frotó el vientre y mantuvo los dedos cruzados durante todos los 30 minutos. En verdad no quería pasar de nuevo por este proceso. Tampoco quería seguir inventando romances de vacaciones para justificar sus salidas. No tenía sentido para ella venir a Suiza y actuar como si no conociera a nadie, y después de un mes o dos después, confesar que no sólo había tenido un amorío, sino que además estaba embarazada debido a ello.
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– ¿Qué te pasa, Hermione? –preguntó Ginny mientras Hermione se movía en la cocina para preparar el almuerzo.
La pobre Ginny estaba hecha polvo. Tener dos hijos activos durante los primeros meses de embarazo cuando todo lo que querías era dormir no era fácil. No ayudaba el que Harry hubiera sido promovido a Jefe del Departamento de Aurores y había comenzado a trabajar largas horas durante los fines de semana. A Ginny no le importaba. Estaba orgullosa de Harry, y ella tenía una familia grande que la ayudaba cada que lo necesitara. En este momento, James y Albus estaban quedándose con Molly, quien al menos tenía otro de sus nietos con ella dado que no toleraba tener a la Madriguera vacía.
– ¿A qué te refieres? –preguntó.
–Bueno, desde que regresaste de Suiza tienes toda esa emoción suprimida. –Ginny comentó.
Hermione sonrió. Obviamente no podía decir lo que realmente estaba pasando, pero era tiempo de empezar a esparcir su cuartada.
–Conocí un chico ahí.
Ginny se enderezó en la silla.
–Comienza a hablar. –le ordeno. – ¡Ahora!
–Bueno, pues su nombre es Thibault y es francés, obviamente. –dijo.
–Prometedor. –comentó Ginny. – ¿Cómo es?
–Era alto, moreno y guapo. –dijo Hermione en voz soñadora. Y tuvimos una fabulosa aventura.
– ¿Aventura? –dijo Ginny, con decepción en su voz.
–Oh sí, no era nada serio. Pero me di cuenta de que había pasado mucho tiempo desde que, bueno, tú sabes, y él estaba coqueteando conmigo con su delicioso acento francés, y una cosa llevó a la otra…
– ¿Entonces no planeas verlo de nuevo? –preguntó.
–Oh no, no. En verdad no veo la necesidad de complicar las cosas con una relación a distancia en este momento.
–Oh. –dijo Ginny distraída. Hermione sabía lo que venía. Molly y Ginny la habían estado molestando por años y su amiga no la decepcionó. –Hermione, ¿Cuándo sentarás cabeza? Incluso Neville está casado.
Hermione suspiró. La cosa más molesta del Mundo Mágico era su inherente conservatismo. El matrimonio era un rigor. Era inusual para una bruja el no estar en una relación seria para los 30.
–Ginny, ya sabes que tengo planes para ser la siguiente Dumbledore. Voy a volverme vieja y me convertiré en la mejor directora de Hogwarts ha conocido. –bromeó.
Ginny rodó los ojos. Una respuesta como esa de Hermione significaba que no estaba preparada para entrar en esa conversación. Ginny no pudo evitar preocuparse. Hermione estaba comenzando a encerrarse de nuevo en su oficina.
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Hermione sintió una ola de emoción recorrerla al momento en que regresó a Suiza. Había programado una cita para una prueba de embarazo una vez que su periodo se retrasó. Estaba una semana tarde, y eso jamás había pasado. Bueno, excepto de aquella vez cuando estaba buscando los Horrocruxes con Harry y Ron. En ese tiempo perdió meses de periodos debido al miedo y al estrés.
El Dr. Hedges la invitó a su oficina.
–Hermione, tenemos buenas noticias. Está embarazada.
Hermione sintió como los ojos se le llenaban con lágrimas. Le sonrió débilmente al Dr. Hedges.
–Muchas gracias. –dijo, insegura de que más decir. No podía creerlo. Había funcionado en el primer intento. Había estado aguantándose la emoción todo el mes. Se había convencido de que necesitaría más de un intento antes de que funcionara.
–Ahora, –dijo el Dr. Hedges. –Necesita contactar a su sanador de cabecera cuando regrese a casa. Ellos le aconsejarán y le ayudarán en los siguientes meses de su embarazo.
Se sentía algo perdida. Había pasado tanto tiempo enfocándose en el cómo iba a quedar embarazada, que no había pasado nada de tiempo en pensar que haría una vez que así fuera.
–¿Hay alguna diferencia entre el cuidado muggle y el mágico? –preguntó, queriendo tener toda la información básica cubierta.
El Dr. Hedges sacudió la cabeza.
–No realmente. La diferencia principal es el alivio para el dolor que se te brindará durante el parto. Obviamente San Mungo prefiere usar pociones para el dolor en lugar de epidurales o gas. Pero durante el embarazo todo será muy similar. Visitará a su partera, quien le ayudará con cualquier duda que tenga, así como para revisar los latidos del bebé y medir su estómago. Obviamente también irá al hospital para sacarse algunas ecografías.
Hermione asintió. Hasta ahorita, todo parecía bastante usual. Ella se había perdido de esto con Ginny dado que ella solía llevar a su mamá para esas cosas. No es como si Hermione la culpara. Ella también querría a Molly con ella para ayudarla. Había algo reconfortante sobre una mujer que había dado a luz siete veces y gemelos una vez.
Le agradeció al Dr. Hedges y se retiró. Se frotó el estómago.
–Hola, pequeña Iris. –susurró. –No puedo esperar a conocerte.
Hermione decidió esperar antes de decirles a sus amigos y familia que estaba embarazada. Era, probablemente, la cosa más difícil que alguna vez hizo. Quería gritarlo a los cuatro vientos porque estaba muy emocionada, y apenas llevaba una semana desde que se enteró. Pero también sabía que las primeras 12 semanas eran las más peligrosas en cuanto a riesgos de aborto y ella quería pasar esa etapa antes de decir algo. Hasta ahorita había logrado aguantar comprando libros sobre bebés y embarazos.
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Un par de semanas después, Hermione despertó ante el insistente picoteo de una lechuza en su ventana. Se giró y de inmediato se levantó en el momento en su estómago decidió vaciar su contenido. Se sentía tan enferma. Corrió hacia el baño donde terminó vomitando. No podía decidir que era peor, toda la resequedad que quedaba en su garganta o vomitar en sí.
–¿Qué estás haciendo, Iris? –jadeó mientras se limpiaba la frente con una toalla.
Entonces se dirigió a la cocina para dejar entrar a la lechuza, que continuaba golpeando su ventana sin descanso.
–Ok, tranquila. ¿Acaso no has escuchado que la paciencia es una virtud? –regañó a la lechuza mientras esta entraba por la ventana y extendía las alas en molestia. Le quitó el pergamino y le dio un pedazo de pan.
Señorita Granger,
Después de revisar nuestros registros en el laboratorio, hemos notado algunas discrepancias con su archivo y nos gustaría agendar una cita tan pronto como sea posible con usted. Si nos pudiera mandar una lista de días y horas que se acomoden con su horario, entonces organizaremos una reunión.
Gracias por su tiempo y cooperación.
Sebastian De Braun.
Director.
Hermione leyó la breve carta varias veces antes de digerir su contenido. El corazón le latía rápidamente mientras su mente corría con los peores escenarios. En todo lo que podía pensar era en la posibilidad de su bebé teniendo algún defecto genético que había sido heredad por medio del donador de esperma. Se puso verde por un momento antes de correr al baño y vomitar espectacularmente.
