Hola cabe aclarar que los personajes no son míos y que no gano nada al hacerlo solo divertirme un poco xD, bueno este fic está basado en el cuento de Charles Dickens "A Christmas Carol" o mejor conocido como un cuento de navidad. Con los personajes de sailor moon y de protagonista Haruka Tenoh.

Nota: Haruka aquí es hombre no porque algún inconveniente con su género sino porque así puedo tener más manejo con el personaje.

Bueno espero que les guste


Se veía andar por las calles nevadas de Londres a un alto muchacho de cabello rubio cenizo, este parecía inmune a todo lo que sucedía a su alrededor. Jamás le detuvo nadie en la calle para decirle alegremente: "Querido Tenoh, ¿cómo estás? ¿Cuándo iras a verme?" Ningún mendigo le pedía limosna, ningún niño le preguntaba qué hora era, ningún hombre ni mujer le preguntaron en toda su vida por dónde se iba a tal o cual sitio. Aun los perros de los ciegos parecían conocerle, y cuando le veían acercarse arrastraban a sus amos hacia los portales o hacia las callejuelas, y entonces meneaban la cola como diciendo: "Es mejor ser ciego que tener mal ojo".

¡Pero qué le importaba a Tenoh! Era lo que deseaba: seguir su camino a lo largo de los concurridos senderos de la vida, evitando a toda humana simpatía para conservar la distancia.

Se detuvo frente a un edificio viejo en el cual lucia un letrero en el que se podía leer "TENOH & MEIOH".

Mi socia Setsuna Meoih murió hace siete años era una buena mujer- dijo el alto muchacho- robaba a las viudas y estafaba a los pobres jejeje en su testamento me dejo dinero para pagarle la tumba y le enterré en el mar jajajaja

Empecemos por decir que setsuna había muerto. De ello no cabía la menor duda. Firmaron la partida de su enterramiento el clérigo, el sacristán, el comisario de entierros y el presidente del duelo. También la firmó Tenoh. Y el nombre de Tenoh era prestigioso en la Bolsa, cualquiera que fuese el papel en que pusiera su firma. La vieja meioh estaba tan muerta como el clavo de una puerta.

Tenoh no borró el nombre del vieja Setsuna. Permaneció durante muchos años esta inscripción sobre la puerta del almacén. La casa de comercio se conocía bajo la razón social "tenoh & Meoih". Algunas veces los clientes modernos llamaban a Tenoh Tenoh y otras veces Meoih: pero él atendía por ambos nombres. Todo era lo mismo para él.

¡Oh! Pero Haruka Tenoh era atrozmente tacaño, avaro, cruel, desalmado, miserable, codicioso. Incorregible, duro y esquinado como el pedernal, pero del cual ningún eslabón había arrancado nunca una chispa generosa; secreto y retraído y solitario como una ostra. El frío de su interior le helaba las hermosas facciones. le amorataba la nariz afilada, le arrugaba las mejillas, le enrojecía los ojos, le ponía azules los delgados labios; hablaba astutamente y con voz áspera. Siempre llevaba consigo su temperatura bajo cero; helaba su despacho a su llegada con una sola mirada y no tibiaba el corazón ni aun en navidad.

Al abrir la puerta del lugar vio a su dependiente serena que al verlo entrar se alarmo y se dio la vuelta escondiendo algo tras de ella.

-oh ah ah buenos días señor Haruka- le dijo la joven toda nerviosa.

- serena que haces con ese pedazo de carbón- le dijo fríamente el joven.

- yo solo estaba intentando calentar la tinta- tomando el tintero que estaba sobre la chimenea el cual estaba totalmente congelado.

-bah!! Usaste un trozo la semana pasada!!- dice arrebatándole el pedaso de carbón y tirándolo al suelo- bien ahora a trabajar!!- le dijo este molesto.

La joven se dirigió corriendo hacia su lugar de trabajo y con algo de temor a tener una negativa de su feje se aventuro a preguntarle

Hablando de trabajo sr Haruka mañana es navidad y… me preguntaba si podía tomarme la tarde libre.

Navidad!! Mmm está bien pero te descontare la paga de medio día - le decía mientras sacaba varias bolsas llenas de oro de su saco que acababa de colgar en el perchero.- veamos te pago dos chelines diarios – dijo pensativo.

Dos chelines y un penique sr- dijo la alegre joven

Asi!! Te aumente el sueldo hace tres años.

Si señor cuando empecé a lavarle la ropa.

Está bien serena trabaja mientras reviso los libros, toma aquí tienes más camisas que lavar- agarro una bolsa que llevaba con el y se la aventó a la joven que por el peso al recibirla de fue de espalda cayendo al suelo.

Si señor- quitándose la bolsa de encima y continuar con su trabajo.

Haruka tenía abierta la puerta del despacho para poder vigilar a su dependiente, que en una celda lóbrega y apartada, una especie de cisterna, estaba copiando cartas. Haruka tenía poquísima lumbre, pero la del dependiente era mucho más escasa: parecía una sola ascua; mas no podía aumentarla, porque Haruka guardaba la caja del carbón en su cuarto, y si serena hubiera sido descubierta de nuevo trayendo carbón en la pala, sin duda que su amo habría considerado necesario despedirle. Así, el serena se embozó en la blanca bufanda y trató de calentarse en la llama de la bujía: pero, como no era mujer de gran imaginación: fracasó en el intento.

Vamos a ver cincuenta libras y diez chelines de la señorita lita kino, mas un ochenta por ciento de intereses diario – todo esto lo decía mientras juntaba el dinero en una columna y lo pasaba de mano en mano como si fuera cartas de poker- jejeje dinero!! Dinero!! Dinero!!

-¡Felice Navidad! -gritó una voz alegre.

Era la voz de la sobrina de Haruka, que cayó sobre él con tal precipitación. Que fue el primer aviso que tuvo de su aproximación.

Feliz navidad señorita Hotaru- le contesto serena

Feliz navidad Tio Haruka – le dijo Hotaru

¡Bah! -dijo Haruka -. ¡Tonterías!

la sobrina de Haruka se hallaba tan arrebatado a causa de la carrera a través de la bruma y de la helada, que tenía la cara como una cereza, sus ojos violetas chispeaban y humeaba su aliento, su hermoso cabello negro revuelto por el viento. Traía consigo una corona navideña.

Pero. tío: ¿una tontería la Navidad? -dijo Hotaru-. Seguramente no habrás querido decir eso.

-Que tiene de feliz te diré que es la navidad es un día mas de trabajo y cualquier payaso que diga lo contrario deberían colgarlo de su propio árbol- mientras hablaba las dos jóvenes se iban alejando mas de el abrazándose entre ellas.

Pero señor Haruka la navidad es tiempo de generosidad es tiempo de estar con la familia- le dijo una alegre serena.

Eso son solo tonterías dijo el joven mientras se daba la vuelta dirigiéndose de nuevo a su despacho.

Pues yo digo feliz navidad tio- le dijo la joven de ojos violetas

-¿Qué derecho tienes tú para estar alegre? ¿Qué razón tienes tú para estar alegre? Eres bastante pobre.

-¡Vamos! -replicó Hotaru alegremente-. ¿Y qué derecho tienes tú para estar triste? ¿Qué razón tienes para estar cabizbajo? Eres bastante rico.

No disponiendo Haruka de mejor respuesta en aquel momento, dijo de nuevo: "¡Bah!" Y a continuación: "¡Tonterías!"

No estés enfadado, tío –dijo Hotaru

¿Cómo no voy a estarlo -replicó el tío- viviendo en un mundo de locos como éste? ¡Feliz Navidad! Solo es una época en que hay que pagar cuentas no teniendo dinero; en que te ves un año más viejo y ni una hora más rico: la época en que, hecho el balance de los libros, ves que los artículos mencionados en ellos no te han dejado la menor ganancia después de una docena de meses desaparecidos? -dijo Haruka con indignación.

Tio Haruka!!- suplico la joven.

¡Hotaru! -repuso secamente-. Celebra la Navidad a tu modo y déjame a mí celebrarla al mío.

Celebrar la Navidad! -repitió La sobrina de Haruka- Pero Tu no la celebras.

Déjame que no la célebre -dijo Haruka- ¡Mucho bien puede hacerte a ti! ¡Mucho bien te ha hecho siempre!

Hay muchas cosas que podían haberme hecho muy bien y que no he aprovechado, me atrevo a decir -replicó Hotaru-. entre ellas la Navidad. Mas estoy segura de que siempre, al llegar esta época, he pensado en la Navidad, aparte la veneración debida a su nombre sagrado y a su origen, como en una agradable época de cariño, de perdón y de caridad; el único día, en el largo almanaque del año, en que hombres y mujeres parecen estar de acuerdo para abrir sus corazones libremente y para considerar a sus inferiores como verdaderos compañeros de viaje en el camino de la tumba y no otra raza de criaturas con destino diferente. Así, pues, tío, aunque tal fiesta nunca ha puesto una moneda de oro o de plata en mi bolsillo, creo que me ha hecho bien y que me hará bien, y digo: ¡Bendita sea!

Bien dicho señorita Hotaru- Serena, en su mazmorra, aplaudió involuntariamente: pero, notando en el acto que había cometido una estupidez, porque al hacerlo apagó el último débil residuo de lumbre para siempre.

SERENA!!QUE ESTAS HACIENDO!!- la amonesto Haruka

Solo me estaba calentando las manos señor Haruka – la joven corrió hacia su escritorio pero no se fijo que tropezó con la bolsa de ropa sucia de Haruka haciendo ke callera de bruces al suelo de nuevo, Hotaru la ayudo a levantarse.

Que oiga yo otra de esas manifestaciones -dijo Haruka- y te haré celebrar la Navidad echándote a la calle. Eres de verdad una elocuente oradora -añadió, volviéndose hacía su sobrina-. Me admira que no estés en el Parlamento.

No te enfades, tío Haruka

Mmm y tu a que has venido- le pregunto cruzándose de brazos.

E venido a darte este corona como obsequio de navidad y a invitarte a que nos acompañes en la cena de navidad.

Vaya- tomo la corona y volvió a ver a la chica con una sonrisa que mas bien parecía mueca- cenaran pavo con salsa de nueces?

Sii- dijo la joven

¿Y habrá pudin de ciruela y mus de limón?- dijo emocionado

Siii también!!

¿ y frutas escarchadas con azúcar?

Siii!! Siii!! Vas a venir?- le pregunto una ilusionada joven.

Haruka dijo que le agradaría verle... Sí, lo dijo. Pero completó la idea, y dijo que antes le agradaría verle... en el infierno.

-Pero, ¿por qué? -gritó Hotaru-. ¿Por qué?

-¿Por qué te casaste? -dijo Haruka.

-Porque me enamoré.

-¡Porque te enamoraste! -gruñó Haruka, como si aquello fuese la sola cosa del mundo más ridícula que una alegre Navidad-. ¡Buenas tardes!

-Pero, tío, si nunca fuiste a verme antes, ¿por qué hacer de esto una razón para no ir ahora?

-Buenas tardes -dijo Haruka.

-No necesito nada yuyo: no te pido nada; ¿por qué no podemos ser amigos?

-Buenas tardes --dijo Haruka.

-Lamento de todo corazón encontrarte tan resuelto. Nunca ha habido el más pequeño disgusto entre nosotros. Pero he insistido en la celebración de la Navidad y llevaré mi buen humor de Navidad hasta lo último. Así, ¡Feliz Navidad tío!

-Buenas tardes --dijo Haruka ya cansado.

-¡Y feliz Año Nuevo!

Hotaru salió de la habitación, no obstante, sin pronunciar una palabra de disgusto. Se Detuvo en la puerta exterior para desearle felices Fiestas a Serena, que, aunque tenía frío, era más ardiente que Haruka, pues le correspondió cordialmente.

-Esta es otro que tal -murmuró haruka, que le oyó- una dependiente con dos chelines a la semana, con esposo y con hijos. Hablando de la alegre Navidad. Es para llevarle a un manicomio!!

- feliz navidad!!- volvió a gritar Hotaru desde la puerta.

- bah!! Tonterías!!

- jeje esa Hotaru siempre llena de bondad- rio por lo bajo serena

- si- fue la respuesta escuálida de Haruka- siempre a sido muy peculiar y cabezota.

Serena, al despedir a la sobrina de haruka, introdujo a otros tres visitantes. Eran tres caballeros altos de cabellos largos cada uno con distinto color una de color negro, el otro castaño y el ultimo más pequeño que los otros dos de cabellos grises, simpáticos. y estaban en pie, descubiertos, en el despacho de Haruka.

Tenían en la mano libros y papeles y se inclinaron ante él.

-Tenoh y meioh. Supongo -dijo el caballero de cabello castaño, consultando una lista- ¿Tengo el honor de hablar a Tenoh o a Meoih?

- uhhh clientes- decía mientras se frotaba las manos imaginando que ganaría mas dinero- con el señor Tenoh, ¿en qué puedo ayudarles caballeros?

-Venimos de La Asociación Three Light. En esta alegre época del año, señor Haruka dijo el caballero de cabello negro, tomando una pluma-, es más necesario que nunca que hagamos algo en favor de los desamparados, que en estos días sufren de modo atroz. Muchos miles de ellos carecen de lo indispensable; cientos de miles necesitan alivio, señor.

- ¿para los que?- pregunto Haruka .

- para los pobres señor- dijo el joven de cabello gris.

-¿No hay cárceles? -preguntó Haruka.

-Muchísimas cárceles -dijo el castaño, dejando la pluma.

-¿Y casa de corrección? -interrogó haruka.- ¿Funcionan todavía?

-funcionan, sí, todavía -contestó el caballero-. Quisiera poder decir que no funcionan.

-¿ y la Ley de Pobreza están, pues. en todo su vigor?-- dijo haruka.

-Ambos funcionan continuamente, señor.- contesto el moreno

-¡Oh', tenía miedo. por lo que decías al principio. De que hubiera ocurrido algo que interrumpiese sus útiles servicios -dijo haruka-. Me alegra mucho saberlo.

-Persuadido de que tales instituciones apenas pueden proporcionar cristiana alegría a la mente o bienestar al cuerpo de la multitud -continuó el caballero-, algunos de nosotros nos hemos propuesto reunir fondos para comprar a los pobres algunos alimentos y bebidas y un poco de calefacción. Hemos escogido esta época porque es, sobre todas aquella en que la Necesidad se siente con más intensidad y la Abundancia se regocija. ¿Con cuánto queréis contribuir?

-¡Con nada! -replicó haruka.- si le damos dinero a los pobres pues ya no serán pobres o no?

- pues…- dijo el pequeño joven

- asi nos quedamos sin pobres y ustedes no tendrán que recaudar dinero para ellos, entonces ustedes se quedarían sin trabajo- dramatizando termino diciendo- por favor señores no me piden que los deje sin trabajo y mas en noche buena!!

- entonces va a contribuir?-se aventuro a preguntar el moreno que no entendía nada de lo había pasado- si quiere puede guardar el anonimato.

-Quiero que me dején en paz -dijo haruka-. Puesto que me preguntan lo que quiero, señores, ésa es mi respuesta. Yo no celebro la Navidad. y no puedo contribuir a que se diviertan los vagos; ayudo a sostener los establecimientos de los que he hablado... y que cuestan bastante; y quienes estén mal en ellos, que se vayan a otra parte.

-Si prefieren morir -dijo haruka- es lo mejor que pueden hacer y así disminuirá el exceso de población. Además, y ustedes perdonen, no entiendo de eso.

-Pues.. debería entender -hizo observar el joven de cabello gris algo molesto.

-No es de mi incumbencia -replicó haruka-. Un hombre tiene bastante con preocuparse de sus asuntos y no debe mezclarse en los ajenos. Los míos me absorben por completo. Ahh y llévenle de mi parte esto a los pobres ¡Buenas tardes, señores!- dijo mientras les aventaba en la cara la corona que le había regalado hotaru.

Comprendiendo claramente que sería inútil insistir, los tres caballeros se marcharon.

A donde vamos a llegar serena- dijo con pesadez- trabajas toda tu vida para tener dinero y la gente quiere que lo regales.

Haruka reanudó su tarea con mayor estimación de sí mismo y más animado de lo que tenía por costumbre.

Entretanto, la bruma y la obscuridad se hicieron tan densas, que las gentes marchaban alumbrándose con antorchas, ofreciéndose a marchar delante de los caballos de los coches para mostrarles el camino. La antigua torre de una iglesia, cuya vieja y estridente campana parecía estar siempre espiando a Haruka por una ventana gótica del muro, se hizo invisible, y daba las horas envuelta en las nubes. Resonando después con trémulas vibraciones, como si le castañearan los dientes a aquella elevadísima cabeza. El frío se hizo intenso. En la calle Mayor. En la esquina de la calleja, algunos obreros se hallaban reparando los mecheros de gas y habían encendido una gran hoguera, a la cual rodeaba un grupo de mendigos y chicuelos, calentándose las manos y guiñando los ojos con delicia ante las llamas. El resplandor de las tiendas, donde las ramas de acebo cargadas de frutas brillaban con la luz de las ventanas, ponía tonos dorados en las caras de los transeúntes. Las pollerías y los comercios de comestibles estaban deslumbrantes: era un glorioso espectáculo, ante el cual era casi increíble que los prosaicos principios de ajuste y venta tuvieran algo que hacer.

Un joven se detuvo ante la puerta de haruka para obsequiarle por el ojo de la cerradura con una canción de Navidad; pero no había hecho más que empezar:

"Bendiga Dios, alegre caballero; que nada pueda nunca disgustarlo..."

cuando haruka cogió la regla con tal decisión, que el cantor corrió lleno de miedo. Abandonando el ojo de la cerradura para correr por las heladas calles.

Mientras serena trataba de calentarse con una pequeña lámpara y somplando sus manos para generar calor, en eso sonó el reloj cucú que colgaba de una pared. Por fin llegó la hora de cerrar el despacho pensó serena.cerro el libro donde estaba trabajando y apenas estaba por pararse cuando escucho la voz de su jefe

Mmm nos minutos adelantado- dijo mientras veía su reloj, al escucharlo serena se quedo quieta en su lugar- olvida esos dos minutos puedes irte.- De mala gana se alzó haruka de su asiento y tácitamente aprobó la actitud de serena en su cuchitril, quien inmediatamente apagó su luz y se puso el sombrero.

Ohhh gracias señor- dándole una enorme sonrisa- muy amable.

Déjate de cursiladas y vete ya, Supongo que necesitaréis todo el día de mañana -dijo haruka.

Si no hay inconveniente, señor.

Pues sí hay inconveniente -dijo haruka- y no es justo. Si por ello te descontara media corona, pensarías que te perjudicaba. ¿Pero estoy obligado a pagarla?

El dependiente sonrió lánguidamente.

Sin embargo -dijo haruka- no piensas que me perjudico pagando el sueldo de un día por no trabajar

Solo ocurre una vez al año señor Haruka.

¡Una pobre excusa para morder en el bolsillo de uno todos los días veinticinco de diciembre! -dijo haruka. abrochándose la gabardina hasta el cuello- Venir lo más temprano posible pasado mañana.

Oohh gracias!!-

serena agarro la bolsa de ropa sucia de Haruka y salió por la puerta pero antes deseándole feliz navidad. Haruka salió gruñendo. Cerró el despacho en un instante, y el dependiente, con los largos extremos de su bufanda blanca colgando hasta más abajo de la cintura pues no tenía de abrigo, bajó veinte veces un resbaladero en Cornhill, al final de una calle llena de muchachos para celebrar la Nochebuena hasta que se cayó en un intento se levanto sacudió la nieve de su trasero y luego salió corriendo hacia su casa de Camden-Town, para jugar a la gallina ciega.