Saludos gente, este es mi segundo fic de Death Note. Lo escribí con mucho amor, así que espero que sea de su agradado. Antes de empezar debo aclarar tres cositas:

1. Esta no es una historia original de fic. Está basada en un intento de novela mío, del mismo nombre. Esa historia la podrían encontrar en Wattpad bajo mi otro nickname SYTMMHC. El reparto de personajes sería más o menos así:

L: Jay

Near: Oliver

Light: Liria (aquí entra el más o menos)

Mello: Marco

2. No hay yaoi. No es porque tenga algo en contra del yaoi, es más, me gustan un par de parejas del Fandom de Death Note. Sin embargo, tengo planeado poner una situación familiar en la que el yaoi no cuadra. Ejemplo: * spoiler* Liria y Jay son los padres biológicos de Oliver. No puedo poner que Light y L son los DOS padres biológicos de Near. Bueno, sí podría, pero el punto es que no quiero *trollface* . Aparte, tengo pensado algo muy especial en cuanto a situación familiar se refiere.

3. Tiene que ver con la segunda. No hay parejas definidas , exceptuando dos. Pequeño spoiler: una tiene que ver con L. ¿Creyeron que les iba a decir? * nuevamente, trollface*

Bueno, no tengo más acotaciones, salvo que, obviamente esto es un AU. Las edades he tenido que modificarlas, ya van a saber por qué. Espero que les guste.

Capítulo 1: Su nombre es Mello

Tenías razón, estas galletas son deliciosas._ dijo el niño, con su rostro manchado de chocolate y migas. Se limpió la boca con la manga del pijama blanco recién lavado, cosa que seguramente haría enfadar a su tío más tarde. Su cabello pomposo, con rizos color nieve, se mecía ante la suave brisa de una tarde de fines del invierno. Estaba sentado en la acera de la calle, con una de sus infantiles y delgadas piernas encogida. El sol se estaba poniendo, empezaba a refrescar. Hacía una semana y media que había dejado de nevar , pero eso no significaba el fin del frío polar.

Guardó el paquete de galletas dentro de un bolsillo pequeño en su enorme camisa , para comerlas en la soledad de su habitación. Aunque sabía que rara vez tenía hambre.

_Te lo dije, cretino, tendrías que hacerme caso más a menudo. Siempre tengo razón, aún cuando no. _ respondió otro niño, que estaba sentado a su lado, mirándole con arrogancia y suficiencia. Su flequillo tapaba su frente, y el resto de su pelo caía prolijamente hasta su cuello, un corte carre bastante curioso. Era un muy bello atardecer, y los dos estaban afuera, comiendo galletas de chocolate y avena. En realidad, él sólo lo miraba, puesto que no había probado ni una galleta.

Ambos niños estaban mirando el cielo, el cielo azul lleno de "bolas de algodón" aunque supieran que no era algodón, sino agua cristalizada. No importaba cuán seguros estuvieran de esa realidad, mientras estuvieran juntos llamarían a las nubes algodón y a los benteveos, bichos feos. Los rayos del sol apenas proporcionaban calor, y lentamente la brisa se transformó en un viento helado. A pesar de gustarle estar encerrado en su cuarto, Near no quería irse aún.

Era temprano, apenas las seis de la tarde, por lo que su papá no volvería a casa hasta mucho más tarde. Y quería esperarlo, quería ver llegar a su papá. Rogaba a Dios (a pesar de dudar seriamente en su existencia) que su tío no lo llevase adentro todavía. Adentro no se aburría, pero no podía jugar con su amigo. O por lo menos, no cuando un adulto se encontraba cerca o despierto.

Tenía sus nuevos y carísimos juguetes, junto con el televisor y algunos libros. Sin embargo, Near no tenía ganas de leer, ni de jugar con juguetes en ese instante. Quería que su papá llegase y conociese a su amigo.

Con el rabillo del ojo,le observó un instante. Desde que tenía memoria siempre había estado con él, jamás había habido un sólo día de su vida en que no lo viese. Siempre estaba ahí. Siempre hablaban, y al discernir de opinión, peleaban. Era divertido pelear con él. Lo sacaba de quicio muy fácilmente, y le divertía hacerle enojar.

Sendos chiquillos eran creativos y bastante inteligentes, por lo que podían pasarse horas y horas discutiendo, con palabras demasiado rebuscadas y complicadas para niños de su corta edad. Lo único que molestaba al pequeño Near, es que su amigo lo conocía muy bien, pero no a la inversa. Tanto tiempo juntos, y ni siquiera sabía su nombre. Se negaba a darle cualquier dato sobre su misteriosa persona.

No le gustaba la interacción social, podría decir que tenía muchas actitudes que podrían ser calificadas de "autistas". Le bastaba con su padre y él, además, contaba con la desagradable participación de su tío.

No obstante cuando algo le interesaba indagaba hasta el fondo sobre ese tema o , en este caso, persona.

_ Me juego mi chocolate de la tarde a que tu papá llega en unos minutos_ dijo de repente, sacándolo de sus pensamientos.

_No. Mi padre siempre llega a las ocho y media. Nunca antes_ respondió rápidamente Near. Su compañero sonrió con malicia, como tantas veces lo había visto hacer, y le replicó:

_Te juro que sí._ insistió, meneando la cabeza como una diva. El niño de rizos sonrió levemente con radiante picardía.

_No seas terco, no va a venir hasta más tarde_

_ No lo sabes todo, pequeño cabezota, y te puedo asegurar que tengo razón. Ya lo verás _ afirmó. El otro sólo asintió burlonamente.

_ Si, por supuesto_ su tono sarcástico era ideal para sacar de quicio a la gente. Una cualidad muy propia de su progenitor.

_¿Quieres apostar? Apostemos, si que pierdes, jugaremos a lo que yo quiera mañana._ Luego de pensarlo brevemente, le observó fijamente con una mirada plateada, un precioso gris apagado. Con una voz y expresión muy serias , características desarrolladas desde la cuna, dijo:

_ Si_

_ ¡Near! ¡Ven adentro, hace frío allá afuera! _ esa voz irritante y masculina hizo que formara una mueca de fastidio. Contestó , tratando de ocultar su desagrado:

_Ya voy tío Light, estoy jugando_ Dios Santo, era un insoportable. Siempre con los modales, con el cinismo, con esa careta de niño bien portado que a Near siempre le daba ganas de arrancar y dejar expuesta la cara mugrosa y podrida que había debajo.

Y le importaba un corno que fuera el hermano de su papá, era insufrible.

_Te vas a resfriar, ven adentro, tu padre llegará tarde._ su tío insistió. Realmente, empezaba a detestar a ese individuo. No entendía como su padre le tenía alguna clase de aprecio.

Aún desde la vereda se sentía el aroma a comida. Iban a comer sopa de fideos con verduras, cosa que el niño aborrecía con todo su ser. Aborrecía todo producto que saliese de la siguiente ecuación: Light + verduras= comida desastrosa.

_Esta bien, ya voy_ se resignó, suspirando casi imperceptiblemente, cosa que hizo reír a su acompañante.

_Creo que es momento para irme, Near_ dijo dándose la vuelta y poniéndose la capucha de su buzo negro. El viento ululaba una macabra canción, y el crepúsculo hacía acto de presencia con su cielo oscuro sus nubes rosas y rayos rojizos.

_Espera_ dijo el otro, agarrándole de la manga. Su amigo no se dio la vuelta para mirarle. Estaba cansado de esa situación. Siempre que su tío o padre aparecían en escena, él desaparecía como alma que lleva el diablo. Antes no le daba importancia, sin embargo, ahora que era mayor, quería una razón. Nunca le había gustado dejar cabos sueltos, y cuando se trataba de aquel chico, menos. No sabía nada de él, y la ignorancia de las cosas le molestaba sobremanera. Que le mintieran y ocultasen cosas le enfadaba. Sobretodo cuando eran cosas que podía comprender, a pesar de sus seis años de edad. Le miró intensamente, esperando una explicación y al ver que no la iba a obtener dijo:_ Dime por lo menos tu nombre, que ni siquiera sé eso de ti.

_¿Quieres saber mi nombre? Esta bien _ dijo, aún sin darse la vuelta. Sus rubios cabellos dejaron de revolverse por un segundo, y al albino le dio la sensación de que por un segundo, todo había quedado en un silencio expectante y ansioso por conocer la respuesta a una pregunta que tanto había esperado para ser formulada.

_ Mello. Me llamo Mello_ dijo, y caminó hacia adelante, sin esperar contestación. Iba descalzo, y sus pies se ensuciaban con cada paso que daba.

El niño se levantó , giró la cabeza hacia su puerta de madera, la cual se encontraba entreabierta, como diciéndole que entrase. Adentro estaban prendidas las luces y se dejaba ver una sala de estar acomodada y repleta de muebles dignos de alguien con muy buen gusto.

Al volver a mirar hacia donde estaba Mello, no se sorprendió al notar que ya no estaba allí. Como si nunca hubiese estado a su lado.

Eso era normal. Era algo de rutina. Y no se preocupó, porque sabía que volvería. Mello siempre volvía.

Y volvería con una sonrisa, al descubrir que no se había equivocado. En ese momento, el auto gris de su padre dobló la esquina. L también había regresado.

_No quiero comer más._ dijo Near, rompiendo el silencio incomodísimo que reinaba en el amplio comedor. Más incómodo que inyectarse ácido muriático en el culo*, pensó el pequeño.

Su plato se encontraba casi lleno, apenas había probado los fideos.

Unos ojos marrones lo miraron severa y firmemente. Near se obligó a mirar a su tío, a soportar esa mirada tan descarada y que pretendía intimidarlo. No lo iba a conseguir.

El peinado pelo castaño le bordeaba la cara. Su nariz mediana y estrecha, junto con los labios demasiado gruesos para ser de un hombre, le daban un aspecto afable y atractivo. Aunque todo eso se iba al diablo cuando ponía esa "cara de traste" como decía su padre, y daba la imagen de ser un amargado total. Un tipo aburrido vestido con traje de negocios, encerrado en una oficina, con cero signos de simpatía.

El niño no recordaba cuándo había sido la última vez que lo había visto sonreír. Ah, sí, había sido hace una semana, cuando en la televisión pasaron la noticia de que a un asesino le habían dado la pena de muerte. "Esa escoria debe morir" había dicho, sentado en el sofá rígidamente con las piernas cruzadas y un periódico en la mano.

Light entrecerró los rasgados ojos y le recriminó en un tono poco amable:

_ Te dije que no comieras antes de cenar. Y hasta donde yo sé, no puedes andar comiendo cualquier porquería. Tienes el estómago muy delicado y eso no favorece a tu alimentación. Además, las galletas con chocolate eran para el fin de semana. Y antes de que preguntes cómo lo se, tú no estás tan relleno como para que en tu camisa se haga ese bulto, Near. _ cruzó los brazos, con actitud de profesor que regaña a un alumno rebelde. Iba a contestarle, a pesar de saber que ambos acabarían en una discusión donde su tío le tiraría encima todo tipo de palabras malsonantes, cuando otra voz, proveniente del otro lado de la mesa los interrumpió:

_Ya, ya Light, no seas duro con el niño. Comerá cuando de verdad tenga hambre. Después de todo, es como yo: come dulces_ su padre salió a defenderle, como siempre, con ese tono tan inexpresivo y perdido. Le observó un minuto.

Era la antítesis total de Light. Pelo moreno, desordenado y con mechas desparejas, sobretodo del lado izquierdo. Palidez cadavérica, de ojos grises como los suyos, con marcadas ojeras que los adornaban. Nariz larga y fina, rostro delgado, labios muy finos. Vestía una remera que le quedaba suelta, al igual que los pantalones e iba descalzo. Parecía un pordiosero. O un científico demente.

Sino fuera por el registro civil, nadie se daría cuenta de que ambos eran familia. Nunca.

_ Ryuzaki, no le des con el gusto. Va a transformarse en un malcriado con muy mal hábitos alimenticios. Tiene que aprender el respeto por sus mayores y por la mesa. Algo de buenos modales no le vendría mal, ¿No crees? Aparte, ¿Cuántas veces te he dicho que no te sientes de esa manera? ¿No ves que hace mal a tu espalda?_ Padre e hijo intercambiaron una mirada que quería decir "otra vez empieza con esas mariconadas" .

El albino pensó que si le ponían anteojos, bigotes y gafas, era una versión más ácida y molesta de Nerd Flanders de los Simpson.

Ryuzaki chasqueó la lengua y le respondió:

_ No creo que sea un malcriado, ni le falten modales. Estoy seguro de haberlo educado y alimentado bastante bien, y tú mismo eres testigo. Saltearse una comida no es nada. No hagas la gran Shakespeare por eso, Yagami_ Light frunció el entrecejo , y el moreno contuvo las ganas de sonreír _ Por otro lado, no creo que mi postura sea un problema. Me ayuda a pensar mejor, tal vez deberías intentarlo_ agregó, sonriendo de esa manera tan particular, haciendo que las tripas de su hermano se retorcieran de rabia.

Papá es un genio, pensó Near. Le encantaba la forma en la que contradecía las ideas de su tío y las daba vuelta a su antojo. Era un ídolo.

_Bueno, haz lo que te plazca, yo solamente te advierto. Cuando se vuelva en tu contra ahí te quiero ver_

_No me volvería en contra suya, tío Light, te equivocas. Si mi padre presenta argumentos válidos y coherentes no tendría por qué desobedecerle. No tengo problemas con ello, aparte de que no es una persona autoritaria_ marcó especialmente esa palabra_ Sino un tipo inteligente y práctico. Ir en su contra sería algo idiota y poco productivo. _ finalizó el menor

_Los dos son imposibles_ dijo Light con aire ofendido y se llevó los platos de la mesa. Los otros volvieron a intercambiar una mirada, esta vez de triunfo.

Cariñosamente, L le revolvió los cabellos a su hijo.

_ Me da la corazonada de que mientras más envejece, peor cocina, y por ende, se pone de morros. Es un círculo vicioso._ le susurró L y Near asintió suavemente. _ Comeremos pastel de fresa, ¿Quieres?_ Nuevamente, respondió con la cabeza.

L salió hacia la cocina, y ágilmente sacó el pastel de la heladera repleta. Dos cucharas desaparecieron de la mesada, ante la confusión de Light, quien estaba lavando los platos.

Ambos empezaron a comer el pastel, y cuando el castaño terminó de lavar todos los platos, la bandeja del pastel estaba vacía. El joven tenía los labios cubiertos de crema y la punta de la nariz también. El menor, en cambio, solamente tenía unas migas en la comisura de la boca.

_ ¡Menudo par de mocosos!_ exclamó enojado_ ¡Comen pastel en vez de la comida! No tienen remedio._ dijo y se sentó suspirando exageradamente. Eran un dolor de cabeza terrible. Lo peor era que su principal juguete era él, en consecuencia, iban a tratar de fastidiarlo por todos los medios.

Los susodichos no le hicieron y acto seguido, el moreno buscó su computadora, y la prendió. Aún tenía deberes con su trabajo, había venido temprano de milagro. Se sentó acuclillado sobre la silla, y se llevó el índice a la boca. A Light le pareció asqueroso, pero decidió no recriminarle más,no tenía sentido, era incorregible.

Mientras tanto, Near había ido a su cuarto, al parecer, buscaba algo. Trajo consigo una caja, y al instante entendió que era uno de sus rompecabezas. Era de los más simples, de no más de 50 piezas pequeñas. Las colocó sobre la mesa y se dispuso a armarlo.

Era tan bajito, que tuvo que ponerse de rodillas sobre su silla, para poder ver y mover las piezas.

Su tío se quedó mirándolo por un rato. Parecía absorto en su mundo. Parecía estar pensando en algo, y de una manera automática armaba el rompecabezas. Luego miró a L.

Parecía estar en otro Universo, con la mirada fija en la pantalla, sin fijarse en lo que sus dedos hacían. Escribe de una forma tan rara, pensó , no usa las manos. Usa los dos índices, como si no tuviera el resto de los dedos.

Después volvió a mirar al niño. Sin duda, se notaba que eran padre e hijo.

De repente, se acordó de algo y le preguntó al peliblanco:

_¿Con quién hablabas hoy?_

_Con un amigo_ respondió con sequedad, sin ganas de dar explicaciones. Dudaba que su tío entendiera, y no quería darle mucha información. La idea le disgustaba. No confiaba en él.

_ Pero yo te vi desde la puerta, y no había nadie contigo_ replicó levantando una ceja. Apoyó la cara sobre su mano, haciendo que su codo se clavara en la mesa.

Near no levantó la vista, y en un tono casi monótono le habló:

_ Claro que sí. Estaba allí, a la par mía. Debes de haberte confundido_

_No, estoy seguro de que hablabas solo_ Light hizo una pausa, tratando de entender la situación. No había visto a nadie junto a su sobrino. ¡Tsk! ¡Por supuesto!_ Ah, ya lo entiendo. Near, ¿A ese amigo sólo lo puedes ver tú, verdad?_ preguntó pedante. Se había olvidado que era un niño. Un pequeñajo irreverente e imaginativo. Bastante apático. Pero a fin de cuentas, un infante. ¿Y qué clase de infante no tiene un amigo imaginario?

Mientras tanto, el albino se estaba molestando. Sabía lo que pensaba Light. Sin embargo, Mello era real, muy real. Un amigo imaginario no puede tocarte, un amigo imaginario no puede empujarte, ni mucho menos darte un puñetazo que deje un moretón. Su brazo le dolía un poco todavía.

Aunque, tenía que reconocer que sus razones eran válidas. ¿Cómo podía probar la existencia de Mello sin que alguien mayor lo hubiera visto? Eso era cierto. Solo él podía verle y escucharle.

_Él es real._ dijo con una seguridad de un abogado de cuarenta años que testificaba que su cliente era inocente. Su tío sonrió con compasión, cosa que le revolvió le estómago. Odiaba verlo sonreír de esa manera tan altiva, tan pedante.

_ Si, no te estoy negando que sea real. Existe aquí._ y con su dedo señaló su frente_ Existe en tu mente. Eso no quiere decir que no sea real. Quiere decir que es real, pero sólo en tu imaginación. La imaginación es un arma poderosa, Near, ¿Me entiendes lo que te digo?_

_ Sí, te entiendo perfectamente, pero déjame decirte que estás equivocado, Yagami_ Entonces, el castaño arqueó las dos cejas, entre sorprendido y disgustado. Su sobrino no le hablaba así a menos que estuviera muy, pero muy enojado. Lo cual, le hacía mucha gracia.

_ ¿Ah, sí? Pues vamos, ¿Tiene nombre si quera?_ Le estaba haciendo burla. L dejó de escribir el informe sobre el avance de su investigación y lo miró por un segundo. Había estado atento a la conversación, y no le agradaba el rumbo que estaba tomando. Su hermano estaba cometiendo una bajeza que le daba vergüenza ajena: ponerse a pelear con un niño, arruinándole la ilusión de tener un amigo imaginario. Eso era cruel.

No obstante, confiaba en que Near sabría defenderse del aguafiestas de Light, por lo que estaba esperando su respuesta. Su hijo parecía tranquilo, a pesar de que un instinto interior le negaba aquello. Siempre se había preocupado por la carencia de expresiones y a veces, de emociones del pequeño. Sabía que esas cualidades también las poseía él, pero Ryuzaki era un adulto, que había experimentado muchas cosas a lo largo de su no tan extensa vida. Near apenas tenía seis años. Y lo que más le angustiaba era que no tenía amigos. Mejor dicho, casi no tenía contacto humano. La únicas personas con las que tenía contacto eran: él, Light, su abuelo y en el pasado, su madre. Tuvo que sacudir la cabeza antes de que en su cerebro se formara la imagen borrosa de la madre de Near. Era algo que era inconveniente de recordar.

Volviendo al tema, le preocupaba que tuviera algún tipo de inhabilidad cognitiva. Descartaba el autismo, pero había posibilidades del síndrome de Asperger. Tal vez algún día lo llevaría a un psicólogo, para asegurarse y confirmar sus sospechas.

_ No te burles tío_ dijo alzando un poco la voz, más de lo habitual._ Y sí, si tiene nombre.

_¿A ver?_ preguntó socarronamente. El albino bajó la cabeza, en silencio. Acomodó un par de piezas en la mesa, lentamente, vacilando. Su padre continuó escribiendo.

_ Light, basta, no creo que debas..._ empezó a decir el ojigris, sin separar su visión de la pantalla, cuando la voz infantil lo interrumpió:

_ Mello._ L se quedó estático. Su dedo se encontraba apoyado en la tecla M con firmeza. Comenzó a temblar.¿Qué acababa de decir?_ Su nombre es Mello.

Todos estuvieron en silencio por unos cinco segundos. Light notó que el aire allí se había vuelto pesado, denso. Algo andaba mal. El viento rugía con una intensidad feroz de tal forma que podían escucharlo, a través de las gruesos vidrios de las ventanas cerradas.

Pareció que su sobrino se dio cuenta al igual que él, porque levantó la mirada hacia su padre. Éste temblaba y antes de que pudiesen preguntarle nada, cayó de costado de la silla, haciendo mucho ruido. Se puso de pie de un salto y justo en ese oportuno momento, la ventana de la habitación se abrió con una fuerza descomunal, y como resultado, chocó contra la pared haciendo que se quebrara en mil pedazos.

Los dos hermanos gritaron con horror, por motivos muy diferentes.

¿Debo creerlo? pensaba el moreno, tendido en el suelo, sin atinar a levantarse, ¡Mello! ¡Es IMPOSIBLE! ¡Mello! ¡MELLO!...

Dios, de verdad que ODIO A LIGHT YAGAMI. No pude evitar meterlo en la historia, encaja en el papel perfectamente. Pero ¡Jesús! Personalmente, lo considero un villano detestable. No me maten, es sólo la opinión de esta servidora. En el próximo capítulo se incluirá a la madre de Near, y creo que muchos estarán felices.

*Frase sacada de unos de los sabios maestros youtubers: DrossRotzank. Tenía que hacerle algún homenaje.

Un beso psicológico, SYTMMHC.