Capítulo 1
Malos sueños
Había pasado un año desde que Oliver Davis, o mejor conocido por todos como Naru abandonado SPR y todo lo referente a este. Ahora vivía en Londres en un apartamento propio, y si no hubiera sido por la ayuda de su padre Martin, jamás hubiera logrado convencer a su madre de dejarlo vivir solo.
No había nada nuevo que contar, excepto tal vez era que Lin hacia hasta lo imposible por llamar la atención de Madoka y que él había decidido seguir los mismos pasos de su padre (o eso se suponía).
Al principio fue difícil acostumbrarse de nuevo a la rutina que había tenia en Inglaterra, en especial a ciertas cosas, como el sabor de su propio té que le sabia del asco o la falta de escándalo a su alrededor; Aparte de eso su madre Luella se había puesto muy emocional en los primeros meses, jamás dejo de consentirlo o de regañarlo por todo.
Las cosas a su alrededor eran tan diferentes. Las personas, el ambiente y en especial los casos.
En Inglaterra los fantasmas eran muy diferentes que en Japón, parecían menos humanos y más insensibles de lo que ocurría a su alrededor, podría decirse que se debía a la cultura o las creencias en la que habían vivido, también el resolverlos era diferente, solo se hacían los exorcismos necesarios y ya, nunca se preocupaban por entender las razones que tenia el espectro para hacer lo que hacia, nunca intentaban hacer que "cruzara al otro lado", simplemente los casos habían dejado de ser un reto, habían dejado de ser divertidos.
— ¿Noll?— la voz de su madre lo saco de sus pensamientos — ¿oíste lo que te dije?
— ¿Qué?
Su madre se puso roja de la indignación al saber que no le estaba prestando atención y prácticamente estaba hablando con la pared.
—Estas pensando en el trabajo otra vez, ¿verdad?, eres igualito a tu padre, en eso ustedes dos nunca cambiaran— Martin empezó a toser por el súbito comentario de su mujer
—Jamás dejan de pensar en el trabajo. —Continúo sin prestar atención a su esposo — ¿Es que no puedes dejar de pensar en eso mientras cenamos?
Martín soltó una risita nerviosa.
—Claro mama— dijo el muchacho, mirando su plato con una media sonrisa en los labios; la verdad es que no se equivocaba, no había podía dejar de pensar en eso.
Últimamente has estado muy callado... bueno... más de lo normal— esta vez habló su padre— ¿pasa algo?
—No— respondió cortante. Reverenda mentira. "¿Qué pensarían sus padres si les dijera que quería regresar a Japón?", posiblemente a su madre no le agradaría la idea, no le agrado nada hace dos años atrás, ¿por qué le agradaría ahora?, aunque ya era mayor de edad y ellos no podían hacer nada para evitarlo. Pero ¿por qué regresaría a Japón?
—Oliver no juegues con la comida—soltó su madre.
—Claro mama— la mujer lo miro con cara de pocos amigos—… Realmente no tengo hambre y tengo que ocuparme de algunos papeles que deje pendiente— se levanto de su silla y saco el dinero suficiente para pagar la cuenta, mientras su madre lo miraba con una mueca de enojo y su padre se despedía de él. Antes de salir del restaurante pudo escuchar el comentario que su padre le hacia a su madre sobre él y qué era lo que le estaba pasando.
Camino hacia su auto. Tal vez si quería regresar, la última vez que había visto a uno de sus ex-compañeros había sido hace seis meses, cuando su padre había aceptado un caso en Australia y fue cuando contactaron con el padre John para que los ayudara. El último caso entretenido en meses, hasta John le había sugerido que retomara a SPR. Arranco el auto, hoy estaba demasiado distraído.
En vez de ir a la oficina de su padre decidió que era mejor ir a su apartamento, necesitaba descansar un poco, además ya eran las 10:45 de la noche y trabajar distraído solo lograría que cometiera errores.
Entro en el apartamento y dejo su saco en el mismo lugar que de costumbre, luego se tomo su tiempo para prepararse un té; cada vez mejoraba un poco más, ya no sentía ese sabor tan asquerosamente dulzón y aguado que sintió la primera vez que intento preparar uno. Tomo uno de sus libros más ligeros, se acomodo en el sillón y se dispuso a leer.
—Disculpe—le llamó una voz chillona que reconoció como la voz de un niño; lo que más le sorprendió fue que le estuviera hablando en japonés. Inmediatamente abrió los ojos y junto al él, en el sillón se encontraba una niña pequeña de rasgos asiáticos con cabello castaño y grandes ojos color caramelo... como los de Mai.
Ver a esa pequeña niña le causaba un vacío en la boca del estomago, aun podía recordar cada detalle de su rostro cuando le rompió el corazón.
—Disculpe, señor—repitió la niña con mucha decisión plasmada en su pequeño rostro—, ¿Hay algo mal en mi?
Oliver se quedo sorprendido; la niña no parecía tener más de diez años, pero lo que más le sorprendió es que tenía las mismas facciones que Mai.
Al ver que no le respondían la niña empezó a lagrimear.
— ¿Lo hay?—su rostro mostró miedo—lo sabía, lo sabia— comenzó a llorar.
El se acomodo lo más cerca que pudo de la niña; esa niña lloraba como Mai.
— ¿Quién…?
— ¡Mai!— se escucho otra voz en el cuarto — ¡Mai!, ya deja de estar hablándole a la nada se nos esta haciendo tarde— tras de la niña se encontraba la silueta de un hombre que no era más alto que el mismo Noll. La pequeña se estaba limpiando las lágrimas de los ojos y con una brillante sonrisa se acercó al hombre y lo tomo de la mano, no había notado antes que la pequeña llevaba una mochila roja en la espalda; y antes de que ambos desaparecieran por una pared, la pequeña Mai volteo la vista de nuevo hacia él. Si no hubiera sido porque él sabía que significaba esa mirada y esa sonrisa la niña se hubiera visto tétrica. Sus ojos estaban entrecerrados y tenía una sonrisa de oreja a oreja, era la mueca que ponía Mai cuando hacia una travesura.
Oliver comenzó abrir lentamente los ojos, mientras recorría el lugar con la mirada
"Fue un sueño". "Un sueño un poco raro, pero al fin al cabo un sueño".
—Mai...
—Tal vez sea tú subconsciente— opinó con indiferencia Lin la mañana siguiente, después de que Noll le hubiera contado sobre el sueño que tuvo, —quieres regresar a Japón pero eres demasiado orgulloso para aceptarlo—dijo como si fuera lo más normal del mundo. Además era obvio que Oliver quería regresar, pero no sabía como decirlo ya que su orgullo y temperamento se lo impedían. Y la principal razón de su regreso era una chica llamada Taniyama Mai.
— ¿Y por qué exactamente ahora? ¿Por qué tuve ese sueño tan raro?— estaba irritado, no iba a aceptar tan fácilmente que esa fuera la razón por la cual quería regresar. Durante un año había intentado evitar siquiera decir el nombre de la chica y todo lo que estuviera relacionado con ella, le dolía solo de recordar (por alguna extraña razón), que ella se hubiera enamorado de su hermano gemelo. Así era como siempre había ocurrido en el pasado; todas las chicas que los conocían siempre terminaban enamorada de los encantos de su gemelo. Pero antes eso no le molestaba ni un poco, el mejor las ignoraba y luego veía como su hermano se las quitaba de encima. El "mataviejas" le decía. Empezaba a sentir jaqueca solo de recordar todo eso.
—Además—agrego con los ojos cerrados mientras se masajeaba las sienes, — si esa hubiera sido la razón, ¿por qué apareció en mi sueño en forma de niña? si yo la hubiera querido ver, seria en su forma adulta, tal vez como la ultima vez que la había visto y la cual se le había quedado grabado en la memoria.
No hubo respuesta. Abrió los ojos buscando la reacción de su compañero antes sus palabras.
Lin había dejado de teclear lo que sea que estuviera escribiendo en la computadora. Lo estaba mirando fijamente, y en su único ojo visible mostraba enojo e incredulidad. "Necio", pensó Lin con la imposibilidad de competir contra su lógica y decir realmente lo que estaba pensando.
Oliver estaba parado en medio de la oscuridad, lo más probable es que se hubiera quedado dormido. Sin pensarlo se puso a vagar por el lugar, buscando alguna razón o algo que lo sacara de sus dudas y le diera alguna pista de lo que estaba haciendo ahí.
— ¿Te sientes mal?— se escucho una voz femenina que hablaba en japonés en algún punto frente a él, había escuchado antes esa voz.
Alguien pareció responder con un quejido. Es sonido de unos tacones comenzaron a acercarse a él.
— ¿Qué es lo que tienes? ¿Es la cabeza? ¿El estomago?—la mujer de enfrente estaba mas cerca y hablaba con más suavidad que antes. Pero no obtuvo respuesta— sabes que puedes decirme lo que te pasa. Vamos, que soy doctora y puedo ayudarte con lo que te pasa— dijo indignada.
La otra voz que escucho también era de una mujer, pero esta apenas era un murmullo a comparación de la anterior.
—No, no es eso— hubo un pequeño silencio—. No creo que entre en el término normal...se siente como si mi energía subiera y bajara como un elevador descompuesto y además creo que me estoy haciendo narcoleptica [trastorno del sueño] — se rio quedamente por su comentario.
En algún lugar había escuchado antes esas voces, pero no lograba recordar donde.
— ¿Ya has ido a hacerte algún chequeo medico?—la voz de enfrente se escuchaba preocupada.
—Si, una vez me quede dormida en medio de la banqueta y alguien llamo a una ambulancia, pero no encontraron nada raro en las pruebas que me hicieron.
— ¡¿Ambulancia?—grito.
—Es que...— se rio nerviosa— se supone que caí al suelo inconsciente y según los doctores, me empezó a dar un...a…ataque o algo así.
—Son las pesadillas— la voz de enfrente había cambiado de dulce a autoritaria. Hubo otro silencio.
La mujer de enfrente se alejó bufando, se escucho unas llaves tintineado.
—Vamos Ayako, no te pongas así— dijo débilmente la voz que se escuchaba por todas partes. ¿Ayako?
— ¿Por qué nunca me dices cuando estas cosas te están pasando?
La voz de enfrente si era la de Ayako; y de una Ayako que se escuchaba muy indignada, si mal no la recordaba.
—Perdón.
—Esto está empeorando— si estuviera viendo ahora mismo a la pelirroja, su expresión seria de dolor.
—Yo... yo puedo manejar esto.
—No Mai, esto se está saliendo de tu control. Necesitas ayuda— se escucharon las llaves tintinear otra vez—lo voy a llamar.
"¿Mai?" pensó Oliver. Realmente no se parecía en nada a la voz que recordaba de Mai, esta voz se escuchaba demasiado débil y muy ronca. "¿Y llamar a quien?"
— ¡¿QUÉ? ¡NO!— grito la que parecía ser Mai— No lo puedes llamar... n…no es necesario... y…yo... no...—su voz se fue apagando poco a poco.
—Necesitamos saber que es lo que te esta pasando— hablo suavemente mientras se escuchaban los sonidos de las teclas de un teléfono celular.
—Pero... ¿y si cambio su número?
No se escucho más que el sonido de un teléfono siendo colgado.
—No importa... si eso ocurrió conseguiré el nuevo número— dijo la mujer con todo su orgullo.
—También Bou-san sabe de esto—dijo Mai optimista—. El también puede ayudarme, ¿no?
Ayako bufo.
—Si... también John ha de saber algo. De repente se quedaron en silencio
—Duerme, esas bolsas bajo tus ojos no se quitaran con otra cosa que no sea dormir. Yo me encargare del resto— hablo Ayako de una forma muy maternal.
Mai rio.
—Por supuesto.
—Vendré mañana ¿ok?
—Aquí estaré—suspiro una Mai rendida.
Se escucharon las llaves moverse otra vez, los pasos de Ayako se alejaron aun más, se escucho el sonido de una puerta siendo abierta y luego cerrándose.
Paso un par de minutos en medio del silencio, hasta que al fin pudo ver algo en medio de esa oscuridad, frente a él se encontraba una Mai en su versión infantil, otra vez. Su rostro se encontraba triste y solo miraba un pequeño frasco con una calcomanía de una carita feliz de color amarillo.
—Oye—hablo Oliver por primera vez en todo el tiempo que llevaba de transcurrido dentro del sueño, sintió su voz rasposa como si no hubiera hablado en años. La niña no mostraba ninguna reacciono ante su llamado.
Unos espectros blancos empezaban a aparecer tras de ella.
— ¡Hey!—la volvió a llamar mientas los espectros empezaban a acercarse a la pequeña Mai.
— ¡Mai!— el nombre salió de su boca como si hubiera pronunciado una palabra en un idioma extraño. La niña lo miro
—Ven aquí ahora mismo—le ordeno como siempre lo hacia.
La niña regreso su mirada al frasquito sin hacer caso alguno de lo que le estaba diciendo, de repente uno de los espectros le puso algo que parecía ser una mano en el hombro; Oliver creyó que se le iba a salir el corazón por la garganta al escuchar el grito desgarrador que había soltado la pequeña Mai, tenía una fea quemadura en el hombro que había tocado el espectro.
— ¡Mai!—en ese mismo momento corrió hacia ella y la tomo de los brazos. La niña se puso a llorar mientras intentaba abrir el pequeño frasco que se encontraba en sus manos con torpeza. Otra mano fantasmal le toco el cuello y otra el estomago; ella soltó un grito que casi destruyo sus tímpanos y lo dejo atonto por un momento. Era imposible moverla, era como intentar mover un muro de piedras solidas.
—Mai.
La pequeña Mai seguía jadeando a causa del dolor. Cuando al fin pudo abrir el pequeño frasco sacó una pastilla y con la mano aun temblorosa se la metió en la boca, tragándola con dificultad.
La piel de Mai se veía de un color pálido enfermizo, las venas sobresalían sobre su piel haciéndola que se viera de alguna forma grotesca. Las quemaduras se habían desvanecido pero los espectros aun seguían ahí, tocándola pero sin llegar hacerle ningún daño. Oliver hacia todo lo posible por apartarlos, pero después de dar algunos golpes inútiles y sabiendo que por mas que quisiera no podía hacer nada para ahuyentarlos, miro a la niña. Su rostro ya no mostraba dolor, ni terror, ni confusión; no mostraba nada más que una sonrisa vacía y sin emociones.
— ¿M…mai?
Se despertó de golpe. Estaba en su escritorio y tenía una hoja pegada en su mejilla. Apenas eran las 5:25 de la Tarde, y una jaqueca lo estaba atacando otra vez.
— ¿Noll?—la voz de Lin lo termino por despertar.
—Hmmm...
— ¿Estas bien?
—Solo es una jaqueca, no te preocupes— sus manos comenzaron a masajear sus sienes y cerró los ojos con fuerza. La imagen de la horrorosa piel de Mai se le había quedo grabada en la memoria; empezó a sentir asco y remordimiento creciendo en la boca del estomago.
— ¿Cuántas has tenido ya?
—No sé—dijo tajante. No quería hablar con nadie, su asco se incremento y sin decir nada se levanto de su silla y dejo la habitación. Lin lo siguió por los pasillos hasta que llego a la puerta del baño.
"Algo estaba mal con él" "¿Por qué de repente?"
Algo había cambiado, pero aun no había descubierto que era.
Se miro al espejo pero solo se encontró con un hombre confundido y en pánico.
"Mantén la mente fría", se repetía a si mismo mientras respiraba.
—Oliver, hijo ¿te sientes mal?—la voz de su padre se oía extraña, como si dudara de hablar o no.
—Es solo una migraña.
—Tampoco has comido bien últimamente que digamos— Martin jamás hablaba de esos detalles, hasta donde Noll sabia Martin estaba peor que el. Había alguien más afuera— tal vez necesites ver a un doctor...
Puso los ojos en blanco, debió haber sido su madre o Madoka la que lo obligaron a decir algo así. Se miro nuevamente al espejo y volvió a respirar profundamente, el lado derecho aun le seguía palpitando pero el asco que sentía se iba disipando.
—No es necesario
— ¡¿Cómo de que no es necesario?— exploto Madoka.
Soltó una media sonrisa.
—Saben. A la gente le gusta ir al baño en paz, sin que lo estén interrumpiendo —respondió cerrando los ojos.
Madoka bufo frustrada mientras se alejaba de la puerta.
—Bueno, hijo. Tenemos otro caso— aburrido— cuando salgas búscame. Vamos Lin.
— ¿Lin?—le llamo Oliver.
— ¿Si?
—Tráeme unas pastillas para el dolor de cabeza.
Solo se escucho como los dos hombres se iban alejando conversando sobre el nuevo caso.
Se volvió a mirar al espejo y no encontró lo que estaba buscaba. Tal vez su hermano ya hubiera sabido lo que le estaba ocurriendo, tendría una idea o hasta unas teorías. Todo lo "abstracto" era su punto fuerte: sueños, fantasmas, energías o cosas de ese estilo. Salió del baño y aun con el estomago inestable, se dirigió a la oficina de su padre y al entrar se tumbo en unos de los sillones que se encontraban en el lugar. Había otros tres hombres en la habitación, uno era el sub-director de la compañía de su padre, otro era el gerente encargado de los equipos electrónicos y el otro era el encargado del personal. Entre todos decidirían si el caso valía la pena o no ser aceptado, o si era peligroso, incluso decidían que cosas eran necesarias llevar y a quienes requerían.
—Oliver—llamo su padre sin dejar de mirar la carpeta que tenía en sus manos.
—Estoy bien, ya no te preocupes las pastillas serán suficientes.
Martín suspiro mientras Lin le lanzaba una cajita de Tylenol [pastillas para el dolor].
—Bien caballeros, comencemos...
Pasaron dos horas discutiendo todo lo relacionado sobre el caso.
Oliver se dirigió a su escritorio para llevarse sus cosas e ir a casa a descansar.
Entonces su celular empezó a sonar en algún lugar de la oficina; entre sus cosas no se encontraba, tampoco en su saco, ni en el escritorio y de repente el celular dejo de sonar. Solo recordaba que lo había dejado encima de su escritorio; el aparato comenzó a sonar de nuevo, el sonido ya lo estaba comenzando a sacar de quicio. Por fin lo encontró dentro del bote de basura junto a su escritorio. Había tres llamadas perdidas, dos de Madoka y la otra lo dejo pálido en el momento que leyó de quien se trataba.
Había olvidado por completo que tenía ese y otros números mas guardados en el directorio de su teléfono celular.
La llamada era de Ayako.
