hola, me presento hoy aquí con una historia que, pues no es mia, es una adaptación la autora original en Gena Showalter y pues soy nueva no, espero les guste y no olviden sus comentarios byee
CAPÍTULO 1
* Cada día, durante cientos de años, las diosas han visitado el infierno, y cada día Sasuke las había observado desde su estación, deseando calentar su sangre más que las llamas de la condenación que había más allá de su puesto. Él no debería haberla estudiado la primera vez y debería haber haberse guardado su abatida mirada todas esas veces. Él era un esclavo de los demonios, engendrado por el mal; ella era una diosa, creada en la luz. Él no podría tenerla, pensó él, cerrando los puños de sus manos. No importaba lo mucho que quizás lo desease de otra forma. Esta... obsesión era inútil y no le traía nada que no fuera desesperación. No necesitaba más desesperación. Y con todo, todavía la observó ese día cuando flotó a través de la estéril caverna, las yemas corales de sus dedos trazaron las dentadas piedras que separaban el subsuelo del Submundo. Los rizos rosados flotaban cayendo en su elegante espalda y enmarcaban un rostro tan perfecto, tan adorable, que la propia Karin (Afrodita) no se le podía comparar. Unos luminosos ojos se entrecerraron, un atractivo color en aquellas mejillas de liso alabastro.
—La pared está resquebrajada. —
Dijo ella, su voz igual que una canción entre el silbido de una cercana llama. Sacudió la cabeza, posiblemente apenas se habría imaginado las palabras. En todos sus siglos juntos, ellos nunca habían hablado, nunca se desviaron de su rutina. Como Guardián del Infierno, él se aseguraba que la puerta permanecía cerrada hasta que fuera necesario introducir un espíritu en el interior. De esa manera, nada ni nadie escapaba, y si lo intentaban, él les impartía el castigo. Como la diosa de la Opresión, ella fortalecía la barrera psíquica con un solo toque. El silencio nunca había sido quebrado. La incertidumbre oscureció sus rasgos.
— ¿No tienes nada que decir? Guardián
Ella se alzó ante él un momento después, aunque nunca la vio moverse. La esencia de madreselva eclipsó de repente la peste de sulfuro y carne derritiéndose, y lo inhaló profundamente, cerrando los ojos en éxtasis. Oh, que se quedara justamente como estaba...
—Guardián —apuntó ella.
—Diosa. —
Él obligó a sus párpados abrirse gradualmente, revelando lentamente el brillo de su belleza. Así de cerca, ella no era tan perfecta como pensaba. Era mejor. Unas tenues pecas punteaban su dulcemente inclinada nariz, y los hoyuelos aparecieron con la curva de su media sonrisa.
Exquisita. ¿Qué pensaría de él? —se preguntó.
Probablemente lo creía un monstruo, horrible y deforme. Pero si lo hacía, no lo mostró. Sólo la curiosidad descansaba en aquellos luminosos ojos. Por el muro, sospechó, no por él. Incluso cuando había sido humano, las mujeres no habían querido tener nada que ver con él. Algunas veces se había preguntado si habría sido corrompido al nacer.
—Esas brechas no estaban ayer ahí. —dijo ella—. ¿Qué ha causado tal daño?
—Una horda de Señores Demonio se alzan diariamente desde el agujero y luchan para romperlo. Se han cansado de estar confinados allí y buscan a humanos vivos a los que atormentar.
— ¿Tienes sus nombres?
Él asintió. —Violencia, Muerte, Mentiras, Duda, Miseria. ¿Continúo?
—No. —Dijo ella suavemente—. Entiendo. Lo peor de lo peor.
—Sí. Golpean y arañan desde el otro lado, desesperados por alcanzar el reino mortal.
—Bueno, los detendremos.
—Una orden, envuelta en un ronco ruego. En ese momento, él hubiese entregado hasta el último vestigio de su humanidad para hacer lo que ella deseaba. Cualquier cosa para devolverle el diario regalo de su presencia. Cualquier cosa para mantenerla justo donde estaba, prolongando la dulzura de su esencia.
—Tengo prohibido abandonar mi puesto, al igual que se me prohíbe abrir las puertas por cualquier razón que no sea permitir que entre alguno de los condenados. Temo no poder aceptar vuestra petición.
Ella dejó escapar un suspiro. — ¿Siempre haces cuanto te dicen?
—Siempre.
Una vez había luchado con los invisibles lazos que lo ataban. Una vez, pero nomás. Luchar sería invitar al dolor y al sufrimiento—no para él, sino para otros Inocentes humanos quienes al igual que su madre, su padre y sus hermanos habían sido traídos aquí y torturados frente a él. Los gritos... oh, los gritos. Habiéndose situado una vez sobre el dolor y el sufrimiento, no le habría importado. Se habría reído y habría luchado con más fuerza. Pero Danzo (Lucifer), hermano de Orochimaru (Hades) y príncipe de los Demonios, sabía exactamente como golpear para obtener los resultados deseados.
—Yo espero una diferencia. Eres un guerrero, tan fuerte y seguro.
Sí, era un guerrero. También era un esclavo.
—Lo siento.
—Te pagaré por ayudarme, —insistió la diosa—Dime tu precio. Lo que desees será tuyo.
Bien eso es todo por hoy, espero les alla gustado y no olviden sus comentarios.
