El potterverso es de Jotaká.
«REFLEJOS»
Por Victoire Black.
Ese dichoso paquete.
Albus jamás le había dicho qué era eso, y mucho menos, por qué tenía que permanecer escondido en su taberna hasta que el peligro pasara. ¡Ah!, ¿y de qué peligro hablaba? Eran muchas las dudas que tenía Aberforth Dumbledore sobre ese dichoso paquete gigante que había aterrizado un día en su vivienda, con el único propósito de hacer que la curiosidad terminara carcomiéndole.
"No lo mires", había advertido su hermano con seriedad, "a menos que consideres la locura como un futuro cercano".
Pero ¿quién querría seguir las instrucciones de un viejo loco y chiflado, que al fin y al cabo lo único que pretendía era hacerse el valiente? ¿Tanta valentía para prohibir un paquetito de pacotilla? Él no había ido a Gryffindor, pero sabía a qué atenerse. No era estúpido.
Apenas cerrar la taberna aquella noche, subió a paso cansado hasta su casa. Había sido un día totalmente agotador, y no se sentía con ganas de hacer nada más que tirarse en la cama y dormir hasta el día siguiente. Pero el paquete gigante se encontraba tras la puerta, y parecía tener un cartel enorme que dijera "¡mírame!".
No lo dudó ni medio segundo.
Con un movimiento de varita y un simple hechizo verbal, la cobertura del paquete fue removida. "Si tan peligroso fuera el contenido para el que lo viera, Albus le hubiese puesto más protección", argumentó el anciano, sonriendo para si mismo. A decir verdad, le llamó bastante la atención lo que se encontró frente a él.
Un espejo.
—¿Todo esto por un maldito espejo? —se quejó Aberforth, poniendo los ojos en blanco, al tiempo que su reflejo llevaba una mano a su derecha. Se sorprendió de que ese movimiento no lo hubiera hecho su propio brazo, y se acercó aún más al enorme espejo. Tenía una inscripción arriba, que miró por dos segundos y resolvió que no se encontraba en ningún idioma que entendiera.
Devolvió la vista al cristal, y el corazón le dio un vuelco.
¿Desde cuándo ese anciano de barba gris era un joven pelirrojo sonriente? ¿Desde cuándo tenía a sus padres sonriendo a su lado? ¿Desde cuándo Ariana y Albus reían por algún chiste privado? ¿Por qué todos le miraban a los ojos?
Maldijo al espejo, y al propio Albus. Malhumorado, tapó nuevamente su superficie, y se limitó a tirarse en la cama. No le interesaba ver ni un segundo más de lo debido esa imagen... Su gran anhelo, una imagen que jamás en la vida había podido ver cumplida.
