Nota: Los personajes y lugares, son parte de la maravillosa creación del Profesor Tolkien. Este pequeño y humilde fanfic participa en el Reto #08: "La frase de la inspiración" del foro Cuando los hobbits descubrieron Internet, con la frase 10. Olvídalo, nunca debí confiar en ti.

Advertencia por posible OoC de alguno de los personajes, pero todo depende de la percepción del lector.

Olvídalo.

Thranduil leyó con atención la misiva de Cirdan. Hacía tanto tiempo que no tenía noticias del carpintero de barcos, que se sintió preocupado por recibir la carta. Al leerla sus temores se confirmaban. Era un nota escueta en la que le pedía que fuera a los puertos grises con urgencia para tratar un tema que le explicaría una vez ahí.

Aunque los descendientes de Elessar seguían gobernando, las cosas habían cambiado bastante en la Tierra Media, supo que en Imladris ya no habían elfos porque todos se marcharon con Elladan y Elrohir, un tiempo después de que Legolas también decidiera navegar hacia Tol Eressea, según las malas lenguas, acompañado de Gimli, el enano de Erebor.

Extrañaba a Legolas, si hubiese sabido él escucharía el llanto de las gaviotas, jamás habría permitido marchar con Aragorn.

Era tarde para reproches, no había más que hacer.

—Tal vez ver a Cirdan me sentará bien —se dijo a sí mismo el rey del Bosque Verde, especialmente desde que Celeborn desapareciera sin decir nada a nadie, pese a que la comunicación entre ambos elfos fue más fluida desde la guerra del anillo.

Alistó las cosas para una breve visita a los puertos. Una pequeña comitiva iría con él, porque como pensaba volver pronto ni siquiera llevó a su mayordomo Galion.

El constructor de barcos recibió con alegría a Thranduil, su larga barba y sus plateados cabellos todavía brillaban con el reflejo de las tranquilas aguas del puerto.

—Mi querido Thranduil, que alegría verte luego tanto tiempo.

—Lo mismo digo Nowë — Saludó el rey de Eryn Lasgalen llamando al Carpintero de barcos por un nombre casi olvidado —, he venido tan pronto como he podido porque tu carta me ha preocupado, dime ¿ha pasado algo?

—No tanto así como pasar, más bien es una interrogante y sé que tú podrías ayudarme a resolverla.

Thranduil miró al elfo con extrañeza. ¿Para eso le hacían venir?

—Verás, consulté primero con Celeborn antes de su partida.

—Celeborn, supe que había dejado Imladris, pero nunca dijo nada de planear marcharse, ni siquiera dejó una carta de despedida.

—No fue culpa suya —Cirdan disculpó al antiguo señor de Lothlorien —. Si tan solo las cosas no hubiesen pasado de esa forma, estoy seguro de que te habría dicho algo.

—¿Por qué lo dices? ¿Sabes algo acerca de eso?

—Bueno, supongo que tuve que ver un poquitín con el tema, pero no es momento para eso, ya te contaré, primero vamos a comer, he mandado a preparar una cena especial para ti, porque eres mi invitado y hacía tantos milenios que no te veía. Espero que te gusten las ostras y los pescados, es lo que comemos por aquí.

La cena fue de lo más entretenida, porque Cirdan a pesar de la creencia popular era un elfo muy alegre. Sus elfos sabían muchas alegres tonadas y la cena pronto se convirtió en una celebración. Cirdan se mostró complacido aunque evitaba abordar el tema de Celeborn cuando Thranduil el preguntaba más sobre él.

Obviamente el vino no faltó, de hecho era lo que más abundaba, sin embargo fue solamente cuando uno de los mensajeros del Carpintero de Barcos se aproximó para decirle algo al oído del señor de los Puertos, fue que Cirdan ordenó que sacaran de su cava personal una botella vino tan añeja como un ent, una verdadera rareza aun entre elfos que habían vivido en la primera edad

—Estoy tan contento con tu visita que me permitiré este pequeño capricho. Ten —dijo llenando la copa.

Thranduil probó el vino, jamás habría saboreado algo parecido en todos sus milenios.

—Es sinceramente delicioso.

—¿Te ha gustado? Ten un poco más —dijo llenando la copa hasta el tope. Thranduil bebió y al instante su copa aparecía siempre llena porque Cirdan no escatimaba en prodigarle la bebida. Todo comenzó a ser borroso, como si brumas cubrieran el ambiente, incluso la música llegó a ser solo un sonido lejano.

Cuando Thranduil despertó encontró que estaba un lugar desconocido, poco recordaba sobre la noche anterior y por la luz que se filtraba por la ventana notaba que hacía tiempo que había amanecido.

Trato de levantarse pero sintió como si todo se bamboleara de un lado a otro.

—Debe ser el vino —pensó, contento de que su gente no le viera en estas condiciones, pero pronto se dio cuenta de que no era solamente el vino, sino toda la habitación era la que se balanceaba de un lado a otro.

Tambaleándose alcanzó la puerta, agarrándose de las paredes de madera giró el picaporte y se dio cuenta que de estaba a bordo de un navío gris.

—¡Cirdan! —exclamó, no llamando al constructor de Barcos, sino porque se había dado cuenta de que Cirdan era el responsable de esto, que consideró una broma de mal gusto.

Por supuesto Cirdan apareció cuando oyó la voz de Thranduil, muy contento, a juzgar por la amplia sonrisa en su rostro.

—Dime Thranduil, ¿necesitas algo? ¿Un poco de sopa de pescado tal vez, o algo más refrescante?

La sola mención de los alimentos provocaron más nauseas en el rey, quien simplemente se dobló en dos justo después de que corriera a la baranda del barco. Naturalmente la escena no paso desapercibida para los elfos marineros del bote, que veían al rey de Eryn Lasgalen en pésimas condiciones y alguno que otro sacudía la cabeza.

—Obviamente el viaje en barco no le sienta bien al señor Thranduil —dijo Cirdan al ver a sus marineros —. Le pasó lo mismo al señor Celeborn, y eso es lo que van a decir en cuanto lleguen a Tol Eressea.

—Necesito que me digas por qué estoy en este barco — finalmente habló Thranduil —. Si es una broma es de muy mal gusto y necesito volver inmediatamente a tierra firme.

—Ven conmigo, hablaremos en privado. — Dicho Cirdan esto levantó al rey del bosque verde, que tenía un cierto tono verde en el rostro, según comentó uno de los marineros, para llevárselo a su camarote.

—Recuéstate, dentro de poco se te pasará el malestar —dijo en un tono paternal mientras le alcanzaba una cubeta.

—Cirdan, ¿cómo pudiste hacerme esto? —decía indignado entre arcadas —. Sabes que debo cuidar a mi gente, a los elfos del bosque, no puedo abandonarles así.

—No te preocupes por ellos, vienen en los otros barcos, le escribí a Galion para que alistara a todos los elfos para el viaje, porque le dije que no volverías. Eres tú el que me preocupa, ¿estás seguro de que no quieres comer algo, tenemos ostiones frescos.

Al escucha la mención de la comida Thranduil no tuvo más remedio que hacer uso de la cubeta que le ofreciera Cirdan.

—Por lo menos con los gemelos de Elrond fue más sencillo, bastó con decirles que había una regata, y tú conoces el espíritu competitivo de ese par.

—Debe ser su sangre noldorin.

—Bueno también son parte sindarin —respondió Nowë —, pero admito que sí tienen bastante de noldor. Con Celeborn la cosa fue diferente, el elfo extrañaba bastante a Galadriel, pero sentía que no podría dejar la Tierra Media así como así, porque pensaba que entonces te quedarías solo. Le hice llamar y convenimos que él se marcharía si yo le prometía que me encargaría de que tú llegaras seguro a los puertos de Tol Eressea.

—¿Celeborn te mandó a emborracharme y subirme al primer bote para mandarme al oeste?

—No al principio, en realidad fue idea de Ulmo, quien me dijo que el tiempo de los elfos en la Tierra Media terminaba y era imperioso llevar a todos los primeros nacidos al oeste y yo debía marchar con ellos —relataba sin remordimientos Cirdan —. Tuve que ser muy persuasivo con Celeborn, usé técnicas poco convencionales.

—Supongo que las mismas que usaste conmigo.

—Ambos tienen un temperamento parecido —Cirdan habló —. Descansa ahora.

El Carpintero de Barcos abandonó el camarote, mientras Thranduil cerraba los ojos. La resaca le sentaba muy mal.

En el tiempo previsto avistaron las costas de Tol Eressea, la bruma se disipaba mientras las luces de la ciudad de avistaban a lo lejos.

—Prepárate, llegaremos pronto —dijo Cirdan cuando Thranduil se aproximó al viejo marinero, porque durante el viaje estuvo molesto con el constructor de barcos, por haberle engañado como a un mozalbete de cuarenta años y por ello casi no hablaron en el trayecto —. Ulmo me ha contado que la gente nos espera en los puertos con una fiesta. Volverás a ver a Legolas y a tu esposa.

Thranduil sonrió, en realidad le alegraba esta noticia, pero recordó que seguía enojado con Cirdan.

—Supongo que esperas que vuelva a beber de ese vino.

—Tengo un poco si se te apetece.

—Olvídalo, he aprendido a que nunca debí confiar en ti.

Nota final:solamente y para información, Cirdan tuvo el nombre de Nowë, y era llamado varias veces el Carpintero de Barcos. Yo espero no haber forzado demasiado la nota con esta historia.