Joanne Williams

Estaba ansiosa por volver a cruzar las puertas de Hogwarts otra vez, por sexta vez. El baúl casi estaba hecho, pero todavía se encontraba algún que otro calcetín que debía guardar. Me senté encima de mi cama y contemplé mi dibujo de cuando tenía cuatro años colgado en la pared "Joanne Williams", se leía con gran dificultad en letras grandes y deformes. Me giré hacia la ventana y observé la calle soleada, una calle situada en el Londres Muggle en Walworth Road número 7.

Oí unos golpes en la puerta y mi madre entró. Siempre decía que era igual que Karen Susan Williams, mi madre; pelo rizado y oscuro, ojos grandes y negros y bastante atractiva.

A diferencia que yo, mis padres eran muggles; personas no mágicas. Mi padre era médico, y a veces trabajaba hasta muy tarde. Mi madre era profesora de un colegio, y siempre era la que me había cuidado, desde pequeña. A los once años, al recibir la carta de Hogwarts, se pensaron que se trataba de una broma. Pero mi vecina también recibió una, y después de un conjunto de sucesos extraños que confirmaron mi "talento especial" - cómo solía decir mi padre - comencé mis estudios en Hogwarts.

- ¿Cómo va el baúl, cariño? - preguntó mientras me daba un beso en la frente.

- Casi está... aunque seguro que me dejo algo - bufé e hice una mueca.

Ella sonrió y me abrazó.

- Tu padre y yo vamos a echarte de menos - dijo abrazándome por la espalda.

Yo le sonreí y la abracé más fuerte.

- Yo también. Pero no os preocupéis. Os escribiré cada semana - dije. Fruncí el ceño en un intento fallido de querer cerrar el maldito baúl.

- Siempre que no tengas exámenes. Los estudios lo primero - dijo ella un poco seria.

- ¿Por qué no me sorprende que me diga esto una profesora?

Ella rió y me miró cómo intentaba cerrar el baúl a grandes esfuerzos. De pronto exclamó:

- Oye ¿tú no habías quedado?

Miré al reloj ¡las seis y cuarto!

- ¡Mierda! ¡Me voy volando mamá, ahora vengo! - grité con prisas.

- No lo dirás literalmente, ¿no Joanne? - rió mi madre arqueando una ceja.

- Tranquila, la escoba todavía está en el armario - le respondí.
Salí disparada de la habitación y corrí bajando las escaleras hasta salir a la calle. Hice cuatro pasos y toqué el timbre de la casa de al lado.

¡Ding Dong!

Ella abrió la puerta y, como de costumbre, me regañó.

- Llegas tarde. ¡Vives en la casa de al lado! ¿Por qué siempre llegas tarde? ¡Imagínate que mañana perdemos el tren por tu culpa!

- Tranquila Herms, para eso estás tú: para que no llegue tarde.

No pudimos evitar sonreír y fundirnos en un abrazo. Durante ese verano, Hermione estuvo de vacaciones en París con sus padre y apenas nos vimos. Nosotras, Herms y Jo, las mejores amigas, los polos opuestos, el blanco y el negro, éramos almas gemelas desde... siempre. La alegría que nos dio a las dos cuando supimos que iríamos las dos a la misma escuela, la misma escuela ¡de magia! Fue una suerte conocer a alguien, y más aún que nos pusieran a las dos en Gryffindor, junto a nuestros compañeros inseparables Harry y Ron.

- ¿Cómo ha ido en Paris? - pregunté mientras me adentraba en su cocina y me comía una manzana de su cesta de fruta.

- ¡Ha sido alucinante! La torre Eiffel, el río Sena, el museo de Louvre, el museo de la música, el museo Picasso...

- ¿Es que sólo has visitado museos? - reí. Ella frunció el ceño.

- ¡Pues no! Y para que lo sepas, eran múseos super interesantes. Por cierto, te he traído algo.

- ¿En serio? ¿Qué es, Herms? ¿Un libro? - pregunté para picarla. Ella me lanzó una mirada asesina y negó con la cabeza.

- ¡Já, áa! Ya veo cómo me has echado de menos. Y no, no es un libro.

Sacó una pequeña cajita de un cajón enrollada en papel de regalo.

- Ábrelo - ordenó con una sonrisa.

Yo obedecí, y cual fue mi sorpresa al ver a un hermoso collar largo y negro con la imagen de la torre Eiffel incrustada en diminutos diamantes.

- ¡Guau, Herms! Me encanta, es precioso... - exclamé mientras le daba un beso en la mejilla.

- Cuando lo vi pensé en que te encantaría, Jo. También he traído regalos para Harry y Ron.

Cogió otros dos paquetes un poco más grandes. El primero era una foto de un chico jugando al quidditch firmada.

- Hicimos un recorrido por Francia y, lógicamente, me pasé cerca de la escuela Beauxbatons. Al reconocer a Thierry Gourcouff, supe que jugaba en la selección francesa de quidditch, así que he traído una foto firmada para Harry. Y para Ron... Bueno, ¡ya basta de chachara! ¿Estás preparada para mañana?

- Espera, espera... ¡Quiero saber qué le has comprando a Ron! - insistí riéndome de lo roja que se puso su cara.

Hermione sacó del paquete más grande una especie de bolsa de cuero.

- Herms, ¿qué es esto?

- ¿No lo ves? ¡Es un gorro de quidditch! - gritó abriendo mucho los ojos, como si fuera algo obvio.

Me quedé mirando a esa especie de trapo sucio.

- ¿De hace cuatrocientos años? - pregunté medio con ironía.

Hermione me pegó con el gorro y puso cara de enfado.

- Es de un portero del 54 tonta: Bertrand Piérre. Fue el año que Francia se clasificó para la final de Quidditch. Era una leyenda.

- ¿En serio? ¡Eso es estupendo! - exclamé asintiendo con la cabeza.

- ¿Crees que le gustará? - preguntó insegura.

- Todo lo que viene de ti le gusta. Sea lo que sea, todo lo tuyo le gusta - respondí con segundas.

- Voy a hacer como que no he oído eso último.

- ¡No sería la primera vez, Herms! -me quejé entre risas.

- Bueno haber... ¿Te has preparado el baúl? - dijo en tono de regaño.

- Sí… - le respondí poniendo los ojos en blanco y alargando la "i".

- Y ¿no te dejarás nada?

- No volveré a olvidar el cepillo de dientes, si lo dices por eso. Aunque admito que hay una posibilidad de que me deje algo mis padres me lo enviarían por lechuza - le expliqué.

Ella se rió y se mordió el labio.

- ¡Está bien, está bien! Si yo ya sabes que lo hago por ti...

- Claro Herms, claro... De todas formas, me voy a mi casa, que ya es tarde. ¿A qué hora quieres que pase mañana a buscarte para ir a King's Cross? ¿Nos llevarán tus padres? Los míos trabajan - Quise asegurarme, pero ya sabía de sobras la respuesta.

- Ni hablar, tú no vienes. Iré yo a buscarte a ti porque siempre llegas tarde y no podemos permitírnoslo mañana. Y sí, nos llevarán los míos, como cada año.

- Está bien, está bien… - Asentí con la cabeza y levanté las manos haciéndome la ofendida - La verdad es que me asombra y me deprime a la vez cuanta confianza tienes en mi respecto a lo de llegar tarde.

- ¡Tú te lo has buscado solita! Ya sabes que siempre te digo que todo tiene consecuencias, incluso llegar tarde.

- Vale. Venid vosotros entonces, ¡hasta mañana Herms! - exclamé sonriendo.

- Adiós Jo - se despidió dándome un abrazo que yo correspondí.

Salí de su casa en dirección a la mía. Sí, en resumen, estaba preparada para mi sexto año en Hogwarts.


E aquí nuestra historia J&D. El comienzo. Joanne es un personaje de nuestra invención que se irá desarrollando a lo largo de los capítulos. Si os ha gustado el primer capítulo, esperamos reviews.

Un abrazo y gracias por leer :)