Desde hace mucho tiempo he querido escribir una historia sobre Dean siendo víctima de una enfermedad terminal, pero debido a que no tengo conocimientos de medicina siempre he postergado la idea, hasta hoy. No soy doctora y como dije, no tengo conocimientos de medicina, pero hice lo posible e investigué en Internet para encontrar algo por lo menos un poco creíble, pero por favor, no me apedreen si la idea no los convence, después de todo, esta es una obra de ficción :)

La historia puede terminar con sólo este capítulo pero si creen que vale la pena seguir escribiendo me avisan al dejarme un review.

Si es que la serie sólo tiene 5 temporadas (como planea Kripke) deben saber que esta historia se desarrolla después de la quinta temporada. En mi loca imaginación he alucinado que Lucifer llega a levantarse pero el mundo todavía no es consciente de la existencia de demonios y demás. Sam está a punto de caer completamente en el lado oscuro pero Dean logra evitarlo desenmascarando a Ruby (en mi versión, Ruby resultó ser malvada, jeje, quizá sea cierto, no lo sé). Al final Dean logra detener el apocalipsis con ayuda de Sam, Bobby, Castiel y otros ángeles.

Al terminar la batalla cada cual sigue su camino. Ruby está muerta. Y, bueno, cuatro meses después empieza esta historia. Disfruten :)

Ah, no gano dinero con estas historias y no estoy tan loca como creer que los personajes me pertenecen, así que, por favor, no me demanden :S Además, no vivo en los Estados Unidos así que los lugares pueden existir pero considérenlos ficticios.

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Sam manejaba a toda velocidad sin importarle que algún representante de la ley pudiera detenerlo, o al menos, intentar detenerlo; ya que a esas alturas Sam estaba seguro de que si una patrulla se le atravesaba en el camino él seguiría adelante sin importar lo que pasara después. No, ahora lo único que le importaba era llegar a Beaver, Utah; específicamente, al hospital de donde lo habían llamado horas antes.

"Buenos Días, hablo del Hospital del Valley de Beaver, ¿es usted pariente de Dean Manners?"

"Dean… oh, sí, sí, soy su hermano." Había respondido Sam sintiendo que su corazón amenazaba con salirse de su pecho. Hacía cuatro meses que no sabía nada de su hermano y una llamada de un hospital no eran las noticias que hubiera querido tener de Dean. "Soy su hermano, Sam, ¿él está bien?"

"Su hermano fue traído a este hospital tras sufrir un desvanecimiento en un centro comercial. Está estable y fuera de peligro pero no podíamos permitirle dejar el hospital por su cuenta considerando su situación."

"¿Situación? ¿Qué situación?"

"Oh, lo siento, pensé que lo sabía. Entenderá que debido a la confidencialidad doctor-paciente no puedo darle detalles sobre el diagnóstico de su hermano pero se requiere la presencia de un familiar o amigo que pueda responsabilizarse por el paciente al salir del hospital."

Sam no había esperado un minuto más y había tomado las llaves del auto y salido a toda velocidad hacia donde encontraría a Dean.

Cuatro meses. Después del apocalipsis y del extraño desenlace que este había tenido, Sam había tomado sus cosas y se había marchado dejando una nota para su hermano. Necesitaba tiempo. Eso decía en su nota. Tiempo para meditar en quién era y en quién había estado a punto de convertirse. Si no hubiera sido por Dean, Sam habría seguido en su carrera autodestructiva y sin saberlo habría terminado ayudando a los demonios a lograr su objetivo.

Pero Dean lo había salvado, como siempre. Le había puesto una trampa a Ruby y había logrado abrirle los ojos a Sam sobre las verdaderas intenciones de ella. Aún así, Sam lo había dejado cuatro meses atrás. No porque no lo quisiera, sino porque no podía mirarlo a los ojos. Se sentía culpable. Se sentía sucio. Toda esa sangre de demonio que había bebido y lo había hecho sentir poderoso ahora lo hacía sentir impuro e indigno.

Cuatro meses. Dean había intentado encontrarlo. Un par de veces había estado a punto de hacerlo, pero Sam había logrado escabullirse. Pero hacía un mes no había tenido ninguna noticia de Dean. Quizá se dio por vencido y ha dejado de buscarme. Quizá se dio cuenta de que no valgo la pena. Pero ahora, tras la llamada de ese hospital, Sam se dirigía a enfrentar a su hermano. Ahora lo más importante no eran sus sentimientos ni la vergüenza que sentía, ahora lo más importante era la salud de Dean y él iba a tragarse su orgullo e iba a regresar al lado del hermano que lo había dado todo por él.

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Sam estaba furioso. ¿Hasta dónde había llegado la incompetencia de esos doctores? Claro que no era totalmente su culpa. Dean era muy capaz de huir de un hospital sin que nadie lo notara. Él mismo lo había hecho alguna vez. Su padre los había entrenado para poder "desaparecer" de cualquier lugar así que no debía haberle sorprendido que al llegar al hospital le hubieran dicho que su hermano había desaparecido sin dejar rastro.

Pero lo que más molestaba a Sam era que el doctor se había negado a darle información sobre la situación médica de Dean alegando la tan mentada confidencialidad doctor-paciente.

"¡Al diablo la confidencialidad! ¡Es mi hermano y ustedes dijeron que no podía irse sin compañía así que dígame, qué tiene!"

Sus gritos sólo habían logrado que el doctor llamara a seguridad y ahora se encontraba fuera del hospital refunfuñando por la ineptitud del personal de salud en ese hospital. Pero Sam no se había dejado sacar por nada. Planeaba volver a entrar y averiguar por sí mismo qué había llevado a su hermano a "desvanecerse" en un centro comercial.

Dean, ¿en un centro comercial? Si no hubiera estado tan preocupado por su hermano, Sam habría reído ante la idea. Veamos qué es tan confidencial. Pensó Sam mientras trataba de encontrar la historia clínica de Dean Manners en la base de datos del hospital.

Manners, Manners, Manners, aquí está. Dean Manners. Aquí está. Paremédicos informan que… no puede ser. Dijeron que se había desmayado, pero aquí dice que estaba convulsionando. Sam se sintió aún más culpable al visualizar a su hermano solo, en un centro comercial, si nadie que pudiera ayudarlo y quizá en uno de los momentos más embarazosos de su vida. Dean nunca había sufrido una convulsión antes, ¿qué podría haberla causado? Sam siguió leyendo, pero las palabras parecían no tener mucho sentido para él.

Resonancia magnética… Tumor cerebral. Glioblastoma Multiforme. Lóbulo occipital. Inoperable. Radioterapia. Expectativa de Vida: 6-12 meses.

"Seis meses. Seis meses." Sam no lo podía creer. Después de todo lo que había pasado su hermano. Después de haber ido al infierno y regresado. Después de haber detenido el apocalipsis. Después de enfrentar lo seres más malignos y poderosos. Después de haber sido restaurado por un ángel.

"Seis meses. No puede ser. Seis meses."

Un ruido sacó a Sam de su ensimismamiento y escabulléndose por la ventana por donde había entrado salió hasta el estacionamiento donde lo esperaba la camioneta que había estado conduciendo esos últimos cuatro meses.

Tenía que encontrar a Dean. Debía encontrarlo. Y entonces, juntos, encontraría una solución. Sam no iba a permitir que su hermano muriera sin más ni más. No después de todo lo que había sacrificado por este mundo. No después de todo lo que había dado por él. Era hora de pagar su deuda. Sam iba a salvarlo.

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Aquella noche mientras comía en una cafetería, Sam investigó más sobre el tumor que habían encontrado en su hermano. Síntomas: Convulsiones, trastornos visuales, cefaleas, vómitos, náuseas. También averiguó que este tipo de tumor es uno de los más agresivos y suele reproducirse rápidamente. Cirugía sería la primera opción pero Sam había leído que el tumor era inoperable.

Quizá debamos buscar una segunda opinión. No. Definitivamente debemos buscar una segunda opinión. También debo investigar curas sobrenaturales. Quizá Castiel pueda hacer algo. Él le debe mucho a Dean, lo menos que puede hacer es curarlo.

Pero Sam sabía que ninguno de sus planes tenía sentido si no encontraba a su hermano. Así que sin detenerse a descansar en un motel, siguió su camino hacia donde creía había ido Dean. No es que la palabra de un mendigo fuera muy confiable pero era la única pista que tenía. Saliendo del hospital había escuchado a un hombre hablar sobre la belleza del 67 que había visto el día anterior, Sam no pudo evitar preguntar a qué se refería y el hombre le había contestado que en su juventud había tenido un Impala del 67 y que podía reconocer uno en cualquier lugar; luego le había indicado que el hermoso auto había partido en la madrugada en dirección a Cedar City, y ahí se dirigía Sam.

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A Sam no le había sorprendido ver el Impala estacionado frente a un bar. Eran las 5 de la mañana y el bar parecía cerrado. ¿Dónde estaría Dean? Posiblemente durmiendo en el asiento trasero. Debe haber estado tan ebrio que prefirió no conducir. Al menos aún le preocupa su vida. ¿O será que no quería chocar a su bebé? A Sam se le ensombreció el rostro al darse cuenta que lo segundo era lo más probable. Era tan triste que a Dean no le importara su propia vida tanto como su auto. Pero eso va a cambiar. Ahora voy a cuidarte y voy a hacerte ver lo valioso que eres.

Sin hacer mucho ruido, Sam se acercó al Impala y descubrió con sorpresa que su hermano no estaba adentro. Una alarma se encendió en su cerebro al imaginar toda una serie de escenarios, ninguno de ellos agradable, sobre lo que podría haberle pasado a Dean. Si el bar estaba cerrado y Dean no estaba en su auto, entonces…

Sam corrió al callejón al costado del bar temiendo ver el cuerpo de su hermano pero sólo se topó con un par de gatos que buscaban entre los restos de basura. Fue entonces cuando escuchó la voz de Dean y la de un extraño. Atrás del bar parecía haber una habitación y la ventana de ésta entreabierta dejaba ver una pálida luz y dos siluetas sentadas conversando. Una de ellas era Dean. Sam podría reconocerlo donde fuera. Por lo menos no suena borracho. Sam se acercó a la ventana para escuchar la conversación.

"… así que sólo sigue luchando, nunca sabes lo que el futuro te puede tener reservado." Decía Dean.

Okay, eso no suena a Dean. ¿Con quién estará hablando? Sam no tuvo que esperar mucho ya que inmediatamente una voz suave respondió. Parecía la voz de un muchacho pero sonaba bastante femenina. El joven no debía tener más de 16 años.

"No veo ningún futuro. Mis padres no me aceptan. Nadie me acepta."

"Bueno, ¿es que no has estado escuchando nada de lo que te he dicho? ¿Crees que para Tim todo fue fácil? ¿Crees que tenía muchos amigos que lo apoyaban?"

"No. De hecho, creo que ni su padre ni su hermano lo entendían."

"Escucha. Sé que vas a estar bien. Encontrarás a alguien. Tus padres te aman y algún día dejarán de lado sus prejuicios y te aceptarán tal como eres. Y si ahora te sientes solo, sigue adelante. No te rindas. Nunca. Más. Digas. No. Puedo." Dean acentuó cada palabra mientras tomaba al muchacho por los hombros.

"Gracias. Gracias por salvarme la vida."

"Hey, ni lo menciones. Tú salvaste la mía al quitarme las llaves del auto. Ahora, si no te importa. ¿Me las podrías devolver o voy a tener que patearte el trasero para obtenerlas?"

"No, aún no, ¿por qué no pasas la noche aquí? A mi tío no le importará."

"¿Noche? Por si no lo has notado ya ha amanecido" Dijo Dean en tono de broma, y continuó. "No, en serio tengo que seguir mi camino. Además, después de todo el café que tomé no queda ni una gota de alcohol en mi sangre."

"Pero no has dormido. Si manejas así puedes estrellarte o algo así. No querrás arriesgar a tu bebé ¿verdad?"

"Hey, sólo yo puedo llamarla bebé." Dean pareció dudar por un segundo. "Pero tienes razón, no hay por qué ponerla en peligro. Dormiré un par de horas y luego me marcho."

"Perfecto. Y, por si sigo dormido cuando te vayas. Espero que todo te salga bien, Tim."

Dean rió y Sam pudo ver que ambos se daban la mano, luego el muchacho salió de la habitación dejando a Dean solo. Esa era su oportunidad. ¿O debía esperar que su hermano estuviera descansado? Sam no tuvo tiempo de tomar una decisión cuando vio la silueta de su hermano doblarse de dolor y caer de rodillas al piso mientras se tomaba la cabeza con las manos. Sin pensarlo dos veces, Sam abrió la ventana y entró a la habitación corriendo al lado de su hermano.

"Dean. Dean. ¿Me escuchas?"

Dean pareció no notar la presencia de su hermano y siguió cubriendo su rostro con las manos como si intentara así sacarse el dolor de adentro.

Sam no sabía qué hacer. ¿Llamar a una ambulancia? ¿Tomar a su hermano en sus brazos y sacarlo de ahí? Afortunadamente el dolor pareció disminuir y Dean empezó a tomar profundas inhalaciones como para retomar el control de su cuerpo. Tras unos segundos finalmente levantó la vista y mirando a Sam directamente dijo con voz fría.

"¿Qué haces aquí?"

"Te estuve buscando"

"¿Por qué? Tú fuiste el que se marchó."

A Sam le dolía el tono de reproche de su hermano pero no podía culparlo. Dean tenía todo el derecho de estar molesto con él. Sam mismo estaba molesto consigo.

"Necesitaba tiempo para pensar. Pero ahora…"

"¿Ya pensaste lo suficiente?" Lo interrumpió Dean. "¿Ya sabes quién eres? Porque eso es lo que decía tu nota. Que tenías que reecontrarte o algo así." Dean bajó la cabeza. La luz parecía molestarlo y cerrando los ojos siguió en control de su respiración. Sam aprovechó la oportunidad y tomando el brazo de su hermano trató de ayudarlo a incorporarse.

"Vamos. Siéntate en la cama. ¿Necesitas algo?" ¿Algún medicamento? Pensó Sam sin querer dar a conocer aún que sabía lo de la enfermedad de su hermano.

"No. Estoy bien. Sólo cansado. Y con una fuerte resaca."

"Quizá deberíamos ir a un motel para que puedas descansar." Sugirió Sam tímidamente. Por favor, di que sí, di que sí.

"Sam. ¿Por qué estás aquí?" Preguntó Dean más tranquilo.

Sam no podía engañar a su hermano. Después de los sucesos con Ruby, Dean había aprendido a reconocer cuando su hermano mentía. Se había jurado que nunca más permitiría que Sam lo engañara y ahora podía ver a través de él en toda circunstancia.

"Sam. ¿Por qué estás aquí?" Repitió Dean mirándolo a los ojos. Y entonces, entendió lo que había pasado. "Te llamaron. Les dije que no lo hicieran pero, nadie escucha a un moribundo ¿verdad?"

"Dean, tú no eres…"

"¿Por qué estás aquí, Sam?" Gritó Dean. "No quiero tu compasión." Agregó suavemente pero con firmeza.

"Claro que no. Es lo último que sentiría por ti, Dean." Se defendió Sam. "Estoy aquí porque eres mi hermano. Y me importas. Y… y te quiero."

Sam había dicho las palabras prohibidas pero esta situación requería dejar de lado el orgullo y las reglas sobre momentos cursis que existían entre ambos.

Dean miró a los ojos de su hermano y vio sinceridad. Vio tristeza, vio culpa y vio amor. Sam era el mismo Sam de antes. Había madurado. Había crecido como ser humano. Tenía cicatrices en el alma y su mirada no era tan inocente como antes pero era sincero. Después de todo, ese tiempo consigo mismo había servido para que Dean recuperara a su hermano. Es por eso que cuando Sam lo abrazó, Dean no ofreció resistencia y retornó el abrazo.

Ambos se habían perdido y ahora se encontraban otra vez. Dean sintió por primera vez en cuatro meses, o mejor dicho, en dos años, que abrazaba al mismo Sam al que había abrazado aquél día tras hacer el pacto para traerlo de vuelta a la vida.

Tras unos segundos los hermanos se separaron y hubo un silencio incómodo hasta que Sam recobró la voz.

"Entonces. ¿Nos vamos?"

"No hay a dónde ir." Respondió Dean.

"El lugar es lo de menos. Tenemos trabajo que hacer." Dean lo miró extrañado así que Sam continuó. "Creo que ahora sí voy a tener que salvarte el trasero, para variar."

"Sam, esto no tiene solución."

"¿Eso crees? Sólo mírame."

"Oh, no, ni lo pienses, nada de tratos con la parca o con demonios, creo que ya aprendimos bastante sobre eso." Dijo Dean mientras salían de la habitación. Al ver que su hermano no respondía, Dean insistió. "Sam. Ni lo sueñes. Promételo. Promételo o no voy a ningún lugar contigo."

"Parcas y demonios no son los únicos que pueden curarte, Dean."

"Castiel no se va a aparecer. Créeme. No quedamos en los mejores términos."

"¡Detuviste el maldito apocalipsis, es lo menos que puede hacer!"

"Sí, bueno, también desobedecí y ya sabes que ellos se toman muy a pecho la desobediencia."

Sam sabía que tenían un camino muy difícil que recorrer. La lucha no había terminado para ellos y ahora enfrentaban a un enemigo que no era sobrenatural y sin embargo amenazaba con costarle la vida a su hermano. Pero estaban juntos y él no iba a dejar a Dean nunca más.

Sonriendo para sus adentros, Sam pensó. Salvaste al mundo. Me salvaste a mí. Es hora de devolverte el favor aunque tenga que subir al mismo cielo y traer a un ángel por el cuello.

FIN?

Bueno, la verdad, no sé si continuar, por eso la historia bien podría terminar ahí, pero, hey, si creen que vale la pena, escriban un review y me lo dejan saber, y si no, también escriban un review, jeje, siempre es bueno saber sus opiniones. Por ahora voy a ir pensando en esta historia. Me da mucho miedo escribirla, no sé si le haría justicia. Cuídense :)