INSPECCIÓN
By: Lavi*
¡Holas! POR FAVOR! LEAN ESTA PARTE ANTES DE EMPEZAR EL CAPÍTULO!
Primero que nada, gracias por haber entrado aquí. Como ya saben, es un FF de KHR es yaoi y bla bla bla. No es por eso que les pedí leer esto. Era sólo para decirles que el fin NO está completo. Aún trabajo en él y es una idea loca y retorcida xD. Lo traje como bonus para todos aquellos que leen En el Futuro, pero igualcualquiera lo leera aún si no ha leído el otro x] El punto es, no son muchos capis, y es una historia NO seria. Si es de su agrado la idea (El Capítulo uno es mas que nada introductorio a la idea del FF) pues continuaré el fic, sino, pues lo dejó y ya no exprimo mis neuronas a lo tonto.
Eso lo deciden ustedes ¿Vale?
Ahora sí: KHR es propiedad de Amano, no obtengo de esto mas beneficio que su comentarios.
Capítulo 1. La orden de inspección.
Esa mañana Tsuna se levantó con ganas de comer cereal.
Bajó en pijama y se aventuró dentro de la cocina de la monumentalmente grande Mansión Vongola.
Se sirvió en un tazón cereal con mucha azúcar y leche achocolatada y volvió a su habitación mientras se llevaba unas cuantas cucharadas a la boca.
_¡Tsuna!_ Reborn salió a su encuentro en el pasillo, impidiéndole avanzar.
Ante la sorpresa, el chico dio un bote y pegó un gritillo, regando algo de leche por el brusco movimiento de sus manos. El arcobaleno negó con la cabeza.
_¡Reborn! ¡Me has pegado un susto!_ Reclamó _Y encima me haces tirar la leche…_ Se quejó mientras miraba la mancha ser absorbida por la alfombra.
_Eso te ganas por andar con la guardia baja, Tsuna inútil_ El bebé caminó acercándose a él y le dio un puntapié en la pantorrilla _Más importante, ándate, llegó un aviso importante desde Italia_
Ante lo dicho el capo frunció el ceño extrañado. Las cosas iban de maravilla y no había preocupaciones para ellos últimamente. Ninguna mafia se metía con los Vongola y los negocios iban viento en popa. Entonces, ¿qué clase de aviso les habría llegado?
Asintió y empezó a caminar seguido por su tutor. A los lejos, el reloj del vestíbulo comenzó a sonar, dando diez campanadas. La mañana avanzaba y para ser tan tarde, el silencio y la tranquilidad invadían la construcción.
Era en esos momentos que el chico extrañaba la vitalidad de sus guardianes. Pero no podía hacer nada, después de todo, él mismo les había autorizado el vivir independientemente.
Cada uno, a su manera, había alegado la falta de privacidad y libertad. Por ende el Décimo había permitido a todos ellos irse y vivir en donde mejor les pareciera, con la condición de que estuviesen pendientes de cualquier llamado.
Yamamoto se pasaba por la mansión todos los días, por la tarde, para saber las novedades. Luego se iba a practicar béisbol al parque junto con algunos de sus amigos, a los cuales aún veía pese a haber terminado los estudios hacía tiempo.
Ryohei iba, esporádicamente, a saludarle y llevarle noticias de su hermana. Pero generalmente se desaparecía por largos periodos de tiempo.
Mukuro y Chrome, luego de la liberación del primero, junto con sus amigos de Kokuyô se mantenían completamente aislados y sólo le enviaban avisos por medio de Mukuro –el búho- para decirle donde podían encontrarles en caso de ser necesario. Tsuna no se preocupada de lo que estarían haciendo, confiaba en ellos.
Hibari, por el contrario, desaparecía por largos periodos de tiempo y nadie sabía nada de él. Nadie excepto el capo Vongola. Se sonrió a si mismo por ello.
Lambo, junto a I-pin, Bianchi y Fuuta sí vivían en la mansión, pero acostumbraban salir de paseo cada tanto, por lo cual la misma se sentía sumamente solitaria en esas ocasiones. Aunque, reconociéndolo, a veces Tsuna se alegraba de tenerlos afuera y no destruyendo el edifico.
Gokudera, muy por el contrario de todos, no debería de tardar en llegar a la Mansión. Como mano derecha se mantenía organizándole el trabajo, y siempre estaba al pendiente del capo. Si bien era cierto y vivía aparte, la mayor parte de su tiempo la gastaba en el edificio.
Tsuna alcanzó la puerta del estudio y entró encontrándolo ordenado, como siempre. Si no fuese por Gokudera, no podría encontrarse ni a si mismo en ese lugar. Soltó una risilla y se acercó a su escritorio, colocando el tazón sobre la madera, tomando el único sobre ópalo que se encontraba en el centro del mismo.
Le abrió extrayendo la nota firmada por los altos mandos Vongola, pero apenas iba a empezar a leerla cuando un par de golpes en la puerta le distrajo.
_Debe ser Gokudera_ Dijo Reborn subiendo al escritorio de un salto.
_Adelante_ Dijo Tsuna y fiel al comentario anterior, unos cabellos platas se asomaron por la puerta-
_¡Buen día Jyûdaime!_ Saludó efusivo inclinándose _Lamento la demora_ Se excusó.
_Esta bien, no hay mucho que hacer de todos modos, Gokudera-kun_ Sonrió.
_Pero, ¿qué hace aún en ropa de dormir?_ Le regañó el albino _Vamos, debe estar presentable para cuando vengan los mensajeros_ Caminó hasta él y le sujetó por los hombros.
_¿Mensajeros?_ Dejó el papel sobre el escritorio y se dejó arrastrar por la Tormenta de vuelta a su habitación _¿Cuáles mensajeros?_
_Los de Italia, recuerde que ayer llegó un aviso diciendo que vendrían hoy_ Tsuna sudó frio al no recordar nada.
Seguramente el bombardero se lo había dicho cuando no prestaba atención.
_Ah si, ya recuerdo_ Rió nerviosamente y ambos entraron a su recamara.
Gokudera le guió hasta un lado del enorme colchón y paso seguido se aproximó a su armario empezando a extraer trajes, camisas y corbatas.
Tsuna se llevó una mano a la barbilla preguntándose si la nota reciente tendría algo que ver con la extraña visita. Al mismo tiempo, se preguntaba ¿Cómo es que Gokudera conocía tan bien su armario?
A veces ni siquiera el mismo encontraba los calcetines.
_Creo que esto será una buena combinación_ Comentó el de ojos verdes mientras se aproximaba al castaño. Le colocó las prendas en las manos y le empujó hasta el servicio _Vamos, yo recogeré por aquí mientras se termina de alistar_ Y antes de que Tsuna pudiese decir algo más. La puerta fue cerrada en sus narices.
Suspiró pesadamente y procedió a obedecer las indicaciones de su amigo. Después de todo, él era el que sabía los planes del día.
Cuando salió de la ducha, ya arreglado, se encontró con su impecable habitación, pero ni rastro del italiano. Caminó hasta el estudio, de nueva cuenta y entró esperando encontrarle allí. No se equivocó.
_¿Gokudera-kun?_ Preguntó al verlo concentrado en el aviso que les llegara ese día. _Ah, ¿ya has visto de que va?_ Se acercó _Yo no he tenido tiempo de…_
_¡Mis disculpas, Jyûdaime!_ Le interrumpió el bombardero visiblemente nervioso.
_¿Eh?_
_No podré quedarme a recibir a los examinadores por usted, tengo que encargarme de algo importante antes de la inspección, ¡Con permiso!_ Y salió apresurado de la habitación.
Segundo después, Tsuna escuchó la puerta principal al cerrarse.
_¿Inspección?_ Miró curioso al arcobaleno, que le extendió el papel.
_Es para esto para lo que vendrán_ Dijo solamente _Yo también tengo cosas que hacer antes de que lleguen, ¡Ciao!_ Y, al igual que la tormenta, se fue dejando solo al castaño.
Tsuna miró extrañado por varios segundos la puerta del estudio y luego dirigió su mirada a la hoja entre sus dedos.
Allí mismo pudo leer el misterio por el que sus compañeros actuaban raro. La nota daba una breve explicación diciendo que los altos mandos enviarían un examinador para ver la forma en la que vivían y se manejaban el capo y los guardianes, allí, en Japón.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Tenía la impresión de que de eso, no saldría nada bueno.
¿Continuará?
No sé, eso depende de ustedes. ¿Les gustó?
¡Gracias por haber llegado hasta aquí y por leerme!
